Participación de la mujer en los diálogos con la insurgencia

13/04/2014
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Con este título, la Universidad Pedagógica Nacional y en especial el Programa de Paz convocó e invitó a una mesa redonda en el campus universitario, acompañado de los Laboratorios por la Paz y el Centro Cultural Gabriel Betancourt Mejía, para encontrar nuevas y acertadas interpretaciones acerca de buscar caminos  que  faciliten arribar a la Paz y a la convivencia, en la sociedad colombiana.
 
Como conferencista central, la Universidad invitó a la Dra. Gladys Jimeno Santoyo, Asesora Oficina de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de la ONU, en Colombia, quien en magistral disertación explicó la presencia de los movimientos feministas desde principios del siglo XX y comentó, con sobrados argumentos, el resurgimiento del movimiento feminista en los años de 1970 cuando se expresaban a su interior tendencias políticas socialistas y feministas, cuestionando el usufructo del poder político por parte de los hombres que  han sumido a la sociedad colombiana en una cultura patriarcal o falocrática,  generadora de desajustes que afectan a la sociedad.
 
Desde este punto de vista criticó la no inclusión y no participación activa de la mujer dentro de la sociedad y por ende la ausencia, como actor político determinante, en los diálogos con la insurgencia que se adelantan en La Habana, Cuba, caso de las FARC y en los próximos diálogos con el ELN que no se han definido todavía, pero que según la percepción del gobierno nacional es dar inicio a estos diálogos, en algún país de América Latina ya sea Ecuador, Brasil o Uruguay,  quienes han manifestado el apoyo a que se adelanten conversaciones de paz.
 
Manifestó que el movimiento de organización de mujeres busca nuevos canales de expresión cultural, política y reclamó un enfoque de género y equidad, junto con autonomía y  reconocimiento de derechos políticos, como los que se han ganado y que reconocen  las convenciones internacionales, incluida la ley de cuota de participación femenina, en la dirección del Estado y que muy pocas veces es puesta en práctica por la persistente visión de tener una formación psicológica y cultural como expresión del machismo.
 
Hay que reconocer el derecho ganado de la diversidad sexual consagrado en la Constitución Política de 1991  que concede igualdad de derechos a las personas de diversidad sexual -LGBTI- así como  el reconocimiento de los diferentes grupos étnicos a saber: afro-descendientes, pueblo indígena y ROM o gitano.
 
Un punto importante que tocó tiene que ver con el avance de la conciencia colectiva de las mujeres a vivir la plenitud de sus derechos y consideró como reacciones de ira, contra el logro alcanzado, los frecuentes ataques a la mujer como asesinatos, lesiones con ácido, violaciones, etc. Permitiéndonos interpretar esto como un rechazo al empoderamiento creciente que vive la mujer.
 
Es necesario, entonces, restaurar el daño colectivo para construir una verdadera cultura de reconocimiento y respeto de los de los Derechos Humanos en la mujer.  Desde este punto se debe garantizar la presencia activa y determinante de ella en los grupos de negociaciones que se dan y que se den en el futuro con la insurgencia.
 
El segundo conferencista invitado por el Programa de Paz de la Universidad Pedagógica fue el Dr. Hernán Alejandro  Cortés, filósofo de la Universidad de Santo Tomas y los Andes quien hizo una excelente exposición frente al nutrido grupo de profesores y estudiantes, asistentes a la mesa redonda, manifestando que más que un conflicto social lo que ha padecido la sociedad colombiana es un conflicto estatal. El Estado es el cómplice de todas las violencias al perpetuar el conflicto social sin solución y buscar la desaparición sistemática de la sociedad civil. También, se refirió al conflicto epistémico en la medida en que se adolece de una  concepción integral que permita el desarrollo y crecimiento de los distintos sectores  que viven el conflicto, entre ellos la mujer. Desde este punto  manifestó que el conflicto ha sido generado por la sociedad patriarcal.
 
Ante este hecho surgen las tendencias contra-hegemónicas que conforman “parches” o grupos feministas y sociales quienes no quieren y no aceptan la legitimidad del Estado. Ellos trabajan a niveles locales,  construyendo nuevos saberes en educación y en pedagogía popular, así como en restaurar una concepción ética de la mujer, extraviada en esta sociedad a causa de la vigencia de una subcultura originada, fundamentalmente, en el surgimiento de grupos emergentes como el narcotráfico y el paramilitarismo.
 
 Trabajar para superar la narco-estética en que está sumida la sociedad colombiana como producto de la penetración de tendencias culturales, afines y justificativas del narcotráfico, que ve a la mujer como un valor de uso, negándole su inmensa potencialidad de ser lo que es: un actor político determinante en el complejo proceso social colombiano. Desde allí se trabaja por desnarcotizar la concepción que se ha instaurado y popularizado acerca del significado del cuerpo de la mujer.
 
Reclamó el derecho de las mujeres a que su cuerpo sea territorio de paz, porque ella allí manifiesta los afectos, sueños, amores, emociones e historias de la sociedad colombiana. A retomar el diálogo de la mujer con su cuerpo dentro de las cuatro características, a saber: libre, político, afectuoso y con criterio de comunidad. Desde este punto se reclama la aceptación de la diversidad de género para realizar la paz con justicia social.
 
Estas reflexiones abrieron una activa y dinámica discusión académica que enseñó la necesidad que a la mujer le sean reconocidos todos sus derechos para que en esta forma, pueda ser el actor político que reclaman los nuevos tiempos en la construcción de una sociedad fraternal, justa, afectuosa y solidaria con toda(o) s  la(o) s  ciudadana(o) s.
 
- Alonso Ojeda Awad es Ex.embajador de Colombia. Director Programa Paz. Universidad Pedagógica Nacional
https://www.alainet.org/es/articulo/84756?language=es
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