El TLCAN en la economía campesina

09/04/2007
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El próximo enero de 2008 se liberará totalmente el comercio agropecuario entre México y Estados Unidos, como un compromiso del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (tlcan). Todos los productos provenientes de Estados Unidos podrán entrar al país sin ningún tipo de protección ni condicionamiento.

Al terminar el periodo de transición también termina el plazo para establecer salvaguardas bilaterales que operarían cuando el gobierno mexicano quisiera y pudiera probar que las importaciones de Estados Unidos o Canadá causan un perjuicio a la industria nacional[1].

Además, en política interna tendrán lugar definiciones muy importantes para los productores, como son la política de precios y subsidios, mientras que el comité de cupos que existía para asignar las cuotas de importación de maíz, no tendrá más razón de ser.

El Tratado de Libre Comercio de Norteamérica firmado entre Estados Unidos, Canadá y México, inició su operación el 1º de enero de 1994. El acuerdo agrícola ¾Capítulo VII¾ promueve la liberalización total del comercio del sector agropecuario y forestal en la región.

De todos los acuerdos comerciales internacionales, los compromisos establecidos en el tlcan para la agricultura entre México y Estados Unidos son los más radicales, pues incluyen la liberalización de todo el comercio agrícola y agroalimentario.

Desde el año 2003, el 93 por ciento del comercio agropecuario de México con Estados Unidos quedó abierto. México no puede imponer ninguna restricción a las importaciones agropecuarias que provienen del mayor exportador mundial. Únicamente el maíz, el frijol y la leche en polvo, podrían mantener aranceles hasta el año 2007, ya que por ser productos extremadamente sensibles a las importaciones, cuentan con una protección “extraordinaria”. Pero como se verá posteriormente, el gobierno mexicano decidió favorecer a los importadores y no utilizar la protección a la que tienen derecho estos tres productos que se encuentran en el mercado abierto. El azúcar tuvo una negociación final a partir de los acuerdos paralelos, que ha impedido aprovechar las ventajas que favorecían las exportaciones de México. El comercio de azúcar entre México y Estados Unidos quedará liberado a partir de octubre de 2007.
En el 2008, Estados Unidos eliminará sus últimas protecciones al jugo de naranja congelado y concentrado, a los vegetales de invierno y a los cacahuates.

Canadá, en el acuerdo con Estados Unidos y en el acuerdo posterior con México, dejó fuera los productos que mantienen sistemas de administración de la oferta, como son los productos avícolas y lácteos. México tampoco tiene compromisos con Canadá en estos productos.

El 1 de enero de 2003, México y Estados Unidos completaron el periodo de transición de diez años para la liberalización total de la mayoría de los productos agropecuarios. En ese mismo año también se venció la posibilidad de utilizar salvaguardas especiales con las que contaban algunos productos agropecuarios. Las salvaguardas operaban cuando las importaciones rebasaban las cuotas definidas y permitían aplicar el arancel existente antes del tlcan[2]. México tenía salvaguardas especiales para las importaciones de cerdos vivos, carne de puerco, jamones, manteca, tocinos, aves, pastas de pavo y pollo, huevo, productos de papa, manzanas frescas, extracto de café y jugo de naranja. Estados Unidos podía aplicar salvaguardas especiales para productos hortícolas sobre bases estacionales.

El tlcan es el primer Tratado que asocia como iguales a dos países desarrollados y a uno subdesarrollado. El sector agrícola de México presenta grandes asimetrías económicas, tecnológicas, de factores de producción, de políticas agrícolas y de recursos de apoyo a la agricultura, frente a sus homólogos de Estados Unidos y Canadá.

Los compromisos del capítulo agrícola en el tlcan son determinantes para México, pues antes de su firma se destinaban el 75.4 por ciento de las exportaciones sectoriales a Estados Unidos y provenían de este país el 69 por ciento de las importaciones[3]. En contraparte, México proveía sólo el 12 por ciento de las importaciones agrícolas de Estados Unidos y compraba el equivalente al 7 por ciento de sus exportaciones. Las exportaciones agrícolas de Canadá a México representan el 28 por ciento de sus exportaciones totales y las exportaciones de México a Canadá representan el 8 por ciento de las importaciones canadienses.

México había iniciado una liberalización unilateral del sector agropecuario desde 1989, como parte de un ambicioso programa de “modernización del campo”, inscrito en un proyecto general de cambio estructural. La apertura comercial, el retiro del Estado de la mayoría de las actividades económicas, la reducción de los subsidios, la desincorporación y privatización de la mayoría de las empresas estatales, fueron los objetivos que orientaron la política agrícola. El Tratado institucionaliza el modelo económico neoliberal y pretende darle un carácter definitivo e irreversible. Separar el efecto de las reformas de los efectos del Tratado es prácticamente imposible.

A partir de 1994 el tlcan entró en operación para constituirse en “el candado que cierra la puerta e impide dar marcha atrás a las reformas”[4]. El Tratado garantizó que las drásticas reformas estructurales impulsadas en la agricultura
se mantuvieran durante los trece años de su vigencia, a pesar de sus efectos devastadores para los productores, principalmente para los campesinos.

Estados Unidos y Canadá son dos de los mayores y más eficientes exportadores de granos en el mundo, mientras México no tiene ventajas comparativas con la producción de granos básicos y olegainosas, con la producción ganadera y con la producción forestal de Estados Unidos. México es un exportador competitivo de productos hortofrutícolas.

El comercio agroalimentario de México con Estados Unidos se fundamenta en la importación de alimentos básicos maíz, soya, trigo, sorgo, oleaginosas, lácteos, aceites vegetales, carnes frescas y refrigeradas a cambio de la exportación de jitomate, pimiento, legumbres y hortalizas, ganado vacuno para engorda, cerveza y tequila.  

Así, mientras las exportaciones agropecuarias y alimentarias de México se concentran en un reducido número de productos suntuarios para las élites de Estados Unidos, México ha perdido capacidad para garantizar la soberanía alimentaria del país y ha aumentado su dependencia de las importaciones de productos básicos para la alimentación de la población.

El aumento de las importaciones de los productos básicos ha provocado la reducción de los precios a los productores en una banda cercana al 50 por ciento, además de la falta de mercados para sus cosechas, sin que ello haya retribuido mejores precios a los consumidores. La ganadería ejidal casi ha desaparecido a merced de la competencia con la producción de Estados Unidos y la producción ganadera doméstica se encuentra cada vez más concentrada en sistemas pecuarios intensivos. A la par se han reducido los subsidios y programas de apoyo para los campesinos y pequeños productores, mientras varios programas se han concebido para subsidiar a los grandes productores y a las comercializadoras e industrias procesadoras de alimentos, muchas de ellas transnacionales.

Actualmente el campo absorbe una importante proporción de las remesas que envían los migrantes desde Estados Unidos. Durante la administración de Vicente Fox, según datos oficiales, dejaron el país cerca de 3.5 millones de personas ¾ más de 570 mil personas por año. El 56 por ciento de la migración tiene su origen en localidades rurales.

En el año 2005 ingresaron al país 20 mil 035 millones de dólares por concepto de remesas familiares.
En las comunidades rurales el ingreso proveniente de remesas equivale en promedio al 43.6 por ciento del ingreso de las familias.

La UNORCA demanda sacar a la agricultura  y la alimentación del tlcan

Las organizaciones que integramos la UNORCA tenemos una demanda fundamental: eliminar el capítulo agrícola del tlcan. Durante doce años hemos constatado que la negociación de este capítulo se dio en contra de los intereses nacionales, en contra de la soberanía alimentaria, en contra de los productores campesinos - que son la gran mayoría de los productores del país- y a favor únicamente de las empresas transnacionales, algunos grandes empresarios y un reducido número de cultivos de exportación.

Los compromisos del capítulo agrícola del tlcan impiden reformar las políticas agrícolas neoliberales que han provocado que la crisis del sector se profundice.

El tlcan expresa el fracaso del modelo de integración de América del Norte, lidereado a favor de los intereses de Estados Unidos, en el que no se plantea una integración complementaria, sino subordinada.

Estados Unidos no ha cumplido varios de los compromisos del tlcan (por ejemplo, la liberalización del servicio de transporte dentro de Estados Unidos) México no tiene por qué mantener compromisos que afectan negativamente las posibilidades de desarrollo de la agricultura y del  25 por ciento de la población que vive en el campo. Estados Unidos no ha cumplido tampoco con la reducción de subsidios internos y de subsidios a la exportación, comprometidos en la omc, sino que,  por el contrario, los aumentó a partir de su  Ley Agrícola 2002-2007 y también durante los años de crisis de los precios agrícolas.

El tlcan fue negociado bajo supuestos ideológicos que han demostrado ser falsos: el libre mercado no garantiza el desarrollo, ni tampoco todos los participantes ganan con el comercio internacional, pues únicamente ganan los países más fuertes que controlan el comercio agrícola mundial.

La sobrevivencia de los campesinos y pequeños productores está amenazada por las reglas del libre mercado que los sacrifican en aras de la productividad de la agricultura industrial.

UNORCA, Unión Nacional de Organizaciones Regionales Campesinas Autónomas, forma parte de la CLOC/Vía Campesina.



[1] Secofi, TLCAN, texto oficial, Capítulo VIII

[2] Secofi, TLCAN, Texto oficial, Artículo 703

[3] Shwedel, Kenneth, “El tlc y el cambio estructural” en: Encinas, A, J. de la Fuente y H. Mackinlay, (coords.), La disputa por los mercados. TLC y sector agropecuario, México, Editorial Diana, 1992.

[4] Luis Hernández, “TLC, Corte de caja”, en Cuadernos del Ceccam No.7, México, 1996.

https://www.alainet.org/fr/node/126268?language=en

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