No hay calle más o menos transitada de cualquier ciudad del mundo donde no haya sucedido que algún descuidista, arrebatador o raterito callejero, salga a la carrera después de su tropelía al grito de: “al ladrón, al ladrón, corran al ladrón…” Escabulléndose entre la indignación de los transeúntes que buscan desorientados al huidizo malandrín. Sin duda la estratagema tiene un inventor y a esta hora de la historia es difícil pensar que el creador no sea otro que el Departamento de Estado de los Estados Unidos.
Hacer un vuelo rasante, ligero y desprolijo por la historia de las intervenciones norteamericanas dará innumerables ejemplos de la argucia, que desde estas páginas alguna vez más o menos se enumeraron. Que podría esperarse de una diplomacia que se atrevió a lanzar dos bombas atómicas a sobre objetivos civiles, a un Japón desbastado y al borde de la rendición, con el solo y único objetivo de no darle tiempo a las victoriosas tropas de Stalin, que ya habían derrotado la maquinaria nazi, de inmiscuírsele en la guerra del Pacifico a la que los Estados Unidos también entró gracias a una trufa llamada Perl Harbor, pero eso ya es otra historia.
El uso de armas tóxicas de Bashar al-Assad, sobre población civil, es el nuevo grito del malandrín callejero. A los que ya no nos cocemos en el primer hervor, la mediática denuncia de los diferentes observatorios de la paz y onges nos hizo poner alerta y recordar de inmediato las armas de destrucción masiva del presidente iraquí Saddam Hussein, socio de Washington a la hora de la guerra contra Irán (1980-88), armas que desde el 2003 los ejércitos de los Estados Unidos e infinidad de aliados se han esforzado en encontrar, con tanta mala suerte o poca imaginación, que después de un millón de muertos y un país destruido para siempre, no han podido encontrar.
Alguna vez se tendrá que hablar de la contaminación que ha dejado en tierras iraquíes el uranio empobrecido utilizado en los proyectiles de la alianza occidental. Bush hijo de… Bush, entró al grito de al ladrón, al ladrón y todos se las agarraron con Saddam, que poco tenía de santo, pero ese día no se había robado ninguna billetera, mientras Bush se robo el petróleo de generaciones de iraquíes y propicio el más extraordinario saqueo de tesoros arqueológicos, ya no de los iraquíes sino de la humanidad toda, que ni los mismísimos Cortés y Pizarro hubieran podido imaginar.
El turno de Siria ha sonado, y ahora van por ella, claro no hay que olvidar algo, mucha gente distraída se pregunta: ¿cuando empieza la guerra? hay que recordar que la guerra ha empezado hace dos años y medio y ya lleva doscientos mil muertos por ejemplo. Vencidas las bandas mercenarias armadas por Occidente, Qatar y Arabia Saudita, no se tiene otro recurso que la intervención directa de los Estados Unidos, pero ese no era el problema para Washington, dejar caer varias docenas de misiles sobre civiles no es nada nuevo ni preocupante. Lo nuevo y preocupante es la soledad en que ha quedado la diplomacia de los Estados Unidos. Los nones del parlamento británico, de la OTAN y el repudio casi unánime del G-20, hubo una medio sonrisa en la cara de Ángela Merkel, pero como todos saben la cara de la alemana es un poco difícil de entender.
Por ahora si no se produjeran novedades a último momento el gobierno estadounidense liderara una coalición de impresentables. Cambiar un primer actor como Cameron, por un partiquino como Hollande, es una baja considerable. En el caso de las naciones de la región también se han producido bajas considerables como es el caso de Egipto, por ejemplo, que continua con sus problemas internos y poco más ha dicho después del cierre del canal de Suez. Turquía sigue fortificando su frontera con Siria trasladando tropas y varias escuadrillas de F16. A Israel que le va la vida en el éxito norteamericano, pondrá todo lo que tenga para seguir subsistiendo. Entre las petromonarquías del golfo, Qatar cuyo emir Hamad bin Jalifa al Thani, dilapidó varias fortunas, once mil millones de dólares en total, entre los mercenarios en Siria y los Hermanos Musulmanes en Egipto, ha debido abdicar a favor de su hijo Tamim bin Hamad al Thani, porque su permanecía a la cabeza del emirato se había hecho insostenible.
Además del estipendio, se consumió toda la credibilidad de la cadena noticiosa al-Jazeera, tan involucrada en la campaña mediática primero contra Muamar Gaddafi en Libia, recuérdese el montaje perpetrado sobre la caída de la Plaza Verde de Trípoli cuando en realidad fue una escenificación en la ciudad de Doha, producida por el agente sionista Bernard-Henri Lévy, buscando desmoralizar las tropas del coronel Gaddafi. Ahora está intentando lo mismo contra Bashar al-Assad, se cree que las imágenes de los niños muertos por el ataque en al-Ghota con gas Sarín, el pasado 21 de agosto, y que salieron en la web un día antes del discutido ataque, habría sido también una coproducción entre al-Jazzera y Levy. La cadena qatarí de noticias también ha debido cerrar su trasmisión en Egipto, luego de haber operado ostensiblemente a favor de los Hermanos Musulmanes. Por todos estos hechos el Departamento de Estado ha decidido esconder a Qatar y que aparezca el verdadero representante de los Estados Unidos en la región: Arabia Saudita, que al parecer no está haciendo las cosas mejor que el pequeño Qatar.
Un amigo de la casa
Por indicación de su entintado monarca saudí Abdalá bin Abdelaziz al-Saud, el jefe de los servicios secretos el príncipe Bandar bin al- Sultán, se entrevistó con el presidente ruso Vladimir Putin, a quien le llevó un negocio millonario a condición de que Moscú dejara a su suerte a Siria. La negativa de Putin llevó a Bandar a amenazarlo con la liberación de un grupo de extremistas chechenos, que Arabia Saudita tiene en sus prisiones, para que operen el los juegos olímpicos de invierno que el año próximo se desarrollaran en la ciudad rusa de Sochi.
Putin como respuesta ordenó a sus generales preparar un plan de ataque contra el reino saudí si tal liberación se produce. La sutileza diplomática del jefe de la Al Mukhabarat Al A’amah, ha tensado todavía más la situación en la región. Pero Bandar es un hombre con mucho rodamiento en estas cuestiones, fue nada menos que veintidós años (1983 a 2005) embajador en Washington, tiempo que aprovechó para establecer fuerte relaciones con la clase política estadounidense, se dice que en la familia Bush se mueve como un miembro más.
A lo largo de su carrera en la burocracia saudí, Bandar bin al-Sultán estuvo a cargo del suministro de armamento a los muyahidines que luchaban contra las tropas soviéticas en Afganistán, a los contras en Nicaragua y los terroristas chechenos, a los que parece conocer muy bien. Según The Washington Post, participó junto al secretario de Defensa Donald Rumsfeld, el vicepresidente de George W. Bush, Dick Cheney y el Jefe del Estado Mayor Conjunto, general Richard Myersr en el diseño del ataque a Irak en enero del 2002. Arabia Saudita, tomó rápidamente la iniciativa junto a Qatar, para convertirse en los líderes de la región, cuando daban por hecho que la Primavera Árabes barría con sus rivales: Libia, Siria e Irán, impiden sus políticas vinculadas particularmente con el desarrollo de gasoductos y oleoductos de las dos monarquías en Siria cuestión imposible mientras al-Assad fuera el presidente.
Siria esta pagando su amistad con Irán, potencia comercial y militar que era hasta el último golpe militar en Egipto, la única barrera insalvable de Israel en sus planes de expansión hasta alcanzar el “gran Israel”, un viejo anhelo del enclave sionista de llevar las fronteras desde el Mar Mediterráneo hacia el Este del Río Éufrates, ocupando la banda oriental del Nilo y extensos territorios que hoy pertenecen a países como Siria, Líbano, Jordania, Egipto, Arabia Saudita, Kuwait e Irak. La pretensión se basa en un arreglo espurio con los británicos desde antes de la segunda guerra mundial.
Quizás para cuando se estén leyendo estas líneas Barack Obama, haya decidido finalmente el día y la hora del ataque a Siria con lo que cuente: aliados militares, permiso del congreso, autorización del consejo de seguridad o el visto bueno de su mamá. Sin reparar en más detalles saldrá gritando: “al ladrón, al ladrón, detengan al ladrón”, sin que nadie lo detenga, aunque todo el mundo sepa quien es el ladrón.
Buenos Aires, 9 de septiembre de 2013.
Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. Colabora con diferentes medios escritos y radiales de América Latina.