La inconsistencia moral del imperio
12/01/2012
- Opinión
El Imperio a través de sus recaderos se enreda cada vez más en su propia infamia e hipocresía lo que a pesar de su poderío lo sitúa en una posición despreciable.
Entre 1946 y 1948, algunos de sus médicos al estilo nazi, pagados quizá por alguna transnacional farmacéutica protegida bajo su gobierno de ese entonces, escogió a mi país Guatemala, como campo de experimentación en sus ciudadanos más vulnerables y marginados (niños, ancianos, mujeres, enfermos mentales, prostitutas, vagabundos, soldados, etcétera). Por supuesto, todos provenientes de las clases bajas, realizándoles inoculaciones de enfermedades de transmisión sexual sin su conocimiento, mucho menos autorización y en contubernio de algunos profesionales locales.
Muchos de esos inoculados murieron sin saber los efectos de dichas experimentaciones; otros acarrearon solos o junto a sus familias el calvario de dichas secuelas. Para ellos, el informe de una injusticia llevada a cabo contra ellos solo fue conocida poco más de medio siglo después. ¿Cuántas más habrá por allí reposando o pudriéndose en archivos y cajones ennegrecidos por el tiempo y la impunidad?
Lo que si es inocultable es que ésta es una muestra más de las graves violaciones a los derechos humanos reconocidas por el mismo gobierno gringo a través del propio presidente Obama cometidas en contra de sus propios ciudadanos y de otras naciones del mundo en el transcurso del tiempo. Con la mayor impunidad del caso matizada por la soberbia del que se cree con derecho a hacerlas e intocable si es descubierto como en el presente caso. No obstante, esa insolvencia es la que está llevando a ese país que una vez quiso erigirse en el faro del mundo al precipicio de la impudicia cavado por ellos mismos. Como dice la Biblia, el perro vuelve a su vomito.
La demanda que el estado guatemalteco ha interpuesto ante el gobierno norteamericano, según últimas noticias, ha sido desestimada por funcionarios de aquel, quienes en una arrogante postura han expresado: “Presentamos una moción de sobreseimiento de la corte federal del Distrito de Columbia”. Como si un juececillo de una de sus cortes locales tuviera el poder de ejercer jurisprudencia global con su veredicto. Como si estas violaciones similares a las realizadas por los criminales nazis y por las cuales fueron ejecutados a raíz de los juicios de Nüremberg, tendrían que ser conocidas solo por sus tribunales locales gringos y desestimadas por ellos sin el consiguiente castigo hacia los ejecutores directos y hacia sus financistas. ¡Racismo puro! ¡Desgarbo y cinismo!
El estado de Guatemala debe llevar el caso a instancias penales internacionales y con ello colaborar para que el estado de derecho internacional sea cumplido por todas las naciones sin excepción alguna. Porque, precisamente por esa permisividad es que los rufianes alrededor del mundo, especialmente los que se esconden tras un cargo importante de sus respectivos gobiernos y trajes caros, o tras el poderío armamentista y económico de sus respectivos países, nos han llevado a soportar violaciones flagrantes de los derechos de ciudadanos de diversas naciones socavando la misma democracia que dicen pregonar pero que en la práctica la han convertido en vacua e infuncional.
De Estados Unidos, por ésta y muchas transgresiones más de lesa humanidad, no solo debemos esperar sus obligadas disculpas sino una indemnización hacia las víctimas directas de sus atropellos y al Estado guatemalteco. Pero no solo indemnización debe pedir el Estado de Guatemala en representación de sus ciudadanos directamente afectados y el grueso de su población, sino juicio a los que aún estén vivos y hayan cometido dichos crímenes o los que se hayan enriquecido como consecuencia de esas investigaciones. Esto, con el objetivo de que sirva de referente a futuras sanciones para cualquiera que las lleve a cabo alrededor del planeta.
Criminales de guerra han existido alrededor del globo. A algunos se les ha juzgado pero otros permanecen regodeándose en la impunidad que les ofrecen sus respectivos gobiernos, especialmente en las esferas imperiales. Y, Estados Unidos y sus cómplices europeos y sionistas en los últimos tiempos se han embarrado en el incumplimiento del cuadro elemental del estado de derecho. Eso no solo fomenta el odio hacia ellos por parte de ciudadanos de otras latitudes por la impunidad con que cometen sus correrías sino fomenta las guerras al querer imponer su gobierno mundial soslayando las violaciones y genocidios que cometen sus huestes soldadescas y administrativas al tratar de hacerlo. Ello, ha agudizado el peligro de guerra hacia la humanidad entera y la anarquía que se ha extendido inconmensurablemente por el globo con el único objetivo, que se vuelve por ello espurio, de querer mantener un estado de acumulación desmedida y derroche irracional que por lo mismo es insostenible ya.
Asimismo, ha insuflado un proceder peligroso que ya se ha echado a andar a través de los secuestros de ciudadanos extranjeros en diversos puntos del planeta llevándolos a otras latitudes para su interrogatorio en los famosos vuelos de la muerte de donde regresan con secuelas psicológicas o ya no regresan; las cárceles clandestinas en diferentes países auspiciadas por el Imperio y sus secuaces y las públicas como las de Guantánamo y Abu Grahib donde se llevaron y llevan a cabo torturas violando los preceptos más elementales del derecho internacional. Eso sin contar los operativos de la misma naturaleza llevados a cabo en América Latina, África y Asia en otros tiempos y en los presentes.
Cuando veamos a los Kissinger, a los Bush, padre e hijo, a los esposos Clinton, a los Rumsfeld, a los Netanyahu, a los Sarkozzy, a los Blair y los Gordon, a los Aznar, a los Obama y otros muchos más que han hecho negocios a costa del sufrimiento, las lágrimas y el asesinato de millones de personas en el mundo, en el banquillo de los acusados por crímenes de lesa humanidad, ésta empezará a respirar tranquila sabiendo que una nueva era ha llegado.
Mientras la injusticia y la mentira que son los padres de la barbarie sigan prevaleciendo hoy en nuestra tierra, los pueblos, seguirán sufriendo bajo su tiranía. Por ello, es necesario trabajar unidos por la razón. Esa que nos impele a saber que la humanidad, la solidaridad, la verdad y la justicia son las que tiene que predominar sobre los instintos más primitivos del ser humano que al contemplar los inventos más novedosos creímos haber dejado atrás. Sin embargo, el capitalismo con su forma de incitar el egoísmo y el individualismo, la guerra y el saqueo, los exacerba cada vez más. De seguir en esta espiral permitiremos que el ser humano retroceda a estadios ya superados miles de años atrás.
La preconización de Rosa Luxemburgo: “Socialismo o barbarie”, está en plena vigencia. De nosotros depende revertir el proceso de su exaltación.
- Lic. Carlos Maldonado es economista y profesor de Historia por la Universidad de San Carlos de Guatemala, integra el Colectivo “La Gotera”
https://www.alainet.org/fr/node/155195?language=es
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