Los problemas son de nosotros y las culpas son ajenas
- Opinión
"Mientras nosotros seguimos discutiendo sobre ideologías, seguimos discutiendo sobre todos los «ismos» [¿cuál es el mejor:capitalismo, socialismo, comunismo, liberalismo, neoliberalismo...?], los asiáticos encontraron un «ismo» muy realista para el siglo XXI, que es el pragmatismo´´. Oscar Arias
Ante la fuerza que está tomando la campaña en el seno de la izquierda, con argumentos virulentos y diatribas inesperadas, seguramente más de un sector llegará magullado a las elecciones internas del mes de junio. Por ello están apareciendo voces reclamando que finalmente los caminos no se separen, que se restablezca una unidad, como la que reclamaba Liber Seregni, que sea la base del avance posterior para el conjunto de la fuerza que le permita imponerse en las elecciones del 28 de octubre, o eventualmente, en el balotaje, subsiguiente, contingencia que al parecer algunas empresas encuestadoras marcan como de posible realización.
Además resulta preocupante la defensa que practica el oficialismo de sus logros o presuntos logros utilizando la misma práctica, vetusta y sin futuro, de los líderes populistas latinoamericanos que buscan siempre responsabilidades fuera de sus países para justificar carencias propias inadmisibles. Nuestro país, pese al haber intentado una política de apoyo a los sectores mas vulnerables, sufre una desintegración atroz que se expresa en crecientes expresiones de violencia. Día a día la inseguridad, los problemas de una juventud que hace que algunos estudiosos ven un proceso parecido al que terminó en centro América en la aparición de las “Maras”
El presidente de Costa Rica en el marco de la reunión de presidentes realizada en Trinidad Tobago, respondiendo indirectamente a los cultores de los discursos populistas, efectistas, que culpan a otros sobre lo que no se hace adentro, diatribas con aspectos repetitivos y populistas que se denomina para el consumo interno de “antiimperialistas”,
Arias realizó algunas precisiones que se manifestaron sin estridencias pero que mostraron una lúcida línea de conducta de quién además es premio Nóbel de la Paz. Señaló: “"Tengo la impresión de que cada vez que los países caribeños y latinoamericanos se reúnen con el presidente de Estados Unidos de América es para culpar a Estados Unidos de nuestros males pasados, presentes y futuros. No creo que eso sea del todo justo".
"No podemos olvidar que América latina tuvo universidades antes de que Estados Unidos creara Harvard y William & Mary, que son las primeras universidades de ese país. No podemos olvidar que en este continente, como en el mundo entero, por lo menos hasta 1750 todos los americanos eran más o menos iguales: todos eran pobres".
"Cuando aparece la revolución industrial en Inglaterra, otros países se montan en ese vagón: Alemania, Francia, Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda. La revolución industrial pasó por América Latina como un cometa, y no nos dimos cuenta. Ciertamente, perdimos la oportunidad", siguió diciendo Arias.
"Hace 50 años, México era más rico que Portugal. En 1950, un país como Brasil tenía un ingreso per cápita más elevado que el de Corea del Sur. Hace 60 años, Honduras tenía más riqueza per cápita que Singapur. Bueno, algo hicimos mal los latinoamericanos", agregó.
Claro, visiones como las del presidente de Costa Rica, no son habituales en nuestro continente. La realidad muestra un discurso distinto, mucho más ideologizado, en nuestra opinión, con esquemas perimidos como que tienden al empobrecimiento general por medio de planificaciones y presuntas políticas de control que traban, claramente, el desarrollo económico. Ese tema separa claramente a dos de los principales candidatos de las internas frenteamplistas, sin embargo no se explicita. Nadie habla con la claridad de Arias.
En cambio se reclama unidad. Unidad, pero a la vez se utilizan todas las metodologías conocidas para imponerse al adversario en las internas, llegándose incluso a cuestionamiento de una dureza no recordada en la propia historia del Frente Amplio.
Claro, ocurre que muchas veces vociferar “unidad”, tratar de imponerla apaciguando o acallando las posiciones claramente antagónicas, echando mantos que tratan de encubrir diferencias de fondo en beneficio del triunfo electoral, es un camino que ofrece más de una lectura.
¿Es posible la unidad sin coincidencias ideológicas, acuerdos programáticos y lineamientos éticos comunes? ¿Es posible la unidad que se reclama con el solo objetivo de obtener el triunfo electoral? ¿Puede concebirse un proceso de unidad sin esos contenidos que señalamos anteriormente?
Nos parece que las expresiones polémicas en las superestructuras de los grupos del Frente Amplio, las referencias concretas o irónicas al adversario, tienen entre los dirigentes un tono que cuando va descendiendo a los militantes, simpatizantes o simples votantes, se expresa de muy diversa forma. Allí las heridas son mayores y mucho más difíciles de restañar.
Una cosa es lo que dice Astori sobre lo que propone Mujica o viceversa y otra cosa son las motivaciones que llevan a la gente a votar a uno u a otro candidato, sin olvidar a Carambula que está realizando una campaña que por ahora está vinculada a restañar la alicaída fibra frenteamplista, desvaída por la desmovilización impuesta a la coalición por sus recientes autoridades.
Hemos escuchado sobre esas motivaciones todo tipo de argumentos y casi ninguno de ellos tiene algo que ver, ni en la lejanía, con un proceso que luego de ocurrido, podría desembocar en un camino de presunta unidad.
Muchos posibles votantes se han definido por una opción, no por su propuesta, ni sus “30 medidas”, ni por los discursos, ni por una trayectoria. Han definido su opción para intentar que no triunfe el otro candidato con posibilidades (siempre ateniéndonos a lo que dicen las encuestas) de imponerse en la interna frenteamplista.
Lo mismo ocurre en muchos militantes, en una categoría media y en algunos votantes, que le asignan al otro candidato los mismos lineamientos que les enrostran a los representantes de los llamados partidos fundacionales en una seguidilla de epítetos y motes que asombran por su progresión insultante.
Por supuesto que este no es el panorama general pues en un caso, nos parece, se está verificando un proceso de “neo populismo”, el que no es nuevo en el país, por el cual se logra la adhesión casi automática en los sectores más desposeídos.
Claro, los que conocen de lo que hablamos, saben bien que procesos parecidos ya se han verificado en el país con candidatos tan difíciles de definir durante su campaña, como Benito Nardone, que, con un discurso populista logro una masiva adhesión de los sectores populares y luego, desde el gobierno en que participó, tuvo una actuación anodina, confusa, sin los contenidos enunciados anteriormente.
Otro fenómeno fue el pachequista, un sector que se armó desde la derecha del Partido Colorado y que creció tras la muerte de Gestido cuando Pacheco Areco asumió la Presidencia de la República. Los sociólogos deberían analizar ese movimiento “neo populista” que apoyó a un gobierno que se recuerda como contradictoriamente duro pero que evidencio un indiscutible apoyo popular.
Ahora el atisbo de “neo populismo” tiene por primera vez, nos parece, una expresión en la izquierda, que, claro, se debe confirmar en los hechos. Sin embargo, las elecciones internas, no obligatorias, no serán un campo fértil de expresión masiva y allí, en general, se expresarán más claramente los sectores decididos a resolver la interna frenteamplista que en apoyar un camino popular.
Por ello, el camino de la unidad, como siempre es complejo. Seguramente luego de la definición de las elecciones internas se producirán acuerdos electorales para arribar a octubre con un Frente Amplio prolijo en sus distintas opciones.
Pero nos seguiremos siempre preguntando: ¿El acuerdo de los dirigentes deviene en la unidad de los militantes y/o de los votantes? ¿Quiénes votan una opción en la interna frenteamplista para que uno de los candidatos no triunfe lo acompañaran con su apoyo en las elecciones nacionales?
Y ante ello también nos lo preguntamos porque estamos convencidos que una unidad, vacía de contenidos, no es nada más que una expresión de deseos.
Un grito estentóreo en el desierto.
- Carlos Santiago es periodista.
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