Breve crónica de la nueva y esperada ofensiva atómica española
30/01/2012
- Opinión
Estaba cantado: Santa María de Garoña, la central nuclear más antigua de España, lleva activa desde marzo de 1971, no se va a cerrar en 2013. Las discrepancias y vacilaciones de varios gobiernos Zapatero, las fuertes presiones de la empresa propietaria y del lobby nuclear en su conjunto, los intereses económicos en juego, el menosprecio generalizado a todo lo que tenga que ver con la verdad y la seguridad de la ciudadanía, la abonada apuesta por caminos energéticos trillados, la ciega mirada y nula reflexión ante lo sucedido en Fukushima, la manipulación de los trabajadores y trabajadoras de la central, el golpeo de la crisis en nudos críticos del movimiento obrero y antinuclear, la eléctrica y casi inconmensurable fuerza de las eléctricas hispánicas, así parecían indicarlo.
Se han confirmado, pues, los peores propósitos. Un ejemplo de la inalterada e inalterable cosmovisión atómica de Nuclenor, más allá de hechos, teorías, críticas, accidentes y hecatombes, es el anuncio que puede verse en la página web de la empresa: “¿Nucleares? No podemos prescindir de la fuente de energía con el coste más bajo” [1]. ¡No podemos! Como han leído. La nuclear sigue siendo para ellos la energía barata, segura, limpia, pacífica, sofisticada, ecológica y sin (apenas) externalidades de siempre. Los tiempos atómicos no cambian. Se siguen y nos quieren seguir meciendo con cuentos.
El ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, poco puesto según se cree hasta el momento en estas temáticas, al enérgico dictado de los intereses del lado oscuro y oculto de la industria nuclear, para eso está donde está, confirmó el pasado 2 de enero la intención del Gobierno Rajoy “de que la central nuclear de Santa María de Garoña siga operando más allá de lo que pretendía el anterior Gobierno socialista” [2]. Lo ha hecho durante su intervención en el acto de toma de posesión de su cargo de la nueva delegada del Gobierno en Canarias. Allí aseguró que tiene la "voluntad y la intención" de revocar la orden del cierre de Garoña a 2013. La misma fecha del supuesto cierre –2013, tras las elecciones legislativas, fueran éstas anticipadas o no- ya daba pie de a todo tipo de cábalas.
Soria habló de que estaba establecido que la planta continuara produciendo energía hasta 2019, casi cincuenta años. ¿Dónde estaba establecido tal plazo? Aseguró que actuará de acuerdo con el CSN, del Consejo de Seguridad Nuclear, que es quien, señaló, “debe especificar si la planta está en condiciones de continuar con su actividad”. Sabido es que el CSN no puede tomar condiciones positivas sobre la continuidad de una central, que es ésta una tarea gubernamental, y que el CSN (con perdón o incluso sin él) hace años que actúa como un elemento más del entramado nuclear español. De sus cinco miembros, dos son del PP y uno de CiU; los nucleares son mayoría. Los dos miembros del PSOE no lucen por su oposición a la industria atómica.
Soria quiso dejar claro que la decisión –que ya está tomada, sólo falta anunciarla en un próximo consejo de Ministros- no supone que el PP se haya planteado acabar con la moratoria de la energía nuclear ni que se construyan nuevos reactores nucleares. ¿No, seguro que no? Demos tiempo al tiempo. La vida política suele darnos sorpresas. Añadió Soria que el presidente del Gobierno había dicho que España "no puede prescindir de ninguna fuente energética”. De ninguna y, mucho menos, de fuentes limpias que tienen "amortizadas sus instalaciones".
Lo de limpias, antes o después de Fukushima, es simplemente una infamia, otra más en el largo catálogo. Lo de que tengan “amortizadas sus instalaciones”, esta vez sí, señala el núcleo esencial del asunto: los enormes beneficios privados que va a generar la prolongación de la actividad de la central hasta 2019 o hasta…
Una duda: ¿no estábamos al dictado del gobierno de Frau Merkel y sus sabias y eficaces decisiones económicas? ¿Las normas germanas están vetadas cuando nos adentramos en el mundo eléctrico-nuclear? ¡Qué barrigón y que tesón, don Nuclenor!
PS. No es totalmente ajeno a todo lo anterior, un tecno-cientificismo extendido que lleva a afirmaciones como las siguientes, salidas en este caso de la pluma de un catedrático de lógica, informado donde los haya, que se ha movido como pez sin peligro de extinción en las profundas y densamente pobladas aguas neoliberales del PSOE.
En estos días de cambios de gobierno y de calendario, ha escrito Miguel A. Quintanilla [2], “se han producido tres noticias inquietantes, relacionadas con política científica. Una mala, muy mala, otra de significación ambigua y otra sorprendente. […] La noticia de significación ambigua es que se haya suprimido el Ministerio de Ciencia e Innovación. Es mala si se interpreta como un signo más de la consideración que el gobierno de Rajoy tiene por la ciencia y la tecnología. Pero, por otra parte, situar la responsabilidad política de la ciencia en el nuevo ministerio de Economía y Competitividad puede resultar un experimento interesante. Nunca le ha ido mal a la ciencia cuando se ha visto apoyada por la economía (algún día habrá que recordar los efectos del tándem Cabrera-Solbes en la primera legislatura de Zapatero). Todo dependerá de la relevancia, capacidad y entusiasmo que demuestren los nuevos responsables de la política científica” [la cursiva es mía]. ¿Nunca le ha ido mal a la ciencia cuando se ha visto apoyada por la economía? ¿Nunca? ¿Esta es la forma adecuada de expresarse por parte de un lógico y epistemólogo que conoce muy bien la historia de la ciencia de los últimos siglos? ¿Ciencia y economía capitalista como aliadas afables, unidos de la mano hasta la hecatombe final? Vivir para ver.
Notas:
[3] M. A. Quintanilla, “El futuro de la investigación”. http://blogs.publico.es/delconsejoeditorial/2051/tecnocracia-y-politica/
https://www.alainet.org/fr/node/155559?language=en
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