Sobre seducciones y buitres
La condición humana y el drama que se viene
06/10/2004
- Opinión
"Me gustaría reencarnarme en un buitre. Un buitre no tiene que
molestarse por su aspecto ni por su habilidad para seducir; no
tiene que darse aires. De todos modos, no va a gustar a nadie:
es feo, indeseable, mal recibido en todas partes. Hay mucho que
decir sobre la libertad que se obtiene a cambio". Truman Capote.
Hoy, cuando los intentos de seducción colectivos
(electorales) aparecen a cada vuelta de esquina, parecerá una
simpleza para muchos que se intente una reflexión sobre la
condición humana, analizando la medianía que aparece en muchos,
para fijar posiciones y, de alguna manera, acomodar su vuelo a
los nuevos vientos que se avecinan. Por eso luego de leer un
bello trabajo de Tomás Eloy Martínez, no pudimos sustraernos a
adaptar algunas de sus frases y citas, como la del genial Truman
Capote, para ilustrar nuestra reflexión
Casi todos los actores sociales y políticos han dicho alguna vez
que sin entrega plena no hay posibilidades de construcciones
verdaderas. En rigor, ninguna pasión del hombre tiene sentido si
no se pone en juego todo el ser, sin utilizar remilgados
mecanismos tendientes a preservar condiciones, lugares o
estilos. Hasta para el amante – dice Eloy Martínez - , los
caminos a medias son siempre una certeza de fracaso. Los
problemas aparecen cuando la pasión es más de una y cae en
bandadas sobre el hombre: todas al mismo tiempo. O cuando la
entrega es absoluta, pero de un solo lado. En el otro lado no
hay nadie o nada que corresponda.
Por ello es evidente que, más allá de los obstáculos y la
hojarasca que se interponga entre la obra y su resultado, vale
principalmente la actitud individual por qué, como decía Sastre,
"cada hombre debe construir su propia senda".
¿A que viene esto? ¿Qué significado puede tener una reflexión
como esta realizada por un periodista introducido hasta el
cuello en un enorme tanque con aguas políticas, con zonas donde
se obtienen olores agradables y otras, putrefactas y
pestilentes, en que los aromas revuelven los estómagos más
firmes?
Es que a algo más de tres semanas de las primeras
elecciones nacionales del siglo en que, las encuestas y el
olfato, nos dicen del cambio dramático que se producirá en
nuestra sociedad, al ser "sancionados" por la ciudadanía
uruguaya los llamados partidos tradicionales con un
"acalambrante" y desacostumbrado regreso al llano. No solo
perderán el poder, sino también todos los ornamentos del mismo,
y hasta las desviaciones que les han representado detentarlo por
decenas y decenas de años. Entre ellas ese sentido de impunidad
que demuestra y como el poder absoluto en la administración ha
fagocitado a los partidos, blanco y colorado, que lo detentaron.
Es difícil de imaginar el significado que tendrá para esas
organizaciones partidarias tradicionales que de un día para otro
pierdan miles de cargos de "confianza", los que pasarán a
funcionarios de otro signo político, que llegarán al Estado con
una evidente decisión moralizadora.
Será una administración distinta, novedosa en sus
objetivos, sin el desgaste que tiene la actual, enviciada por
decenas de años de privilegios explícitos e implícitos, que ha
logrado comer a los partidos que la sustentaban.
Gente nueva que llegará a trabajar, no ha seducir, como refiere
Capote en su frase inicial, porque no necesita ni pretende
"darse aires". Los recambios en democracia son moneda corriente
en muchos países en los cuales el sistema funciona. Sin embargo
en Uruguay, blancos y colorados desde el poder "asaltaron" a la
administración, utilizándola para su beneficio, a través de un
desaforado clientelismo, y de toda una burocracia de
"contratados".
¿Se han producido hechos de corrupción en estas décadas?
Obviamente que sí, de corrupción lisa y llana y procesos de
corruptelas menores, de todo tipo, que serán investigadas. Son
los hechos que preocupan a algunos dirigentes de los partidos en
retirada, pues los mismos no resistirán el más mínimo análisis.
Una administración que, obviamente, intentará ser refundada
y en la cual los corporativismos, de distinto tipo, tendrán que
ser combatidos. Porque ellos, prohijados por los propios
administradores, se convirtieron en elementos de presión que
distorsionan al Estado, multiplicando privilegios y pobrezas, a
hijos y entenados, determinando la existencia de cotos en donde
las "tajadas" poco tienen que ver con la justicia distributiva
que debe existir en una sociedad democrática de signo
progresista.
Los nuevos administradores – sin duda – serán (o deberían ser)
como el buitre de Capote: no le van a gustar a nadie, porque
serán objetivamente feos, indeseables para los privilegiados de
la administración y mal recibidos en todas partes. Pero, habría
que profundizar – para seguir utilizando conceptos de otros -
sobre la libertad que el propio Estado obtendrá, si se cambian
dramáticamente las reglas del juego y se reflotan algunas
consignas básicas, como aquella tan cara de "a igual función
igual paga", se ponga fin al abuso insoportable de los contratos
de obra y, entre muchas otras cosas, se comiencen a derogar los
privilegios que afloran a cada paso en el Estado.
Privilegios que se han apoltronado, porque hubo presiones
corporativas o, en muchos casos, flagrantes violaciones a las
normas administrativas. Los 50 y tantos gerentes que deben ser
echados del correo, por orden del Presidente de la Republica,
ocuparon esas jerarquías en razón de que las autoridades del
organismo violaron normas establecidas en el TOCAF. Queremos
decir, que entre otras lindezas, esas gerencias fueron llenadas
"a dedo", sin la pertinente comunicación al Tribunal de Cuentas,
lo que configura – en este mar embravecido de transgresiones
administrativas – una tormenta menor, pero – eso si – otra
ilegalidad, que se suma a miles de detalles de ese tipo que han
determinado las peores aristas de una gravísima realidad de
múltiples injusticias que se verifican en la administración
estatal.
No queremos cansar al lector utilizando el ejemplo del
sueldo de los maestros y el de los porteros de algunas otras
instituciones del Estado. No sabemos porque son los porteros los
candidatos en estas comparaciones odiosas, cuando en este país
hay otros ejemplos peores, como algunos directores de bancos
estatales que por haber sido asimilados a un régimen de
funcionamiento privado, se asignaron sueldos de 30 mil dólares,
situación extrema que no pudo sostenerse ante el escándalo que
se produjo.
¿Entonces? Que aparezcan muchos buitres, de esos que no
tengan que molestarse por su aspecto ni por su habilidad para
seducir. Y, qué eliminen la carroña.
* Carlos Santiago es periodista.
https://www.alainet.org/fr/node/110688?language=en
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