El fracaso de Cancún: África mostró el camino
29/09/2003
- Opinión
La Cumbre Ministerial de la OMC en Cancún fracasó en circunstancias que lindaron
con lo dramático. Los últimos olvidados del desarrollo económico (el bloque
africano) han salvado al mundo en desarrollo de ser robado por los mecanismos
económicos. Y una vez más, fueron los países a los que se describe
persistentemente como anclados en el "oscurantismo" los que se levantaron como un
bloque sólido para iluminar el futuro de los miles de millones de personas que
trabajan sacrificadamente y que son la mayoría de habitantes del planeta.
La retirada de los países africanos más pequeños, liderados por Kenia y seguidos
por algunos países del Caribe en respuesta a los polémicos temas de Singapur -los
cuatro temas nuevos: inversiones, política de competencia, contratación pública,
y facilitación del comercio- impuestos en forma agresiva por los Estados Unidos,
la Unión Europea y Japón, llevó en los hechos al fracaso de la cumbre ministerial
de Cancún. Los temas de Singapur apuntaban a simplificar el tráfico a través de
las fronteras y a aumentar la competencia y el acceso a los mercados de las
multinacionales. La retirada de los países africanos, por segunda vez en la
historia de la OMC, demuestra claramente que en la OMC se juega algo más que un
partido de exhibición para los medios.
Primero en Seattle en 1999 y ahora en Cancún en 2003, los países africanos y del
Caribe han resultado ser los verdaderos héroes. El fracaso de la Cumbre
Ministerial de la OMC en Seattle y ahora en Cancún es resultado directo de la
frustración de los africanos y de su voluntad de oponer resistencia a los
poderosos. Kenia bien merece ser saludada: jo jita whohi sikandar. Y también
miles de agricultores, activistas y manifestantes que siguieron alzando sus voces
a diez kilómetros de la sede oficial de las negociaciones de los Ministros. El
sacrificio supremo del agricultor coreano de 56 años de edad, Lee Kyung-Hae,
quedará grabado en la historia del sistema de comercio multilateral como un
símbolo trágico de la repercusión destructiva del llamado proceso de libre
comercio.
En contraste con esto, el Grupo de los 23 (G-23, nombre por el que se conoce la
alianza entre India, Brasil, China y otros 20 países), se limitó a protestar
ruidosamente. Como los perros de la calle que persiguen a un auto que pasa a toda
velocidad, ladraron y ladraron para luego volver a sentarse recatadamente.
También el ministro de comercio indio, Arun Jaitley que hizo uso de esta
oportunidad única para presentarse como el adalid de la causa de los
agricultores, se había dado por vencido en las etapas finales. Ni India, ni los
otros dos gigantes (China y Brasil) se retiraron de la sala como protesta. El
proyecto que hicieron circular un día antes había exhortado a eliminar los
subsidios a las exportaciones de productos agrícolas que fueran de especial
interés para los países en desarrollo, pero estaba muy lejos de plantear la
eliminación de todos los subsidios como lo exigía el Grupo de los 23 de los
países en desarrollo.
A pesar de sus posturas duras fuera de las negociaciones y antes de los momentos
finales, la incapacidad del G-23 de oponerse y ser tenido en cuenta, había
llevado en realidad a una fórmula de compromiso que vinculaba la eliminación de
los subsidios a las exportaciones agrícolas al tratamiento de los temas de
Singapur, que implicaba iniciar las negociaciones respecto de por lo menos dos de
estos temas de no ser posible abordar los cuatro. Salvo por el hecho de
manifestar su disconformidad, algo que en términos de negociaciones de comercio
no significa nada, el G-23 no opuso resistencia. India, China, Malasia e
Indonesia, además de la UE y algunos países desarrollados, se encerraron en la
'sala verde' en una intensa discusión en las etapas finales para llegar a un
solución de compromiso.
Lo que sucedió en Cancún nos trae a la memoria la ausencia de "instinto matador"
que aqueja desde siempre a la sociedad india. Sea en el atletismo, el hockey o el
cricket, muchas veces el país ha tenido muy buenas actuaciones en torneos
internacionales, hasta que llega a las semifinales y las finales. Cuántas veces
estuvo el pueblo entero indio pegado a la televisión, literalmente en vilo,
mirando la final culminante, para terminar viendo derrumbarse a su equipo bajo la
presión. En política, y más aún en la diplomacia comercial, India repite una y
otra vez estas actuaciones. También en la Cumbre ministerial de Doha, el entonces
Ministro de Comercio, Murlisaran Maran, luchó en solitario contra las
desigualdades que perpetuaba el sistema de comercio global. Una llamada del
Primer Ministro en el momento culminante, y tuvo que rendirse a los designios
manipuladores de los países desarrollados y ricos.
Una vez más, la India malogró su momento de alcanzar la gloria. Seamos muy
claros: la Cumbre Ministerial de Cancún fracasó debido al tema de las inversiones
y no al de agricultura. El G-23 no se retiró de las negociaciones en demostración
de su enojo contra las desigualdades flagrantes presentes en el proyecto
ministerial final. Si no hubiera sido por los países africanos, Arun Jaitely
habría vuelto a casa con las manos vacías. Su mandato, con la vista obviamente
puesta en asegurar las elecciones nacionales, era preocuparse por captar votos
del electorado indio. En este sentido, su trabajo puede considerarse muy bueno.
Pero si se analiza el enfoque de la coalición liderada por el BJP, durante todos
estos años trabajó en un formato totalmente opuesto al que intentó proyectar en
Cancún.
Sin embargo, lo que decimos no va en desmedro del esfuerzo de los países G-23 y
el G-16 (sobre el trato especial y diferenciado) por hacer oír su voz. No negamos
que los países del G-23 se las ingeniaron para generar opinión pública a nivel
mundial contra los subsidios agrícolas que los países ricos (agrupados en la
Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo - OCED) otorgan a su
minúscula población de agricultores. En realidad, estos subsidios -que totalizan
US$ 311 mil millones-benefician en realidad a las compañías de alimentos y a las
empresas agrícolas invocando el nombre de los agricultores. Esos subsidios
deprimen los precios agrícolas mundiales y permiten a los países desarrollados
inundar con granos baratos a los países en desarrollo, devastando así las formas
de sustento de millones de agricultores pequeños y marginales del mundo en
desarrollo.
También es significativo que el debate de la Cumbre Ministerial de Cancún generó,
por primera vez, el reconocimiento de que todos los subsidios son negativos y
distorsionan el comercio. Antes, los economistas, los forjadores de políticas, y
muchas ONGs occidentales (en asociación con sus socios de los países en
desarrollo) y los ministros hacían críticas permanentemente a los subsidios a las
exportaciones pero defendían el apoyo nacional a los subsidios del
'compartimiento verde'. Cancún también puso al descubierto la protección que
otorga la OMC a la agricultura de los países ricos a través de las salvaguardas
especiales, aranceles más altos y otras medidas no arancelarias. Al mismo tiempo,
pone en evidencia la culpabilidad de la campaña implacable realizada por algunas
organizaciones y personas, incluso una sección de la Confederación de la
Industria India (CII), a favor de promover el ingreso libre de trabas para las
multinacionales brindándoles toda la protección del Estado.
* Devinder Sharma preside el Foro sobre Biotecnología y Seguridad Alimentaría con
sede en Nueva Delhi.
Enfoque sobre comercio no. 93
Septiembre de 2003
Focus on the Global South (FOCUS)
Septiembre de 2003
Focus on the Global South (FOCUS)
https://www.alainet.org/fr/node/108477?language=en
Del mismo autor
Clasificado en
Soberanía Alimentaria
- Gerson Castellano, Pedro Carrano 30/03/2022
- Silvia Ribeiro 29/03/2022
- Germán Gorraiz López 28/03/2022
- Silvia Ribeiro 16/02/2022
- Clara Sánchez Guevara 15/02/2022