De la economía ortodoxa a la economía feminista

28/02/2013
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La perspectiva de economía feminista se constituye como un acercamiento crítico e innovador; busca repensar la economía, desplazando al mercado del epicentro del análisis, para considerar que las reflexiones y acciones deben tener como centro el bien-estar en el marco de la vida humana o la cotidianidad humana.
 
La economía feminista implica considerar las relaciones cotidianas más allá de abstracciones y sujetos ideales, haciendo evidente la influencia que en los seres humanos y sus ideas tiene el contexto político, social y cultural en que se desenvuelven y abandonando la idea de la supuesta neutralidad de los modelos y políticas económicas.
 
En tal sentido, esta propuesta se enmarca dentro de la necesidad de darle un vuelco a las formas de pensar y hacer, desplazando el mercado como prioridad para poner la vida en el sentido de bien-estar cotidiano de los seres humanos y la realización de su vida en condiciones de bien-estar, dignidad y cuidado en el centro del análisis económico.
 
Homo economicus
 
Así, han visibilizado la falacia del homo economicus (el agente ideal de la economía) argumentando que este concepto, del cual parte la disciplina económica preponderante, desconoce las realidades de subsistencia de los seres humanos, ya que no tiene en cuenta que toda persona requiere de cuidados físicos y afectivos para ser parte de una sociedad.
 
De este modo, “el ciudadano-individuo-hombre, lo es a expensas de disponer de una infraestructura logística y de cuidado, dicha estructura en el modelo económico ortodoxo es responsabilidad que se asigna al complemento del ciudadano, la mujer. Si la mujer no se ajusta a ese papel, la concepción de la ciudadanía como hecho individual deviene problemática.” (Izquierdo, 2003; p6). En consecuencia, el sujeto ideal de la economía sólo es posible si hay un gran número de personas, sobre todo mujeres, a las que se les niega la posibilidad de ser sujetas por si mismas, pero que garantizan la sobrevivencia de los primeros.
 
El sistema económico hegemónico está sustentado en la división sexual del trabajo, dentro de esta división, las tareas asociadas a lo masculino y a lo femenino tienen un valor diferente en el mercado, lo que necesariamente afecta las relaciones jurídicas, la asignación de derechos, las prestaciones sociales, etc., derivadas de dicha diferenciación.
 
La economía clásica – incluso el marxismo – se sustenta en la división sexual del trabajo y sobre todo en binomios diferenciales, que se han naturalizado. Es un ordenamiento que se basa en diferencias determinadas por el género que se refleja en las posiciones de sujetos asignadas por la sociedad, del género más allá del sexo biológico asignado.
 
Economía no hegemónica
 
Al de-construir la economía ortodoxa, (evidenciando que la economías es producto de la construcción social de la economía (Batanba, 2009) se hace evidente que las categorías no son neutrales. La opción por una economía no hegemónica implica repensar los métodos económicos, ampliando las metodologías de análisis, ya que se ha construido el precepto de que la calidad de estos se define por el rigor matemático presente, posicionando lo altamente formalizado como lo válido.
 
Sin embargo, este énfasis en la dureza de los modelos, puede implicar rigidez y falta de perspectiva de los contextos reales. Por ello es necesario entender que la economía requiere métodos duros (considerados masculinos) y flexibles (asignados a lo femenino) que permitan entender las interacciones reales que suceden en la vida cotidiana de las personas, dejando de perpetuar la idea que la objetividad se logra con mayor rigidez (Nelson, 1995).
 
Esta necesidad de dejar de lado los binomios mutuamente excluyentes, es una de las bases del pensamiento económico feminista, ya que busca de-construir y analizar el impacto que se le asigne a las mujeres como obligatorio el ejercer como madre y como esposa (como cuidadora gratituita y siempre disponible, de otros y otras) (Carrasco, 1999) y por ende “la responsable del hogar” (en la economía convencional), siendo los hogares, espacios donde se debe resolver la provisión de cuidados.
 
La deconstrucción del modelo económico hegemónico y las propuestas sobre economía que surgen desde el feminismo, evidencian la imposibilidad (las limitaciones ) para las mujeres, en un sistema económico como el actual, de ejercer y disfrutar plenamente sus derechos en situación de igualdad.
 
En efecto, como mencionamos antes, el sistema económico hegemónico esta sustentado en la división sexual del trabajo, dentro de esta división, las tareas asociadas a lo masculino y a lo femenino tienen un valor diferente en el mercado, lo que necesariamente afecta las relaciones jurídicas, la asignación de derechos, las prestaciones sociales, etc., derivadas de dicha diferenciación.
 
Otros principios
 
Para que las mujeres sean verdaderamente sujetas de derechos económicos es necesario no solamente garantizar su participación en términos de igualdad en los espacios laborales, dividir equitativamente tanto el trabajo remunerado como el no remunerado, la garantía de los derechos que conforman la seguridad social (salud, pensiones, derecho al descanso) sino plantearse la posibilidad de un modelo económico basado sobre principios que se centren en el bienestar en el marco de la vida cotidina , en condiciones de dignidad y no en el mercado.
 
Las economistas feministas, al igual que las eco-feministas, evidencian que el trabajo no pago es considerado como no recurso en el modelo de desarrollo dominante, siendo estos trabajos indispensables para la vida (cuidar de niños/as, hacer labores cotidianas para mantener la vida, etc.).
 
Para modificar el modelo de desarrollo, la forma de concebir la productividad y el acercamiento hacia la tierra y la agricultura y el bienestar, es necesario recuperar el trabajo, desde las categorías de la subsistencia y el cuidado.
 
Como expone Cristina Carrasco, el trabajo productivo y reproductivo está interrelacionados, existe una frontera porosa y cambiante entre los dos, que implica que lo económico no puede existir sin una esfera invisible que mantenga la vida en todos sus aspectos cotidianos. Sin embargo, en la mayoría de los modelos económicos que se utilizan como sustento para tomar decisiones económicas en las sociedades se invisibiliza la transferencia de costes de la economía monetarizada a la no monetarizada que es significativa (Carrasco, 1999). Esto implica que todo trabajo que se liga al mercado y por ende al capital, está siendo sostenido gracias a un trabajo invisible perteneciente a la economía subvalorada de la reproducción y del cuidado.
 
La reproducción social es entonces un pilar invisible pero sustancial del ordenamiento económico actual, cada uno de sus componente permiten el mantenimiento de las dinámicas del espacio público y de mercado. Esto implica deconstruir la división impuesta entre lo productivo y lo reproductivo, las relaciones de poder y sobre todo visibilizar que el mercado es el ámbito dependiente. Mientras las economías ortodoxas no reconozcan esta faceta de la vida y la economía estarán muy lejos de lograr la dignidad y la equidad.
 
- Corporación de Investigación y Acción Social y Económica. Latindadd– Colombia.
 
https://www.alainet.org/es/articulo/74151?language=en
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