Crisis del imperialismo y enfrentamiento en Venezuela

13/12/2007
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I. Planes de “un cambio de régimen” en la época de un imperialismo desesperado

En Indo América Latina Africana se ha intensificado el conflicto entre los nuevos movimientos sociales de la izquierda y la derecha internacional, o sea el imperialismo estadounidense y sus lacayos en las clases dominantes. Durante los procesos de rebeliones populares y de intentados cambios a las constituciones en Venezuela, Bolivia y Ecuador, el imperialismo ha tratado de fortalecer las oligarquías y elementos militares locales. Estando estancado en Irak y Afganistán, el imperio ha visto el reino mundial del dólar perdiendo estabilidad. En la III Cumbre de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) realizada en Riad, Arabia Saudita, los presidentes de Venezuela y Ecuador respaldaron la propuesta del presidente de Irán de sustituir el dólar por el euro. Así el gobierno del presidente George W. Bush, cada vez más impopular domésticamente, se encuentra en una situación bastante desesperada.

Es por eso que se han acelerado los programas de desestabilización y amenaza militar a no solamente Irán, sino también a Venezuela, Bolivia y Ecuador. Poco después de la amenaza de Bush de lanzar La Tercera Guerra Mundial sobre la política de energía nuclear de Irán, el Secretario de Defensa Robert Gates visitó a El Salvador, Colombia, Chile, Perú y Surinam, supuestamente para consolidar planes para la modernización y profesionalización de las Fuerzas Armadas. Hay programas de entrenamiento para guerras irregulares contra insurgencias populares, similar a lo que se está tratando de implementar en el Ejercito de Estados Unidos, aprendiendo de los fracasos en Irak.

A la vez, el gobierno de Bush ha reforzado sus planes para derrumbar el presidente Hugo Chávez. Poco antes del referéndum del 2 de diciembre sobre la reforma constitucional, una carta al jefe de la CIA escrita por un alto oficial de la Embajada estadounidense en Caracas fue hecha pública. La carta detalló “Operación Tenaza,” según la cuál Washington ya había entregado millones de dólares a la oposición derechista, incluso  líderes de manifestaciones estudiantiles y soldados potencialmente disidentes o golpistas en la manera del General Raúl Isaías Baduel. Según la carta, ya se estaba logrando muy bien el uso de la jerarquía de la iglesia católica y los medios de comunicación en Venezuela y todas partes del mundo para describir Chávez como un “dictador” y un “fascista” y para acusar su gobierno de un fraude electoral en el caso probable de que los antichavistas perdieran el referéndum. (¡Ojo! Días antes del referéndum la emisora estadounidense “CNN en español” mostró “por error” durante 7 segundos imágenes de Chávez acompañadas de la leyenda “¿Quién le mató?”) La carta a la CIA apuntó un plan de usar paramilitares y las bases militares con tropas yanquis en Colombia y Curaçao para preparar el terreno de una rebelión militar. Dijo que el plan debiera seguir antes y después del referéndum, notando el recrudecimiento del fomento de escasez de alimentos, de materiales para la construcción de viviendas, y de repuestos, para estimular acaparamiento, hambre, y violencia. La carta también mencionó la utilidad de asesinar alguna gente para promover “la ingobernabilidad.”

En breve, la Operación Tenaza fue y es un intento de desestabilizar y desinformar para crear miedo en la población, lo que el presidente Chávez ha llamado “chantaje” – es decir, crear la impresión de que si la reforma constitucional triunfara habría una guerra con muchos muertos. Ya que por sorpresa la oposición a Chávez ha ganado el referéndum por una margen estrecha de 1.4% y el prestigio de Chávez se ha mantenido por su forma digna y democrática de reconocer los resultados  y admitir errores a la vez que se promete una “nueva ofensiva,” no hay duda que los planes de la CIA para “un cambio de régimen” permanecen en vigor.

II. Análisis del referéndum y la  falta de unidad en ambos campos

Con la intensificación de la lucha de clases entre “los que tienen” y “los que no tienen” (“haves” y “have nots” en inglés) y la creciente popularidad de Chávez desde 1998, Venezuela se volvió una sociedad cada vez más polarizada. El referéndum se hizo un enfrentamiento entre la derecha internacional y la izquierda representada por Chávez. Los votantes tuvieron que escoger. En el campo chavista fue fácil rechazar cualquier crítica fraternal o bien intencionada como una colaboración con el enemigo, agravando divisiones internas.

Además, hubo sabotaje por parte de grandes supermercados, monopolios, y empresarios causando desabastecimiento, especialmente de leche y otros alimentos y de cemento y otros recursos para la construcción de nuevas viviendas prometidas por el gobierno. El sabotaje fue una estrategia derechista que había funcionado bastante bien para socavar el gobierno de Salvador Allende en Chile antes del golpe militar fascista-imperialista de 1973. Debido a muchos factores, incluso la fuerte campaña mediática que culpó Chávez por todo lo malo del mundo y amenazó una guerra sangrienta, 44% de los votantes venezolanos abstuvieron (casi 3 millones), mientras en la elección presidencial del año anterior la abstención había sido solamente 25%.

Sin embargo, la oposición no mejoró apreciablemente su número de votos (211,888 más que en 2006 pero con más votantes inscritos), ni mantuvo su relativa unidad. Hoy, hay muchas posiciones y divisiones, incluso algunos elementos moderados que se proclaman dispuestos a dialogar con Chávez. Muchos más portavoces de la derecha buscan la renuncia de Chávez. Varias hablan de una revocatoria de mandato en diciembre de 2009, mientras muchísimas siguen conspirando para un golpe directo. Irónicamente, durante la campaña del referéndum la oposición tuvo que defender con hipocresía la Constitución de la V República (1999), la misma que su golpe militar frustrado del 11de abril de 2002 destruyó por dos días.

Hoy, según reportes, uno de los que conspiraron para una rebelión cívico-militar en caso de perder el referéndum, Leopoldo López, confiesa que ni tiene ni desea un proyecto que puede competir con lo del gobierno. Por su parte, Juan Mejía, un líder del movimiento virtual estudiantil financiado por Estados Unidos, reconoce que Chávez ha traído cambios necesarios a “una Venezuela muy corrupta.”

El campo chavista se encuentra en una compleja situación también. Hay indicios simultáneos de desmoralización, auto-crítica, ataques mutuas entre sí, búsqueda de explicaciones de la derrota electoral, rectificaciones, discusión de un posible diálogo con la oposición, y nuevas iniciativas del “poder popular” -- una de las metas claves de la reforma constitucional.  Aunque siempre hay más votantes en una elección presidencial que en un referéndum, más de un millón de los 5.8 millones inscritos del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) no votaron, mientras 1.5 millones de otras personas que votaron en 2006 por Chávez ya no votaron tampoco. Algunos pero probablemente muy pocos votaron “NO”. Además, los votos a favor de la reforma fueron debajo del average nacional en los estados más poblados y urbanizados. Como dijo Chávez, admitiendo que fue un error llamar tan rápidamente un referéndum, “algunos de nosotros no jugaron.” La pregunta clave es, ¿porqué?

La gente estaba confundida por la cantidad y repetición de los artículos de la reforma que se exigían ser votado en bloque, “SÍ” o “NO.” Se quejaron que no hubo suficiente tiempo ni recursos para explicar o debatir su contenido en una manera participativa. Algunos sospecharon, o abiertamente condenaron, un crecimiento de “estalinismo,” lo que las rebeliones populares desde “el caracazo” de 1989 habían rechazado pero varios alcaldes y gobernadores parecieron haber comenzado practicar. El “Comando Zamora,” que fue una comisión nombrado para manejar la campaña del referéndum, a veces se portaba autoritariamente sin integrarse bien con el PSUV o los casi 50,000 Consejos Comunales. El mismo PSUV tenía problemas de falta de participación cotidiana “desde abajo.” Consecuentemente hubo menos debate abierto que lo prometido.

Un problema fundamental fue la falta de una definición clara de “socialismo,” hacia cuál la reforma constitucional haría posible dar nuevos pasos. Algunos chavistas, aunque no muchos, tomaron en serio partes de la propaganda mentirosa e histérica de los medios sobre la probable destrucción de familias, eliminación de la propiedad privada, ausencia de pluralismo político, y permanencia del líder en el poder.

Es evidente que no basta con decir que “nuestro” socialismo es diferente, o “nuevo.” Llega un momento cuando una definición más precisa se debe hacer. ¿Se basa el socialismo en la gestión obrera en sectores económicos claves y en la eliminación del control corporativo sobre los medios de producción más importantes dejando un sector privado pequeño y ningún sistema financiero / bancario privado? ¿O se basa el socialismo en una política estatal de redistribución más o menos radical, estilo social-demócrata, manteniendo un sistema que deja el control del futuro de la economía en las manos del capital privado e internacional? ¿Y quiénes determinan la transición a un sistema socialista, las grandes masas organizadas en consejos comunales, sindicatos y ligas sectoriales o un puñado de oficiales en la cumbre del Estado? ¿Y que serán las características del nuevo estado reemplazando el estado capitalista? Los artículos de la reforma constitucional sugirieron los contornos de una transición al socialismo pero con poca claridad y menos consistencia.

Hay tres otros factores importantísimos para entender lo que ocurre en Venezuela. Estos son: (1) una economía capitalista atípico basada en la industria petrolera; (2) una cultura política basada en décadas del clientelismo; y (3) un papel contradictorio pero a fin de cuentas derechista de las clases intermedias (entre los “haves” y los “have nots”) frecuentemente llamadas “las clases medias.”

Cien años de una economía sobredeterminado por el petróleo y otros recursos naturales han dejado el país con una clase obrera industrial y manufacturera reducida, un sector industrial poca productiva, y un campo improductivo dominado por latifundistas. Históricamente la sindicalización, tal cual la lucha campesina, se caracteriza por muchos mártires y disputas en un proceso de corrupción, violencia y cooptación, hecho casi natural por la riqueza petrolera y las políticas de dictaduras militares y “partidocracias” (como la última del puntofijismo ahora rechazado por la gran mayoría de venezolanos.) Por eso hay muchos conflictos hoy dentro de las filas sindicalistas “bolilvarianos,” con varios líderes de la UNT (Unión Nacional de Trabajadores) pidiendo la renuncia del Ministro del Trabajo por ejemplo. Las tomas de fábricas abandonadas y la cogestión bajo el principio del control obrero no han funcionado muy bien a pesar de la retórica del gobierno. Por su parte, la UNT, que nació en parte de las tomas, no ha podido lograr un congreso nacional de representantes de su casi 2 millón miembros, debido a divisiones internas.

En la historia de Venezuela la corrupción siempre ha aumentado durante períodos de bonanza petrolera y ha penetrado todas las esferas de la sociedad. Cada persona, cada familia, ha buscado su porción de las ricas. De ahí ha crecido y prosperado el clientelismo y una cultura política en la cual la población se acostumbra a recibir en vez de luchar. La Revolución bolivariano no ha sido inmune de este fenómeno histórico, como el mismo presidente ha reconocido.

Mucha gente de las clases intermedias, por ejemplo, han beneficiado bastante de los cambios económicos y sociales introducidos por la Revolución. Hay una llamada “boliburguesía,” o sea los nuevos ricos que beneficiaron de las reformas económicas y sociales introducidas por el gobierno. A la vez, hay una expansión de la pequeña burguesía y de oportunidades educativas y económicas que han resultado de la creación de nuevas formas de propiedad, producción, y distribución y la reducción del desempleo. Mientras el número de personas asistiendo al creciente número de escuelas y universidades libres ha triplicado, el consumismo ha crecido dramáticamente. La compra de autos y otros bienes importados se ha disparado. Esa misma gente de las clases intermedias frecuentemente son los primeros de quejarse de cualquier problema y de juntarse con la vieja burguesía en la oposición a Chávez o flaquear en su apoyo a la Revolución – precisamente lo que pasó en el Chile de Allende y en el referéndum venezolano del 2 de diciembre.

Hay un montón de otros factores que se pudieran mencionar para ampliar este análisis, pero no hay espacio para enumerar todos. Por ejemplo, la alta abstención podría haber sido “un acto de castigo” al gobierno por su insuficiente progreso en el combate contra el desempleo, la inflación, el mercado negro, la escasez, y el acaparamiento, o por su práctica incompleta de una democracia participativa. Hubo un cierto nivel de triunfalismo en el campo chavista, o sea una forma equivocada de optimismo y auto confianza, junto con un electoralismo que se veía como invencible.

Más grave tal vez, hubo una política de sabotaje de la campaña por “quinta columnas” compuestas de personas contrarrevolucionarias que infiltraron el gobierno, el PSUV, y las organizaciones populares, incluso algunos sectores del “estado paralelo” de las 24 Misiones establecidas para llevar a cabo las medidas sociales populares que la mayor parte de la burocracia del viejo estado capitalista había resistido. Y según algunos comentaristas, hubo deficiencias en los medios alternativos, especialmente TELESUR TV.

Sin embargo, la reforma constitucional casi ganó, un hecho bastante raro para una elección discutiendo la introducción del socialismo. La relación especial, casi personal, entre las masas y Chávez no se ha evaporada en el aire. Las demandas revolucionarias siguen. Por ejemplo, hay esperanzas de que el Primer Congreso del PSUV en 2008 fuera muy participativo, con debates democráticos para avanzar el proceso revolucionario en todos frentes. Más de un millón de venezolanos siguen su entrenamiento en las reservas o milicias populares para defender el país contra cualquier ataque del imperialismo y la contrarrevolución. Las Fuerzas Armadas, llenas de chavistas y relativamente bien armadas, todavía defienden la Constitución.

III.
Conclusión

Hay muchos peligros que ya están a plena vista, sobre todo en la alianza de la oposición con el imperialismo. Los planes de “cambio de régimen” bajo distintas condiciones se están desarrollando en Bolivia y Ecuador también. En aquellos países, cuyos procesos revolucionarios examinaré en mi próximo artículo, hay fuertes movimientos bien financiados tratando de crear zonas secesionistas para paralizar el gobierno nacional y agarrar control de las riquezas que se concentran allá -- Guayaquil, Ecuador, y Santa Cruz y cinco otras provincias, Bolivia. La Operación Tenaza para Venezuela prevé algo parecido para Zulia, el estado con casi todo el petróleo, y para zonas geográficas particulares para establecer territorios “liberados” por una rebelión soñador cívico-militar que justificaría una intervención militar estadounidense o multinacional.

Un plan de “cambio de régimen” en Cuba, bien conocido aunque secreto en parte, ya tiene casi medio siglo de desarrollo. En cada etapa, el pueblo cubano ha actuado heroicamente y en defensa del socialismo para frustrar la derecha internacional. Después del referéndum en Venezuela, Fidel Castro dijo que habrá momentos difíciles para Cuba – porque él entiende bien los peligros actuales en América Latina y el mundo. (Cuba será el sujeto de otro artículo futuro.)

Como otras veces en la época actual -- porque sí, como ha dicho el presidente de Ecuador, Rafael Correa, “No estamos viviendo una época de cambios sino un cambio de épocas”  -- los movimientos sociales tendrán la última palabra. Durante muchos años las rebeliones populares y los movimientos sociales han determinado los avances sociales en Venezuela y otros países del mundo. Los pueblos originarios siguen en lucha en todas partes, incluso Chile donde la huelga de hambre de casi dos meses por los Mapuches ha causado las voces de derechos humanos nacionales e internacionales de condenar al gobierno por su obstinación y política racista.
  
Hace casi dos años, el
31 de marzo de 2006, yo brindé una entrevista para el periódico chileno El Siglo, cuyos obreros de hoy están en su tercer mes de una huelga que yo estoy apoyando con este y otros artículos “hasta la victoria.” En aquella entrevista noté que el imperialismo “incrementa su apoyo a la criminalización y represión de los movimientos sociales, su militarización de la región, y sus amenazas de intervenir con fuerzas militares y armas nucleares contra países como Irán y Venezuela. Debido a todo eso, la situación es sumamente peligrosa para los pueblos, pero a la vez es sumamente oportuna para acelerar las luchas antiimperialistas y revolucionarias."

La situación de 2006 no ha cambiado en su dinámica. Todo el contrario, se ha madurado. El enfrentamiento entre la derecha internacional y la izquierda de Chávez sigue. Una ralentización del proceso revolucionario no servirá para debilitar la derecha en ninguna manera. Ni es factible un diálogo con ella, como el caso colombiano recientemente demostró por enésima vez. Habrá que seguir luchando por los cambios radicales nacional e internacionalmente para llegar a una verdadera democracia y un socialismo participativo y protagónico, sea donde sea.


*) Artículo escrito para el boletín “El Siglo en Huelga” (Chile) y sometido también a Rebelión.org, La Jornada, Correspondencia de Prensa, Aporrea.org, & Mate Amargo.  www.jamescockcroft.com 

https://www.alainet.org/fr/node/124760
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