¿Por qué Brasil?
- Opinión
Los acontecimientos en Brasil se enmarcan dentro de un plan sistemático de recolonización imperial. Este país, por ser la principal potencia suramericana con más de 200 millones de habitantes y poseer gran parte de la biodiversidad natural mundial, hoy sufre la arremetida política bajo la máscara de la legalidad judicial y el sometimiento de un senado a actores de dominio externo que, unidos a los medios de comunicación local e internacional, vienen descargando una lluvia de metralla mediática contra un gobierno legítimamente electo.
La atroz medida de un juicio político contra la presidenta Dilma y la cacería emprendida contra el expresidente Lula deja ver claramente que las ansias de volver a dominar a la América rebelde está plasmada dentro de las nuevas líneas estratégicas que son emanadas de los laboratorios de guerra de las agencias de inteligencia. El lobo al acecho: así inicia el cuento que se está gestando en Brasil y la guerra sistemática que allí se libera contra la democracia da pie a que se ejecute en toda la región.
Los gobiernos progresistas de América Latina tienen claro que las acciones de guerra de cuarta generación a todos sus niveles están siendo utilizada y perfeccionada por la oligarquía trasnacional y que la misma se ha propuesto en retomar los territorios que hasta ayer fueron denominado el Patio Trasero y que solo a costa de desapariciones, asesinatos, torturas y represión establecieron gobiernos títeres que se arrodillaban bajo el garrote de las embajadas estadounidense en todo el hemisferio. No es casualidad que uno de los principales impulsores del MERCOSUR, sea blanco predilecto para un golpe de estado camuflado a favor de los intereses de la oligarquía. Junto a la Argentina insurgente y la Venezuela rebelde, el gigante suramericano no solo pateo a la principal potencia económica y militar sino que fue uno de los promotores del enterramiento del ALCA y con ello la política de dominación económica camuflada bajo los tratados de libre comercio que no solo se apoderaban de la riqueza del sur, sino que además imponían los dominios de una minoría poderosa contra la gran mayoría explotada. Así mismo este coloso buscó un nuevo horizonte con aliados europeos y asiáticos que en la última década se han convertido en una pesadilla para el imperialismo.
Brasil ha sido uno de los motores fundamentales para frenar el expansionismo político de la derecha en América Latina; junto a los países del ALBA no solo crearon independencia económica regional sino que además también establecieron nuevas formas de cooperación y defensa enmarcadas en la UNASUR y la CELAC, dos organismos que permitieron mostrar a una América unida fuerte, decidida a defenderse y así mismo desafiar cualquier pretensión que atente contra la estabilidad de la región.
Buscar dominar Brasil es un objetivo claro del imperialismo y sus lacayos derechistas ya que no solo les incomoda un gobierno dirigido por una mujer, quien fue perseguida y encarcelada por los antepasados de los que hoy intentan tomar el poder, sino que además reivindique los derechos de los que ayer fueron olvidados y que hoy, con los gobiernos progresistas, fueron incluidos en salud, salario, educación.
La derecha brasileña impulsada, orientada, financiada y dirigida por las grandes corporaciones y sus agencias de inteligencia busca, al igual que sus colegas en Venezuela, propinar un jaque mate en el tablero geopolítico regional, cambiar la correlación de fuerzas y volver al pasado oscuro que vivió toda la región.
Ahora bien, los logros alcanzados por el gobierno del expresidente Lula y fortalecidos e impulsados por la presidenta Dilma Rousseff en materia inclusión social es el principal objetivo de ataque de estos elementos corrompidos de la política brasileña; pero estos mismos logros son el arma de defensa que ha esgrimido el pueblo brasileño para defender no solo al gobierno legítimo de Dilma Rousseff; sino a ellos mismos. Los movimientos populares están dando un respaldo contundente a la democracia y al modelo político y económico que hoy intenta ser borrado de Brasil; de lograrlo sería un golpe certero a la democracia social que durante quince años la ha dicho no a las pretensiones de la derecha y sus amos imperiales.
Como miembro de los BRICS, Brasil se ha convertido en una amenaza para el llamado acuerdo Transpacífico promovido por los Estados unidos, el cual es un camuflaje de los tratados de libre comercio, y esto lo pone en el blanco de Washington ya que no solo lo desafía en la región sino que muestra músculos al establecer sendos acuerdos comerciales con Moscú y China, enemigos potenciales de los EEUU y los cuales han aumentado su influencia en la región. La Casa Blanca y sus amos, las trasnacionales, ven esto como una clara amenaza a lo que ellos llaman sus intereses.
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