Demencia criminal del régimen de Estados Unidos

04/09/2013
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Se dice que el poder absoluto corrompe absolutamente. Este dicho se aplica mejor que nunca al presidente de los Estados Unidos, a su gobierno y a los lacayos de Wall Street que se sientan en el Congreso.
 
Pero aquí la corrupción abarca, además de su significado usual de ausencia de una conducta ética, la incapacidad de razonar y reflexionar con algo de inteligencia. La clase política del país más poderoso de la Tierra es tan indulgente con su arrogancia y prepotencia que ya es incapaz de percibir lo ridículos que resultan para el resto del mundo. En pocas palabras, la locura criminal parece ser la condición de los cabecillas estadounidenses y de sus marionetas, incluidos los grandes media.
 
El presidente estadounidense y su pandilla del Capitolio se pavonean y hablan como si desde un espejo hechizado se reflejara su hermosura, cuando el mundo los ve como espantosos payasos, cadavéricos hipócritas, ilusos delirantes, con su desorbitado poder y su imprudente predisposición a apretar el gatillo.
 
En realidad, es tan ridícula la pose de Washington que Estados Unidos, el estado más terrorista del planeta, parece haber añadido una nueva arma a su arsenal de armamentos de destrucción masiva, una que induce en las víctimas incontrolables carcajadas al punto de morir por asfixia o partido de la risa.
 
El presidente Obama podría haber estado probando esta nueva arma de “risa masiva” el último fin de semana cuando anunció que iba a pedir al Congreso el respaldo al ataque militar contra Siria. Eso fue después de que su gobierno acusara al gobierno sirio de “asesinar a más de mil víctimas de su propio pueblo” con armas químicas en un barrio de Damasco el 21 de agosto.
 
La muerte de centenares de civiles inocentes, incluyendo mujeres y niños, no es ciertamente un motivo de risa. Pero es una burla cruel a su memoria que el presidente americano trate de usar estas muertes como una escusa para acelerar su plan criminal y evidente de cambiar de régimen a Siria.
 
Mientras se les llena la boca de la “confianza absoluta” que tienen en sus alegaciones secretas contra el gobierno del presidente Bashar Al Assad, el resto del mundo está más que convencido que han sido los mercenarios, que respalda Estados Unidos, quienes han cometido las masacres con las armas químicas proporcionadas por su aliada Arabia Saudita.
 
Tan fuera de sí está el maquiavélico presidente americano que su colega ruso, Vladimir Putin, tuvo que telefonearle para recordarle que es un Premio Nobel de la Paz y debería actuar en consecuencia, en lugar de jugar con un fuego que podría incendiar la región y el planeta entero.
 
“Quiero dirigirme a Obama como el Premio Nobel de la Paz que es. Antes de usar la fuerza en Siria, estaría bien pensar en las futuras víctimas”, dijo Putin, como si estuviera hablando a un idiota, que lo es. “Rusia le pide que lo piense dos veces antes de tomar una decisión sobre una acción en Siria”.
 
Aparte de los regímenes sin ley más reaccionarios del mundo, Arabia Saudita e Israel, el resto de la humanidad le pide también al gobierno estadounidense pensárselo dos veces antes de masacrar a miles de personas más, en una región que ya está al borde de la guerra. Incluso los británicos, normalmente tan fervorosos, se han retirado ante tal temeridad.
 
Obama dice que “solo” pretende un “ataque limitado con misiles” sobre Siria como medida “punitiva” para disuadirles del uso de armas químicas.
 
En su declaración del sábado desde La Rosaleda de la Casa Blanca, Obama empleó palabras aromadas de empalagosa hipocresía. “¿Qué mensaje le enviamos a un dictador que gasea y mata a cientos de niños a la vista de todos y no paga un precio? Somos los Estados Unidos de América, y no podemos ni debemos cerrar los ojos a eso.
 
Esto lo dice el líder del mismo estado terrorista que suministró armas químicas al exdictador iraquí Sadam Huseín y las coordenadas para gasear a miles de iraníes y kurdos en los ochenta; es el mismo Estados Unidos del terror que bombardeó con fósforo blanco la ciudad iraquí de Faluya entre otras en 2005 y 2006, durante su genocida guerra de ocupación ilegal; es el mismo estado terrorista que envenenó Irak y a generaciones de niños con uranio empobrecido; el mismo estado terrorista que ha suministrado a Israel y a otros aliados como Arabia Saudita y Baréin con una plétora de químicos tóxicos que se emplean contra civiles cada día de la semana.
 
Nadie en su sano juicio cree una sola palabra de lo que los cabecillas estadounidenses dicen sobre las armas químicas sirias. El ministro de exteriores ruso Serguéi Lavrov hizo notar cómo dicen tener “súper convincentes” evidencias de que el gobierno sirio es responsable, pero aún así los americanos no presentan las supuestas pruebas.
 
Lavrov también insinuó el demencial concepto del funcionario americano, señalando la contradicción de Washington que dice que apoyará la eludida conferencia de paz de Ginebra pero sólo después de una andanada de misiles sobre Siria.
 
“Y después que ellos bombardeen, estarían dispuestos a convocar la conferencia llamada Ginebra II”, dijo el diplomático ruso, como describiendo a un sanguinario sicópata; lo cual es apropiado verdaderamente.
 
Estados Unidos está virtualmente solo frente a la humanidad, creído en su derecho a bombardear a quien quiera en base a sus propias indignantes y calculadas mentiras. Incluso sus marionetas Ban Ki-Moon, Secretario General de la ONU, Stephen Harper, primer ministro de Canada, la patética Liga Árabe y Anders Fogh Rasmussen de la OTAN se han distanciado ellos mismos del ataque a Siria propuesto por USA.
 
“Me siento cómodo avanzando sin la aprobación del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que, hasta ahora, ha estado completamente paralizado y reticente a responsabilizar a Al Asad ”, dijo Obama.
 
¿Cómodo? ¿Perpetrando una guerra de agresión lanzando cientos de misiles de crucero sobre un país soberano que ni amenaza ni ha amenazado a los Estados Unidos?
 
Lo que Obama quiere decir con que el Consejo de Seguridad está paralizado es que rehúsa a hacer el esfuerzo por satisfacer la sed de sangre y el terror de estado de Washington.
 
Parte de este terrorismo es poner una pistola en la cabeza de Siria y del resto del mundo mientras pasan los próximos días esperando que el Congreso delibere si sí o si no se concede a sí mismo el derecho a bombardear otro país –bajo la premisa de sus arrogantes delirios de grandeza y sus disparatadas mentiras–.
 
Con ese fin, Obama dijo: “Nuestras Fuerzas Armadas han tomado posiciones en la región. El presidente de la Junta de Jefes [General Martin Dempsey] me ha informado que están preparados para atacar cuando elijamos. Además, me ha indicado que nuestra capacidad para ejecutar esta misión es independiente del momento; será efectiva mañana, o la próxima semana o el mes que viene. Y yo estoy preparado para dar la orden.”
 
Tan loca y autoacusatoria vociferación sería divertida, si no fuera tan descabelladamente criminal. Traducción: Ignacio S.
 
https://www.alainet.org/es/articulo/79014?language=en

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