Procesos revolucionarios, intelectuales orgánicos e intelectuales tradicionales
- Opinión
I Discurso de Álvaro García Linera, procesos revolucionarios en América Latina
Los procesos revolucionarios que se dan en América Latina se defienden solos, a través de los logros, que en todas las órdenes, desarrollan para sus pueblos. Sin embargo, hay la necesidad, surgida igualmente en todos los procesos revolucionarios históricamente conocidos en el mundo, de dar la batalla en el campo de las ideas. Álvaro García L. lo puntualiza, cuando afirma la urgencia de derrotar al enemigo de clase también en este campo.
No solamente debatir teóricamente, sino vencerlos y de esta forma, no dejar que su influencia gane terreno, ante los sectores populares. Estamos en pugna, pues, contra quienes situándose ellos mismos en el “limbo de la izquierda “y desde el balcón teórico, pretenden, sin arriesgar solo el prestigio, arrebatar la influencia de las masas, que se movilizan por sus derechos y reivindicaciones, apoyando a los gobiernos revolucionarios en nuestro continente, sobran los ejemplos.
Recientemente en Ecuador, en el marco de la reunión de cerca de 60 partidos y movimientos revolucionarios de diversos países, en el II Encuentro Latinoamericano Progresista (ELAP) 2015, EL 29 de septiembre en Quito, Ecuador, tuvo lugar la “magistral” intervención del vicepresidente de Bolivia, el compañero Álvaro García Linera.
Pienso que la conferencia no solamente fue magistral, sino que, como acostumbra en sus presentaciones a lo largo de estos años, fue una lección de pedagogía revolucionaria, exposición sistemática de la dialéctica con que se desarrollan los movimientos revolucionarios de hoy, en nuestra América.
Fue una exposición didáctica y dialéctica, de aproximadamente diez tesis fundamentales. Desde el punto de vista teórico, marxista, que nos ayuda a explicarnos lo que ocurre en nuestro continente, con sus diversos procesos de liberación, en aspectos unitarios y en su diversidad. Lo general que los une, en su diversidad de aplicaciones, de acuerdo a las particulares realidades que enfrentan, con denominadores comunes, como la dependencia, el desarrollo, el enfrentamiento al imperio y sus respectivas burguesías, la lucha, conciencia y organización de sus pueblos, los niveles de participación. En cierta medida la respuesta de sectores minoritarios de izquierda, que tienen rasgos comunes y que en su accionar le hacen el juego a los enemigos de los procesos revolucionarios, aunque quizás, no lo piensen así, los intelectuales de “pacotilla” como los califica AGL, y que tomando a Gramsci, serían los intelectuales tradicionales, que en la práctica lo que les importa es jalar agua al molino de la contrarrevolución. Hay que recordar que en la política, nada ocurre por casualidad.
La exposición, no solamente fue testimonial, sino que tiene el mérito de ser hecha, por quien juega un rol protagónico en el momento actual. Uniendo la teoría y la acción, la palabra al hecho material, como él lo sabe expresar y por lo tanto, fue la mejor respuesta teórica a lo que llamó los agoreros del capitalismo, los intelectuales tradicionales, puesto que en su práctica concreta y muchas de las veces, desde la vitrina, sin correr los riesgos que implica, poner a prueba los enunciados, pronosticando “el fin del ciclo progresista” en América Latina.
Dada la importancia, teórica y política de los temas resumidos en su exposición y en la medida que los mismos, tienen importante actualidad para el desarrollo político en el Perú, quiero hacer referencia a las tesis planteadas, ligándolas al acontecer nacional y de alguna manera a nuestra propia experiencia, puesto que en el Perú, años atrás, vivimos la experiencia revolucionaria de gobierno del General Juan Velasco Alvarado, que nos dejó valiosas enseñanzas, en todos los ámbitos del acontecer revolucionario y, por lo tanto, mantienen especial vigencia.
Estuvimos siguiendo los diversos materiales que sobre el tema, se vienen produciendo por estudiosos en varios países, especialmente, de quienes pregonan el “fin del ciclo” y no habíamos encontrado, sino marginalmente, algunas respuestas parciales como la de Emir Sader, igualmente de otros sociólogos o de intelectuales que se identifican con los procesos revolucionarios, pero, no una formulación sistemática, como la explicación del Vicepresidente boliviano, por esto iremos desarrollando cada uno de los planteamientos, en la forma más sintética que nos sea posible.
Cada uno de los temas tratados, de por sí, merecen un amplio debate, nosotros los tocamos resumiendo los aspectos principales, por la diversidad de puntos enfocados, aún la síntesis, resulta extensa, por lo que recurrimos a la generosidad y paciencia de quienes se tomen el trabajo de leernos.
De por sí, los temas abordados, son polémicos, por lo cual, estamos seguros que volveremos sobre los mismos.
II Resignificación de la democracia
El primer punto que desarrolla es lo que llama la resignificación de la democracia, esto es, darle una nueva valoración a esta categoría social y política, en lo que ha significado para la izquierda, especialmente en el contexto actual.
Por muchas décadas, la izquierda, no tuvo una valoración del significado profundo de este concepto. Se conocía, naturalmente su origen histórico, la democracia griega, luego la democracia en la Revolución Francesa, o en Norteamérica, y su desarrollo y aplicación en los diversos países, pero por el hecho, fundamentalmente, de haber sido apropiada por la burguesía, se tuvo una actitud desdeñosa, por decir lo menos. En América Latina, históricamente, en los diversos países, hubo una suerte de implementación de la categoría, con sus muy particulares características.
La Socialdemocracia en Europa, en el siglo pasado, fue la corriente política de la izquierda que supo implementar en sus luchas políticas, el empleo de la democracia como método electoral para llegar al gobierno en diversos países europeos. Igual en Estados Unidos y otros países en el mundo ha sido utilizada por diversas corrientes de izquierda para disputar el poder con los sectores burgueses.
Las diversas corrientes socialdemócratas llevaron a cabo sus políticas de reformas, y lograron, gradualmente, “el estado de bienestar” para sus pueblos, sin llegar a profundizar procesos revolucionarios, que los condujeran al cambio del sistema capitalista imperante.
Cuando el Presidente Salvador Allende toma el poder por la vía electoral, y luego se produce el golpe gorila de Pinochet, las conclusiones que asumimos fueron la confirmación de los límites de la vía democrática electoral, para vencer a las burguesías.
La democracia y peor la democracia electoral, se concibe, fundamentalmente, como un método no revolucionario, para llegar al poder. Contraponiéndose a la lucha armada, como el método revolucionario. Había la identificación de instrumento, de la herramienta política, con el concepto de revolucionario. Esto dividió a la izquierda, entre revolucionarios, los que escogemos el camino de las armas y los reformistas, que se inclinaban por la lucha electoral. Absurda dicotomía, la de utilizar un método, como herramienta de identificación. Lección mal aprendida de la lucha teórica que se daba en el campo socialista y en la izquierda latinoamericana. Álvaro García Linera nos recuerda, que, independientemente de la herramienta, el carácter de revolucionario, lo da, con quien está el pueblo, masivamente, participando en la lucha por un porvenir mejor.
Como sabemos, quienes asumimos la lucha armada, nos convertimos en una “vanguardia”, sin tener al pueblo, como totalidad con nosotros. Lo que hoy no sucede con los procesos revolucionarios de América Latina que son protagonizados por sus pueblos.
La izquierda a lo más utilizaba, lo que se llamó “el centralismo democrático”, en donde se privilegió, por razones obvias, el centralismo; y la democracia se arrinconaba para mejores ocasiones.
Al concebirse la lucha armada, como método revolucionario, para tomar el poder, se ligó por fuerza natural al reformismo con la vía pacífica electoral, los revolucionarios, luego de la experiencia soviética y en América Latina, después del triunfo de la Revolución Cubana, pensábamos que deberíamos tomar el poder por medio de las armas.
Es una larga polémica que se da por décadas en la izquierda en toda América Latina y por lo tanto en el Perú.
Posteriormente al fracaso de la lucha armada, en la mayoría de los países de nuestra América Latina, luego de décadas de lucha, se produce solamente el triunfo en Nicaragua, la izquierda empieza a revalorar la democracia como método para la toma del poder, por vía electoral.
Son conocidos los procesos que se dan, en los cuales se llega al poder utilizando la vía democrática. Para esto se habían desarrollado los grandes movimientos de masas que irrumpieron en la historia reciente, en Brasil, Venezuela, Bolivia, Argentina, Uruguay, Ecuador, para no nombrar sino a los más salientes.
Los pueblos en América Latina, resurgen en el mundo, como pueblos que miran con esperanza el futuro. Han logrado con sus luchas, con sus triunfos y derrotas, forjar dirigentes políticos, que encarnan sus aspiraciones, son los intelectuales orgánicos de lo que habla Gramsci. En cada país, surgen cientos de líderes, que resumen las aspiraciones de sus pueblos.
Luiz Lula en Brasil, hoy Dilma Rousseff, el inolvidable comandante Hugo Chávez, hoy el compañero Nicolás Maduro, Néstor Kirchner, en Argentina, hoy Cristina, Evo Morales y Álvaro García Linera, en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador, Daniel Ortega en Nicaragua, Tabaré Vázquez y Pepe Mujica en Uruguay, son algunos de la larga lista.
Algunos de estos dirigentes, provenían de las filas guerrilleras o lucha armada, como el comandante Chávez, José Mujica, Dilma, y el propio Alvaro García Linera. Se había producido un cambio de métodos de lucha, pero no el abandono de los ideales por los que nuestros pueblos luchan.
Se comprendió el nuevo significado de la palabra democracia y la recuperaron de las manos de las burguesías, para poder capturar el Estado y utilizar la herramienta del Estado, y conquistar el poder.
La combinación de muchos factores, permiten que se de esta resignificación, como lo caracteriza Álvaro Linera.
Pero en este proceso, el pueblo renueva esta categoría, dándole otro significado y contenido. No es la democracia trasnochada, de los países del norte, sino una democracia de nuevo estilo, participativa, lineal, no circunscrita a una votación electoral, cada cinco años, sino una democracia diaria, que se da en todos los niveles y que tiene que ver con la vivencia diaria, en todos los ámbitos de la vida social de nuestro pueblo. Democracia no solamente para ir a las elecciones cada cinco años, para ganar el parlamento y ponerse al servicio de su pueblo, sino democracia en todas las instituciones que componen el Estado.
Hoy, cada vez en mayor medida, se asume la democracia, no solamente como método para tomar el Estado, sino como, dice el vicepresidente Álvaro Linera, como un espacio social y político, que atraviesa nuestras vida diariamente. No es la democracia “cocinada”, como la existente en los países del norte, sino una democracia viva, real, actuante y de cara al futuro.
Y aquí, se une otro concepto, que igualmente desarrolla Álvaro Linera, es el del socialismo. Son las dos caras de una misma moneda. No puede haber democracia real y plena, si no se van sentando las bases del socialismo. Son un todo dialéctico, que los socialistas, olvidamos históricamente, y que este olvido, fue una de las causas prácticas, de la derrota del socialismo real.
La democracia, nos dice Álvaro Linera, es un método revolucionario, en cuanto es aglutinante del pueblo, como organizador y movilizador y en la medida que es movilizador y aglutinante, asume su carácter revolucionario y transformador, del estado y la sociedad. Así, la democracia es política, económica al permitir la mejor distribución de riqueza, es social, educativa y finalmente ideológica.
La democracia en su nueva acepción, trasciende el campo del método, de elección periódica, para convertirse en un “espacio”, que se utiliza, para organizar al pueblo, para crear conciencia, para educar y movilizar, utilizando los enormes resortes, que el Estado posee.
Un Estado convertido en instrumento al servicio del pueblo. De allí su diferencia, con las democracias fosilizadas del norte.
Finalmente, en este punto, es necesario mencionar que en el Perú, hay un gran trecho que caminar. Desde la necesaria toma de conciencia sobre la importancia de esta categoría, para algunos sectores de la izquierda, que no terminan definitivamente con el pasado y las experiencias negativas, y no asumen el concepto de “espacio”, del que nos habla Álvaro Linera, hasta los dirigentes burocráticos, que hablan de democracia, pero permanecen eternamente en las direcciones de los grupos de izquierda, sin permitir la renovación y el ejercicio de una verdadera democracia.
Hoy, acabamos de ser testigos de un hecho histórico, cuyas repercusiones merecen un análisis particular, es la elección por voto democrático de una de las candidatas a la presidencia. La compañera Verónica Mendoza, ha sido elegida como candidata del Frente Amplio, con la participación de más de 30,000 ciudadanos, es la primera vez que sucede en la política peruana este hecho que entre otros indica, que nuestra izquierda, empieza a valorar la democracia.
Saludamos que por primera vez en la historia de la izquierda peruana, los compañeros del Frente Amplio se sometan a las elecciones primarias, para determinar quién lo representan en la candidatura presidencial. Es un paso de gigante, que históricamente será valorado, como afirma el compañero Jorge Bacacorzo. Nuestra izquierda y su pueblo, que lucha por la conquista del Estado y luego el poder, es el desmentido más contundente, a la tesis del fin del ciclo. En el Perú, con el triunfo electoral de la izquierda, recién se inicia “el ciclo”.
El otro ángulo en este punto, que paradójicamente, las burguesías, que siempre se consideraron “democráticas”, que supieron por décadas, utilizar la “democracia” para llegar al poder en su beneficio y siempre con engaños al pueblo, resultan hoy mostrándose cual son, violentistas y antidemocráticas. No se resignan a perder sus intereses, como lo decía el viejo Marx.
III El problema del Estado
Segundo punto: El problema del Estado, toma del poder del Estado o construir poder popular, en la base.
La izquierda actual, debate este antiguo dilema igualmente, hoy, con nuevos argumentos, pero esencialmente la discusión se dio desde los comienzos del marxismo.
Desde el análisis de Marx, sobre la importancia de la toma del poder del Estado, al analizar la Comuna de París, y posteriormente los clásicos del Marxismo, como Lenin, en su obra el Estado y la Revolución, escrita poco antes de la toma del poder, por los bolcheviques, luego Rosa Luxemburgo, Gramsci, entre otros, han desarrollado la teoría marxista sobre el Estado.
Es pues un antiguo y vigente tema polémico, el del rol y el quehacer revolucionario en torno al Estado.
Para Lenin, el Estado es el resultado y la expresión de la lucha de clases, que surge y se utiliza para mantener la dominación de clase. Gramsci, añade, la categoría de “hegemonía” que se da fundamentalmente a través de la cultura, la educación, los factores religiosos y especialmente los medios de comunicación, que les permiten a las clases dominantes mantener su control. De allí la importancia de tomar el Estado, para poder iniciar cualquier transformación social.
El debate actual en torno a esta problemática, como lo puntualiza Álvaro García Linera gira en torno a la toma del poder del Estado o construir poder popular, desde fuera del Estado y en el desarrollo de los movimientos de masas. Hay quienes, supuestamente desde la izquierda, hacen esta contradicción irreconciliable, cuando es claro que, utilizando métodos revolucionarios se llega a la captura del Estado, por los sectores populares, para fortalecer los mismos en un juego dialéctico.
En la primera tesis, se inscriben los movimientos revolucionarios que en América Latina han llegado al poder por la vía electoral, con el respaldo del movimiento de masas más amplio, derrotando a la burguesía y arrebatándole esta herramienta para iniciar la transformación social. Aplicando tácticas y estrategias adecuadas, los pueblos del continente llegan al poder, con sus propias particularidades y ritmos, con aciertos y errores, venciendo, paso a paso, las dificultades y, especialmente, sorteando los obstáculos y la resistencia que las burguesías y el imperio les oponen.
Pero hay una tendencia dentro de las filas de la izquierda, que conduce a la derrota de las masas , que encara erróneamente esta contradicción y que plantea “construir poder popular” desde las bases y fuera del Estado. Sostienen que el Estado tiene, de por sí, un factor contaminante de corrupción y mientras las masas, no asalten el poder totalmente, destruyendo el capitalismo de un corte, no hay que plantearse la toma del Estado por la vía electoral, pues esto es reformismo, oportunismo y negativo para los sectores, populares. De esta forma desarman a las masas y sueñan nuevamente, con el asalto de poder, al estilo bolchevique y por consecuencia hay que plantear la creación de las herramientas revolucionarias, “la vanguardia de acero” y todo lo demás, por ello estos sectores, con sus posiciones, se sitúan en lo más atrasados de los sectores populares en su desarrollo político.
Lo peligroso de esta tesis es que no solamente dejan el control del Estado a los sectores burgueses, que siempre detentaron el poder, sino que hoy, en diversas formas, participan en la lucha contra los gobiernos revolucionarios de la región. Vemos asombrados cómo participan en las movilizaciones contra Dilma, en Brasil, contra el Gobierno más revolucionario que a lo largo de toda su historia ha tenido Bolivia, del Presidente Evo Morales, movilizándose con el pretexto del extractivismo. En Ecuador, son conocidos los grupos, supuestamente de izquierda, que condenan y luchan contra el Gobierno Revolucionario del Presidente Correa, atrincherados en algunas universidades y ONGs, pretendiendo dar cátedra de marxismo y conocimientos teóricos.
Álvaro García Linera teoriza sobre el significado del Estado, caracterizando como una relación entre las personas, no solamente es una “cosa”; sino un espacio de lo común, como ente que universaliza lo común, definiéndolo como un ente que nos universaliza a todos, nos involucra a todos. Es una relación entre personas, que se monopoliza y recuerda a Marx, cuando afirma que el Estado, es una “comunidad ilusoria”, pero real, vigente. Es material e ideal, universal e individual.
La izquierda debe tener la comprensión clara del significado del Estado, como instrumento de transformación, cuando se pone al servicio de los sectores populares.
Transformar el Estado burgués, en un Estado, democrático, al servicio del pueblo, es la tarea de un movimiento revolucionario. Solamente así, podemos construir poder popular y no solamente, desde fuera del Estado, dejando esta poderosa herramienta en manos de los sectores de clase dominante.
Al situar los proceso liberadores, en el contexto internacional, ante la acción del imperio y los Estados centrales, analiza cómo se ha llegado a una situación en la que el capitalismo en su desarrollo, impulsó la formación de los Estados Nacionales, que hoy muchos de los cuales no le son funcionales y por lo tanto, trata de destruirlos. Lo ha hecho en el Medio Oriente. Liquidó, primeramente la antigua Yugoslavia, y luego Irak, Libia, para citar los casos más emblemáticos.
El desmembramiento de los Estados Nacionales, se intentó en Bolivia, con la lucha por la “separación de la llamada “Media Luna”, se quiso impulsar igualmente en Venezuela. Esta variante, no es la única, pues por medio de la economía y del poder del capital financiero, se logra el derrumbe de la soberanía estatal, convirtiendo a los gobernantes en simples administradores del sistema, esto es lo que sucedió en Grecia.
En nuestros países, a medida que se profundicen los procesos revolucionarios se plantea la tarea de fortalecer los Estados Nacionales, como herramientas útiles para la profundización revolucionaria con las masas movilizadas. Este proceso, tiene sus avances y retrocesos, sus tensiones, que tienen que resolverse positivamente. Atilio Borón, en sus artículos al respecto, lo puntualiza igualmente.
Nuestra propia experiencia de la utilización revolucionaria del Estado, la tuvimos durante el Gobierno del General Velasco Alvarado, donde pudimos, en muchos sentidos, utilizar los resortes del Estado, para movilizar, organizar y luchar con los sectores populares. Encontramos el método y las formas adecuadas, para estar al lado de la lucha de nuestro pueblo. En nuestras oficinas del Ministerio de Energía y Minas, en pleno proceso revolucionario, organizamos la primera huelga territorial, en la carretera Central, que movilizó a obreros, campesinos, estudiantes y pobladores. Organizamos una poderosa fuerza política, orgánica y hasta militar, que tuvo creciente participación en el proceso revolucionario, a pesar de las negativas concepciones, que levantaron algunos militares y “consejeros” civiles en el proceso. Es un tema que estamos trabajando en extenso.
Hemos venido desarrollando, el tercer aspecto que levanta Álvaro García, como relevante en la actual polémica. La hegemonía, en el sentido gramsciano, cultural, educativa y el rol de los medios de comunicación. Para lograr tener la hegemonía en el Estado, se requiere el liderazgo, moral y organizativo que hay que alcanzar en lucha. No hay otra manera, y esta es una guerra de posiciones y de movimientos, utilizadas en su contradicción y dialéctica, no como irreconciliables, sino complementándose. Haciendo reformas para profundizar la revolución. No temer que se nos considere reformistas, pues sí estamos con las masas y levantando sus intereses, estamos haciendo revolución.
Por esto plantea, igualmente, que no hay conquista del poder si no logramos la modificación en los parámetros de comportamiento social, si no cambiamos la manera de pensar y actuar, si no cambiamos nuestros parámetros culturales, pero, igualmente señala que no basta lo cultural, sino que hay que derrotar al adversario, electoral y sobre todo políticamente, teóricamente, y también en el campo militar, donde el enemigo, al perder el Estado, lleva a nuestros pueblos a defenderse militarmente de los ataques de la burguesía y del imperio.
No hay contradicción entre Lenin y Gramsci, en lo que respecta a las tesis del Estado y la Revolución, hay que conjugarlos ambos, asumiendo teóricamente para aplicar sus tesis en el campo revolucionario y en la política diaria, de los gobiernos revolucionarios del continente.
El caso más emblemático, es la lucha heroica que el pueblo venezolano y su gobierno libran hoy, contra el imperio y la burguesía nativa. Es clara la estrategia de derrota que tiene el imperialismo, que utiliza todos los medios a su alcance para derrotar la Revolución, desde la violencia, las “guarimbas”, los intentos de golpes militares, el desabastecimiento, la guerra mediática internacional, la lucha ideológica y política. Las alianzas que establece a nivel internacional y la respuesta del Gobierno del compañero Maduro y su pueblo y Fuerzas Armadas, que son conscientes de las dificultades que tienen que atravesar y vencer, junto a los pueblos del mundo.
El rol de vanguardia revolucionaria que hoy tiene Venezuela, lo tuvo en su momento el heroico pueblo cubano. El turno es de Venezuela y estamos seguros que vencerá.
En esta lucha heroica, desgraciadamente, se suman al lado del imperio, grupos mal llamados de izquierda, los extremos se juntan. Como se juntaron en el Perú, algunos grupos de izquierda, supuestamente radical y revolucionaria, poniéndose en contra del Gobierno Revolucionario, y al lado de la burguesía y el imperio.
Cuando se hacían las nacionalizaciones del petróleo, de la minería, de los diarios de circulación nacional, sectores de la izquierda peruana, se ponían en contra de las medidas, a cada paso hacia adelante de la revolución, surgen las famosas teorías de “sesudos” analistas.
Se dio cuando se expropiaron los fundos de terratenientes, aduciendo que no era revolucionaria la medida, se pusieron en contra y movilizaron campesinos para oponerse y disque profundizar la Revolución. Con sus actitudes, en lugar de profundizar el proceso revolucionario, atizaba el fuego para la derrota que al fin lograron. Cuando se nacionalizó el petróleo, acaso no dijeron que la medida era pro-imperialista, que los pozos estaban agotados, que se hacía con el fin de pagar una millonada al imperialismo y muchas sandeces y absurdos argumentos, parecidos a los que hoy levantan algunos intelectuales contra los gobiernos revolucionarios. El imperio, tiene capacidad para utilizar las más sutiles armas en contra de nuestros pueblos. Los analistas de hoy, deberían sacar las lecciones de la historia. Igual pasó con el Gobierno Revolucionario de Salvador Allende.
IV La lucha por el sentido común
Este es un aspecto que igualmente relegamos, no siempre se le da la importancia política e ideológica que contiene. Se trata de renovar los conceptos valorativos, los hábitos y costumbres que se tienen y acercarlos al pueblo. Nuestro pueblo se renueva en conceptos, en valoraciones, en la forma de enfocar los problemas, en el lenguaje.
Esto que Álvaro García Linera llama el “sentido común”, que son las ideas fuerza, preceptos mentales, que tienen que ver con la moral, y este es un aspecto fundamental, si queremos la participación de nuestro pueblo.
Los políticos burgueses prostituyeron la política, la utilizaron para enriquecerse a toda costa y por todos los medios, pusieron los resortes del Estado al servicio de sus intereses, de allí, que el pueblo peruano, abandona la política y los políticos. El gran compañero Luis de la Puente, en su discurso de la Plaza Santín, hizo un llamado, que mantiene toda su vigencia, a hacer de la política un apostolado, al servicio del pueblo. Con una nueva moral revolucionaria.
De allí la necesidad de levantar “nuevas ideas fuerza”, que movilicen al pueblo, que lo organicen. Luchar con estas ideas fuerza, antes, en y luego del triunfo popular con la toma del poder del Estado, por el pueblo, hay que “renovar la esperanza” movilizadora, nos señala, con la experiencia en la mano. De aquí que la dirección política, no debe descuidar el fortalecimiento, organización y movilización del Frente Social, conductor del proceso revolucionario.
V Nueva democracia
La quinta lección, tiene nuevamente que ver con la democracia, desde el Estado.
Hay que entender la democracia, no solamente como la participación democrática para elegir el parlamento, cada cierto tiempo. Estamos por una democracia lineal, horizontal, no vertical, construida desde y para las masas, participativa en todos los sentidos, en todas las instituciones y sobre todo que hay que ponerla en práctica en todo el accionar político, en toda lucha, estratégica y tácticamente. Es el sustento de todo cambio. Es democracia y es socialismo. Y esto tampoco cae del cielo, hay que forjarlo cotidianamente. En un proceso revolucionario, este proceso se da en el parlamento y en la calle, con las masas y sus organizaciones, dice Álvaro García “venimos de las calles “y las organizaciones de masas, defienden su proceso en las calles, defienden y luchan contra la burguesía en las calles, no dejan este espacio de lucha política a la burguesía y al imperio. En este campo, tiene igualmente que darse la más amplia participación social en todos sus sectores. Teniendo el poder hay que defenderlo palmo a palmo, en las calles, en las movilizaciones, creando organizaciones, fortaleciendo las existentes, educando, creando conciencia.
VI El papel de la economía
Este es un aspecto, que tiene que ver ya, con el Gobierno Revolucionario en el Poder del Estado, con la capacidad de manejo de la economía.
“La gente quiere resultados”, y esto se da en todos los procesos revolucionarios que han ocurrido en el mundo. Desde la toma del poder por los bolcheviques, en las durísimas condiciones que tomaron el poder, el pueblo ruso, quería ver resultados.
En la Cuba de Fidel, igualmente. Aquí nos encontramos con una contradicción, que la dirección revolucionaria debe resolver adecuadamente, si es que no quiere terminar derrotado el proceso. No basta el ofrecimiento hacia un futuro mejor, para las generaciones venideras. La vida humana es muy corta, y el ideal revolucionario, no siempre y no fácilmente es adoptado por nuestros pueblos.
La gente quiere resultados concretos de los que disfrutar, aquí y ahora. Por esto la dirección del proceso, tiene que encontrar las vías para resolver el dilema. Administrando correctamente el Estado y los recursos y cuidando la visión estratégica de la sociedad y la naturaleza.
Para esto se requiere “capacidad de gestión”, manejo de la economía, donde tienen que combinarse el mercado externo y el interno, propiciando el desarrollo del mercado interno, priorizando, impulsando la diversificación, la industrialización y el cambio del modelo económico heredado.
La riqueza tiene que distribuirse, racional y socialmente entre todos los sectores que componen la sociedad. Si tenemos en cuenta la herencia recibida por las burguesías, históricamente dominantes y la dependencia económica a que están sometidos nuestros pueblos por el imperio, la tarea se presenta como una empresa gigantesca, que hay que afrontar decididamente.
Este aspecto es igualmente uno de los principales campos de lucha y de contradicción, es aprovechado al máximo por el imperio y la burguesía, que utiliza los resortes económicos para luchar contra los pueblos en procesos de liberación.
Encontramos aquí, igualmente, un fuerte componente ideológico y político, por las diversas corrientes que en el campo de la izquierda se dan. Algunos grupos se muestran intransigentes y maximalistas en sus planteos y quieren alcanzar los mayores logros en corto tiempo. La deuda social contra los sectores más castigados durante siglos de dominación, tiene gran fuerza, cuando se inician los procesos revolucionarios, el pueblo, muchas veces, encuentra la oportunidad de alcanzar los niveles que siempre le fueron negados y entran en pugna contra los procesos, que son precisamente los únicos, que pueden resolver sus históricos problemas.
No entender las grandes dificultades que se presentan a las direcciones revolucionarias, es solo un pretexto, de muchos intelectuales de izquierda, que se niegan a valorar los logros que, gradualmente, vienen alcanzado los diversos procesos revolucionarios en nuestra América. Los intelectuales tradicionales, atados al sistema anterior, por lazos umbilicales, encuentran los discursos apropiados, para querer inducir a sectores populares, contra los procesos revolucionarios.
Los índices de los avances en el aspecto social, son logros que se minimizan, se encuadran en supuestos teóricos, que no contemplan la realidad, sus contradicciones y la forma de resolverlas. Se olvidan que el imperio es una fuerza gigante, que lucha con todos sus medios para aplastar los procesos liberadores, que con las fuerzas de sus pueblos, se enfrentan y van ganando duramente las batallas en el campo económico.
No debemos olvidar, el ejemplo de Chile, con Salvador Allende, del Perú, con el Gobierno Revolucionario del General Velasco Alvarado, que se vieron enfrentados, precisamente en este campo, con el imperio y las burguesías.
“No hay capitalista, que se resigne a perder pacíficamente sus intereses”, escribía Marx.
Esto lo vemos a cada paso en nuestro continente y en el mundo. El imperio no vacila en emplear la violencia para reconquistar sus intereses perdidos. Lo vemos en el Oriente Medio, en África y en nuestra América, Allende en Chile, es un ejemplo y en todos los países que conducen procesos revolucionarios. Sucedió en Nicaragua, en la primera etapa de la Revolución Sandinista.
VII Generación de riqueza y el cuidado y preservación de la madre tierra
Otro aspecto del debate es alrededor de un punto importante: Generación de riqueza y el cuidado y preservación de la Madre Tierra.
Este es un punto, particularmente sensible, especialmente en Europa, donde hace algunos años, surgen los partidos políticos medioambientalistas, especialmente llamados verdes, y la corriente social fuerte del cuidado que la sociedad debe tener en relación a la naturaleza. Muchos de estos partidos en Europa, comparten el poder con la Socialdemocracia, y, por diversos medios, financian ONG en Latinoamérica y otras partes del mundo.
Álvaro García Linera aborda frontalmente el tema, señalando que hay una contradicción muy clara, con que se tropiezan los gobiernos revolucionarios y los pueblos. Se trata del debate surgido alrededor de la urgente necesidad de generar riqueza, al mismo tiempo que preservar la Madre Naturaleza, los bosques, la Tierra, cuidar el medio ambiente.
Es una vieja contradicción que nuestros pueblos han enfrentado históricamente, recordemos que hace más de quinientos años, con la brutal conquista, nuestros pueblos fueron sometidos por los españoles, al genocidio indígena, que obligaba al trabajo de extracción de minerales. Potosí en Bolivia, es un ejemplo. Cientos de miles murieron, en uno de los peores genocidios de la historia. El oro, la plata y otros minerales, que se llevaron a Europa, dejando socavones y muerte. Esta historia siguió durante siglos, como conocemos, los gobiernos burgueses de todo tipo, continuaron con esta práctica.
Los pueblos y la tierra sufrieron las consecuencias, y en los tiempos modernos, con el desarrollo del capitalismo, los centros de poder mundial en el Norte, continúan actualizando y modernizando, la extracción de cobre, petróleo, al igual que otros minerales, y recientemente con la siembra de soya, se extiende el extractivismo a la agricultura.
En el desarrollo moderno, con el alto grado tecnológico alcanzado, los países centrales, al igual de China, India, Rusia, necesitan estos productos primarios, que para su extracción dejan efectos contaminantes. Y, alrededor de estos aspectos, está el problema que es un dilema. La necesidad de creación de riqueza es determinante, es el aspecto principal de la contradicción, no se puede crear por decreto, como dice Álvaro García Linera, el buen vivir. Pero al mismo tiempo, viéndolo como un proceso, de un periodo inicial, como medida que debe cuidar la naturaleza. De esta forma enfrentar la contradicción, porque los pueblos no pueden esperar al futuro para la solución de problemas inmediatos.
Los pueblos necesitan alimentarse, educarse, resolver los problemas de salud, no solamente en el futuro, sino hoy mismo, sobre la marcha de los acontecimientos.
Y, nos encontramos con la necesidad de resolver este problema con políticas correctas. La historia de la lucha por el socialismo, nos deja la lección de la Revolución Bolchevique, que planteó el sacrificio inmenso, a la generación que llevó a cabo la revolución, y dejar para el futuro a sucesivas generaciones, la solución de los problemas que eran del vivir diario. Esta sería una de las causas, del posterior fracaso del socialismo.
En nuestro pueblo puede haber el más grande idealismo revolucionario, pero también hay la presión social, por la solución de demandas inmediatas. La vida es muy corta y no es fácil tener la conciencia necesaria, para un sacrificio permanente, sin disfrute. Los pueblos nuestros, acompañan a los gobiernos revolucionarios, en la medida que estos responden a sus intereses. Por otro lado, en el desarrollo de la lucha de clases, la burguesía y especialmente el imperio, están listos para aprovechar el menor resquicio y errores del campo popular, para volver al viejo sistema. Este no es solamente un argumento para el debate, tiene una dolorosa realidad y práctica, que debería ser cuidadosamente evaluada por los intelectuales, cuando orientan y sirven de pretexto a los intereses contrarios. La lucha es esencialmente política, las posiciones ideológicas, dependiendo de qué lado se coloquen, sirven a los intereses para profundizar los proceso revolucionarios, o para llevarlos a la derrota.
Esto es lo que muchos intelectuales de izquierda, se niegan a reconocer y se colocan en la práctica, al servicio de los enemigos del pueblo. No estamos en contra del debate teórico, pero, si, dentro del campo de los procesos revolucionarios, para corregir sus errores y para profundizar, este es un claro marco, que debe potenciar el debate.
Los territorios, donde generalmente se asienta el petróleo o los minerales, están ocupados ancestralmente por pueblos con los menores índices de desarrollo, no han alcanzado a disfrutar del avance tecnológico de las sociedades modernas.
Hemos sido testigos, de cómo en comunidades lejanas a los centros poblados, los pobladores mueren, por la falta de “una inyección” de curarina, cuando son mordidos por serpientes, pues se tarda tres a cuatro días para llegar a un puesto medicinal.
Esta, desgraciadamente, es la realidad, que debemos afrontar. Por esto el construir carretera, construir centros sanitarios, para unir a nuestros pueblos, se convierte en una necesidad insoslayable.
Disfrutar en un centro universitario de las modernas comodidades, nos puede llevar a concepciones “folklóricas”, que tienen una ideología colonialista. Ver, cómo muchos europeos lo hacen, folklóricamente, con una mentalidad colonial inconsciente, lo bello que es el plumaje o la música de nuestros pueblos ancestrales.
El planteamiento de Álvaro García Linera “hacia una economía del conocimiento”, tiene una profundidad política y estratégica. Hacia esto hay que ir, llevar conocimiento, tecnología, salud, vivienda, cultura, educación, no llegan del cielo. Hay que conquistarlas, luchando y utilizando los recursos que la naturaleza ha dotado a nuestros pueblos. Pero como lo plantean en general los gobiernos revolucionarios actuales, cuidando y preservando la naturaleza, yendo a su reencuentro, como solamente lo pueden hacer los pueblos originarios.
La riqueza, no debe servir para exportarla, como siempre las burguesías lo hicieron. No debe convertirse en una maldición, para que nuestros pueblos sean destrozados, como lo ha hecho el Imperio y los gobiernos europeos, con los países del Medio Oriente. Debe quedarse para el disfrute de nuestros pueblos. Esto será posible, solamente, con las políticas que los gobiernos como el de Evo Morales, Correa o Maduro, lo están haciendo. Hay que decirlo muy en alto, para que lo escuchen los que desde su altura intelectual, no tienen oídos para los de abajo. Es un proceso lleno de dificultades, de obstáculos que hay que vencer y especialmente de largo plazo. No se puede vencer la miseria, en una década, los logros del periodo actual en donde hay procesos revolucionarios, son pasos de gigante en la liberación de nuestros pueblos.
No es posible que en pleno siglo XXI sigan existiendo pueblos nuestros, que viven en situación de hace dos mil años. En la miseria más espantosa y no nos digan “los protectores” del medio ambiente, que estos pueblos viven felices con la naturaleza. La idea del buen salvaje de Rousseau, no cabe en nuestro tiempo, es de una ideología colonial y es adoptada inconscientemente por los protectores.
Cuando estos pueblos utilizan la flecha y el arco, para cazar, siguen pescando con métodos primitivos, son aún nómadas, y sobreviven sin salud, educación, medicinas, en las condiciones de hace muchos siglos.
Por todo esto, pero con fundamentos claros, teóricos, políticos, ideológicos, y morales, Álvaro García arremete con dureza, contra estos intelectuales de izquierda de cafetín, izquierda perfumada, que observa desde el balcón, el desarrollo de los acontecimientos. Son los eternos críticos a los procesos revolucionarios, son maximalistas y anti históricos. En todos los procesos revolucionarios los hubo. Recuerdo que en Nicaragua, antes del triunfo militar, se organizó una columna de compañeros provenientes del trotskismo, que desde el inicio del triunfo, pretendían imponer sus conceptos teóricos, la dirección revolucionaria, se convocó a una reunión especial, donde fueron todos desarmados, los detuvieron, los pusieron en un avión y los expulsaron a todos hacia Panamá. La Revolución, en peligro ante el imperio, tenía que defenderse y lo hizo. Por esto el Vicepresidente boliviano, llama a derrotarlos hoy, democráticamente, con la fuerza de las armas, teóricas y políticas, a los infantiles izquierdistas.
El Perú, durante el más profundo proceso revolucionario que se ha dado en la historia peruana, parte de la izquierda no solamente estuvo en contra del proceso, calificándolo en todos los términos, llamándolo pro-imperialista, populista, bonapartista, dictadura. Hubo intelectuales, que lucharon con virulencia contra el proceso revolucionario, como Aníbal Quijano, que tuvo que ser deportado a México por el General Velasco Alvarado. Y lamentablemente también Hugo Blanco, fue deportado a Suecia, donde vivió los años que duró la revolución velasquista, mientras que, con Héctor Bejar, Walter Palacios, Antonio Aragón, Paco Moncloa, y muchos compañeros de todas las tendencias de izquierda, al lado del pueblo, luchamos junto a los militares revolucionarios que conducían el proceso. Había que defenderlo contra la arremetida del imperio y la burguesía, que había perdido sus privilegios, cuando se expropió la tierra, las minas, la industria básica y se expulsó de la patria al Imperialismo y por último se expropiaron todos los medios de comunicación, poniéndolos al servicio de su pueblo.
Pero todo esto no bastaba para estos seudo ideólogos de izquierda, luego cuando el proceso fue derrotado, volvieron felices de su labor, a sus cátedras universitarias. Han pasado más de cuarenta años, para que en el Perú renazcan las esperanzas de llegar al poder con los nuevos dirigentes de la izquierda y nuevamente nos planteemos alcanzar el poder del Estado y proseguir la revolución. Parte de esta lección ha sido aprendida por nuestra izquierda que hoy apoya decididamente a los procesos revolucionarios en curso en Latinoamérica.
Estos ultrarradicales contra los procesos revolucionarios, no son capaces ellos mismos de conducir la revolución que proclaman, por esto García los llama mediocres y corifeos, radicales de palabra, que confunden a ciertos sectores de la izquierda.
No compañeros, estos izquierdistas de papel, no los queremos en los procesos revolucionarios que se vienen dando en nuestra américa. Necesitan nuestros pueblos intelectuales orgánicos, identificados y actuantes al lado de nuestros pueblos, como Atilio Barón, Emir Sader, Martha Harnecker, y los propios dirigentes revolucionarios, como Álvaro García o Rafael Correa, para no citar sino algunos.
Álvaro García no se da el trabajo de nombrarlos, porque realmente no merecen, ni siquiera que sus nombres ocupen un lugar en este brillante discurso. Nosotros, queremos nombrar algunos de estos intelectuales, para que quienes siguen el debate en la izquierda, los ubiquen mejor y puedan conocer sus planteamientos.
Cuando nos encontramos en la preparación de este trabajo, pudimos leer un artículo, del profesor universitario Frank Gaudichaud, francés y conocido en los medios intelectuales en América Latina. Por ser éste un trabajo que resume el cogollo de los planteamientos contra los procesos revolucionarios, lo tomamos para enfocar algunos aspectos de esta temática, profundizando por su relevancia.
VIII A modo de respuesta
Quisiera puntualizar un par de aspectos del reciente artículo del profesor francés: El primero, es el intento de bajar la beligerancia y críticas negativas, de otros de sus escritos en relación al “ciclo” , por lo tanto, muy sintéticamente reconoce, aunque no en su totalidad, los logros alcanzados por los gobiernos revolucionarios de América Latina y, dentro de esta misma tónica, el cuidado que muestra de no situarse frontalmente contra los procesos revolucionarios. El segundo aspecto, está relacionado con apreciaciones de intelectuales de izquierda, a los cuales hacemos mención muy puntualmente, porque en general, comparten los mismos criterios, situándose en la oposición de los procesos revolucionarios en curso.
Pero, veamos. En su título, sigue calificando como “progresismos” a los gobiernos que para nosotros, conducen procesos revolucionarios en sus respectivos países. ¿Cómo no llamarlos y reconocer a compañeros como Evo Morales o al Vicepresidente Álvaro García de Bolivia como revolucionarios, cuando están conduciendo el proceso más profundo, que se ha dado en toda la historia de Bolivia? Desde el trastocamiento racial, en la toma del Estado, la presencia indígena, solamente esto, es una profunda revolución, para quienes conocemos, lo que significa que un “indio” esté gobernando.
Esto en América Latina mi querido profesor mes una revolución profunda, en sociedades con una cultura de dominación, racistas, donde se acostumbró a que el “indio” no levante la cabeza para mirar al patrón, cuando tenía que hablar. ¿Cómo desconocer esta realidad o minimizar, llamando progresistas a quienes conducen este proceso de cambios profundos en todos los aspectos estructurales, en sus respectivos países?
No queremos abundar en las cifras económicas que prueban la validez de los procesos, puesto que en América Latina son conocidas muy bien, por los que se oponen a los mismos. Las transformaciones en la estructura económica, los cambios en el orden social, están sustentadas en cifras contundentes.
Me pregunto, ¿quiénes serán los “revolucionarios” para los intelectuales opositores y para el profesor francés? ¿Solamente los revolucionarios franceses, o bolcheviques? Esta mezquindad en la utilización de una categoría para caracterizar los procesos revolucionarios que se vienen dando, tiene una explicación de clase, a la antigua usanza de la izquierda, la pertenencia a la pequeña burguesía. Pero Gramsci los ubicaría como intelectuales no orgánicos de los procesos sino como los intelectuales tradicionales, funcionales a los intereses de las clases dominantes que pierden el control del Estado, que es conducido por nuevas fuerzas sociales.
“Un ciclo de mediana duración, social, político y económico parece agotarse paulatinamente, aunque de manera no uniforme, ni para nada lineal.”..... Veamos la caracterización que hace de los mismos, para poder mejor analizarla.
“ Con sus avances reales (pero relativos), sus dificultades e importantes limitaciones, las experiencias de los diferentes y muy variados gobiernos “progresistas” de la región, sean procesos meramente de centro-izquierda, social-liberales, o -al contrario- nacional-populares más radicales, que se reclamen anti-imperialistas o se descalifiquen en los medios conservadores como “populistas”, sean revoluciones bolivarianas.”
Independientemente de situar los procesos en el centro-izquierda, social-liberales o nacional-populares, sin definir en concreto cuál de estos procesos encaja en estas categorías, se reclaman todos antiimperialistas. Los procesos, no se reclaman antiimperialistas, son antiimperialistas al estilo mariateguista, porque son revolucionarios. Están enfrentando la arremetida feroz del imperio y sus burguesías, que cuentan con un inmenso poder económico, financiero. Que tienen el control, de los principales medios de comunicación a escala planetaria, que no estamos enfrentados a “Un tigre de papel”, sino a un poder militar más grande de la Tierra, Estados Unidos, que tiene más de 800 bases militares expandidas en todo el planeta y no están allí por juegos estratégicos y hoy implanta bases recientes en Perú. El imperio destruye pueblos y gobiernos, cuando estos no son funcionales a sus intereses.
Nuestros pueblos, para luchar por su liberación, ¿con que poder cuentan? Solamente con su conciencia, organización y direcciones revolucionarias estratégicas, que van ganando la batalla. No cuentan, sino con la unidad de intelectuales orgánicos, que participan en las luchas y cuentan si, con el apoyo solidario y la comprensión de otros pueblos. Por eso, esta lucha es heroica y naturalmente tiene sus grandes limitaciones y dificultades que hay que vencer.
No es retórica solamente, cuando Álvaro García nos advierte que estamos librando una guerra de posiciones, que es estratégicamente de posiciones y movimientos y que hay que irla ganando paso a paso. El enemigo aprovecha, para su beneficio, cada error que los revolucionarios cometen. Esto es real, no hay eufemismos, los enemigos son poderosos y si hoy vencen, van a transcurrir décadas, para que nuevamente nuestros pueblos se planteen su liberación, esto lo dice la experiencia histórica, por eso hay que tener cuidado al situarse en el bando correcto en una situación concreta, es lo más difícil para el revolucionario, como lo decía Fidel Castro.
Escribe el profesor francés:
“Por primera vez –desde hace décadas– varios gobiernos “posneoliberales”, comenzando por Bolivia, Ecuador y Venezuela, demostraron que sí es posible comenzar a retomar el control de los recursos naturales y, al mismo tiempo, hacer retroceder la pobreza extrema y las desigualdades sociales con reformas de inclusión política de amplios sectores populares, hasta el momento marginados del derecho de decidir, opinar y sobre todo participar”. Vaya con la síntesis, es un reconocimiento implícito, de la acción de los gobiernos revolucionarios, aunque los sigue calificando de pos neoliberales. Esta denominación es engañosa, puesto que muchos se olvidan del pos, y, queda como neoliberales, como denominación, que es la verdadera intención, con la que se quiere calificar, como lo hacen otros “intelectuales de izquierda”, como el uruguayo Raúl Zibechi, que llega a decir del Presidente Correa, que es el más funcional al sistema capitalista, llegando a considerar que implementa el neoliberalismo económico, en uno de sus artículos en inglés: ·”Ecuador: a new model of domination”.
Luego, viene el señalar objetivos modernizadores, posneoliberales y desarrollismo asistencial. Estas caracterizaciones, ponen en evidencia, los verdaderos parámetros teóricos de quienes se sitúan por encima de los procesos reales, de las dificultades y fuerzas que hay que enfrentar. Son los intelectuales tradicionales, funcionales a los sistemas de dominación, al decir de Gramsci.
Llamar asistenciales a solucionar problemas reales existentes por siglos en nuestras apartadas comunidades, es subordinar las mismas, inconscientemente, en una categoría de mendigos, cuando estos pueblos luchan con dignidad por sus derechos.
Luego de la intervención de Álvaro García Linera en Quito, era natural esperar las respuestas de quienes por sus propias posiciones se sintieron aludidos por los dardos lanzados. Por eso la mención como un “intelectual” y -hoy estadista- que hace del Vicepresidente. Resulta que García Linera, no es solamente un intelectual gobernante, sino que es, como es sabido, uno de los intelectuales orgánicos, de los que habla Gramsci, que llega al gobierno, luego de haber sido guerrillero, y pasar largos años en prisión. Se vincula, hace muchos años, al movimiento de masas y se gana, por su capacidad y consecuencia, la admiración de su pueblo. El Vice es uno de los intelectuales más sólidos, con que cuentan los procesos revolucionarios en la región. Es un gran revolucionario de nuestro tiempo, conduciendo la más profunda revolución en América Latina, junto con el Presidente Evo Morales.
Su visión teórica, política, ideológica, su consecuencia revolucionaria y visión estratégica, no lo sitúan solamente entre los intelectuales de América Latina sino con mayúsculas como un revolucionario consecuente.
No es el pequeño burgués, que se quedó paseando por los continentes, en las aulas universitarias, como no lo es tampoco el Presidente Correa, a quien lo califican, de “estabilizador, funcional al capital”, como “cesarista”, los intelectuales agoreros del sistema.
Ecuador, un país al que Correa está conduciendo a las más profundas transformaciones de toda su historia. Claro que enfrenta dificultades, creadas especialmente de quienes incentivan el folklore colonial en las comunidades.
Se autoproclaman “militantes de terreno”, de terreno que claramente se sitúa en el campo de la contrarrevolución. Hay que decirlo claramente, el daño que hacen, con sus posiciones, a nuestros pueblos, es enorme. No aportan, como quisieran desde el campo de la izquierda, no para profundizar los procesos, sino para frenarlos o liquidarlos, por esto tenemos que ganarles en el campo de las ideas y de la teoría revolucionaria.
Nombrar a Alberto Acosta y Natalia Sierra en Ecuador, Hugo Blanco en el Perú, que precisamente fue deportado por el gobierno del General Velasco a Suecia, por su lucha intransigente contra el proceso revolucionario, que nunca quiso comprender. Igualmente a Eduardo Lander en Venezuela, puntal contra el presidente Maduro, a Maristella Svampa en Argentina o Massimo Modenesi en México, entre otros, como se señala.
Pero vemos que al lado de estos pocos intelectuales, que sí están ligados a los medios y que disfrutan de cátedras universitarias y de jugosas ONG en sus respectivos países, hay una inmensa cantidad de intelectuales orgánicos, en todos los países donde se desarrollan procesos revolucionarios, ocupando los más altos cargos del Estado y de las instituciones, dando la batalla económica, al servicio de sus pueblos.
Durante el proceso revolucionario peruano, conducido por el General Velasco, el grupo de coroneles revolucionarios que llevaron a cabo el proceso, contó, como lo señala Héctor Béjar, en su ensayo sobre el proceso, con la participación de los más destacados intelectuales del periodo. Béjar afirma que, sin la participación de estos intelectuales, no se habría producido el proceso revolucionario. Nosotros, igualmente, desde el Ministerio de Energía y Minas, con el trabajo político que llevamos a cabo, pudimos aglutinar a un núcleo de intelectuales revolucionarios, de los mejores marxistas, dirigentes de las organizaciones de masas, y de propios oficiales, en una poderosa organización, al servicio del proceso y de su pueblo.
Nuestra participación en el proceso velasquista, la de muchos intelectuales revolucionarios, desmiente en la práctica, la tesis levantada por Raúl Zibechi, en el sentido de que la captura por las fuerzas progresistas del Estado, puedan ser capturadas por este, que frenen su autoorganización y control desde abajo. Con esta tesis, no habría que luchar por el Estado, dejándole la administración de esta poderosa herramienta para el cambio social, a la burguesía. Nosotros, supimos, como las direcciones revolucionarias actuales en el Continente, aprovechan al máximo, esta potencialidad. De allí la violenta reacción de las burguesías y el imperio, con sus agoreros, para luchar por la derrota de los procesos en curso.
IX “Final del ciclo”
La idea central “del fin del ciclo” va acompañada de los peores pronósticos de futuro.
“Represión para los sectores populares, ante la fuerza de las demandas de los pueblos, por sus derechos. Freno y control de la capacidad de organización de los sectores populares, desmovilización”, escribe Raúl Zibechi. Precisamente, contra los gobiernos revolucionarios que como el Bolivia, Venezuela, Ecuador, que invierten recursos en la capacitación, organización y toma de conciencia de sus pueblos, donde se crean organizaciones económicas y sociales como nunca antes se incentivaron su creación por los estados. Los agoreros del fin del ciclo, afirman “neutralizando la irrupción de las y los de abajo en las redes de la institucionalidad, organizando un brusco reacomodo en el seno de las clases dominantes y del sistema de dominación, frenando la capacidad de autoorganización y control desde debajo de los pueblos movilizados”.
Visto así, la “captura” del Estado por fuerza progresistas puede significar la captura de la izquierda, para los intereses de las burguesías. Esta tesis es desmovilizadora y no aporta a la lucha por la captura del poder por el pueblo, como hemos señalado.
Las dificultades que los procesos revolucionarios atraviesan hoy, por la presión del imperio, por la baja en los precios internacionales de los principales productos de exportación, sustanciales en el periodo heredado, por los modelos económicos que heredaron los gobiernos revolucionarios y que requieren años, para implementar nuevos modelos productivos, encuentra a nuestros pueblos y gobiernos en mejores condiciones para afrontar las dificultades. Otra cosa, sería si los gobiernos fueran burgueses. Esto hay también que valorarlo y darle la dimensión de proceso que conlleva.
Finalmente debemos señalar que no debemos esperar que las dificultades y la lucha disminuyan en su intensidad, cuando la lucha de clases se agudiza y hoy precisamente se da este fenómeno, las fuerzas sociales tensan sus energías, en todos los campos, pero, es la forma en que avanza la historia.
Esto son los principales aspectos desarrollados en Ecuador por García Linera, tocados, a pesar de la extensión del artículo, sólo tangencialmente. El tema por su amplitud es recurrente, estamos seguros que vendremos con nuevas entregas.
Suecia, Estocolmo 22/10/2015
- Elio Portocarrero, Exiliado en Suecia por más de 30 años, sin poder regresar al país. Miembro del Comité Central del MIR, que inició la lucha guerrillera dirigida por Luis de la Puente Uceda. Dirigente del grupo guerrillero del Norte del Perú, junto con Gonzalo F. Gasco. Preso algunos años, Asesor político del General Jorge Fernández Maldonado, durante el Gobierno Revolucionario del General Juan Velasco Alvarado, dirigente fundador de la ORGA. Dirigente del Partido Socialista Revolucionario del Perú. Exiliado en Panamá.
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