Se afila la estrategia vaticana del no pensar

19/03/2007
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La aplicación de una sanción a Jon Sobrino afila la estrategia vaticana delegando la condena al teólogo en manos de los obispos fortaleciendo el muro que anule el derecho a pensar.

Sutilmente Benedicto XVI no permitió condenar directamente al teólogo vasco, residente en El Salvador , sino que describe su teología como perniciosa para la ICR (Iglesia Católica Romana) y coloca a los obispos como los responsables de dar permiso o no para que Sobrino se presente en sus diócesis.

En su ya famosa carta a su superior, Jon Sobrino comenta que en cierta circunstancia el Obispo Miguel Hesayne, de Argentina, lo invitó a dar unas charlas en su diócesis, pero debió volver atrás ese pedido porque el Episcopado argentino lo colocó entre la espada y la pared al intimarlo de que si venía Sobrino el Papa, en su gira a ese país, no visitaría su diócesis.

Ese mecanismo se dará de ahora en adelante con Sobrino. Después de los adjetivos negativos hacia el pensamiento del mencionado teólogo ¿Qué obispo se animará a cruzar la línea y tener al representante de la Teología de la Liberación entre los que den conferencias en sus diócesis?

El método no es nuevo, pero mantiene la característica de perverso. La cuestión de fondo es bloquear la función del pensamiento, innata al ser humano, por lo que se recala en la inhumanidad de la gestión vaticana, aunque debe reconocerse la habilidad de colocar a todos sus subordinados en la línea de sumisión sin que se le de la orden directa.

La estrategia vaticana estará a contrapelo de lo humano, pero es coherente con la tendencia de imponer el pensamiento único al estilo del muy conocido planteo económicos del denominado “mercado”, en el dominio de los medios de comunicación satanizando o ensalzando a determinados gobiernos y personajes según avalen o no las políticas hegemónicas y en la política imperial de EE.UU. para responsabilizar a los gobiernos nacionales si no se asocian a su campaña antiterrorista.

No se puede obviar que la decisión vaticana también es contra los movimientos que, como la Teología de la Liberación, reclaman un ordenamiento institucional democrático, representativo de las comunidades regionales o continentales, limitando o eliminando el poder instalado en la curia romana.

Sin embargo es fundamental centrarse en esa maniobra de instalar la maquinaria del no dejar pensar. Por cierto que ella está íntimamente ligada al factor poder, retener el dominio de una institución, pero la herramienta utilizada es eliminar el derecho de pensar que, por su propio peso, pasa a ser el núcleo estratégico, en este caso del Vaticano acompañado por la solicitud de B XVI de que los obispos se suban al tren de la lucha ideológica.

Si se tiene la osadía de comparar la estrategia vaticana con la de EE.UU. –especialmente en el actual gobierno- se notará que son iguales, aunque puedan existir diferencias en detalles, pero no en el fundamento ni en la forma de aplicar los cerrojos de la censura del pensamiento.


Por cierto que la comparación se puede extender a otras situaciones similares del pasado o del presente, en las que no deben estar ausentes iglesias evangélicas/evangelistas/protestantes, pero en estos momentos lo del Vaticano es lamentable y doloroso, aunque no sea nuevo.

Fuente: Agencia de Noticias Prensa Ecuménica, Montevideo  Uruguay

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