Anhelamos mal. Soñamos con paraísos terrenales plenos de mermeladas de felicidad, olvidando que nuestro Ser humano se distingue por la complejidad que nos asiste en que cada uno de nosotros, percibimos de distintas maneras un mismo fenómeno de la realidad, pero ello antes de rebajarnos nos enriquece, en la diferencia se encuentra el mundo de posibilidades y variaciones que nos mantienen activos, buscando el mejor de los mundos posibles, siempre inacabado, siempre en constante hacerse. La vida son las fuerzas que contrarrestan a la muerte.
En estos momentos de transitar caminos de paz, algunos quieren sembrar incertidumbres, quizás porque su motor es odio ancestral y visceral, quizás porque los anima las rentas de la guerra, del dolor ajeno. Pueden ser hombres miserables que anhelan mal, olvidan que nos reconocemos diferentes gracias a ese invento milenario llamado Democracia, en la que todos cabemos sin importar etnia o condición, gustos, pensamientos o preferencias. En ese aparato de confrontación que es el cerebro, el pensamiento, nos asiste el derecho a la rebeldía, a disentir, espantando la uniformidad; recurso liberador a las fuerzas hegemónicas como por ejemplo las nefastas dictaduras militares.
Colombia está sensible a los rostros de violencia política que persiste por más de medio siglo. El proceso actual de paz que se lleva con las legendarias guerrillas de las Farc, cuenta con experiencias anteriores, no se parte de cero, en ello puede decirse no hay mayores dificultades, pues en las logísticas de la reinserción se tienen protocolos probados y en marcha, así como el acercamientos con las víctimas. En suma, los acuerdos de los actores de la alta política, de víctimas y victimarios se tienen el alto grado los caminos despejados. Pero lo paradójico está en lo que llamamos sociedad civil y en esos actores que beben sangre, que se alimentan de cadáveres, de la muerte, de esos que viven de la guerra bien sea por su achicada mentalidad o por que hacen de ella un negocio lucrativo.
Las reflexiones llaman la atención en los porcentajes de la diversa violencia. Se tiene que los grupos guerrilleros sólo aportan un equivalente del 12%, la violencia intrafamiliar un 48%, y el resto lo compone los grupos criminales y la violencia generalizada que brota de las fuerzas del Estado y de la propia sociedad. Se deduce que la dificultad y reto se encuentra en la sociedad civil, en la capacidad que se tenga de permearla con pedagogía para desarmar sus espíritus, prejuicios y prevenciones, que van, en especial, al vaivén de los medios masivos de comunicación, que como lo hemos expresado, ellos vierten sangre, nos obligan a consumir cadáveres, nos convirtieron en antropófagos. Los mass media son canales de formación, de modular pautas de comportamiento en los seres humanos, ellos son esenciales en estos procesos de habilitar sociedades de vida, de paz, de desinstalar esta ontología de guerra y muerte. Se constata que no es necesario destruir para construir, y que los principios a revaluar es ese tan cacareado de que lo que importa es el Fin y no los medios, la paz viene de caminar los medios que hacen el fin, lo contrario lo desdice, es thanathos.
Para darnos a una idea de los hombres de guerra y procurar un sentimiento de acogimiento, de hermandad, de aceptarlos como nuestros congéneres, miremos lo que los caracteriza dada la experiencia de reinserción. En 10 años se han reinsertado 56 mil ciudadanos de la subversión, todos los días se desmovilizan 5 guerrilleros de la Farc. El 60% de ellos eran analfabetas, 90% quedan con traumas, 60 han sido abusados sexualmente, el 20% tienen que ser llevados a clínica para ser tratados, su promedio de permanencia en los grupos armados es de 14.
Tardan dos y tres años en su adaptación a la sociedad, su mayoría cursan la primaria, la mitad alcanzan alguna técnica. El 78 porciento se quedan en la civilidad, otros son asesinados o presionados por los actores en guerra. En la actualidad se han profesionalizado 600, 100 están en cargos de elección popular, ejemplo es el segundo cargo más importante del país lo funge un ex militante del entonces grupo subversivo M 19, alcalde de Bogotá Gustavo Petro, la ciudad más importante de Colombia. Ríen, lloran, hacen bromos, son hinchadas de fútbol, etc. Vemos que son seres de carne y hueso, son seres que deben ser tratados como colombianos, merecen se les tienda la mano.
La tarea a persistir es en una ardua tarea de pedagogía de paz, que aborde los voraces medios masivos de comunicación insistentes en sangre y muerte, trabajar mucho con la sociedad civil para superar prevenciones y facilismos que divierten a jugar a Mambrú se fue a la guerra. Desplegar una política del amor, de reconciliación, libre de rencores y odios que habilitan el exterminio, evitar las polarizaciones. Ha tener presente, son las víctimas las que más apertura de acogimiento, generosidad, perdón y de pasar la página tienen hacia quienes han causado daño, los que no saben de sufrimiento, son los que más pereque ponen, los que más avivan para continuar en guerra. La paz no es automática, se construye desde los valores que fundamenta una sociedad, por eso viene a bien hablar de resolución de conflictos y de una política del amor y no thanática.
Mauricio Castaño H.
Aporte de la Consejería Convivencia y Reconciliación Medellín