Hasta el FMI lo dice…!
14/03/2013
- Opinión
Unas declaraciones del FMI que no gustan a los dirigentes europeos
En octubre de 2012, el FMI proporcionó una clave que explica la profundización de la crisis en Europa. Su gabinete de estudios afirmaba que cada euro de reducción del gasto público causaba una caída del producto interior bruto (PBI) de entre 0,9 y 1,7 euros. Wolfgang Münchau, editorialista del Financial Times, deduce de ello que en estos tiempos de crisis un ajuste fiscal del 3 % (es decir, una reducción del gasto público del 3 %) produce una reducción del PIBdel 4,5 %. [1] Por lo tanto, la política que siguen los gobiernos europeos conduce a una disminución de la actividad económica e impide reducir la carga de la deuda pública. Como dice este editorialista no hay que confundirse con los motivos que tenía el FMI para haber hecho esa declaración: «El FMI no dice que la austeridad es demasiado fuerte, injusta, que provoca demasiado sufrimiento a corto término o que afecta más a los pobres que a los ricos. Lo que dice es, simplemente, que existe el riesgo de que la austeridad no permita alcanzar el objetivo de reducción de la deuda en un plazo razonable.» [2]
Por otra parte, si bien Christine Lagarde, directora general del FMI, ha dado a entender que habría que escalonar sobre un período más largo la aplicación de ciertos esfuerzos de austeridad y que se podría aumentar ciertos gastos públicos con el fin de estimular la economía, esto lo ha dicho presionada por los países emergentes miembros de FMI (en particular los BRIC, con China y Brasil a la cabeza), que temen el efecto bumerán de la caída de las importaciones europeas y critican la relevancia del compromiso del FMI en Europa. La directora del FMI expresó su punto de vista en Tokio, en el curso de la asamblea anual del FMI y el Banco Mundial en octubre de 2002. El documento del FMI y las recomendaciones de Christine Lagarde produjeron manifestaciones de desacuerdo por parte de los dirigentes europeos. Por ejemplo, en Tokio, Wolfgang Schaüble, ministro de Finanzas del gobierno de Merkel, criticó públicamente a la directora por su intempestiva intervención.[3]
Wolfgang Munchau considera que las reservas expresadas por el FMI sobre la profundidad de las medidas de austeridad no modificará en nada la actitud de los dirigentes europeos que apuestan por una línea dura: «Los gobernantes europeos se vuelven paranoicos cuando su credibilidad está en juego, y yo preveo que van a mantener el rumbo de la austeridad hasta su amargo final, cuando esta política explote.»[4]
Las tensiones entre el FMI y la Comisión Europea se manifestaron de nuevo públicamente el 14 de noviembre de 2012. Christine Lagarde refutó el optimismo mostrado por el luxemburgués Jean-Claude Junker, presidente del eurogrupo, con respecto a las perspectivas de Grecia. Al parecer, el FMI quiere presionar a la Comisión con el fin de aumentar su peso en la orientación que se tome en Europa. Los países emergentes y Estados Unidos intervienen en el seno del FMI para que su opinión sea tenida en cuenta en la solución de la crisis europea, ya que se les pide ayuda monetaria.
EL FMI insiste con los fracasos históricos de las salvajes políticas de austeridad
Otro estudio del FMI, que ha hecho correr ríos de tinta, es un capítulo de Perspectivas de la economía mundial, publicado justo antes de su asamblea anual de octubre de 2012. En dicho capítulo, analiza 26 episodios de crisis de la deuda pública desde 1875, tomando como criterio los casos en los que la deuda pública superó el 100 % del PIB. El FMI pasa revista a las políticas aplicadas para salir de esas crisis. Uno de los episodios analizados es el que ocurrió en el Reino Unido después de la primera guerra mundial. La deuda pública británica llegó al 140 % del PIB. Ante eso, el gobierno británico aplicó una política de austeridad presupuestaria radical y una política monetaria muy estricta. Destinó un excedente presupuestario primario (antes del pago de intereses) de alrededor del 7 % del PIB durante toda la década de los años 20 con el objetivo de reducir la deuda, reembolsándola a marcha forzada. Pero la deuda pública no disminuía: en 1930 se elevaba al 170 % del PIB, y tres años más tarde, en 1933, llegaba hasta el 190 % del PIB.
Martin Wolf, comentarista del Financial Times, afirma que el objetivo real de las medidas políticas del gobierno británico era quebrar el movimiento sindical. Condujeron a la huelga general de 1926. Suscitaron una amargura tal que perduró durante varias décadas tras la segunda guerra mundial.[5] Esto recuerda exactamente lo que ahora se ha puesto en marcha en Europa.[6] Wolf explica que los dirigentes europeos y el gobierno español de Mariano Rajoy quieren que los salarios bajen fuertemente recurriendo al arma del desempleo. Afirma: Al mismo tiempo, el PIB real de España se contrae. Los esfuerzos para ajustar la política presupuestaria tendrán por efecto reducir aún más el PIB. Prosigue diciendo que esta política inspira también las medidas del gobierno italiano. Concluye su editorial con una afirmación que parece poco habitual en la pluma de un icono de uno de los principales diarios financieros del planeta: La austeridad presupuestaria y los esfuerzos para disminuir los salarios en los países que sufren un estrangulamiento monetario podrían destruir las sociedades, los gobiernos y hasta los Estados. De hecho, desde hace meses, Martin Wolf insiste: la austeridad pone a los países contra la pared y toma como prueba el humillante fracaso electoral de Mario Monti en febrero de 2013 en Italia.
Como dice Wolfang Münchau, ya citado, los dirigentes europeos quieren prolongar y profundizar esta política.
¿Por qué los dirigentes europeos radicalizan las políticas de austeridad?
Sería un error considerar que los dirigentes europeos se han quedado ciegos. Su motivación no es ni la vuelta al crecimiento económico, ni la reducción de las asimetrías dentro de la Unión Europea con la finalidad de construir un conjunto más coherente en el que retornaría la prosperidad. La patronal que guía los actos de los gobiernos quiere avanzar hacia una ofensiva más grande a escala europea, contra los derechos económicos y sociales conquistados tras el final de la segunda guerra mundial. Desde este punto de vista, son un éxito las políticas llevadas a cabo durante estos últimos años. Con políticas de austeridad que aumentan el desempleo, logran incrementar, cada vez más, la precarización del trabajo, disminuir su capacidad de resistencia y de lucha, reducir los salarios y los diversos subsidios sociales. Sin embargo, mantienen al mismo tiempo las enormes disparidades entre los trabajadores en la Unión Europea, con el fin de aumentar la competencia entre ellos. Uno de los objetivos perseguidos por los dirigentes europeos es mejorar la capacidad de las empresas europeas para conquistar cuotas de mercado a sus competidores en el resto del mundo. Para ello, es necesario reducir radicalmente el coste del trabajo, retomando su expresión. Esto implica infligir a los trabajadores europeos una rotunda derrota. También se persiguen otros objetivos: llevar adelante la ofensiva contra los servicios públicos, evitar tanto como sea posible las quiebras bancarios, reforzar el poder de los ejecutivos (Comisión Europea, gobiernos nacionales) frente al poder legislativo, reforzar las restricciones impuestas por los tratados a fin de consolidar las políticas favorables al capital …
El coste político electoral puede ser elevado, pero globalmente las grandes familias políticas tradicionales que dominan el escenario europeo apuestan a que, aunque perdieran las elecciones, recuperarían el poder en las elecciones siguientes. De todos modos, pasar a la oposición no implica perder una serie de posiciones adquiridas en el aparato del Estado, en las instituciones europeas, etc., sin olvidar los poderes locales (ciudades, entes regionales, comunidades autónomas).
Lo que complica un poco el proyecto de los dirigentes europeos es la decisión del gobierno de Obama de profundizar radicalmente las políticas de austeridad siguiendo las aplicadas por el gobierno de Bush. Los recortes presupuestarios, en particular en los gastos públicos y sociales, crecerán en Estados Unidos. Esto no ayudará a las empresas europeas a ganar cuotas de mercado. Sólo Japón parece querer adoptar una tímida política de relanzamiento, lo que se tendrá que confirmar.
Conclusión: Según los objetivos antes descritos, la convergencia entre el FMI y los dirigentes europeos es total. Por lo demás, desde diciembre de 2012, momento en el que el gobierno de Obama anunció que iba a radicalizar las políticas de austeridad en Estados Unidos, ya no se han oído declaraciones críticas por parte de Christine Lagarde ni de otros directivos del FMI sobre la política practicada en Europa.
Por lo tanto, no hay que equivocarse sobre el sentido de las declaraciones del FMI: si bien ha tomado un poco de distancia con respecto a los dirigentes europeos, no es para convencerlos que abandonen las políticas estructurales favorables a las privatizaciones y a la profundización de la ofensiva contra las conquistas sociales de la posguerra. Lo que pretende es tener más peso en las decisiones y lo da a conocer. Se verá en los meses venideros si seguirá afirmando que conviene reducir un poco el ritmo con el que los dirigentes europeos quieren acercarse al equilibrio presupuestario. Aunque los trabajos de algunos gabinetes de investigación del FMI contienen argumentos que van, más o menos claramente, contra las políticas dominantes, la acción global del FMI no ha cambiado ni un ápice. Es esta acción lo que hay que combatir con todas nuestras fuerzas. (Traducción Raúl Quiroz-Griselda Piñero)
- Eric Toussaint (doctor en ciencias políticas, presidente del CADTM de Bélgica, www.cadtm.org, miembro del Consejo Científico de ATTAC Francia). Damien Millet y Eric Toussaint han dirigido el libro colectivo La Deuda o la Vida, Editorial Icaria, Economía, ISBN: 9788498883848, Año Publicación: 2011, páginas: 336, que recibió el Prix du livre politique à la Foire du livre politique de Liège en 2011). Último libro publicado, Damien Millet et Eric Toussaint, AAA, Audit, Annulation, Autre politique, Le Seuil, Paris, 2012.
[1] Wolgang Münchau, «Heed the siren voices to end fixation with austerity», Financial Times, 15 de octubre de 2012. http://www.ft.com/cms/s/0/07f74932-13bb-11e2-9ac6-00144feabdc0.html#ixzz2BOFHZGDg
[2] «The IMF does not say that austerity is too hard, too unfair, causes too much pain in the short term or hits the poor more than the rich. It says simply that austerity may not achieve its goal of reducing debt within a reasonable amount of time.»
[3] Financial Times, «German minister rebukes IMF head. Schaüble criticises Lagarde call to ease up on austeriry», 12 de octubre de 2012.
[4] Artículo antes citado de Wolgang Münchau, «Heed the siren voices to end fixation with austerity, Financial Times, 15 de octubre de 2012. «European policy makers are paranoid about their credibility, and I expect them to hold on to austerity until the bitter end, when the policy implodes.»
[5] Martin Wolf, «Ce que nous enseigne l'histoire de la dette publique», Le Monde, 15.10.2012, http://www.lemonde.fr/economie/article/2012/10/15/ce-que-nous-enseigne-l-histoire-de-la-dette-publique_1775439_3234.html
[6]Véase Eric Toussaint, La mayor ofensiva contra los derechos sociales realizada desde la Segunda Guerra Mundial a escala europea 3ª parte de la serie «Bancos contra pueblos: los entresijos de una partida amañada», publicado el 30de diciembre de 2012, http://cadtm.org/La-mayor-ofensiva-contra-los
https://www.alainet.org/es/articulo/74527?language=es
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