ALCA, maquilas y paraísos fiscales
26/04/2001
- Opinión
Mientras la opinión pública recibe el anuncio de que 34 países de
América establecerán la mayor zona de libre comercio del mundo, nuevos
modelos de explotación destrozan a la sociedad civil de muchos países
centroamericanos. La tímida apuesta de los países que pusieron una
zona de libre comercio a través de Mercosur nunca fue del agrado de
EEUU que ahora controlará el mercado de todo un continente. Los
excedentes de producción del coloso del norte no encontrarán obstáculos
para invadir los mercados de 800 millones de personas. ¿En qué
situación queda el resto de los países ante este monopolio de un
continente?
Mientras tanto, algunas islas caribeñas han sido convertidas en
paraísos para blanquear capitales y eludir al fisco. En otros lugares,
la instalación de las llamadas zonas francas muestra hasta dónde puede
llegar la codicia salvaje para extraer la máxima ganancia sin necesidad
de invadir militarmente un país.
Una nueva explotación es la de las maquilas que, en países
centroamericanos, se ha transformado en fuente de riqueza para
capitales transnacionales en las zonas francas creadas por gobiernos
complacientes.
Mano de obra barata y ningún pago de impuestos al país anfitrión es la
máxima de estos negocios. Las zonas francas son consideradas como
situadas fuera del territorio nacional a efectos fiscales, mientras
tampoco están sometidas a la legislación laboral. Las maquilas son
empresas subcontratadas y que se instalan en estas zonas de esclavitud;
se encargan de una parte de la producción textil, de calzado, aluminio,
orfebrería o del tabaco, que luego se exporta al mercado
norteamericano.
El año pasado, las ganancias fueron varias veces superiores a lo
obtenido por la producción conjunta de café, banano y caña de azúcar.
La vida de miles de trabajadores transcurre en jornadas de más de 10
horas frente a una máquina, cobrando muy bajos salarios. El 85% de los
empleados son mujeres porque los patronos las consideran más sumisas.
Bajo amenaza de despido, trabajan sábados y domingos, y están obligados
a hacer horas extras, para cumplir las entregas.
Proliferan los contratos de menores sin respetar las normas de la
Organización Internacional del Trabajo (OIT). Cada protesta se
considera "un ataque a la inversión extranjera, algo que no favorece el
desarrollo del país". Igual sucedía en los países comunistas con las
huelgas, eran crímenes de Estado.
Ante la inminencia del Acuerdo de Libre Comercio de las Américas
(ALCA), no podemos perder de vista esos ghetos de explotación. El
desarrollo ha de ser endógeno, sostenible y equilibrado para que sea
humano.
José Carlos García Fajardo: Profesor de Pensamiento Político
y Social y Presidente de la ONG Solidarios
https://www.alainet.org/fr/node/106054?language=en
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