Poder político versus poder económico: ¿Quién manda a quién?
- Opinión
Año 2004. Donald Rumsfeld era Secretario de Defensa (o de Ataques) del gobierno de Estados Unidos. Por entonces, G. Bush había encontrado un nuevo enemigo para reafirmarse como presidente del mundo, pero ahora no era el dragón del comunismo mundial ni los dueños de su petróleo germinado en otras tierras, sino que un virus, el virus responsable de la gripe Aviar. Por eso, esta vez no salvarían al mundo inyectando plomo en las heridas en nombre de la democracia o la libertad, sino que a través de un fármaco llamado Tamiflu.
Misteriosamente, D. Rumsfeld era directivo desde hace 20 años del laboratorio Gilead Sciences, la firma con sede en California que fabrica y tiene los derechos de Tamiflu. De bien poco sirvió el Tamiflu repartido en las Farmafias del mundo, lo que si sirvió fue el miedo: el valor de las acciones de Gilead Sciences aumentaron en un 807%, y las ganancias de la compañía pasaron de 254 millones el 2004 a más de 1.000 millones el 2005.
¿Quién manda?, ¿el político o el ventrílocuo que le financia la campaña?...
Como vemos, esta trenza entre políticos y corporaciones privadas no es nada nuevo, ni en Chile ni en el mundo. Lo nuevo es que ahora tenemos acceso a la información. En Chile, y como ya sabemos, una derecha mendigaba a PENTA y la otra a SQM. Sabíamos que Orpis era senador de la UDI, ahora también sabemos que era trabajador a sueldo de Corpesca, la pesquera del grupo Angelini. Insunza trabajaba para Antofagasta Minerals, la minera de Luksic. En fin, la lista es larga.
Más allá de ser campañas, pre-campañas o cualquier subterfugio conceptual, los candidatos necesitaban dinero para financiar el proceso electoral que luego les entregará el poder para decidir en nombre del bien común o el bien de las empresas que les financian el marketing. Eso es evidente. También es evidente que Georgio Martelli no hacia aparecer el dinero de la nada, se lo conseguía a cambio de favores. Al igual como la UDI con PENTA.
Más allá de los detalles en cada una de estas transacciones, le pregunta es: ¿Quién manda?, ¿el político o el ventrílocuo que le financia la campaña?…
Si: el poder económico es el que manda. Pero el poder económico no es algo vacío; está compuesto por seres humanos. En Chile, estos tipos tienen diferentes rutas para entrar a las más altas esferas del poder: haberse beneficiado del saqueo al estado en dictadura (estilo Ponce Lerou), militar en un partido político y esperar a que les asignen algún cargo público (estilo Peñailillo) o ser ex alumno de algún colegio precordillerano y encontrar entre los amigos el “pituto” perfecto que te convierta en Controlador de alguna empresa trasnacional.
Nos tropezamos con un concepto clave: el Controlador, que si que tiene bien puesto el nombre. Ellos son los que controlan los capitales de las grandes trasnacionales, que violan la soberanía de los Estados, que no responden ante ningún poder, que entran como fantasmas en los países proponiendo privatización o muerte. Son responsables de un proto gobierno mundial privatizado, en terminología de Naomi Klein.
Hace poco Wikileaks filtró información sobre un acuerdo en comercio de servicios llamado TISA (Trade in Services Agreement). Acuerdo que incluye a 24 países, incluyendo la Unión Europea, EE.UU y Chile. Éste promueve la liberalización a escala global del comercio. Por eso, y según Wikileaks, TISA limitará el derecho de los gobiernos a legislar normas más estrictas en términos medioambientales, centrales eléctricas, licencias de telecomunicaciones, etcétera. Además, el tratado obligaría a los gobiernos a ofrecer información de utilidad para las empresas. Panorama perfecto para las corporaciones y sus Controladores.
Surgen muchas preguntas, como el nivel de poder y penetración de las corporaciones y su invisibilidad para responder ante instituciones políticas, o el valor actual de nuestra democracia, considerando que nos vemos obligados a depender de Wikileaks para conocer lo que están haciendo nuestros gobiernos. Recordemos que el caso PENTA salió a la luz por el berrinche de Hugo Bravo, tras lo cual nació todo el caso SQM. Si no fuera por ese señor, todo seguiría tan normal como siempre.
Y más preguntas: ¿cómo mantener el equilibrio macroeconómico sin convertirse en un títere de las trasnacionales?, -más aún en un país que consume como el primer mundo, pero que produce como el noveno-, ¿cómo mantener la soberanía sin entrar en crisis económica?, ¿cómo integrarse al mundo sin convertirse en esclavos?…
Tal vez, resulte necesario hacer más política, repensando el modelo de desarrollo o los alcances de nuestra democracia, por ejemplo. Porque la política es la única instancia capaz de controlar el caos de la economía. El gobierno de Ecuador, por ejemplo, expulsó a la compañía Chevron de su país y Bolivia hizo lo propio con Mc Donald, los primeros por envenenar con petróleo las selvas vírgenes y los segundos por disfrazar al plástico de hamburguesas.
Rosa Luxemburgo, profeta de estos tiempos, escribió: “La libertad sólo para los partidarios del gobierno, sólo para los miembros de un partido, por numerosos que ellos sean, no es libertad. La libertad es siempre libertad para el que piensa diferente”… “Sin elecciones generales, sin una libertad de prensa y una libertad de reunión ilimitadas, sin una lucha de opiniones libres, la vida vegeta y se marchita en todas las instituciones públicas, y la burocracia llega a ser el único elemento activo”.
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