Cada gota de agua es vital
19/03/2007
- Opinión
Ninguna gota de agua se debe derramar. Las sociedades de los diferentes países de nuestro planeta han comprendido el problema de la carencia del agua y se han propuesto realizar esfuerzos para conservarla como fuerza activa en el desarrollo sostenible pues incluye la integridad del ambiente.
Un 70 por ciento del cuerpo humano está constituido por agua y es difícil ubicar una actividad de hombres y mujeres sin la presencia de este vital líquido. El agua se encuentra en una gran diversidad de lugares como mares, ríos, nieve y nubes. Por esta razón, en la actualidad se realizan investigaciones científicas con el propósito de monitorear el ciclo global del agua y sus implicaciones.
Es agua es un recurso esencial para la vida. Conservarla en forma eficiente se integra a las prioridades de la Organización de Naciones Unidas (ONU). Con el propósito de lograr un mayor bienestar social, así como ampliar la conciencia en el uso y aprovechamiento racional de los recursos hídricos, su asamblea general declaró desde 1993 al 22 de marzo como Día Mundial del Agua. Su coordinación en 2007 estará a cargo de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). El tema de este año es Afrontando la escasez del agua. Se pretende lograr una mayor cooperación local e internacional con la meta de garantizar una gestión sostenible, eficiente y equitativa de los recursos hídricos.
En Guatemala o cualquier otro país de la comunidad internacional, es necesario garantizarles a hombres y mujeres el suministro de agua con calidad y cuidar los ecosistemas que naturalmente capturan, filtran, almacenan y liberan el agua, como ríos, lugares de tierras húmedas, bosques y suelos. De igual manera, considerando la rápida degradación de las cuencas, como consecuencia de una inadecuada intervención humana, es urgente realizar intervenciones destinadas a combatir la deforestación, desertificación, y degradación de la tierra, por medio de programas dirigidos a promover el manejo sostenible de bosques y conservación de la biodiversidad.
Los sistemas nacionales de agua son vulnerables frente a los actuales fenómenos hídricos extremos. Puede señalarse, citando con brevedad, el proceso de disminución de algunos glaciares y es oportuno destacar el incremento de sequías en algunas regiones del planeta, las cuales se producen naturalmente cuando las lluvias han sido inferiores a los niveles normales registrados, causando un agudo desequilibrio hídrico que incide en los sistemas de producción agropecuaria y las disponibilidades de agua para consumo humano. Esta situación puede complicarse en un futuro inmediato como consecuencia de los cambios en el clima.
Los factores anteriormente expuestos se integran a recientes criterios como concebir el agua desde el principio de la solidaridad, y hacer un llamado a las autoridades nacionales e internacionales relacionadas con la gestión del recurso hídrico, con el fin de definir políticas y acciones concertadas para enfrentar los retos del cambio climático.
Para amplios sectores de la población guatemalteca es evidente la necesidad de forjar una nueva cultura del agua desarrollada con responsabilidad ética (construir alternativas con equidad para lograr un mejor bienestar humano). El objetivo es erradicar creencias (el agua nunca se terminará), integrar nuevos valores (considerar el agua como un bien económico), y realidades (las implicaciones negativas de la contaminación: basura en general, presencia de metales pesados, hidrocarburos, pesticidas, residuos de la minería, y fertilizantes, entre otros).
Una nueva cultura del agua implica asumir factores como la necesidad de fortalecer la conciencia colectiva (debe prevalecer la racionalidad en el uso del agua), porque se trata de proteger a las actuales y futuras generaciones. También significa transformar formas obsoletas de actuar inmersas en costumbres (despilfarro del agua), sujetarse a conductas anacrónicas (ignorar el crecimiento de la demanda del agua), ampliar conocimientos (el significado de la cuenca hidrográfica), y fortalecer el criterio de modernizar (lograr cambios) mediante la educación ambiental.
En una sociedad moderna, una nueva cultura del agua significa entender la relación e interrelación de los ecosistemas acuáticos para no destruirlos, así como la corresponsabilidad en el manejo del recurso hídrico asumiendo que ciudadanas y ciudadanos deben participar en la toma de decisiones con relación al uso del agua para generar una gestión participativa y democrática.
Un 70 por ciento del cuerpo humano está constituido por agua y es difícil ubicar una actividad de hombres y mujeres sin la presencia de este vital líquido. El agua se encuentra en una gran diversidad de lugares como mares, ríos, nieve y nubes. Por esta razón, en la actualidad se realizan investigaciones científicas con el propósito de monitorear el ciclo global del agua y sus implicaciones.
Es agua es un recurso esencial para la vida. Conservarla en forma eficiente se integra a las prioridades de la Organización de Naciones Unidas (ONU). Con el propósito de lograr un mayor bienestar social, así como ampliar la conciencia en el uso y aprovechamiento racional de los recursos hídricos, su asamblea general declaró desde 1993 al 22 de marzo como Día Mundial del Agua. Su coordinación en 2007 estará a cargo de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). El tema de este año es Afrontando la escasez del agua. Se pretende lograr una mayor cooperación local e internacional con la meta de garantizar una gestión sostenible, eficiente y equitativa de los recursos hídricos.
En Guatemala o cualquier otro país de la comunidad internacional, es necesario garantizarles a hombres y mujeres el suministro de agua con calidad y cuidar los ecosistemas que naturalmente capturan, filtran, almacenan y liberan el agua, como ríos, lugares de tierras húmedas, bosques y suelos. De igual manera, considerando la rápida degradación de las cuencas, como consecuencia de una inadecuada intervención humana, es urgente realizar intervenciones destinadas a combatir la deforestación, desertificación, y degradación de la tierra, por medio de programas dirigidos a promover el manejo sostenible de bosques y conservación de la biodiversidad.
Los sistemas nacionales de agua son vulnerables frente a los actuales fenómenos hídricos extremos. Puede señalarse, citando con brevedad, el proceso de disminución de algunos glaciares y es oportuno destacar el incremento de sequías en algunas regiones del planeta, las cuales se producen naturalmente cuando las lluvias han sido inferiores a los niveles normales registrados, causando un agudo desequilibrio hídrico que incide en los sistemas de producción agropecuaria y las disponibilidades de agua para consumo humano. Esta situación puede complicarse en un futuro inmediato como consecuencia de los cambios en el clima.
Los factores anteriormente expuestos se integran a recientes criterios como concebir el agua desde el principio de la solidaridad, y hacer un llamado a las autoridades nacionales e internacionales relacionadas con la gestión del recurso hídrico, con el fin de definir políticas y acciones concertadas para enfrentar los retos del cambio climático.
Para amplios sectores de la población guatemalteca es evidente la necesidad de forjar una nueva cultura del agua desarrollada con responsabilidad ética (construir alternativas con equidad para lograr un mejor bienestar humano). El objetivo es erradicar creencias (el agua nunca se terminará), integrar nuevos valores (considerar el agua como un bien económico), y realidades (las implicaciones negativas de la contaminación: basura en general, presencia de metales pesados, hidrocarburos, pesticidas, residuos de la minería, y fertilizantes, entre otros).
Una nueva cultura del agua implica asumir factores como la necesidad de fortalecer la conciencia colectiva (debe prevalecer la racionalidad en el uso del agua), porque se trata de proteger a las actuales y futuras generaciones. También significa transformar formas obsoletas de actuar inmersas en costumbres (despilfarro del agua), sujetarse a conductas anacrónicas (ignorar el crecimiento de la demanda del agua), ampliar conocimientos (el significado de la cuenca hidrográfica), y fortalecer el criterio de modernizar (lograr cambios) mediante la educación ambiental.
En una sociedad moderna, una nueva cultura del agua significa entender la relación e interrelación de los ecosistemas acuáticos para no destruirlos, así como la corresponsabilidad en el manejo del recurso hídrico asumiendo que ciudadanas y ciudadanos deben participar en la toma de decisiones con relación al uso del agua para generar una gestión participativa y democrática.
Fuente: Incidencia Democrática (Guatemala)
http://www.i-dem.org
https://www.alainet.org/fr/node/120084?language=es
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