Cómo afrontar el reto de controlar nuestra economía
14/01/2015
- Opinión
Lo descrito en el anterior artículo hay que tenerlo muy presente ahora cuando, gracias a la abrupta y sostenida disminución de los precios del petróleo, está sobre el tapete la urgente necesidad del desarrollo industrial y agrícola de nuestro país.
Existen condiciones objetivas muy favorables para alcanzarlo.
En primer término, tenemos una población que supera los treinta millones de habitantes que necesita vestirse, calzarse, alimentarse, asearse, divertirse, etc. y que constituye una gigantesca demanda que, con una correcta política de industrialización garantizaría el establecimiento y desarrollo de las industrias que se creen a tal fin.
Mercado de consumo que se puede ampliar para impulsar una política exportadora con la sabia decisión tomada por Chávez de ingresar al Mercosur.
Poseemos cuantiosos recursos naturales que pueden alimentar y sostener políticas ambiciosas de industrialización, como el agua, la energía, minerales valiosos, etc.
Asimismo, el país cuenta con importantes nichos de su actividad económica que pueden servir de pivotes para el establecimiento y crecimiento de actividades industriales, agrícolas y pecuarias.
Veamos el caso de la educación. Hay un mercado de más de una decena de millones de estudiantes a todos los niveles que demandan cada año millones de lápices, cuadernos, uniformes, libros de textos, computadoras, zapatos, etc. etc. y decenas de miles de sedes educativas que requieren de un constante re-equipamiento para reemplazar y reparar pupitres, pizarrones, lámparas, pintura, impermeabilización, etc.
Detrás de cada necesidad hay una industria en potencia.
El caso de la fuerza Armada es muy similar.
Otros ejemplos constituyen lo que en los países desarrollados se conocen como las industrias locomotoras, a saber, la construcción de viviendas y la automotriz.
En la primera, aparte del personal necesario para edificarlas, está todo el insumo necesario, como cemento, cabillas, cables de electricidad, tuberías de aguas negras y blancas, ascensores, etc., etc. Y una vez habitadas, nace la demanda de bienes y servicios del hogar, como las llamadas líneas blanca y marrón, los muebles, las lámparas, antenas de tv, etc.
Por ejemplo, el gobierno anunció recientemente la importación de techos chinos para la Misión Barrio Tricolor. Ellos pudieron haber sido fabricados en nuestro país, proporcionando trabajo y ahorrando divisas.
Igual sucede con la industria automotriz, con vehículos para particulares, carga y transporte. Tanto para el ensamblaje, y porque no, para la posible construcción de algunos modelos adaptados a nuestro medio. La experiencia del modelo Tiuna marca un ejemplo.
Cada vehículo nuevo lleva incorporado infinidad de partes que pueden ser manufacturadas localmente. Y una vez en circulación, esos vehículos crean una demanda enorme de repuestos y accesorios, como cauchos, baterías, correas, etc., amen los servicios conexos.
Se tiene pues, un horizonte amplio para el establecimiento de un poderoso parque industrial, primero para el mercado nacional y luego para la exportación, en base al conocimiento y a la experticia adquirida, y que Venezuela pueda alcanzar así lo que Chávez denominó país potencia.
Con una gran ventaja, el poseer recursos petroleros y de gas permite, además de una energía barata, disponer de recursos tanto para la inversión, como del tiempo suficiente para ir desarrollando una industrialización planificada sin angustias ni precipitaciones.
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