III Encuentro de Iglesia de los Pobres

El desafío es convertir la letra escrita en palabra viva

13/10/2008
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Durante los días 9 y 12 de octubre en La Casa de Formación de Santa Cruz, Riobamba, lugar donde vivió Monseñor Leonidas Proaño, se realizó el III Encuentro de Iglesia de los Pobres con el lema: "¿Cómo están los árboles que sembraste: Los desafíos del cambio en América Latina".

 

Cerca de 100 participantes, muchos de ellos jóvenes, provenientes de 10 provincias, y acompañados por el monje benedictino, y teólogo de la Liberación, Marcelo Barros, reflexionamos sobre la situación de cambio que vive América Latina y Ecuador, y los desafíos que representa esta situación para los sectores cristianos comprometidos con las causas populares. En un ambiente de alegría y entusiasmo, hemos compartido la esperanza que viven hoy los pueblos de América Latina como producto de las luchas de resistencia a las políticas neoliberales mantenidas por los movimientos populares durante las últimas décadas. Hemos compartido también la esperanza que florece en Ecuador, con  la aprobación de la nueva constitución. Y hemos ratificado nuestro compromiso como iglesia de los pobres de continuar firmes en esta lucha por construir una sociedad nueva, que no solo apunte a la superación del neoliberalismo, sino que se oriente a destruir la lógica misma del capitalismo. Y hemos denunciado, las acciones antievangélicas de las cúpulas de las iglesias católica y evangélica aliadas históricamente a los grupos poderosos.

 

Los tres días de encuentro nos han permitido avanzar en los compromisos para construir las bases organizativas de este espacio y  para alimentar nuestra fe en el Jesús liberador que construye la historia y que riega de esperanza en esta hora a los pobres de nuestra América.

 

Les compartimos el manifiesto de este encuentro.

 

Manfiesto

 

Santa Cruz, Riobamba, 12 de octubre de 2008

 

Nosotros y nosotras, como parte de la Iglesia popular, participantes del III Encuentro de Iglesia de los Pobres del Ecuador, seguidores del anuncio y la presencia liberadora de Jesús, inspirados en la palabra y la obra emancipadora de Monseñor Leonidas Proaño, motivados por las reflexiones de Marcelo Barros, y comprometidos con este tiempo de esperanzas y luchas populares por el cambio de las estructuras de injusticia; expresamos ante el país y el pueblo:

 

  1. La nueva Constitución abre algunos senderos para caminar en la dirección de la liberación. Amplía y garantiza derechos, crea mecanismos para reclamarlos y rescata el papel del Estado en la búsqueda de igualdad social y justicia verdadera. Tiene limitaciones pues no expresa todas las aspiraciones de cambio que anhela el pueblo.  El desafío es convertir esa letra escrita en palabra viva mediante la acción comprometida de las organizaciones para hacerla cumplir. Al caminar y aplicarla, iremos haciendo un sendero mejor.

 

2.  Mentían quienes decían que no había alternativas al neoliberalismo y aseguraban que la única vía para el desarrollo y bienestar de los pobres era mantener la misma sociedad y valores que nos oprimen desde hace siglos. Hay alternativas y son posibles. Lo que imaginaban y construían los pobres, a veces silenciosamente, en sus organizaciones, en su esfuerzo de resistencia, de solidaridad y de creatividad, ahora ha sido recogido, unas veces con más fidelidad y otras con menos, en las propuestas de los nuevos gobiernos de nuestra América Latina

 

  1. Las jerarquías de la Iglesia católica y de varias iglesias evangélicas no han estado a la altura de este momento de cambio y de esas esperanzas de transformación. En Ecuador, mientras el pueblo cristiano comprendió la oportunidad contenida en el Proyecto de nueva Constitución sometido a referéndum el 28 de septiembre pasado, las cúpulas la traicionaron. Como ciudadanos, pueden continuar del lado de los opresores y del orden que justifica las injusticias; pero no tienen derecho a manipular la fe del pueblo y pretender que su voz represente a la de todos los cristianos

 

Estamos vigilantes porque los desafíos del momento no se terminaron el 28 de septiembre. Sabemos que, en el fondo, enfrentamos la lógica perversa del capitalismo. Esa lucha es parte del Reino de Dios que tenemos que construir en unidad entre todos los movimientos populares. Confiamos en las personas, pero más fundamental es confiar en las comunidades, en los procesos y en las organizaciones. Si el cambio se fundamenta en la participación y protagonismo de los pobres, con su propia organización y su profunda autonomía, habrá más esperanza, seguridad, entusiasmo, compromiso y fidelidad en el camino. Todos juntos siempre somos más fuertes que cada uno.
https://www.alainet.org/fr/node/130295
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