Con audacia, el MERCOSUR pude cambiar la historia
- Opinión
La derecha se quedó sin respuesta y trató de ocultar el hecho. Sin embargo, el encuentro de jefes de Estado puede servir como disparador para un salto estratégico, con acento en lo político y social. Ni a Estados Unidos ni a sus mandatarios locales en toda la región pudo haberles caído simpática la Cumbre que el jueves y el viernes pasado reunió a los presidentes de los países miembros del Mercado Común del Sur (MERCOSUR), junto a otros de Estados asociados e invitados. Es lógico, pues la reunión evidenció varios hechos inéditos que, en su conjunto, representan la posibilidad de un salto cualitativo en lo estratégico, con contenido político y social de carácter contrahegemónico. En primer lugar, el cónclave sudamericano de la ciudad de Córdoba estuvo marcado por un fenómeno que no es habitual en las cumbres estelares. Ninguno de los jefes de Estado presentes concurrieron sólo para la foto y para rubricar con gestos de aséptica diplomacia los acuerdos - o desacuerdos - elaborados previamente por su cancilleres y técnicos. Allí todos hablaron y ventilaron asuntos que en ciertos casos algunos de los participantes hubiesen preferido no escuchar. No se preocuparon por aparecer como cabezas de un proceso homogéneo y sin dificultades, sino que, en un inusual signo de madurez política para los tiempos que corren, hicieron lo que deben hacer: política, manifestar diferencias pero poner el acento en lo que los une, en lo que -valga una vez más decirlo- es estratégico. Cumplieron con lo previsto -por ejemplo, aunar criterios frente a las políticas proteccionistas de Estados Unidos y la Unión Europea de cara a las próximas negociaciones de la Organización Mundial de Comercio (OMC)- y fijar un calendario más o menos firme para tratar asuntos pendientes que son, conviene destacarlo, de vida a o muerte para el bloque: el trazado de medidas económicas y comerciales tendientes a limar las asimetrías internas. En ese último sentido resultará imprescindible que los socios mayores - Brasil y Argentina - y también el flamante quinto país del bloque, Venezuela, enderecen todas las iniciativas que sean necesarias, manteniendo los principios básicos del Mercosur, para que los menores -Uruguay y Paraguay-, desde su reclamos justos de compensaciones, no puedan ser instrumentados como factores críticos. Es decir para que queden invalidados como opción los cantos de sirena del "libre comercio" que emiten Estados Unidos y sus silenciosos aliados regionales (éstos últimos, que los hay los hay, como dice el dicho popular referido a la inexistencia de los fantasmas). Los medios de comunicación del bloque hegemónico -tanto la CNN como el resto de los estadounidenses, pero también los vernáculos latinoamericanos- optaron por silenciar el foro de Córdoba o por tergiversarlo, poniendo el acento en los dos aspectos que justamente fueron secundarios: la reales y existentes diferencias internas y la supuestamente mal sana politización del MERCOSUR. Sucede que cuanto los miembros del bloque discuten de cara a la sociedad los problemas que subsisten, y sobre todo en la medida que "hagan política", que piensen en términos de estrategia regional, se podrá desarticular la matriz neoliberal de los procesos de integración, implantada durante la pasada década del ´90. Cabalgando sobre los principios del Consenso de Washington, los regímenes políticos predominantes en ese decenio intentaron por todos los medios que los procesos de integración se limiten a acuerdos y cuoteos de mercados, a nuevas divisorias internacionales del trabajo, trazadas por las corporaciones transnacionales. Ese "hacer política" será entonces decisivo, puesto que la contracara del consenso de Washington es justamente un MERCOSUR, como dijo en su intervención plenaria del viernes pasado el presidente de Bolivia (Estado asociado), Evo Morales, que "sirva a para resolver los problemas de la víctimas" (del modelo neoliberal). O como varias veces invocó su homólogo de Cuba, Fidel Castro - quien participó en calidad de invitado porque su país firmó importantes acuerdos comerciales con el bloque - : en tanto y en cuento exista el deseo, la voluntad política, el MERCOSUR podrá convertirse en un herramienta de gran contundencia para resolver las carencias que le región padecen en salud, analfabetismo, educación y desarrollo social. Por su parte, Hugo Chávez, presidente de Venezuela - país por primera presente en un cónclave de bloque en calidad de miembro pleno- no sólo se refirió a los potenciales económicos, sociales y creativos de la región sino que remitió a una reflexión histórica de notoria vigencia. Recordó que ya en el siglo XIX, Simón Bolívar y otros líderes independentistas hablaban de una liga de repúblicas sudamericanas, una fórmula que, si se aplica conforme al actual contexto histórico, podría convertirse en la clave, en la herramienta, para darle forma a las estructuras institucionales que vienen discutiéndose en el seno de MERCOSUR: Parlamento, órganos arbitrales y tribunalicios, moneda, banco y otros institutos comunes. Por todo eso es que Estados Unidos, en su afán de conservar su hegemonía autoritaria en la región, hace y hará lo imposible para desconocer, tergiversar y boicotear la marcha del MERCOSUR, porque para Washington y para sus socios (privados y gobiernos), la integración debe ajustarse a los Tratados de Libre Comercio (TLC), que poco tienen de libre comercio y mucho, todo, de sometimiento a los dictados del modelo neoliberal. Esta saludable politización del MERCOSUR no sólo puede aportar al pago de lo que realmente es una grave "deuda interna" que aún tiene pendiente el bloque -su existencia para las mayoría y no para beneficio de las transnacionales, como hasta ahora-, sino que ya comienza a expresarse en algunos vectores que por sí mismos son estratégicos. Ello son el Gasoducto del Sur (con la incorporación de Bolivia, Paraguay y Uruguay), la puesta en marcha inicial de Bono del Sur (en la medida que sea un instrumento financiero de finalidad social) y la apertura de las deliberaciones para la creación del Banco del Sur (en cuanto sea concebido como entidad crediticia de desarrollo regional). Como este análisis pone el acento en el "hacer política", no podría concluir sin una advertencia. Las herramientas mencionadas en párrafos anteriores serán estratégicas hacia el cambio de paradigma político en nuestra América, sólo en tanto y en cuanto las mismas apunten no a los buenos negocios - que para ellos las corporaciones saben mucho de adaptaciones funcionales- sino a la solución estructural de los problemas reales de las sociedades sudamericanas: la pobreza, el empleo, la vivienda, la seguridad con soberanía alimentaria, la educación, la cultura, la democratización de los medios de comunicación, el medio ambiente, los derechos humanos en sentido integral (económicos y sociales) y la democracia efectiva. En ese sentido, el MERCOSUR necesita un programa regional, discutido y elaborado desde los Estados pero también desde los movimientos sociales, que opere sobre las cuentas de la "deuda interna" del bloque, y con criterio de urgencia vital. Fuente: Agencia Periodística del MERCOSUR (APM), Mar del Plata / Argentina http://www.prensamercosur.com.ar
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