Madre paz
17/02/2003
- Opinión
Paz, la palabra inatacable, sagrada, soberana. Todas las banderas de
Europa, en sus balcones, llevan la palabra Paz en caracteres blancos.
Tendríamos que atrevernos a ponerle Madre Paz, más completa,
definitiva. Con mi mujer voy al acto ecuménico de la Plaza de las
Mantequeras, en la aldea renana de Linz.
Llevamos la bandera que nos regalaron en Italia: los colores del arco
iris y en medio la palabra PACE.
En la plaza renana hablan católicos y luteranos. Cantan. Hermoso
acto de solidaridad, la emoción carga las voces. Sí, esta vez hay
que aplaudir al Papa, con su llamado inequívoco por la paz, si esta
vez está en el verdadero espíritu cristiano. Los pastores luteranos
no dejan duda de que no quieren bombas sobre Irak, sería un asesinato
en masa, una acción de cobardes y asesinos, propia de mentalidades
fascistas que se han mantenido durante décadas y de pronto surgen
como perros rabiosos cubiertos por la bandera de las barras y
estrellas.
El conocido teólogo Eugen Drewermann dice sobre Georg W. Bush:
"Quien lee el Nuevo Testamento y cree que tiene el deber de hacer una
guerra preventiva; quien toma legitimación del Sermón de la Montaña
para asesinar cientos de miles de seres humanos no ha entendido al
cristianismo o se aleja de él con la bota de las siete leguas. No se
puede andar sobre cadáveres cuando se quiere seguir el camino de
Cristo". Luego, define a Estados Unidos con estas cifras: Estados
Unidos ha reducido sus gastos para combatir el hambre en el mundo a
1,7 miles de millones de dólares, justo lo que gasta en dos días para
lo militar".
No se reza en la Plaza de las Mantequeras de Linz. Pero sí se dan
argumentos para la paz. Había un veterano de Stalingrado, 81 años,
hace sesenta de la trágica matanza de esa batalla. Tenía aquel joven
la edad de la generosidad y de la búsqueda del horizonte de la
felicidad: 21 años. En cambio lo mandaron a matar. Cuenta que
cuando estaban atacando una aldea campesina, de pronto salió de una
choza de paja y troncos una campesina rusa, con pollera hasta los
tobillos. Corría desesperada, llevando a dos niños uno en cada brazo
y un tercero que corría a todo lo que le daban sus piernitas agarrado
a la pollera de la madre. Pero había orden de matar a todo lo que se
movía. Las balas le entraron por la espalda a la mujer, que quedó
tirada en el camino de barro.
Debajo del cuerpo materno uno de los niñitos movía la mano para
buscar alimento en el seno de la madre, quería vivir, no se rendía.
El anciano ex soldado se reprime para no llorar. "Nos mandaron para
eso, para convertirnos en asesinos, para matar la vida. Matamos una
madre con nuestras balas. Llevo adentro ese episodio; nunca lo podré
vencer." Las mismas balas también le habían matado la alegría para
siempre a ese soldado.
Schroeder, el primer ministro alemán, un socialdemócrata con todas
las idas y vueltas, su eterno descansar hasta que aclare, sus "sí,
sí, pero no" se ha convertido sin ninguna duda en el gran hombre de
la paz. Su discurso ante el Bundestag ha tenido toda la fuerza y la
valentía de quien sabe que está enfrentando a la potencia más
poderosa de la Tierra. Y que esa potencia no perdona. Sin embargo,
se lo vio luminoso como alguien que sabe que se juega el todo por el
todo por la palabra paz, nada menos que por la palabra madre paz que
ya han empezado a quemar en una hoguera George W. Bush y todos sus
generaludos.
El Bundestag vibra. Después de 50 años de decir que sí y doblar las
rodillas ante el gran señor del Atlántico, de pronto Schroeder
entusiasma a los pacifistas y se ha puesto una corbata lila, el color
del eterno movimiento por la paz. "Vamos a llevar al triunfo la
iniciativa de la paz -dice- acompañados por el Principio Esperanza."
"Debemos armarnos con el Coraje para la paz", termina. Los diputados
socialdemócratas y los verdes se ponen de pie y aplauden
Los alemanes aplauden a la paz, las enseñanzas de la historia. Pero
no todos, la oposición de derecha, los democratacristianos lo
calificarán a Schroeder de "Superambicioso amateur". La derecha que
se llama cristiana lo hace por intermedio nada menos que de una
mujer, Angela Merkel. Ellos quieren apoyar a George W. Bush hasta
el final, por más que cueste millares de muertos.
Kant hubiera salido a pasear contento por su Koenisgberg al saber que
los alemanes están con la paz. Así sirven los libros, sirven los
pensamientos
Quedan desarmados los ejércitos, no sirven para nada los ejercicios
de tiros ni el tirarse cuerpo a tierra como esclavos y marionetas.
Con la acción iniciada por franceses y alemanes no se favorece al
dictador de Irak. Al contrario, al no agredirlo sino controlarlo, lo
que se hace es darle tiempo al pueblo para que se libere del hombre
que tantas muertes produjo en las minorías de su país y que busca
siempre la guerra con los que cree más débiles.
Miles de hombres, mujeres y niños cubrirán en estos días las calles
de Europa para decirle no al guerrero trasatlántico. Sin armas, con
banderas con los colores del arco iris y la palabra paz. Basta de
armas a un joven para que mate a otro joven, no a las bombas que
destrozan la tierra para siempre, no a la muerte de niños por hambre
ni de jóvenes parturientas con el cobarde rayo de la muerte. No a
George doble u.
Las ironías de la historia. A sesenta y más años que los alemanes
llevaron en sus mochilas la muerte y el racismo, hoy, han aprendido
la terrible lección
Cubren las calles con la bandera de la ética y la generosidad: el
arco iris atravesado por la palabra. Paz. La Madre Paz.
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