Claro triunfo del ex obispo de orientación progresista
Ganó Lugo, Paraguay se suma al cambio
20/04/2008
- Opinión
Asunción
Se necesitaron sólo tres horas luego de cerrados los comicios para ratificar oficialmente lo que se palpaba en la calle durante toda la jornada del domingo; el fin de las largas seis décadas de hegemonía coloradista en el Paraguay. Es que el ex obispo Fernando Lugo, representante de un colectivo de partidos y organizaciones de sociales ganó los comicios con una claridad impensada unos días antes
A las siete de la tarde ya Lugo le sacaba más de 100 mil votos a la oficialista Blanca Ovelar y esa cifra se fue incrementando con el correr de los minutos, hasta alcanzar casi casi diez puntos porcentuales (40,6 a 31 %) desterrando así los especulaciones de acciones de violencia que desatarían los seguidores colorados, si se veían derrotados esto no cocurrio por lo contundente del triunfo.
En tercer lugar quedó el ex militar Lino Oviedo, que negoció con el presidente actual Duarte Frutos su salida de la carcel en septiembre del año pasdo, con cerca del 20 de los sufragios.
Cuando el resultado ya eran inapelable, las calles de la ciudad se inundaron de seguidores de la Alianza, que se reunieron en el Panteón de los Héroes, en el centro de la capital para festejar un triunfo histórico que obliga a concretar en los hechos los cambios que los paraguayos esperan.
En sus primeras palabras, el candidato ganador afirmó que "la palabra casi mágica era cambio, escuchábamos que el país no puede aguantar más. Paraguay estuvo en el ojo, en la mente, en el corazón de mucha gente en el extranjero, eso nos compromete a nosotros"L luego llamó a la unión de sus compatriotas para “trabajar juntos por un país diferente. Estaremos abiertos para construir la integración real de la región, el continente y el mundo" aludió.
La jornada desbordó de entusiasmo como muy pocas veces en unas elecciones. Se palpaba en las calles del centro, de los barrios acomodados pero especialmente de los más pobres como el Barrio Obrero o Roberto L. Petit, lugares en que APM recorrió para donde se percibía que algo nuevo se estaba gestando.
De nada sirvieron esta vez algunos intentos del oficialismo para amañar los comicios. Hasta el mismo día domingo se habían denunciado todo tipo de irregularidades: robos de cedulas, cambios del voto por chapas de zinc o terciados, fallecidos que votaban, vivos borrados de las listas, cambios en los lugares de voto en el padrón y tantas más: cualquier trampa era posible.
La Alianza Patriótica para el Cambio que postuló a Lugo está conformada por una variada gama de partidos (10 en total) que van del Partido Liberal, agrupación histórica de bases populares pero controlado por élites urbanas y rurales que gobernó por última vez en la década del cuarenta del siglo pasado, hasta agrupaciones de izquierda más radicales. A ellos se suma una decena de organizaciones agrupadas en el Bloque Social y Popular que tiene una fuerte expectativa de cambios políticos, económicos y sociales.
El ganador deberá afrontar en sus cinco años de mandato graves problemas estructurales: el 35 % de la población es pobre, la mitad de ellos, más de un millón de personas son indigentes; las cifras oficiales de desocupación son del 14,5 % pero la informalidad de la economía supera largamente el 50 de la población; poco más del 5 % son analfabetos y gran parte de ellos ya nunca recibirán escolarización.
Un tema no menor y que se metió de lleno en la campaña fue la política a seguir con los montos que paga Brasil por la energía eléctrica que proviene del la represa de Itaipú, entidad binacional que en la práctica solo genera máximos beneficios para el gigante del Sur y muy pocos para el país guaraní. Algo similar puede decirse con la represa Yaciretá, que comparte con Argentina.
El país, unos de los socios menores del MERCOSUR (considerada la superficie, cantidad de población y volumen de su economía) es eminentemente rural: siete de cada diez paraguayos viven en el campo, un sector que a la par que ve el avance de la frontera agrícola de la soja y las grandes explotaciones agrícolas (muchas de ellas en manos de terratenientes brasileros) espera un desarrollo agrario sustentable donde tierra, infraestructura, caminos, reforma agraria, presencial del Estado, no sólo sean expresiones de deseo para el campesinado y las comunidades indígenas que están siendo desplazados a las periferias urbanas.
Nicanor Duarte Frutos, el presidente saliente, tuvo el extraño mérito de acentuar la crisis y la corrupción, aunque justo es decir que este “modelo” es propio del sistema político paraguayo y se van agotando sus posibilidades de resistencia. La gente se cansó y de hecho, la palabra “cambio” es la más escuchada no solo por los seguidores del ahora mandatario electo, sino por no pocos coloradistas que se pasaron a las filas de Lugo.
Paraguay se suma al cambio que está dando América Latina desde hace unos años, hacia gobiernos de tinte de centro izquierda. Seguramente un dolor de cabeza para la administración de Estados Unidos y una sonrisa de alegría para el presidente de Venezuela Hugo Chávez.
- Germán Gonaldi y Dorys Ramos | Enviados especiales a Asunción
Fuente: Agencia Periodística del MERCOSUR (APM), Facultad de Periodismo y Comunicación Social, Universidad Nacional de la Plata, Argentina.
http://www.prensamercosur.com.ar
Acabó con una hegemonía del Partido Colorado que gobernaba desde 1947. Con solo ocho meses de conformación de su alianza, logró la confianza del tradicional electorado paraguayo y ahora le esperan grandes desafíos.
Se necesitaron sólo tres horas luego de cerrados los comicios para ratificar oficialmente lo que se palpaba en la calle durante toda la jornada del domingo; el fin de las largas seis décadas de hegemonía coloradista en el Paraguay. Es que el ex obispo Fernando Lugo, representante de un colectivo de partidos y organizaciones de sociales ganó los comicios con una claridad impensada unos días antes
A las siete de la tarde ya Lugo le sacaba más de 100 mil votos a la oficialista Blanca Ovelar y esa cifra se fue incrementando con el correr de los minutos, hasta alcanzar casi casi diez puntos porcentuales (40,6 a 31 %) desterrando así los especulaciones de acciones de violencia que desatarían los seguidores colorados, si se veían derrotados esto no cocurrio por lo contundente del triunfo.
En tercer lugar quedó el ex militar Lino Oviedo, que negoció con el presidente actual Duarte Frutos su salida de la carcel en septiembre del año pasdo, con cerca del 20 de los sufragios.
Cuando el resultado ya eran inapelable, las calles de la ciudad se inundaron de seguidores de la Alianza, que se reunieron en el Panteón de los Héroes, en el centro de la capital para festejar un triunfo histórico que obliga a concretar en los hechos los cambios que los paraguayos esperan.
En sus primeras palabras, el candidato ganador afirmó que "la palabra casi mágica era cambio, escuchábamos que el país no puede aguantar más. Paraguay estuvo en el ojo, en la mente, en el corazón de mucha gente en el extranjero, eso nos compromete a nosotros"L luego llamó a la unión de sus compatriotas para “trabajar juntos por un país diferente. Estaremos abiertos para construir la integración real de la región, el continente y el mundo" aludió.
La jornada desbordó de entusiasmo como muy pocas veces en unas elecciones. Se palpaba en las calles del centro, de los barrios acomodados pero especialmente de los más pobres como el Barrio Obrero o Roberto L. Petit, lugares en que APM recorrió para donde se percibía que algo nuevo se estaba gestando.
De nada sirvieron esta vez algunos intentos del oficialismo para amañar los comicios. Hasta el mismo día domingo se habían denunciado todo tipo de irregularidades: robos de cedulas, cambios del voto por chapas de zinc o terciados, fallecidos que votaban, vivos borrados de las listas, cambios en los lugares de voto en el padrón y tantas más: cualquier trampa era posible.
La Alianza Patriótica para el Cambio que postuló a Lugo está conformada por una variada gama de partidos (10 en total) que van del Partido Liberal, agrupación histórica de bases populares pero controlado por élites urbanas y rurales que gobernó por última vez en la década del cuarenta del siglo pasado, hasta agrupaciones de izquierda más radicales. A ellos se suma una decena de organizaciones agrupadas en el Bloque Social y Popular que tiene una fuerte expectativa de cambios políticos, económicos y sociales.
El ganador deberá afrontar en sus cinco años de mandato graves problemas estructurales: el 35 % de la población es pobre, la mitad de ellos, más de un millón de personas son indigentes; las cifras oficiales de desocupación son del 14,5 % pero la informalidad de la economía supera largamente el 50 de la población; poco más del 5 % son analfabetos y gran parte de ellos ya nunca recibirán escolarización.
Un tema no menor y que se metió de lleno en la campaña fue la política a seguir con los montos que paga Brasil por la energía eléctrica que proviene del la represa de Itaipú, entidad binacional que en la práctica solo genera máximos beneficios para el gigante del Sur y muy pocos para el país guaraní. Algo similar puede decirse con la represa Yaciretá, que comparte con Argentina.
El país, unos de los socios menores del MERCOSUR (considerada la superficie, cantidad de población y volumen de su economía) es eminentemente rural: siete de cada diez paraguayos viven en el campo, un sector que a la par que ve el avance de la frontera agrícola de la soja y las grandes explotaciones agrícolas (muchas de ellas en manos de terratenientes brasileros) espera un desarrollo agrario sustentable donde tierra, infraestructura, caminos, reforma agraria, presencial del Estado, no sólo sean expresiones de deseo para el campesinado y las comunidades indígenas que están siendo desplazados a las periferias urbanas.
Nicanor Duarte Frutos, el presidente saliente, tuvo el extraño mérito de acentuar la crisis y la corrupción, aunque justo es decir que este “modelo” es propio del sistema político paraguayo y se van agotando sus posibilidades de resistencia. La gente se cansó y de hecho, la palabra “cambio” es la más escuchada no solo por los seguidores del ahora mandatario electo, sino por no pocos coloradistas que se pasaron a las filas de Lugo.
Paraguay se suma al cambio que está dando América Latina desde hace unos años, hacia gobiernos de tinte de centro izquierda. Seguramente un dolor de cabeza para la administración de Estados Unidos y una sonrisa de alegría para el presidente de Venezuela Hugo Chávez.
- Germán Gonaldi y Dorys Ramos | Enviados especiales a Asunción
Fuente: Agencia Periodística del MERCOSUR (APM), Facultad de Periodismo y Comunicación Social, Universidad Nacional de la Plata, Argentina.
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https://www.alainet.org/fr/node/127095
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