El boom de la quinua contribuye a la seguridad alimentaria?
03/02/2014
- Opinión
El bienestar se refleja en el desarrollo humano, el aseguramiento de la nutrición y la satisfacción de necesidades básicas; por tanto, la generación de mayores ingresos puede contribuir a ese logro. La FAO(2) señala que existe seguridad alimentaria cuando todas las personas tienen, en todo momento, acceso físico y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades y preferencias alimenticias, a fin de llevar una vida activa y sana.
El Año Internacional de la Quinua, aprobado por las Naciones Unidas y que acaba de concluir, tuvo como propósito promover el conocimiento de los beneficios de la quinua, la biodiversidad y su uso potencial en la lucha contra el hambre y la malnutrición, como contribución a una estrategia global de seguridad alimentaria. Su aporte nutricional ha sido reconocido por la comunidad internacional y es considerado un cultivo promisorio para la adaptación al cambio climático. Sin embargo, su mayor promoción ha tenido efecto en el alza de su precio, que torna incierto su aporte a la seguridad alimentaria de aquella población que tiene mayores necesidades nutricionales. El presente artículo plantea una revisión del tema.
En el Perú, a pesar del incremento de la producción de alimentos y del crecimiento económico en la última década(3), una parte importante de la población vive en situación de inseguridad alimentaria: 37% de niños rurales menores de cinco años sufren desnutrición crónica (INEI 2011), un hecho que incidirá más adelante en el capital humano.
Tendencias del mercado de la quinua
En los últimos trece años (2000-2012), en el Perú se ha incrementado la producción, la superficie cosechada, los rendimientos y los precios de la quinua. El periodo 2008-2012 ha sido más dinámico, pues se expandieron todas las variables a tasas mayores respecto al periodo 2000-2007, verificándose que el crecimiento de la producción ocurrió por razones tecnológico-productivas y por el mercado. Por tanto, el denominado boom de la quinua se evidencia en la producción creciente y los mejores precios recibidos por el productor, y en el aumento del volumen de exportaciones en 9.5 veces, del valor FOB en 21 veces, y de los precios (US$/t) en 2.2 veces. Pero si bien el volumen de abastecimiento al mercado interno se incrementó en 18%, el porcentaje de la producción destinado al abastecimiento interno disminuyó en 11.6% (cuadro 1).
Si bien la quinua tiene la aceptación del consumidor, hay un desequilibrio entre oferta y demanda, lo que ha aumentado su precio, a pesar de lo cual su demanda no ha dejado de crecer. Pero su consumo se encuentra limitado a algunos grupos de la sociedad, bien por razones de ingresos, bien por desconocimiento de sus cualidades nutritivas. Se considera que el grano presenta potencial para consumidores de altos ingresos y con interés en el cuidado de la salud, el ambiente, la equidad social y la gastronomía gourmet, pero también es fundamental favorecer su consumo en las poblaciones pobres.
Se estima que en Bolivia el consumo es de 5 kg/persona/año, nivel considerado bajo si se toma en cuenta el mayor consumo de otros alimentos y la tendencia a la reducción del consumo de quinua debido a la prioridad asignada a su comercialización4. En 2013, en el Perú se consumió entre 0 a 3 kg/año/persona, menos que cinco años atrás, cuando su consumo fue de 2.5 a 5kg/año/persona. Por tanto, si bien la promoción del grano ha provocado el incremento de su demanda, ello está llevando a que su precio sea inaccesible para los consumidores pobres, lo que dificulta el acceso pleno y continuo a un bien nutritivo y saludable, lo cual, por consiguiente, afecta la seguridad alimentaria.
La comercialización de la quinua
La comercialización del grano no presenta diferencias con la de otros productos que provienen de la pequeña agricultura, caracterizados por el bajo nivel asociativo de los productores, la débil interrelación en la cadena productiva y el acopio rural desorganizado, lo que da lugar a una red tradicional, con predominancia de la capital (Lima) para su procesamiento y comercialización.
Los circuitos cortos, con ventas más directas al consumidor, son menos comunes. La comercialización vía ferias, compras públicas y mercados locales en la sierra central, permitieron en 2011 la disponibilidad del 15% de la producción en esa zona, pero el mayor precio pone en riesgo su acceso a grandes segmentos de la población. Si bien este tipo de ventas posibilita retornos positivos a los productores —aunque el sistema de comercialización no garantiza precios justos—, la ganancia principal es de los intermediarios. Según el director general de la FAO, Graziano da Silva, «los productores no se han beneficiado de los precios de la quinua; los comercializadores se han quedado con todos esos ingresos y los consumidores son los que pagan los precios elevados»(5).
Lecciones del boom de la quinua
El actual precio de la quinua tiene una relación directa con la oferta y la demanda, y si bien los productores han incrementado su poder adquisitivo, esto no se ha traducido en mayor seguridad alimentaria nutricional, pues el consumo de quinua se viene desplazando por otros alimentos, más baratos y menos nutritivos como fideos y arroz. Antes la lógica del productor era priorizar la seguridad alimentaria; ahora primero es el mercado.
Por tanto, la quinua proporcionaría apoyo a la seguridad alimentaria si: 1) favorece el consumo local; 2) su disponibilidad es constante en el tiempo y accesible en el precio; 3) existe pleno conocimiento de sus aportes nutricionales, tanto en los productores como en los consumidores; 4) los productores logran mejores ingresos que les permitan adquirir otros bienes de composición nutricional equivalente.
Desde las políticas públicas, la posibilidad de considerar su compra en los programas sociales permitiría la nutrición de los más pobres —especialmente en el sector rural—, asegurar su destino hacia el mercado interno y fomentar los circuitos cortos. Por otro lado, existen varias propuestas para producir la quinua «en función del mercado», con valor agregado, certificaciones y nichos de exportación. Sin embargo, todavía son pocas las propuestas que manifiestan el desarrollo del territorio a través de las posibilidades del producto para garantizar la seguridad alimentaria local. Los retos quedan planteados.
NOTAS
1 Profesor principal de la Universidad Nacional Agraria La Molina.
2 Oficina Regional para América Latina y el Caribe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.
3 El crecimiento del producto bruto interno agropecuario de 2002 a 2012 fue de 4.3% anual, y del producto bruto interno, de 6.4% anual.
4 Algunos productores bolivianos reconocen que venden quinua para comprar fideos, arroz y conservas, que son más fáciles de preparar y consumir. Fuente: RPP: <http://bit.ly/1jpeF0q>.
5 Diario boliviano El Día (14.12.2013). <http://bit.ly/1aFk1ir>.
- Waldemar Mercado es Profesor principal de la Universidad Nacional Agraria La Molina.
Publicado en la edición Nº 158 de La Revista Agraria
https://www.alainet.org/es/articulo/82948
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