Crónicas del “campo” popular en Argentina
Aires de cambio con el gobierno
01/10/2010
- Opinión
Ese fue el aire que se respiró durante el pasado mes de septiembre en Argentina. Movimientos sociales de campesinos, pueblos originarios, pequeños productores y trabajadores rurales de todos los rincones del país confluyeron hacia Buenos Aires para participar de una nutrida agenda de actividades convocada tanto por los propios movimientos como por el gobierno nacional.
Demasiado bueno para ser cierto”, decían algunos participantes, desesperanzados por el avance del “agronegocio” que los expulsa y los mata.
“Las trasnacionales han volcado sus capitales a inversiones que tienen que ver con el territorio, los bienes naturales y la producción de alimentos. Se pone en mayor riesgo la vida campesina e indígena, y la humanidad entera. La soberanía alimentaria y la reforma agraria son dos ejes de lucha, que no deberían ser sólo de los movimientos campesinos, sino de toda la sociedad” , sintetizaba Diego Montón, miembro de la secretaría operativa del Movimiento Nacional Campesino Indígena (MNCI), en diálogo con la agencia de noticias Biodiversidad Latinoamérica, acerca de la agenda que se avecinaba.
Quizás la primer señal la dio el propio ministro de agricultura de la Nación, Julián Domínguez, en 2009, cuando aterrizó en la central campesina de Quimilí, del Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MOCASE) -integrante del MNCI- ante el requerimiento del movimiento durante la marcha por la Soberanía Alimentaria del 16 de octubre. En esa ocasión se interpeló a los funcionarios -que se llenaban la boca hablando de Soberanía Alimentaria- para que fueran a ver cómo vivían los campesinos.
Tras ese episodio, parece que “algo se conectó”. El MOCASE le entregó un documento propositivo para implementar un modelo con Soberanía Alimentaria en Argentina. Como es conocida la habilidad y “cintura política” del ministro, sus detractores creen que todo se trata de un simulacro. Sin embargo, poco tiempo después, el gobierno nacional lanzó el Plan Estratégico Agroalimentario y Agroindustrial Participativo y Federal 2010-2016 (PEA2), mediante el cual se convocó a todos los actores económicos, sociales, culturales y políticos para que en conjunto elaboren un Plan Estratégico a partir de una visión compartida de futuro.
La propuesta está teñida de un marco teórico-metodológico de “prospectiva”, también conocida como “futurología”. Según Gaston Berger, uno de los fundadores de esa disciplina, se trata de una ciencia basada en el método científico que estudia el futuro para comprenderlo y poder influir en él, configurando un escenario increíble de la política argentina, que invita a participar a la vez que sugiere un montón de dudas: “demasiado bueno para ser cierto”.
¿Será un simulacro participativo para continuar con el modelo? Por lo pronto, hay que decir que es distinto. La página web del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación está distinta, basta con visitarla.
Ante semejante propuesta, ¿qué pasó? El plan suena a plan quinquenal del gobierno de Perón. Se comenzó a hablar “Soberanía” (Alimentaria), una palabra muy querida por los peronistas, y de “Reforma Agraria” a la cual el presidente Perón se refería como “la vuelta al campo”.
Lo cierto es que no se puede dejar de participar. Si la “movida” sirve para la foto, los movimientos del “campo” popular deberían ir por más. El problema sería que no sirvieran para la foto.
El 9 de septiembre el MNCI dio una conferencia en el Congreso de la Nación. El 10 de septiembre, se efectuó el “Diálogo Nacional por la Reforma Agraria, la Soberanía Alimentaria y el Desarrollo Rural”, convocado por el Comité Internacional de Planificación para la Soberanía Alimentaria (CIP), la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y el MNCI. Participaron referentes de organizaciones de pequeños productores y el subsecretario de Agricultura Familiar y Desarrollo Rural, Guillermo Martini. El objetivo formulado es promover recomendaciones para el diseño de Políticas Públicas de acceso a recursos y desarrollo rural.
Del 11 al 14 de septiembre se realizó el “1º Congreso Nacional del MNCI” en una localidad cercana a la ciudad de Buenos Aires, que culminó con una caminata hacia la Plaza de Mayo acompañada por miles de participantes, sitio emblemático de las manifestaciones políticas en Argentina.
El 17 y 18 de septiembre se realizó en el Parque Peryra Iraola, ubicado entre la ciudad de Buenos Aires y La Plata, la “1º Feria Nacional de Semillas Nativas y Criollas”, en donde participaron la ministro de Desarrollo Social de la Nación, Alicia Kirchner, y su par de Agricultura, junto a cuatro mil productores y más de 500 organizaciones. El objetivo de la feria fue visibilizar a los pequeños productores del interior profundo de la Argentina para fomentar y fortalecer la agricultura familiar y campesina como uno de los caminos para alcanzar la Soberanía Alimentaria. Concurrieron más de 22 mil personas.
Son datos objetivos. Según información del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), existen todavía 220 mil establecimientos agropecuarios en Argentina que se pueden caracterizar como agricultura familiar y campesina.
Ocupan el 13,5 por ciento de la superficie productiva nacional, constituyen el 88 por ciento de los establecimientos que producen tabaco y algodón, el 86 por ciento de los que producen yerba mate, el 85 de los de caña de azúcar, el 83 de los de papa, el 78 de los de lechuga, el 75 de los de cebolla y acelga, el 72 de los de naranjas y tomates, el 70 de los de maíz, el 51 de los de manzanas, el 77 de los de cabras, el 47 de los de porcinos, el 20 de los de ovinos, el 30 de los de miel, el 46 de los de pollos, el 12 de los de gallinas ponedoras, el 13 de los de vacas lecheras y el 19 por ciento de los de vacas para carne. Esto surge de un estudio publicado por el Ministerio de Agricultura, Ganadería, Pesca y de la Nación, con datos revisados del Censo Nacional Agropecuario del 2002.
Son datos objetivos también que hoy hay “record” de producción de soja, que supera el 50 por ciento de la superficie cultivada, y que se vierten en Argentina anualmente más de 220 millones de litros de herbicidas –altamente cuestionados-, sólo para los cultivos de soja y maíz, en algo más de 22 millones de hectáreas.
El escenario no es fácil para los movimientos sociales, de un lado está el gobierno, y del otro lado, nada, o lo que es peor, la corporación mediática dominante auspiciada por los anunciantes del “agronegocio”. Ese escenario se repite en Latinoamérica, como en Brasil, en donde el Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) –con más de dos millones de campesinos organizados- mantiene una posición equidistante con el gobierno, aunque no francamente opositora, porque la alternativa es retroceso. ¿Cómo explicar un gobierno que mantenga negocios con las petroleras, pesqueras, telefónicas, mineras, y coquetee con el “agronegocio” embolsando regalías por la soja?
Finalmente, la agenda de septiembre fue una verdadera primavera para los movimientos sociales populares del campo. El Frente Nacional Campesino (FNC) que se creó el 17 de abril de 2008, en pleno conflicto del “lock out” patronal del campo y como contrapartida a la Mesa de Enlace integrada por la Sociedad Rural Argentina, las Confederaciones Rurales Argentinas, la Confederación Intercooperativa Agropecuaria Cooperativa Limitada y la Federación Agraria Argentina, no está tan alejado del MNCI, por lo que se puede esperar un verdadero campo popular unificado.
“Las trasnacionales han volcado sus capitales a inversiones que tienen que ver con el territorio, los bienes naturales y la producción de alimentos. Se pone en mayor riesgo la vida campesina e indígena, y la humanidad entera. La soberanía alimentaria y la reforma agraria son dos ejes de lucha, que no deberían ser sólo de los movimientos campesinos, sino de toda la sociedad” , sintetizaba Diego Montón, miembro de la secretaría operativa del Movimiento Nacional Campesino Indígena (MNCI), en diálogo con la agencia de noticias Biodiversidad Latinoamérica, acerca de la agenda que se avecinaba.
Quizás la primer señal la dio el propio ministro de agricultura de la Nación, Julián Domínguez, en 2009, cuando aterrizó en la central campesina de Quimilí, del Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MOCASE) -integrante del MNCI- ante el requerimiento del movimiento durante la marcha por la Soberanía Alimentaria del 16 de octubre. En esa ocasión se interpeló a los funcionarios -que se llenaban la boca hablando de Soberanía Alimentaria- para que fueran a ver cómo vivían los campesinos.
Tras ese episodio, parece que “algo se conectó”. El MOCASE le entregó un documento propositivo para implementar un modelo con Soberanía Alimentaria en Argentina. Como es conocida la habilidad y “cintura política” del ministro, sus detractores creen que todo se trata de un simulacro. Sin embargo, poco tiempo después, el gobierno nacional lanzó el Plan Estratégico Agroalimentario y Agroindustrial Participativo y Federal 2010-2016 (PEA2), mediante el cual se convocó a todos los actores económicos, sociales, culturales y políticos para que en conjunto elaboren un Plan Estratégico a partir de una visión compartida de futuro.
La propuesta está teñida de un marco teórico-metodológico de “prospectiva”, también conocida como “futurología”. Según Gaston Berger, uno de los fundadores de esa disciplina, se trata de una ciencia basada en el método científico que estudia el futuro para comprenderlo y poder influir en él, configurando un escenario increíble de la política argentina, que invita a participar a la vez que sugiere un montón de dudas: “demasiado bueno para ser cierto”.
¿Será un simulacro participativo para continuar con el modelo? Por lo pronto, hay que decir que es distinto. La página web del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación está distinta, basta con visitarla.
Ante semejante propuesta, ¿qué pasó? El plan suena a plan quinquenal del gobierno de Perón. Se comenzó a hablar “Soberanía” (Alimentaria), una palabra muy querida por los peronistas, y de “Reforma Agraria” a la cual el presidente Perón se refería como “la vuelta al campo”.
Lo cierto es que no se puede dejar de participar. Si la “movida” sirve para la foto, los movimientos del “campo” popular deberían ir por más. El problema sería que no sirvieran para la foto.
El 9 de septiembre el MNCI dio una conferencia en el Congreso de la Nación. El 10 de septiembre, se efectuó el “Diálogo Nacional por la Reforma Agraria, la Soberanía Alimentaria y el Desarrollo Rural”, convocado por el Comité Internacional de Planificación para la Soberanía Alimentaria (CIP), la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y el MNCI. Participaron referentes de organizaciones de pequeños productores y el subsecretario de Agricultura Familiar y Desarrollo Rural, Guillermo Martini. El objetivo formulado es promover recomendaciones para el diseño de Políticas Públicas de acceso a recursos y desarrollo rural.
Del 11 al 14 de septiembre se realizó el “1º Congreso Nacional del MNCI” en una localidad cercana a la ciudad de Buenos Aires, que culminó con una caminata hacia la Plaza de Mayo acompañada por miles de participantes, sitio emblemático de las manifestaciones políticas en Argentina.
El 17 y 18 de septiembre se realizó en el Parque Peryra Iraola, ubicado entre la ciudad de Buenos Aires y La Plata, la “1º Feria Nacional de Semillas Nativas y Criollas”, en donde participaron la ministro de Desarrollo Social de la Nación, Alicia Kirchner, y su par de Agricultura, junto a cuatro mil productores y más de 500 organizaciones. El objetivo de la feria fue visibilizar a los pequeños productores del interior profundo de la Argentina para fomentar y fortalecer la agricultura familiar y campesina como uno de los caminos para alcanzar la Soberanía Alimentaria. Concurrieron más de 22 mil personas.
Son datos objetivos. Según información del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), existen todavía 220 mil establecimientos agropecuarios en Argentina que se pueden caracterizar como agricultura familiar y campesina.
Ocupan el 13,5 por ciento de la superficie productiva nacional, constituyen el 88 por ciento de los establecimientos que producen tabaco y algodón, el 86 por ciento de los que producen yerba mate, el 85 de los de caña de azúcar, el 83 de los de papa, el 78 de los de lechuga, el 75 de los de cebolla y acelga, el 72 de los de naranjas y tomates, el 70 de los de maíz, el 51 de los de manzanas, el 77 de los de cabras, el 47 de los de porcinos, el 20 de los de ovinos, el 30 de los de miel, el 46 de los de pollos, el 12 de los de gallinas ponedoras, el 13 de los de vacas lecheras y el 19 por ciento de los de vacas para carne. Esto surge de un estudio publicado por el Ministerio de Agricultura, Ganadería, Pesca y de la Nación, con datos revisados del Censo Nacional Agropecuario del 2002.
Son datos objetivos también que hoy hay “record” de producción de soja, que supera el 50 por ciento de la superficie cultivada, y que se vierten en Argentina anualmente más de 220 millones de litros de herbicidas –altamente cuestionados-, sólo para los cultivos de soja y maíz, en algo más de 22 millones de hectáreas.
El escenario no es fácil para los movimientos sociales, de un lado está el gobierno, y del otro lado, nada, o lo que es peor, la corporación mediática dominante auspiciada por los anunciantes del “agronegocio”. Ese escenario se repite en Latinoamérica, como en Brasil, en donde el Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) –con más de dos millones de campesinos organizados- mantiene una posición equidistante con el gobierno, aunque no francamente opositora, porque la alternativa es retroceso. ¿Cómo explicar un gobierno que mantenga negocios con las petroleras, pesqueras, telefónicas, mineras, y coquetee con el “agronegocio” embolsando regalías por la soja?
Finalmente, la agenda de septiembre fue una verdadera primavera para los movimientos sociales populares del campo. El Frente Nacional Campesino (FNC) que se creó el 17 de abril de 2008, en pleno conflicto del “lock out” patronal del campo y como contrapartida a la Mesa de Enlace integrada por la Sociedad Rural Argentina, las Confederaciones Rurales Argentinas, la Confederación Intercooperativa Agropecuaria Cooperativa Limitada y la Federación Agraria Argentina, no está tan alejado del MNCI, por lo que se puede esperar un verdadero campo popular unificado.
APM | Agencia Periodística del Mercosur | www.prensamercosur.com.ar/apm/
Facultad de Periodismo y Comunicación Social. Universidad Nacional de La Plata.
https://www.alainet.org/fr/node/144641?language=en
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