La discriminación en el país

28/05/2007
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  • Opinión
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“...Los indios de las Américas viven exiliados en su propia tierra.  El lenguaje no es una señal de identidad, sino una marca de maldición.  No los distingue: los delata.  Cuando un indio renuncia a su lengua, empieza a civilizarse.  ¿Empieza a civilizarse o empieza a suicidarse?...”
Eduardo Galeano

1. La discriminación en nuestro país existe

La Semana Social 2007 “Construyendo la dignidad de todas y todos” a la que estamos asistiendo es una iniciativa eclesial necesaria para todos quienes luchamos por ser cristianos en el contexto de un país y un continente extremadamente inequitativos en los cuales vivimos un elevado porcentaje de cristianos y constituimos una sociedad incomprensiblemente muy distante de las exigencias del Evangelio de Jesús Liberador, de la fraternidad universal, de formar comunidad, y de vivir la opción preferencial por los pobres.

 El tema de la discriminación en Ecuador es pertinente analizarlo y sobre todo combatirlo debido a que desgraciadamente esta aberración humana es latente en nuestro país no solo a nivel de Sociedad sino también a nivel del Estado. Este, es un problema que desgraciadamente no se dio únicamente en el pasado, sino que sus ramificaciones llegan hasta el aquí y el ahora.

La discriminación antropológicamente hablando está íntimamente ligada al racismo, que responde a una ideología irracional, antihumana, sin ningún sustento científico y es utilizada para justificar la dominación, la exclusión y la supremacía racial-cultural de unos pueblos sobre otros, considerados inferiores.

En nuestro país este sentimiento anticristiano, radicalmente antievangélico tiene efectos adversos contra los pobres en general y de manera especial contra los negros y los indígenas descendientes de pueblos milenarios que sobreviven a la exclusión sistemática.

 Constato que en Ecuador persisten al menos estos tipos de discriminación:

 1. Discriminación de género a consecuencia de la cual las mujeres resultamos sometidas, maltratadas, víctimas de relaciones machistas y patriarcales.

 2. Discriminación socio-económica por la cual los pobres que se hallan en los estratos sociales más bajos de la sociedad, sobreviven en situación extrema y no son tomados en cuenta por las políticas públicas

 3. Discriminación político-cultural: como resultado de la cual las nacionalidades indígenas y el pueblo negro son excluidos, son considerados como una carga pesada que entorpece el desarrollo del país, y, adicionalmente son los más pobres entre los pobres

En la presente reflexión enfocaré el análisis hacia la discriminación político –cultural soportada por el pueblo afro y particularmente por los pueblos indígenas de nuestro país que paradójicamente de AMOS Y DUEÑOS de estos TERRITORIOS , pasaron prácticamente al régimen de esclavitud.

2. Quinientos quince años de discriminación. Cinco siglos de prohibición del arco iris en el cielo americano

!Por ser negro… por ser indio! La discriminación en Ecuador tiene tinte racial, qué doloroso que el color de la piel importe tanto.

 En 1492 Abya Yala descubrió el capitalismo y constituyó para los pueblos indígenas de Abya Yala, entre ellos los pueblos originarios del Ecuador, el comienzo del despojo y la exclusión. El despojo comenzó con la usurpación de bienes materiales: tierra y territorio, fauna y flora; oro, plata, metales preciosos; obras de arte y de infraestructura... Simultáneamente se produjo la supresión del poder de sus estados y la eliminación de sus autoridades; y el mayor genocidio de la historia de la humanidad con el holocausto de más de setenta millones de habitantes.

Si bien el despojo significó un golpe mortal para los pueblos indígenas y sus habitantes, la exclusión produjo el aislamiento y conllevó la mutilación de todo un proceso de desarrollo científico, tecnológico, cultural y espiritual.

Sustentada en la ideología racista y eurocentrista, la conquista y la colonia trataron de producir un vaciamiento ideológico y cultural al interior de los pueblos originarios. Se utilizaron todos los medios para eliminar identidades, para vaciar de contenido las expresiones simbólicas y culturales, para menospreciar y deslegitimar las prácticas culturales y rituales, para eliminar los rasgos culturales específicos.

Y lo mismo sucedió con el pueblo negro. Con cuanta verdad afirma un poeta del interior de Bahía: Primero me robaron del África. Después robaron el África de mí.

 3. Ámbitos de discriminación: el privado cotidiano y el público institucional

“Vivo como extranjera en mi propia tierra, cuando hablo nadie me entiende” es la nítida expresión de la realidad experimentada por una kichwa otavaleña.

Discriminación en el ámbito privado cotidiano:

La vida cotidiana es el espacio en el que se crea, recrea y cuestiona la dominación étnica. ¿Cuáles son los mecanismos de discriminación racial? ¿Nos percatamos cómo es vivido el racismo por quienes lo sufren? ¿Qué estrategias y mecanismos psicológicos desarrollan indígenas y negros para sobrevivir los encuentros racistas?

La discriminación en la cotidianidad se manifiesta en muchos escenarios:

* Utilización de terminología peyorativa. Para referirse a los indígenas normalmente se utilizan los términos de longos, guangudos, runas, jíbaros, yumbos, culiverdes, naturales, aucas, puendos, primos; y se los asocia como ociosos, sucios, ineptos, vagos, rudos, incapaces. En las ciudades serranas es común que los mestizos digan a toda joven indígena “María” y también muy común que un blanco mestizo grite a un hermano indígena: ¡longo sucio! longo manavalí.

* Dichos que se repiten aún inconscientemente : “hacer el indio”; “indio comido, indio ido”, “el que nació indio, indio ha de morir”, “vamos en fila india”; “comida de indios”; y en lo que se refiere a los afro descendientes: “merienda de negros” “negros ladrones”; “mano negra”; “negro y bruto para qué la vida”. “Negro corriendo, negro ladrón; blanco corriendo, deportista”;

 * El mismo término indio tiene en sí mismo la acepción de rudo, incapaz, bruto, torpe y es utilizado en todos los estratos mestizos como insulto: “Indio bruto”; “india de m”; “bien india eres”; “agárrale a ese indio”; “indio sucio”; “guangudo chisinudo”; “pareces indio”. Recordemos que con el propósito de estigmatizar la insigne personalidad de Mons. Proaño, los terratenientes del Chimborazo lo apodaron como el “obispo de los indios”. Este no fue precisamente un elogio, en su época constituyó el mayor insulto que la clase dominante pudo lanzarle a Taita Leonidas para agredirlo y humillarlo sintetizando así la mayor ofensa que podían proferirle. Mons. Proaño tuvo la sapiencia y el acierto de revertir el insulto en título honorífico. Luego de su partida al Padre, las clases opresores aún siguen culpabilizando al “indio Proaño” de haber propiciado que existan “indios alzados”.

En Riobamba cierta vez corrió la noticia de que un bus entero había sufrido un accidente fatal, las radios alarmaban y aguardaban dar pronto la lista de los nombres de los pasajeros. Toda la “alta” sociedad riobambeña estaba expectante y angustiada… Horas más tarde una emisora tranquilizaba a la ciudadanía, “no ha sido lamentable el accidente, los fallecidos indios no más han sido”.

Aún hoy, los transportistas de las provincias de la Serranía Centro Norte al ver subir a los buses a los indígenas les dicen “`tu anda para atrás, para atrás”; así mismo el trato considerado “normal” de un mestizo a un indígena tenga la edad que tenga, es siempre utilizando el tú y no el usted, y si un indígena con sombrero, ingresa en una oficina, en un colegio, en una comisaría, en una entidad bancaria o entona el himno nacional, surge la recriminación inmediata: “sácate el sombrero”.

Discriminación en el ámbito público- institucional:

Desgraciadamente la discriminación en Ecuador no proviene sólo de la sociedad sino también del Estado y lo que es peor, de la misma Iglesia.

 Discriminación desde el Estado ecuatoriano, nacido recién hace 177 años, se fundó bajo las premisas del racismo y la discriminación y en su carta fundacional consagró la exclusión de los pueblos indígenas y negros.

 Si bien es cierto que gracias a la tenacidad de la lucha indígena, recién desde 1. 998 los derechos como pueblos indígenas ya están consignados en la Carta Política vigente, y se ratificó el Convenio 169 de la OIT, sin embargo éstos en la práctica son letra muerta y desde hace nueve años no ha habido ningún avance en cuanto garantizar sus demandas históricas a territorio, autonomía, autodeterminación, respeto y desarrollo de sus culturas milenarias.

La discriminación ejercida desde el poder es mucho más abominable: “Yo no hablo con indios” fue la primera respuesta del presidente Borja durante el levantamiento indígena del 90. Sixto Durán Ballén, cuando le solicitaron su pronunciamiento sobre la demanda -propuesta por 30.000 indígenas de la Amazonía- contra la Texaco, adujo que no eran “ciudadanos ecuatorianos” quienes demandaban, sino unos pocos indígenas. Luego, representado por su embajador Edgar Terán, en enero de 1996 - apoyó los esfuerzos de la Texaco de cancelar el juicio con el argumento de que esto sería un ”desincentivo a las inversiones extranjeras”. Jamil Mahuad, en abril de 1998 se declaró neutral en relación al caso, sin embargo apenas asumió el gobierno, firmó el acta final certificando que Texaco había cumplido con sus compromisos y la embajadora del Ecuador ante el gobierno de los Estados Unidos, absolvió a Texaco de cualquier reclamo o litigación. Que singulares políticas de Estado.

 El gobierno de Gutiérrez quizás ha sido el más nefasto en lo referente a discriminación y acciones contra los pueblos indígenas, luego de la ruptura de la alianza que lo llevó al poder, “usurpó los derechos jurídicos de los pueblos indígenas e impuso sus decisiones en los espacios autonómicos: Dineib, Prodepine, Codenpe y Dirección Nacional de Salud Indígena. Su gobierno logró que el movimiento indígena se fisure y se debilite.

 El gobierno actual a pesar de su posición progresista de defensa de la soberanía y afán de gobernar a favor de los desposeídos, tampoco entiende las demandas históricamente preteridas de los pueblos originarios, así, mantiene los mismos planteamientos de que los indígenas tratan de crear otro estado al interior del Estado, en este sentido desestimó la demanda de participación directa de Nacionalidades Indígenas en la próxima Asamblea Constituyente tachándola de demanda “gremialista”; eliminó el rango de Ministra a la Presidenta del Codenpe y, respecto a la Educación Intercultural Bilingüe no acepta sus niveles de autonomía y pretende incluirla en el sistema nacional de educación.

El poder judicial desde tiempos inmemoriales ha sido eminentemente discriminador. Muy conocida es la frase “la ley es para el de poncho”. La pluralidad jurídica existente en nuestro país no es reconocida y más aún se ridiculiza y por los medios de comunicación se difunden únicamente estereotipos del ejercicio de la Justicia Indígena.

 El poder legislativo, ajeno a la realidad de la cosmovisión de pueblos indígenas y afrodescendientes, sistemáticamente ha promulgado leyes nocivas a su vida como pueblos y a su desarrollo con identidad. ¿Qué han significado para las nacionalidades indígenas las sucesivas leyes de reforma agraria y de colonización? Despojos sucesivos. ¿Que han ocasionado las leyes Trole y la concesión de campos petroleros, bosques y manglares? Etnocidio y ecocidio. Hasta ahora duermen, el sueño de los justos, leyes planteadas por el Movimiento Indígena como la “Ley Agraria Integral” (1.995); “Ley de Aguas” (1.996); “Ley de Nacionalidades Indígenas”, “Ley de Lenguas Indígenas” y “Ley de Instituciones Indígenas” (2.002).

 ¿Y qué decir de los sistemas de atención a la salud y a la educación?

Si bien ahora ya existe una Educación Intercultural Bilingüe que a pesar de todas sus limitaciones está dando un aporte invalorable a los pueblos indígenas, ésta no goza de la cobertura necesaria a nivel nacional, por lo que aún cantidad de niños y jóvenes indígenas se educan en el sistema monocultural.

Pero este sistema educativo no brinda únicamente la oportunidad de movilidad social. El ingreso a las instituciones educativas “hispanas” es también el primer contacto de muchos niños y niñas indígenas con las instituciones que garantizan y reproducen las jerarquías de poder de la sociedad ecuatoriana. La mayoría de educadores reproducen las jerarquías raciales en sus salones de clase. Así, el paso de los indígenas y afrodescendientes por la escuela, el colegio y la universidad son, por lo general, experiencias traumáticas llenas de vejámenes y obstáculos aunque también les permitirá una cierta movilidad social a costa de renegar de su identidad.

 Algunas experiencias vividas por indígenas actualmente dirigentes y profesionales:

“Cuando fui a la escuela sentí la fuerza de la discriminación hacia mí y hacia mi cultura. Los profesores eran mestizos y no querían que habláramos en kichwa (lengua de salvajes según se decía), si lo hacíamos nos pegaban con una vara de pino (..) Además, los profesores impulsaban únicamente a los hombres a estudiar; las mujeres no les interesábamos, ya que solo servíamos para realizar trabajos domésticos. Sentí también la discriminación por parte del resto de compañeras y compañeros mestizos, que se burlaban de nosotros, hombres y mujeres indígenas, y nos maltrataban (…) nos quitaban la ropa y la botaban, jugaban con ella y la rompían, hacían lo que le parecía a ellos, y los profesores no decían nada, más bien se reían”. (Carmen kichwa saragura)

"Yo me acuerdo que me pegaban duro en la escuela... Además nos decían que éramos indios ignorantes, mudos... Nos han tratado como a los animales los profesores" (Carmen, kichwa de Imbabura).

 "Mi padre cuando me puso en la escuela me dijo que aprenda, porque los blancos no quieren que aprendan los indios, porque cuando aprendan los indios nos han de quitar la hacienda" (Ángel kichwa pansaleo).

“Cuando volví a la escuela la profesora me trataba tan mal que nos hacía arrepentir de ser indígenas. No tenía ninguna consideración con nosotros. Nos decía, pasa, pasa hijito al pizarrón, longo manavalí [bueno para nada], no tengo tiempo para vos. Entonces como la profesora no nos demostraba respeto y menos consideración, los niños mestizos que eran bien tratados comprendieron lo malo que era ser indígena o longo como ellos nos llamaban. Así que, igual que la profesora, cuando se dirigían a nosotros nos decían longo y aún cuando estábamos limpios nos gritaban: ¡longo sucio!... Tal era el trauma que yo tenía, que sólo el pensar que tenía que estudiar, por lo tanto, me provocaba desvelo es decir, no podía dormir”. (kichwa Otavalo actualmente comerciante)

 Una serie de castigos físicos y de torturas sicológicas han propinado compañeros y profesores a niños y jóvenes indígenas. A pesar de que en ese tiempo la filosofía de los pedagogos era “la letra con sangre entra” y se puede asumir que tanto indios como blancos y mestizos eran golpeados, los testimonios de castigos infringidos a indígenas iban de la mano con insultos racistas tales como: "longo rudo, longo bruto, longo sucio, a cuidar vacas."

Carlos de la Torre sostiene que la presencia de los indios en espacios que los mestizos consideran de su exclusividad hace que éstos se refieran a la "suciedad de los indios." Como señala Mary Douglas las ideas de suciedad tienen que ver con lo que está fuera de lugar, fuera del orden establecido. Por esta razón los blancos y los mestizos están obsesionados con la "suciedad de los indios."

Mary Jackman sostiene que cuando las instituciones que garantizan el acceso exclusivo de un grupo dominante a espacios de poder se alteran, los miembros de estos grupos dominantes recrearán mecanismos que aseguren su derecho a la exclusividad en estos espacios.

Los blancos y los mestizos castigan a quienes potencialmente impugnan las jerarquías de dominación étnica y excluyen a los indios del acceso a sus privilegios y símbolos de status social.

Discriminación en el ámbito de lo religioso: Recuerdo aquí las palabras de l arzobispo Desmond Tutu cuando se refiere al África, pero siento que también son pertinentes para nuestra Afroamerindia: “Vinieron. Ellos tenían la Biblia y nosotros teníamos la tierra. Y nos dijeron: cierren los ojos y recen. Y cuando abrimos los ojos, ellos tenían la tierra y nosotros teníamos la Biblia”.

En este contexto ¿qué podíamos esperar de esta primera entrada de la Iglesia Católica o de la llamada “Primera Evangelización” en nuestras tierras? En general, el anuncio del Evangelio no fue “Buena Noticia” para nuestros antepasados. La gran mayoría de los llamados misioneros no anunciaron la Buena Nueva a los pobres como lo hizo Jesucristo. No tenemos reporte alguno en las crónicas, de que por acción de la evangelización se haya dado lo que para Jesús constituyó la centralidad de su misión y que lo tomó del libro de Isaías: “El me ha ungido para llevar buenas nuevas a los pobres, para anunciar la libertad a los cautivos y a los ciegos que pronto van a ver, para despedir libres a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor” (Lucas 4:18-19). Casos aislados surgidos en la época, que no responden a la institucionalidad, confirman la aseveración.

La ideología imperante, opuesta al respeto y valoración humanas no solo menospreció las culturas y religiones ancestrales, sino que las satanizó y las condenó al silencio y al ostracismo; al respecto el teólogo mexicano López Hernández sostiene “… en ese tiempo la teología del vencido fue descalificada y condenada rotundamente por el vencedor como palabra diabólica, aún después de los primeros intentos de comunicación en que los nuestros dieron muestras de su saber profundo sobre Dios”.

Durante la conquista y la colonia hubo dos posturas frente a las culturas y religiones indígenas:

 1. El rechazo a nuestro pasado religioso mediante la campaña de extirpación de idolatrías, eliminación de nuestros santuarios, abolición de ritos, costumbres y satanización de la experiencia cosmológica de Dios de nuestros ancestros, pretendiendo poner fin a nuestra historia. Y,

 

 2. Lo que sostiene Carlos Amboya: “La sustitución de elementos religiosos reemplazando con elementos cristianos más o menos equivalentes”, esto en lo referente a Libros Sagrados, a la suplantación de las fiestas agrícolas; a la cooptación de los árboles sagrados como el kishuar; o al encubrimiento de espacios sagrados: wacas, templos sagrados, apachitas, lagunas y cascadas.

Décadas de conquista tuvieron que pasar para que el Papa reconociera que nuestros antepasados tenían alma. ¿Cabe en nuestro cerebro y corazón humanos discriminación más aberrante?

¿Cómo puede sostener lo contrario el Papa Benedicto XVI cuando dijo recién en Brasil que “el anuncio de Jesús y de su Evangelio no supuso, en ningún momento, una alienación de las culturas precolombinas, ni fue una imposición de una cultura extraña”?

Y analizando la historia más temprana, hasta hace pocas décadas la jerarquía eclesiástica obligaba a cambiarse de apellido a los indígenas para que puedan recibir la ordenación sacerdotal; y por otro lado los indígenas no podían ocupar las bancas de los templos porque estaban segregadas para los “señores”, y determinados sectores evangélicos y sectas prohíben realizar ciertas prácticas cultuales y culturales a quienes son sus seguidores.

Percibo también como acto discriminatorio las palabras del Papa Benedicto XVI en su reciente visita a Brasil cuando sostuvo “La utopía de volver a dar vida a las religiones precolombinas, separándolas de Cristo y de la Iglesia universal, no sería un progreso sino un retroceso. En realidad sería una involución hacia un momento histórico anclado en el pasado.

4. Consecuencias:

¿Cómo se puede construir un gran país si en su seno sobreviven cantidad de pueblos milenarios sin autoestima?

La discriminación, el racismo y sus formas conexas de intolerancia son un problema ético, moral y jurídico, pero también uno de los grandes obstáculos para el desarrollo económico, cultural y social de nuestro país y el ejercicio de una auténtica democracia. En realidad la democracia en Ecuador es ficticia porque de ella el auténtico “demos” ha sido excluido.

La exclusión producto de la discriminación impide la realización de seres humanos extraordinarios y promueve la conculcación de los derechos colectivos de nacionalidades indígenas y del pueblo afrodescendiente.

La discriminación nos deshumaniza, nos impide crecer en humanidad. Con esto quienes tenemos complejo de superioridad, mantenemos estructuras injustas con la prevalencia de grupos dominantes que avasallan a seres humanos y a pueblos considerados inferiores. Al decir de Galeano “ estos depredadores han intentado despojar de su humanidad a los seres humanos pero no sabían que, en ese intento, eran ellos quienes se despojaban de su propia humanidad. Este es el principio de lo que se ha llamado la "deshumanización de Occidente", deshumanización que en otras latitudes ha desembocado en las vastas tragedias contemporáneas como el holocausto nazi, el "apartheid", la limpieza étnica”.

Mons. Proaño sostenía que si bien la opresión económica y social ocasionó daños irreparables a los pueblos indígenas, la opresión psicológica los aniquiló y los redujo a condiciones infrahumanas.

 A consecuencia de la discriminación al menos el 70% de ecuatorianos carecemos de identidad propia, una gran mayoría de estos vive renegando de su raíz india, mirando hacia occidente y tratando de encontrar allá sus referentes. Esto demuestra mucho miedo y odio a sí mismo. Según Carlos de La Torre, “Miedo de los verdugos, miedo a que sus orígenes sociales puedan estar cercanos a los indios y por tanto una necesidad de demostrar constantemente su diferencia y supuesta superioridad sobre éstos, y también miedo al ascenso social de los indios, que es vivido y sentido como un conflicto de poder…

La mayoría de los blanco/mestizos piensan que si los indios progresan, los blanco/mestizos como grupo pierden y por lo tanto se tiene que impedir el acceso a la igualdad y a la plena ciudadanía de los indios. Tienen miedo de perder el capital simbólico que les da su "superioridad" racial, pues pese a ser pobres, son, al menos, "mejores" que todos los indígenas” Una sociedad que vive del miedo y en el miedo no avanza, se paraliza.

 Al decir de Galeano: Antes y ahora, el racismo convierte al despojo colonial en un acto de justicia. El colonizado es un sub-hombre, capaz de superstición pero incapaz de religión, capaz de folclore pero incapaz de cultura: el sub-hombre merece trato subhumano, y su escaso valor corresponde al bajo precio de los frutos de su trabajo. El racismo legitima la rapiña colonial y neocolonial, a lo largo de los siglos y de los diversos niveles de sus humillaciones sucesivas. América Latina trata a sus indios como las grandes potencias tratan a América Latina.

La discriminación, el racismo nos impide conocer, o reconocer, ciertos valores fundamentales que las culturas despreciadas han podido milagrosamente perpetuar y que en ellas se encarnan todavía, mal que bien, a pesar de los siglos de persecución, humillación y degradación

5. Alternativas

Ecuador tiene que DEMOCRATIZARSE, tiene que democratizar los poderes del estado, democratizar sus instituciones, y esto se logrará únicamente con la plena participación de nacionalidades y pueblos indígenas y afrodescendientes mediante el goce y garantía de todos sus derechos históricos y culturales: a territorio y autodeterminación, a autonomía y autogobierno, a uso oficial y desarrollo de sus lenguas, en fin al respeto y valoración de sus culturas y saberes milenarios. “Sin pueblos indios no hay democracia” es el grito de pueblos y nacionalidades excluidos. La interculturalidad es un imperativo.

El Estado Ecuatoriano debe reconocer el pleno derecho de los pueblos indígenas, de los pueblos de afro descendientes al total ejercicio de su identidad, en el marco de una armónica y fecunda diversidad. Y debe reconocer el derecho a justas compensaciones encaminadas a promover su propio desarrollo económico y social.

La Asamblea Nacional Constituyente –en construcción- tiene que recoger el desafío de expedir una nueva carta política en cual por primera vez se constituya el Estado Plurinacional que garantice la plena vigencia de los derechos de las nacionalidades indígenas y pueblo negro y, el ejercicio de la interculturalidad para lograr así la proscripción definitiva de la discriminación, democratizando las relaciones étnico-raciales tanto en la vida cotidiana como en las instituciones que garantizaban la dominación étnica.

La sociedad ecuatoriana tiene que re-humanizarse. Sueño en la posibilidad de una sociedad nueva en la que no haya lugar para el racismo o cualquier otra forma de intolerancia o discriminación. Sueño en la fraternidad universal. Para esto, nuestra sociedad, todos nosotros tenemos que volver nuestros ojos hacia nuestros hermanos mayores, los indígenas y reconciliarnos con ellos. Reconciliación que necesariamente tiene que pasar por actos de reparación y remediación de los enormes daños perpetrados. Es urgente consolidar en el sentimiento y en la praxis el pensamiento “toda la tierra es mi lugar de nacimiento, y todos los humanos mis hermanos”, y “amo lo que tengo de indio, de negro”.

Monseñor Proaño en toda oportunidad exhortaba: “Quien pudiera conseguir una nítida postura de rectificación de la tremenda injusticia cometida, a lo largo de 500 años, por la sociedad civil del Viejo y del Nuevo Mundo, como también de la Iglesia, en contra de los indígenas!...

Si bien la conquista y colonia produjeron perjuicio formidable para las culturas y religiones de nuestros pueblos originarios, lo medular de sus milenarios valores y espiritualidad perviven gracias a la capacidad de adaptación frente a lo adverso y a la creatividad de la resistencia ancestral de su matriz cultural.

Y desde el punto de vista cristiano es urgente volver a las prístinas fuentes del Evangelio Liberador, asumir los mismos sentimientos de Cristo Jesús: “El siendo de condición divina no se apegó a su igualdad con Dios, sino que se redujo a nada, tomando la condición de servidor, y se hizo semejante a los hombres: y encontrándose en la condición humana, se rebajó a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de Cruz”.(Filip.2,3-6).

Al constatar la existencia de la discriminación en la cotidianidad y en las estructuras de poder compruebo cuán lejos está nuestra sociedad llamada cristiana de la lógica evangelizadora de Jesús: “Si alguno quiere ser el primero que sea el último” (Mt. 17,24); “traten a los demás como quieren que ellos los traten a ustedes” (Luc. 6,31); “No hay amor más grande que dar la vida por sus amigos y son ustedes mis amigos si cumplen lo que les mando” (Juan 15,13); de su opción por los excluidos: sanar a endemoniados, comer con publicanos, prostitutas y pecadores; anunciar la buena nueva a los pobres, y de alabar a su Padre Dios “porque has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos y se las has dado a conocer a los pequeñitos” (Luc.10,21)

En concreto les invito a volver a leer los escritos y a conocer la vida y acción de Mons. Leonidas Proaño, Padre de la Iglesia Latinoamericana, quien “entre los indios indio fue, de poncho kichwa bronca y fe” y quien se erige en nuestro país, como el testigo más cercano de Jesucristo en la construcción del Reino de Justicia y de Verdad y en la defensa de los derechos de los excluidos de nuestra sociedad: los pueblos indígenas y negros.

Quito, 20 de mayo del 2007

- Nidia Arrobo Rodas es directora Ejecutiva de la Fundación Pueblo Indio del Ecuador, constituida por Mons. Leonidas Proaño.


Bibliografía:

Biblia, varias citas.

Carlos De la Torre "La letra con sangre entra: " Racismo, Escuela y Vida Cotidiana en Ecuador:

Eduardo Galeano: “El Descubrimiento”

Susana Klinkicht: “Racismo andino”

Mons. Leonidas Proaño: Varios escritos.

Publicación mensual del Instituto Científico de Culturas Indígenas.
Año 2, No. 13, abril de 2000

Galo Ramón Valarezo : El racismo en el Ecuador ensaya sus cantos

https://www.alainet.org/fr/node/121438?language=es
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