Los trucos no deportivos de lucha política
09/12/2013
- Opinión
Entre más se acercan los juegos olímpicos de invierno en Sochi, Rusia de 2014, cuanto más se calientan las batallas políticas a su alrededor.
Se conoce, que Estados Unidos ha anunciado que no boicoteará los mismos. Sobre el particular, así lo informó recientemente, el embajador norteamericano en Moscú, Michael Mcfaul. Según él, los estadounidenses aman el deporte, de manera que la organización de las actividades olímpicas en los Estados Unidos no constituye materia gubernamental, ya que Washington no tiene ninguna influencia sobre ellas. Sin embargo, también advirtió sobre las acciones de algunos senadores, orientadas a lograr el saboteo de los juegos, en virtud de la aprobación por Moscú, de una ley que prohíbe la propaganda gay. Pero el asunto no se detiene allí.
La actividad para desacreditar dichos juegos, no solo tiene lugar en los Estados Unidos, sino también en otros países, en los cuales se utiliza el mismo argumento del atropello de los derechos de las minorías sexuales. Destaca al respecto, el actor y escritor inglés, Stephen Fry, el cual en carta al Comité Olímpico Internacional (COI), tildó de “ bárbara y fascista”, la ley que prohíbe la propaganda gay, en Rusia y basado en ello, también se hizo eco del llamado al boicot de los Juegos Olímpicos de Sochi.
En la lucha por la libertad de la propaganda gay, igualmente manifestó su solidaridad desde Puerto Rico, el ex candidato presidencial al Comité Olímpico Internacional (COI), Richard Carrión, quien destaco, que un país en donde se aprobó una ley de esa naturaleza, no puede organizar los Juegos Olímpicos. Sin embargo, resulta extraño que el derecho y la voluntad de un país, en asumir la responsabilidad de organizar el principal evento deportivo de este tipo del planeta, sea valorado en base a dichos criterios. Al respecto, vale la pena atender las palabras, que sobre el asunto vertió el Presidente del Comité Olímpico, Jacques Rogge, quien, recientemente de visita a Rusia, dijo que había recibido garantías del gobierno, de que todos los atletas serán considerados en Sochi, independientemente de su orientación sexual, y que los derechos de ningún individuo, serán infringidos. Cabe recordar que los intentos por empañar las próximas olimpiadas blancas, si es que se logra arruinar las mismas, simplemente quedarían en ello, pues es un hecho irreversible, la aprobación por parte del COI, y por tanto, su realización en Sochi.
Al principio, el movimiento en contra de la celebración de los mismos, incluyó críticas sobre la incapacidad de esta ciudad rusa para servir de anfitrión de competiciones de esta escala. Ahora, que se evidenció que todo está casi listo para la celebración de los Juegos, sus detractores han elegido un tema diferente: el de las violaciones de los derechos de las minorías sexuales en Rusia, a raíz de la aprobación de la ley que prohíbe en ese país, la propaganda gay entre los menores de edad.
Al decir de Vladimir Putin, tales violaciones en Rusia son inexistentes y de acuerdo con el embajador estadounidense Michael Mcfaul, los atletas no deben convertirse en la víctima de la política. A lo que se podría agregar, injustas políticas.
A propósito de la intención de signar de "blancas" o "negras", las páginas de la historia olímpica, resalta el hecho, de porque, en ocasión de la celebración de los Juegos Olímpicos en la Alemania nazi y su utilización para promover las ideas de "superioridad racial", nadie, ni ningún gobierno de Estados Unidos, Gran Bretaña o Francia se opuso a la participación de tales países en la gesta olímpica en 1936, todo ello, a pesar de la posterior desafiante acción de Hitler, al ponerse de pie y dejar su palco en el estadio, cuando fue galardonado el estadounidense negro, Jesse Owens, quien ganó cuatro medallas de oro y la competencia de salto largo.
Igualmente de amarga recordación fueron los Juegos Olímpicos de Moscú en 1980, los cuales fueron boicoteados por Occidente, a raíz de los acontecimientos en Afganistán, aunque muchos atletas de Inglaterra, Francia y otros países europeos, contra los deseos de sus gobiernos, decidieron participar, en el evento olímpico más grande del mundo. Otro tanto ocurrió, cuando, en respuesta al boicot occidental anterior, la Unión Soviética y otros países socialistas, se negaron a participar en los Juegos Olímpicos de los Ángeles en 1984, con el argumento de la incapacidad de las autoridades estadounidenses, para garantizar la seguridad de los participantes.
En una palabra, desgraciadamente los Juegos Olímpicos de 1980 y 1984, fueron un claro ejemplo de la injerencia de la política en el deporte, a pesar que los atletas de diferentes países, se preparan por varios años para participar en tales efemérides, pues constituyen a veces una oportunidad, que solo se presenta una vez en la vida. Se deduce pues, que cuando el juego inicia, no existen reglas políticas que lo deba detener.
Euclides E. Tapia C.
Profesor Titular de Relaciones Internacionales de la Universidad de Panamá.
https://www.alainet.org/es/articulo/81520
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