La indignación no sale por la tele
Y los estadounidenses se pusieron cabreros
10/10/2011
- Opinión
Se sumaron a las protestas que ya vienen registrándose en Chile, España, Grecia, Portugal e Inglaterra. Mientras tanto, los grandes medios de comunicación se mantienen en silencio.
Mientras los grandes medios de comunicación estadounidenses ocultan a los “indignados” de Nueva York, las autoridades ven al movimiento Occupy Wall Street como una amenaza real que debe ser extirpada.
Así, en las tres semanas que lleva el acampe en el Zuccotti Park -cercano a Wall Street y epicentro de la protesta- la policía de Nueva York ya ha reprimido violentamente dos movilizaciones y detuvo a unos 780 manifestantes.
Si bien la mayoría de los detenidos recuperaron la libertad, deberán presentarse ante el juez, en un periodo no mayor a 30 días, debido a que quedaron imputados bajo los cargos de escándalo público y obstaculización del tráfico.
Pero a pesar de la gravedad y magnitud de los hechos, los principales medios evitan hacer referencia al tema, o le dedican pequeños espacios. “Los medios de comunicación no están divulgando, por ejemplo, las protestas en el puente Brooklyn”, declaró a Telesur el activista Carlos Quiroz.
Ante este panorama, los “indignados” estadounidenses decidieron crear su propio “multimedio”.
Con el apoyo de Naomi Klein, y donaciones por 13 mil dólares, Occupy Wall Street decidió publicar un diario, “The occupied Wall Street Journal”, para difundir sus actividades. El periódico se suma al canal de televisión que el movimiento transmite las 24 horas vía Internet.
Además de Klein, el movimiento recibió el apoyo de otros intelectuales, como el documentalista y escritor Michael Moore y el lingüista y analista político Noam Chomsky.
“La gente está reclamando por su futuro. No su pasado, ni siquiera el presente: es el futuro lo que ha sido robado. Así de codiciosos son los de Wall Street”, enfatizó Moore.
Por su parte, Chomsky señaló que “cualquiera que tenga los ojos abiertos sabe que el gangsterismo de Wall Street –y de las instituciones financieras en general – ha causado daños severos al pueblo norteamericano y al mundo”.
Si bien el acampe en Zuccotti Park comenzó el 17 de septiembre, la idea había sido concebida unos meses antes: en julio el grupo canadiense anticonsumista Adbusters planteó ocupar Wall Street, propuesta a la que se sumó el grupo hacktivista Anonymous.
Inspirados en la Primavera Árabe, en los indignados españoles, y en las marchas de los estudiantes chilenos, los Occupy Wall Street demandan, principalmente, la regulación de los mercados, el reparto equitativo de la riqueza, la avaricia empresarial y una economía al servicio de las personas.
Al igual que en Egipto y España, tanto los correos electrónicos, como las redes sociales Facebook y Twitter, cumplieron un rol fundamental para congregar a los activistas.
Sin embargo, durante los primeros días, los usuarios del correo electrónico de Yahoo fueron censurados al no poder enviar mensajes en los que se nombraba la protesta en Wall Street.
Ante el intento de enviar un mensaje en el que se hacía referencia a Occupy Wall Street, el sistema anunciaba: “Su mensaje no ha sido enviado. Su cuenta de usuario está asociada con una actividad sospechosa”. Los responsables de Yahoo alegaron desconocer que los mensajes eran bloqueados.
Pero a lo que comenzó como una congregación de unos cientos de activistas en Nueva York, pronto se sumaron estudiantes, inmigrantes, diversas organizaciones sociales, como la Asamblea General de Nueva York y algunos sindicatos, como el de los trabajadores del transporte.
Además, las concentraciones comenzaron a extenderse a otras ciudades importantes de Estados Unidos, como Washington, San Francisco y Boston, y recibieron el apoyo de los “indignados” españoles y de organizaciones que surgieron en Berlín, París, Atenas, Londres y Ámsterdam, entre otras ciudades.
Los coletazos de la explosión de la burbuja inmobiliaria continúan provocando graves cimbronazos tanto al interior de Estados Unidos como en la zona euro: Grecia al borde del default, España y Portugal llevan adelante feroces ajustes, y Estados Unidos, al borde de la cesación de pagos y aplicando ajustes, con 14 millones de desocupados, 45 millones de pobres y 50 millones sin seguro médico.
Ante esta situación desoladora, creada por banqueros, especuladores, fondos buitres y las calificadoras de riesgo, y fomentada y apañada por los respectivos gobiernos, son los pueblos los que pagan la fiesta de unos pocos.
Frente a estos hechos mundializados queda la profunda sensación de que la cuestión apenas acaba de comenzar, que de sus derivaciones surgirá otro mundo muy distinto y que, como en todo nacimiento, existe la duda de saber cómo será lo que sea que nazca.
Agencia Periodística de América del Sur (APAS)
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