La sostenibilidad está de moda
08/07/2007
- Opinión
La rentabilidad de la imagen respetuosa con la sociedad y el medio ambiente determina que las grandes empresas tengan que asumirla si no se quieren quedar en la cola de la competitividad. Actualmente, esto se proyecta a través de lo que se conoce como Responsabilidad Social Corporativa. Esta estrategia se basa en un conjunto de códigos de conducta voluntarios que se ha impulsado fundamentalmente desde las Naciones Unidas, y su reciente origen no impide ver ya las contradicciones entre lo que las compañías imprimen en el papel de sus informes de sostenibilidad y los impactos que generan en los distintos países del Sur donde sitúan sus operaciones. De ahí, que haya serias dudas sobre la implantación real de una política empresarial de respeto o si se trata de la creación de una máscara publicitaria.
Una noticia de Cinco Días [1] nos da algunas pistas que resuelven estas dudas aclarando la posición de las compañías:
«Directivos de 18 grandes empresas españolas han plasmado en un documento dirigido a la Fundación Entorno y el World Business Council for Sustainable Developement (WBCSD) su opinión sobre lo que consideran que debería ser el papel de las empresas en la sociedad y su compromiso con la sostenibilidad. Éste y otros trabajos servirán para definir la posición de la empresa española en este organismo internacional en los futuros debates sobre desarrollo sostenible.
La publicación, liderada por DuPont, Ferrovial, FCC Construcción, Holcim España, REE, Repsol YPF y Unilever, contiene una declaración firmada por todos los participantes en la que se asegura que el papel de la empresa en la sociedad es suministrar productos y servicios ’cada vez mejores a un número creciente de personas, creando valor para todas las partes interesadas y contribuyendo a dar respuesta a los grandes desafíos de la sociedad, entre ellos, la pobreza, el cambio climático, el agotamiento de los recursos naturales, la diversidad, los cambios demográficos, la seguridad y la salud’».
Dichas compañías afirman, entonces, que los grandes problemas de la sociedad, como el cambio climático o el agotamiento de los recursos naturales, se resuelven con más consumo, por supuesto, de sus productos y servicios. La estrategia presentada es, cuanto menos, paradójica porque el incremento del consumo, a pesar de la famosa tecnificación, se basa en intensificar el uso de los recursos naturales y tiene como consecuencia una mayor producción de residuos, entre los que está el CO2 (principal gas que acelera el cambio climático). Ampliando la visión en esta problemática, uno de los mayores problemas medioambientales en los países del Norte es la sobreproducción de residuos: en el caso del Estado español los Residuos Sólidos Urbanos han aumentado un 40% en el periodo 1996-2003 [2] y, consecuentemente, los impactos sobre la salud del incremento de vertederos ilegales e incineración de residuos se han agravado
Pero no sólo acumulamos residuos, también exportamos a los países que menos resistencia muestran a recibirlos, principalmente por coacciones económicas a través de la deuda externa o tratados comerciales. Y para esto la cita, recogida en documentos internos del Banco Mundial, de Lawrecen Summers, ex Secretario del tesoro de los EE.UU., que refleja muy bien cómo se crea valor con los residuos peligrosos: “creo que la lógica económica de verter residuos tóxicos en las áreas más pobres es impecable, y es necesario reconocerlo” [3].
Por otro lado, es difícil imaginar cómo pueden contribuir a reducir la pobreza y preservar la diversidad biológica y la salud humana el uso de los servicios de estas compañías en el Sur. En concreto en América Latina, casi la mitad de la población vive por debajo del umbral de la pobreza y deja la mitad de su presupuesto familiar en pagar estos servicios, cuando los tienen, porque existen numerosas denuncias de la ausencia de servicios básicos gestionados por multinacionales en barrios empobrecidos, como es el caso de Unión Fenosa en Nicaragua [4] o Aguas de Barcelona en Colombia [5] y Argentina [6], ya que no resultan rentables.
La máscara publicitaria se termina de caer cuando a lo largo de la noticia continúan las declaraciones de los directivos de las multinacionales sobre las soluciones que contemplan para la crisis ambiental que padecemos y la cada vez mayor desigualdad social:
«Para los ejecutivos, la mejor contribución de las empresas es su propia actividad.
Por su parte, los directivos que han suscrito la declaración conjunta sobre el papel de la empresa en la sociedad han dejado claro que las acciones tomadas para afrontar determinadas acciones como la lucha contra la pobreza, el cambio climático o el agotamiento de los recursos naturales, sólo pueden ser sostenibles si también son rentables.»
Dicho de otra manera, las compañías que se han citado como firmantes del documento establecen las prioridades a seguir en este camino a la sostenibilidad y el primer criterio es la rentabilidad, todo lo demás se somete a ella. Por ello, la elección entre instalar una explotación petrolífera en el Amazonas, por ejemplo en el Parque Nacional Yasuní de Ecuador, o desestimar esta opción para su conservación está clara: para Repsol, la rentabilidad de la extracción del petróleo es mucho mayor que la conservación de un bosque tropical y las culturas que lo habitan, así que esto no entra en su Responsabilidad Social Corporativa. Igual criterio utiliza Endesa para gestionar uno de sus embalses en Colombia, donde, entre la enorme inversión necesaria para solucionar un complejo problema de contaminación en el embalse de Muña o dejarlo tal y como está afectando la salud y el bienestar de la población que lo rodea, se decanta por esta última opción porque la primera no es rentable.
La lectura de la noticia es bastante reveladora de lo que significa la Responsabilidad Social Corporativa para estas empresas, y consiste básicamente en continuar con su actividad extractiva, constructora o comercial como hasta ahora, eso sí, maquillándola de responsabilidad social y ambiental. En esta nueva vía de competitividad, que es la imagen comercial, otro conjunto de empresas, entre ellas Acciona, Cemex, Dow Chemical, Endesa, Eroski, Ferrovial, Gas Natural, Red Eléctrica de España y Telefónica, también han creado un documento sobre la sostenibilidad -no se iban a quedar atrás en este sentido-, en el que apuestan por una economía baja en carbono.
«Las empresas destacan los beneficios asociados a la transición hacia una economía baja en carbono entre las que se encuentran las ventajas ambientales y el impulso que supondrá para su propia competitividad y la de los sectores económicos claves en la economía española, como el energético, el industrial, las tecnologías de la información y comunicación, el transporte, la gestión de residuos, o la edificación, entre otros.
En la publicación, las empresas hacen una llamada a otros agentes implicados en la lucha contra el cambio climático y la sostenibilidad, como la Administración pública y los consumidores, animándoles a crear ’las condiciones necesarias que faciliten un mayor esfuerzo por parte de las empresas’. En esta línea, la publicación muestra un análisis de algunas de las barreras que dificultan este esfuerzo y propone alternativas para su solución.»
Es decir, no sólo utilizan la sostenibilidad como valor para un mayor lucro en su actividad, sino que además se sienten con la autoridad suficiente -o con la impunidad suficiente- como para exigir a la Administración pública y a la población que tome las medidas necesarias para que las políticas que implanten para disminuir sus impactos sean más rentables. Otra cosa no, pero las compañías saben muy bien cómo jugar con el lenguaje comercial y cómo darle la vuelta a su posición de principales responsables en el deterioro ambiental e impactos sociales y culturales en los países del Sur, hasta erigirse como adalides de la sostenibilidad y la lucha contra la pobreza.
NOTAS:
[1] "Un grupo de directivos se compromete públicamente con la Sostenibilidad" , Cinco Días, 25 de junio de 2007.
[2] "Reducir es vivir", Campaña de residuos de Ecologistas en acción
[3] "El Transporte de Residuos", Observatorio de la Deuda en la Globalización .
[4] Ver la nota de prensa de la Campaña "La Ir-Responsabilidad Social de Unión Penosa. Capitulo I: Nicaragua a oscuras" El Presidente de Unión Fenosa dice que no hay luz en Nicaragua porque pierden dinero
[5] Erika González, "Grandes declaraciones en la gestión del agua: jugando al despiste" Boletín número 16 de diciembre de 2006
[6] "Puntapié a la Suez: el agua retorna a manos del Estado en Argentina", Bolpress, 28 de marzo de 2006
- Erika González, Observatorio de Multinacionales en América Latina (España)
http://www.omal.info/www/article.php3?id_article=879
Una noticia de Cinco Días [1] nos da algunas pistas que resuelven estas dudas aclarando la posición de las compañías:
«Directivos de 18 grandes empresas españolas han plasmado en un documento dirigido a la Fundación Entorno y el World Business Council for Sustainable Developement (WBCSD) su opinión sobre lo que consideran que debería ser el papel de las empresas en la sociedad y su compromiso con la sostenibilidad. Éste y otros trabajos servirán para definir la posición de la empresa española en este organismo internacional en los futuros debates sobre desarrollo sostenible.
La publicación, liderada por DuPont, Ferrovial, FCC Construcción, Holcim España, REE, Repsol YPF y Unilever, contiene una declaración firmada por todos los participantes en la que se asegura que el papel de la empresa en la sociedad es suministrar productos y servicios ’cada vez mejores a un número creciente de personas, creando valor para todas las partes interesadas y contribuyendo a dar respuesta a los grandes desafíos de la sociedad, entre ellos, la pobreza, el cambio climático, el agotamiento de los recursos naturales, la diversidad, los cambios demográficos, la seguridad y la salud’».
Dichas compañías afirman, entonces, que los grandes problemas de la sociedad, como el cambio climático o el agotamiento de los recursos naturales, se resuelven con más consumo, por supuesto, de sus productos y servicios. La estrategia presentada es, cuanto menos, paradójica porque el incremento del consumo, a pesar de la famosa tecnificación, se basa en intensificar el uso de los recursos naturales y tiene como consecuencia una mayor producción de residuos, entre los que está el CO2 (principal gas que acelera el cambio climático). Ampliando la visión en esta problemática, uno de los mayores problemas medioambientales en los países del Norte es la sobreproducción de residuos: en el caso del Estado español los Residuos Sólidos Urbanos han aumentado un 40% en el periodo 1996-2003 [2] y, consecuentemente, los impactos sobre la salud del incremento de vertederos ilegales e incineración de residuos se han agravado
Pero no sólo acumulamos residuos, también exportamos a los países que menos resistencia muestran a recibirlos, principalmente por coacciones económicas a través de la deuda externa o tratados comerciales. Y para esto la cita, recogida en documentos internos del Banco Mundial, de Lawrecen Summers, ex Secretario del tesoro de los EE.UU., que refleja muy bien cómo se crea valor con los residuos peligrosos: “creo que la lógica económica de verter residuos tóxicos en las áreas más pobres es impecable, y es necesario reconocerlo” [3].
Por otro lado, es difícil imaginar cómo pueden contribuir a reducir la pobreza y preservar la diversidad biológica y la salud humana el uso de los servicios de estas compañías en el Sur. En concreto en América Latina, casi la mitad de la población vive por debajo del umbral de la pobreza y deja la mitad de su presupuesto familiar en pagar estos servicios, cuando los tienen, porque existen numerosas denuncias de la ausencia de servicios básicos gestionados por multinacionales en barrios empobrecidos, como es el caso de Unión Fenosa en Nicaragua [4] o Aguas de Barcelona en Colombia [5] y Argentina [6], ya que no resultan rentables.
La máscara publicitaria se termina de caer cuando a lo largo de la noticia continúan las declaraciones de los directivos de las multinacionales sobre las soluciones que contemplan para la crisis ambiental que padecemos y la cada vez mayor desigualdad social:
«Para los ejecutivos, la mejor contribución de las empresas es su propia actividad.
Por su parte, los directivos que han suscrito la declaración conjunta sobre el papel de la empresa en la sociedad han dejado claro que las acciones tomadas para afrontar determinadas acciones como la lucha contra la pobreza, el cambio climático o el agotamiento de los recursos naturales, sólo pueden ser sostenibles si también son rentables.»
Dicho de otra manera, las compañías que se han citado como firmantes del documento establecen las prioridades a seguir en este camino a la sostenibilidad y el primer criterio es la rentabilidad, todo lo demás se somete a ella. Por ello, la elección entre instalar una explotación petrolífera en el Amazonas, por ejemplo en el Parque Nacional Yasuní de Ecuador, o desestimar esta opción para su conservación está clara: para Repsol, la rentabilidad de la extracción del petróleo es mucho mayor que la conservación de un bosque tropical y las culturas que lo habitan, así que esto no entra en su Responsabilidad Social Corporativa. Igual criterio utiliza Endesa para gestionar uno de sus embalses en Colombia, donde, entre la enorme inversión necesaria para solucionar un complejo problema de contaminación en el embalse de Muña o dejarlo tal y como está afectando la salud y el bienestar de la población que lo rodea, se decanta por esta última opción porque la primera no es rentable.
La lectura de la noticia es bastante reveladora de lo que significa la Responsabilidad Social Corporativa para estas empresas, y consiste básicamente en continuar con su actividad extractiva, constructora o comercial como hasta ahora, eso sí, maquillándola de responsabilidad social y ambiental. En esta nueva vía de competitividad, que es la imagen comercial, otro conjunto de empresas, entre ellas Acciona, Cemex, Dow Chemical, Endesa, Eroski, Ferrovial, Gas Natural, Red Eléctrica de España y Telefónica, también han creado un documento sobre la sostenibilidad -no se iban a quedar atrás en este sentido-, en el que apuestan por una economía baja en carbono.
«Las empresas destacan los beneficios asociados a la transición hacia una economía baja en carbono entre las que se encuentran las ventajas ambientales y el impulso que supondrá para su propia competitividad y la de los sectores económicos claves en la economía española, como el energético, el industrial, las tecnologías de la información y comunicación, el transporte, la gestión de residuos, o la edificación, entre otros.
En la publicación, las empresas hacen una llamada a otros agentes implicados en la lucha contra el cambio climático y la sostenibilidad, como la Administración pública y los consumidores, animándoles a crear ’las condiciones necesarias que faciliten un mayor esfuerzo por parte de las empresas’. En esta línea, la publicación muestra un análisis de algunas de las barreras que dificultan este esfuerzo y propone alternativas para su solución.»
Es decir, no sólo utilizan la sostenibilidad como valor para un mayor lucro en su actividad, sino que además se sienten con la autoridad suficiente -o con la impunidad suficiente- como para exigir a la Administración pública y a la población que tome las medidas necesarias para que las políticas que implanten para disminuir sus impactos sean más rentables. Otra cosa no, pero las compañías saben muy bien cómo jugar con el lenguaje comercial y cómo darle la vuelta a su posición de principales responsables en el deterioro ambiental e impactos sociales y culturales en los países del Sur, hasta erigirse como adalides de la sostenibilidad y la lucha contra la pobreza.
NOTAS:
[1] "Un grupo de directivos se compromete públicamente con la Sostenibilidad" , Cinco Días, 25 de junio de 2007.
[2] "Reducir es vivir", Campaña de residuos de Ecologistas en acción
[3] "El Transporte de Residuos", Observatorio de la Deuda en la Globalización .
[4] Ver la nota de prensa de la Campaña "La Ir-Responsabilidad Social de Unión Penosa. Capitulo I: Nicaragua a oscuras" El Presidente de Unión Fenosa dice que no hay luz en Nicaragua porque pierden dinero
[5] Erika González, "Grandes declaraciones en la gestión del agua: jugando al despiste" Boletín número 16 de diciembre de 2006
[6] "Puntapié a la Suez: el agua retorna a manos del Estado en Argentina", Bolpress, 28 de marzo de 2006
- Erika González, Observatorio de Multinacionales en América Latina (España)
http://www.omal.info/www/article.php3?id_article=879
https://www.alainet.org/fr/node/122134?language=en
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