Posibilidades y precauciones
- Opinión
La posibilidad de un acuerdo de la Unión Europea–Mercosur no sólo es uno de los temas que más tiempo lleva en su etapa de negociación, sino que, después de la cuestión de los fondos buitre, es uno de los que más expone los intereses económicos en juego y el rol de los sectores de poder que hoy hegemonizan en el mundo. La esencia del capitalismo es la extensión de sus mercados para poder ubicar los productos de los países centrales. Esto se exacerba frente a la irrupción de los BRICS y la expansión de China. Entonces más que nunca, Estados Unidos y su aliado Europa necesitan disponer de América Latina como un lugar para aplicar esa práctica.
Las negociaciones UE-Mercosur están dentro de esa lógica, que pone al libre comercio como el eje sobre el cual se pretende vertebrar las mismas. El libre comercio, crudamente, es la posibilidad de que los países más desarrollados le vendan productos manufacturados o tecnológicos a los menos desarrollados, a los que sólo les queda exportar sus productos básicos. Ya en noviembre de 2009 los empresarios argentinos que participaron de un cónclave realizado en Portugal advirtieron que "los europeos piden apertura total, pero ofrecen poco a cambio".
Los medios de comunicación que en América Latina son funcionales a esos intereses han montado una campaña mostrando a la Argentina como un obstáculo, que estaría entorpeciendo la concreción de los acuerdos. En la reunión de Bruselas, efectuada durante el corriente mes, llegaron a consultar a la propia presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, sobre la actitud de nuestro país, lo que motivó que la mandataria afirmara que "Argentina es un gran socio nuestro" y que "los acuerdos bilaterales pueden ser difíciles para cualquier país, o cualquier región". "No es banal hacer un acuerdo comercial", afirmó, quitando así dramatismo a la situación.
Argentina ha venido sosteniendo que los acuerdos no pueden efectivizarse a costa del desarrollo industrial y tecnológico que ha alcanzado nuestra nación en los últimos años. Con exportaciones que no sólo están basadas en commodities, sino en productos con valor agregado. La región debe preocuparse en continuar con el desarrollo industrial que genere un ingreso en la población que permita tener un mercado interno propio y no que esa mejora sea utilizada por un mercado potencial de venta de los países más desarrollados.
Estos hechos permiten, también, poder analizar con mayor claridad cómo se estructuran los escenarios políticos y las contradicciones en los espacios donde prima la geopolítica. En esos marcos, es interesante ver cómo una definición macroeconómica en un sentido o en el otro (librecomercio o defensa de la producción nacional) tomada en Bruselas, puede impactar en la vida cotidiana de la gente, en los niveles de empleo, en el fortalecimiento o destrucción de las pymes. Ya sea esto en el conurbano o el interior de cualquier provincia.
Esto es lo que está en el fondo del debate y en la actitud de nuestro país. Otra muestra de la decisión de mantener una política internacional basada en la autonomía en la toma de decisiones y en la soberanía económica, por parte del gobierno nacional.«
27 de Junio de 2015
- Oscar Laborde es Director de IDEAL-CTA y Dirigente del Frente Transversal
Publicado en Tiempo Argentino.
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