El consumo para el desarrollo humano
11/11/1998
- Opinión
El Informe sobre Desarrollo Humano, producido anualmente por el Programa de Naciones Unidas
para el Desarrollo (PNUD), este año enfoca el tema de los patrones del consumo. Titulado
"Cambiar los patrones del consumo de hoy, para el desarrollo de mañana"(*), el informe concluye
que el meollo del problema no es el crecimiento del consumo en sí, cuanto que su impacto en la
gente, la sociedad y el medio ambiente. "Si las sociedades adoptan tecnologías que disminuyan el
impacto ambiental del consumo, si los patrones se desplazan del consumo de bienes materiales
hacia el consumo de servicios, el crecimiento podría ayudar, en vez de obstaculizar, el avance hacia
la sostenibilidad".
El informe afirma que el consumo mundial anual alcanza 24 millones de millones de dólares: el
doble del nivel de 1975, y 16 veces el del comienzo del siglo. Esta cifra expresa, en parte, una
mejoría en los niveles de vida de buena parte de la población mundial, pero también refleja una
tendencia a exacerbar las desigualdades sociales y a socavar la base de los recursos ambientales. El
desafío -señala- es lograr un consumo que sea compartido, sostenible, con responsabilidad social y
que fortalezca las capacidades humanas.
Las cifras que cita el PNUD son reveladoras: de los 4.4 mil millones de personas que habitan los
países en desarrollo, casi las tres quintas partes carecen de saneamiento básico; cerca de un tercio
no tiene acceso al agua limpia; una cuarta parte no tiene vivienda adecuada; una quinta parte no
tiene acceso a servicios modernos de salud. Globalmente, el 20% de la población mundial ubicado
en los países de más altos ingresos corre con el 86% de los gastos privados del consumo, mientras
que el 20% más pobre, con apenas el 1,3%. En 70 países, con una población total de cerca de mil
millones, el consumo hoy es más bajo que hace 25 años.
La pobreza y la carencia también están presentes en todos los países más desarrollados, en niveles
que varían del 7 al 17% de la población. La proporción tiene que ver con la distribución de la
riqueza, más que con su cantidad. Así, Estados Unidos, a pesar de ser el país con el más alto
ingreso per cápita, es uno de los países desarrollados con las mayores desigualdades.
Es más, el informe deduce que un mayor nivel de consumo no necesariamente se traduce en mayor
felicidad. El porcentaje de estadounidenses que se consideraba feliz llegó a su nivel máximo en
1957, a pesar de que el consumo en ese país se ha duplicado desde entonces.
El impacto ambiental
En cuanto al impacto ambiental del consumo, el PNUD considera que el problema más urgente a
resolver ya no es el agotamiento de los recursos no renovables, sino la destrucción de los
renovables y los niveles de contaminación.
La contaminación y los desechos han superado la capacidad del planeta de absorberlos, siendo el
más grave el problema de las emisiones de dióxido de carbono y el consecuente efecto invernadero,
con su potencial impacto devastador sobre los cambios climáticos.
Entretanto, el creciente deterioro de los recursos renovables: agua, suelos, bosques, pesca,
biodiversidad, está llegando a niveles irreversibles.
Irónicamente, mientras el consumo se concentra en la población de altos ingresos, globalmente, el
impacto de los daños ambientales afecta principalmente a la población más pobre. La relación entre
pobreza y deterioro ambiental genera un círculo vicioso en el cual la degradación de recursos
provoca más pobreza, y la pobreza, a su vez, impide ocuparse del cuidado y renovación de los
recursos.
Los nuevos mercados
Cuando se incrementan las presiones para el consumo ostentoso, generando comportamientos de
gasto competitivo, las consecuencias a menudo son destructivas, y ahondan las desigualdades
sociales. La definición de "necesidades" sufre cambios. El informe pregunta cómo estas tendencias
impactan en los valores y vidas humanas.
Esta tendencia al gasto ostentoso es exacerbada por el impacto de la globalización en la integración
de mercados de consumo. Esta integración también redunda en una aceleración del gasto en
publicidad, incluso en los países en desarrollo, a un ritmo mucho mayor que el crecimiento de la
población o los ingresos. Colombia ocupa el primer lugar en gastos de publicidad en relación a su
ingreso, con 1,4 mil millones de dólares, es decir el 2,6% del PIB.
El informe concluye que los países pobres necesitan acelerar el crecimiento del consumo, para
responder a las necesidades básicas de su población, pero que para ello, no es necesario que sigan
el camino trazado en el último medio siglo por las economías más ricas, que significa un desarrollo
inequitativo y contaminante. Sugiere más bien dar un salto hacia patrones de crecimiento que sean
pro-ambientales -al utilizar tecnologías limpias- y pro-pobres, o sea, que creen empleos e
incrementen el acceso a servicios básicos.
Al enumerar las ventajas de tales políticas, el informe señala que pueden incluso mejorar las
perspectivas de desarrollo al ahorrar los costos de la posterior destrucción y limpieza ambiental.
Así, por ejemplo, enfatiza en el uso de métodos agrícolas más intensivos, en lugar del incremento
de fertilizantes y pesticidas; la inversión en energía renovable, etc.
Al mismo tiempo, el PNUD se cuida en recomendar una reducción del consumo de los países más
ricos, refiriéndose solamente a las "opciones estratégicas" de tales países que "serán críticas para
determinar el futuro".
Extractos del Informe
Cinco metas centrales:
* Incrementar los niveles de consumo de más de mil millones de pobres -más de una cuarta parte de
la humanidad- que han sido dejados fuera de la expansión global del consumo y son incapaces de
cubrir sus necesidades básicas.
* Tender hacia patrones de consumo más sostenibles que reduzcan el daño ambiental, mejoren la
eficiencia en el uso de recursos y regeneren recursos renovables como: agua, madera, suelos y
peces.
* Proteger y promover los derechos de los consumidores a la información, la seguridad de los
productos y el acceso a productos que necesitan.
* Desalentar los patrones de consumo que tengan un impacto negativo en la sociedad y que
refuercen las desigualdades y la pobreza.
* Lograr un reparto internacional más equitativo del peso de la reducción y prevención global del
daño ambiental y de la reducción global de la pobreza
La Agenda de acción
1) Asegurar requerimientos mínimos de consumo para todos/as, en tanto objetivo político explícito
en todos los países.
2) Desarrollar e implementar tecnologías y métodos que sean ambientalmente sostenibles tanto para
consumidores pobres, como para ricos.
3) Eliminar los subsidios perversos y reestructurar los impuestos de manera de desplazar los
incentivos desde el consumo que daña el ambiente hacia el consumo que promueve el desarrollo
humano.
4) Fortalecer la acción pública para la educación e información sobre el consumo y la protección
ambiental.
5) Fortalecer los mecanismos internacionales para el manejo del impacto global del consumo.
6) Construir alianzas más fuertes entre movimientos por los derechos de consumidores, protección
ambiental, erradicación de la pobreza, igualdad de género y derechos de los niños.
7) Pensar globalmente, actuar localmente. Construir a partir de las múltiples iniciativas
comunitarias de la gente en todas partes, y fomentar la sinergia entre las acciones de sociedad civil,
sector privado y gobierno.
(*) Las citas en este texto son tomadas de la síntesis del informe, y traducidas del inglés por ALAI.
https://www.alainet.org/fr/node/104384
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