Puertas que se abren

Cuba, OEA y América Latina

07/06/2009
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  • Opinión
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Se subsanó un error histórico proveniente de la Guerra Fría. Los países del continente deberán lograr una cooperación política que se adapte a los nuevos tiempos.

La tan esperada decisión de los 34 países miembros de la Organización de Estados Americanos (OEA) de anular la resolución que en 1962 expulsó a Cuba del sistema interamericano de naciones por fin se produjo. Cuba podría regresar pero para que ello ocurra, tendría que cambiar su régimen político; es decir traicionar su revolución.

Una pizca de justicia se coló en la Asamblea de la OEA, para la cual hasta hace unos días era una falta gravísima adscribirse al marxismo-leninismo como eligió la isla desde los años del Che Guevara.

Aun cuando el hecho de abrir las puertas a Cuba es un gran paso, los mismos miembros del OEA deberían darse una sería discusión que exprese en términos institucionales los cambios políticos que desde hace unos años se dan en América Latina. Si esto no ocurre, la OEA no sirve, ni servirá nunca y seguirá bajo la estricta vigilancia del Departamento de Estado estadounidense.

Para que llegara al acuerdo por consenso hubo arduas negociaciones en la ciudad hondureña de San Pedro Sula. La delegación de Estados Unidos pretendía poner condiciones a Cuba, esto es que adhiera a la Carta Democrática firmada en 2001 que establece que para ser miembro las naciones tienen que tener elecciones “libres”, respetar los derechos humanos y un sistema pluripartidario.

Entre los países que pedían un regreso sin condicionamientos estaban Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Honduras, que defendieron esa postura a rajatabla, con apoyo de la gran mayoría de los demás gobiernos del continente.

Finalmente Washington tuvo que ceder y dar consenso y acaso eso es lo novedoso de la XXXIX asamblea de la OEA: el poder de veto que ejercía Estados Unidos para cualquier idea que vaya contra los intereses, que históricamente se dio en el bloque, esta vez no pudo concretarse.

Sin embargo, la artimaña de la última parte de la cláusula que establece que “la participación de Cuba en la Organización de Estados Americanos será el resultado de un proceso de dialogo iniciado a solicitud del Gobierno de Cuba y de conformidad con las prácticas, propósitos y principios de la OEA deja abierta la puerta para enturbiar el proceso.

No está claro a que se refieren cuando se habla de “prácticas, propósitos y principios” de la OEA.

Pa
ra el secretario general de la OEA José Miguel Insulza la resolución que excluía a Cuba era un "trozo de chatarra" de la época de la Guerra Fría y que "todos ganan" con la decisión de derogarla. Aunque en seguida aclaró, más acorde con la visión de Washington: "no es que se le estén poniendo condiciones a Cuba, pero se le dice: ‘Mire, ahí tiene las mismas obligaciones y los mismos deberes que cumplir que cualquier otro país".

Cuba celebró la decisión pero reiteró que no tiene la intención de integrarse a un “ministerio de colonias yanqui". En una declaración oficial, el gobierno dijo que la derogación de esta expulsión supone "un día histórico y de reivindicación para los pueblos de nuestra América".

Desde distintos rincones del continente se saludó con beneplácito la caída de la resolución anti Cuba. En tanto desde Europa, el gobierno español celebró el acuerdo alcanzado en Honduras ya que “fortalece el diálogo interamericano y la superación de ciertos conflictos que surgieron en situaciones muy diferentes a las actuales”, aseguró el secretario de Estado para Iberoamérica del Ministerio de Exteriores, Juan Pablo de Laiglesia.

La OEA, que nació en 1948 como parte de la política estadounidense de alinear a lo que consideró su “patio trasero” a las políticas occidentales en los inicios de la Guerra Fría con la Unión Soviética, ha corregido un error, pero aun debe corregir varias materias históricas, al menos desde lo discursivo.

Sigamos las palabras de Martín Almada, Premio Nobel Alternativo de la Paz y descubridor de los "Archivos del Horror", del Plan Cóndor, orquestado por las dictaduras de la Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay en los años setenta.

“A la luz del ‘Museo de las Memorias’ de Asunción, Paraguay, específicamente en la ‘Sala de la Operación Cóndor’ se constata que la OEA nunca trabajo para fortalecer la paz y seguridad, consolidar la democracia, promover los derechos humanos, apoyar el desarrollo sostenible en América Latina. En esa Sala está colocado un mapa de América Latina donde se consigna que casi la totalidad de nuestros países fueron victimas de las intervenciones políticas, económicas, culturales y, sobre todo, militares estadounidenses .Todo esto ocurrió con la complicidad de la OEA…”.

En épocas más recientes esta organización se ha involucrado en temas regionales de las que debería estar exenta, como la discusión sobre la explotación los recursos naturales, una cuestión clave a la hora de posicionarse en el mundo. (Ver: “La OEA quiere tratar asunto energético”. APM 17/05/2006)


El mundo se pregunta si la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca y los aires de cambio serán realmente una nueva política de multilateralidad del país del norte, de respeto a la voluntad de los pueblos. Las señales de distender las relaciones con Cuba o los dichos de Obama en la semana que pasó sobre Irán y Palestina acerca de derechos soberanos y “nuevos comienzos” son hechos que más allá de las palabras, aun tienen mucho camino por recorrer. (Ver: “Las dos caras de Barack Obama”. APM 03/05/2009)

Pero sin perjuicio de que una novedosa forma democrática de hacer política, sin chicanas ni presiones gubernamentales o corporativas esté dando sus primeros pasos o no, lo que sí queda claro es que hacia adentro de América Latina el cambio de actitud ya se ha producido.

El cambio de época, sumado a la percepción de gobiernos de izquierda y centro izquierda que comprenden con claridad que el camino es la integración regional, configuran un escenario que hay que seguir consolidando si nuestros países quieren cambiar las realidades sociales y económicas de los latinoamericanos.

Como afirma el sociólogo argentino Atilio Borón lo que pasó en Honduras con Cuba y la OEA “es un síntoma de los grandes cambios que han tenido lugar en el panorama sociopolítico de América Latina y el Caribe en los últimos años y cuyo signo distintivo es la persistente erosión de la hegemonía norteamericana en la región”.

Seguir en ese camino de independencia cultural, política y económica es un camino posible. Con o sin la OEA.

Fuente: APM | Agencia Periodística del Mercosur | www.prensamercosur.com.ar
Facultad de Periodismo y Comunicación Social. Universidad Nacional de La Plata.

https://www.alainet.org/fr/node/134115
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