Con OEA o sin OEA

02/04/2013
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El Ministerio de Colonias Americanas, mal llamado Organización de Estados Americanos, OEA,  tiene un historial turbio, que se remonta a la época en que presumía  de Unión Panamericana. Bajo este signo  efectuó en el siglo XX  una larga escalada de ataques a los pueblos de América Latina, hasta llegar a la cumbre del deshonor en los casos mayúsculos de Guatemala, Cuba y la República Dominicana. En Guatemala, a partir de 1950 se desarrollaba una verdadera Revolución, que tuvo su epicentro en la reforma agraria y la consiguiente  afectación a los latifundios de la United Fruit (Mamita Yunai, hoy Brands o Chiquita) entre cuyos principales dueños figuraban  los “gemelos del terror”: John Foster Dulles, Secretario de Estado, y su hermano Allan Dulles, Director de la CIA, la macabra central del espionaje y el terrorismo de Estados Unidos. Como el gobierno revolucionario del coronel Jacobo Arbenz no se rindió a las presiones del Imperio y siguió adelante con su acción transformadora, éste armó un ejército de mercenarios en las haciendas hondureñas de la misma Yunai, bajo la jefatura de un bribón llamado Carlos Castillo Armas, coronel retirado del ejército, e invadió su propia patria. Lo demás lo puso la propia CIA con sus aviones que bombardearon la capital, y los pelotones de fusilamiento que ensangrentaron el país. Cayó la Revolución  y desde entonces a lo largo de más de medio siglo Guatemala sufrió un torrencial desangre para gloria y ventura de las multinacionales yanquis y el gorilismo vendepatria. Antes de ello, una conferencia interamericana condenó a Guatemala y Dulles calificó al gobierno democrático como “oveja negra “entre las naciones americanas. La respuesta del digno canciller, Guillermo Toriello, fue contundente: “preferimos ser la oveja negra y no el rebaño”.
 
Cinco años después. el 1 de enero de 1959, triunfaba la Revolución Cubana y desde ese día hubo de soportar el pueblo cubano la agresión imperialista, alcahueteada por la OEA, que en 1962 terminó expulsando de su seno al país de José Martí , para luego exigir a las naciones del continente romper relaciones con Cuba, al igual que lo hizo el amo del rebaño. Los cubanos, tan dados a la alegría salieron entonces a bailar en las calles, repitiendo con voz de multitudes el estribillo:
 
¡CON OEA O SIN OEA
GANAREMOS LA PELEA!
 
Y  la ganaron, para ejemplo del mundo: supieron defender y conservar la Revolución en su pequeño país, que es menos de la mitad del territorio ecuatoriano. Y esto pese al criminal bloqueo que  les priva de medicinas, alimentos, mercados y maquinaria.
Tres años después, en abril de 1965, la OEA solapó el asalto de 40 mil marines norteamericanos contra la República Dominicana, a fin de establecer un gobierno de testaferros e impedir que Juan Bosh, el presidente antes derrocado, retornara al poder, a la cabeza de las multitudes patrióticas que seguían su conducción luminosa.
Este es un  recuento mínimo de las acciones nefastas de la OEA, esa alcantarilla por donde circulan las aguas servidas de la política colonialista de Estados Unidos. ¡Y todavía hay conchudos que en Ecuador proclaman la santidad de la OEA! Esperen. Ya les recordaremos en esta misma columna otras hazañas del Ministerio de Colonias efectuadas contra el Ecuador y otros países de América Latina. Y es que ahora no son únicamente los cubanos los que claman sino todo el continente: ¡CON  OEA O SIN OEA, GANAREMOS LA PELEA!
 
E-mail: jaigal34@yahoo.es    Twitter: @jaigal34
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