Presidencia de la Argentina, el drama de la llegada
- Opinión
Estamos sólo a días de la realización de las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias –por eso se llaman PASO- de una diversidad de cargos de elección popular. Desde la presidencia de la República, pasando por Gobernadores, senadores, diputados, hasta modestos cargos en los más lejanos distritos electorales.
Pero la verdad es que lo importante a nivel global es la elección presidencial, por cuyo cargo está desatada una lucha frontal y dura entre Mauricio Macri, actual Presidente de la Argentina y la fórmula que encabeza Alberto Fernández y en la cual es candidata a vicepresidenta la anterior Presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Hay otras candidaturas. En un variado juego de “colores” desde la de los peronistas no kirchneristas representados por la fórmula Lavagna-Urtubey, que tiene clara opción de ocupar la tercera plaza tras las PASO. Hay otras de derecha, alguna de extrema derecha, casi fascistas, hasta algunas de la prácticamente inexistente izquierda de la Argentina.
Ninguno de las dos candidaturas más importantes ha presentado un claro programa de Gobierno, ninguno de las dos candidaturas ha mostrado un proyecto contundentemente lúcido y definido. Las dos solo han esbozado líneas generales para salir de la crisis gravísima en materia económica y social en la cual se encuentra el país como resultado de la dirección que en esa materia dio el Presidente Macri a su gestión. Indudablemente quien más urgencia tiene de esa claridad es el Gobierno, quien desde hace meses se está enfrentado a un fuerte rechazo y a una caída vertiginosa de la aceptación popular.
Para las huestes de Macri no dejará de ser muy comprometido poder superar lo que ya hicieron y que ha producido resultados infaustos para el bolsillo de la gran mayoría.
Sin entrar en detalles técnicos, trataré de enumerar cuáles son los temas a que deberían responder con anuncios definidos.
No puede –como lo hizo hace unos días Macri- decir que “Hay que salvar la Democracia”. En este país a partir de la tarea realizada por el Presidente Alfonsín en 1983 –año del retorno al Estado de Derecho- ya se consolidó la democracia y hoy lo que está en juego puede ser uno u otro tipo de democracia –de derecha o normal, por ejemplo-, pero de ninguna manera está en peligro el sistema. Esto es parte de una dura campaña de la angustia que ha orquestado el equipo publicitario del Gobierno.
Lo que necesita explicar a la base social para recuperar su votación de cuando fueron elegidos, son sus fallas en la proyección de políticas duraderas en el largo plazo, sobre todo en el campo de la inversión productiva y no en la especulativa.
Deben decir qué se hará para bajar de manera real el índice de pobreza que está en permanente crecimiento. Deben puntualizar en qué consiste la reforma laboral ya que la comunidad en su conjunto la ve como una forma de favorecer al sector empresario que ha sido permanente beneficiado en estos poco más de tres años. También hay que decir qué se hará en reforma sindical. El problema no solo puede ser o es el de la dirigencia “burocratizada”, el problema real es ¿Cómo será la afiliación sindical o el sindicalismo en el Siglo XXI?
El FMI, el presidente Trump, Bolsonaro desde Brasil, dan todo su apoyo a Macri y hasta declaran que sin él no hay “salvación” para la Argentina.
Pero hasta el momento el grupo gobernante no mostró cómo hará esa recuperación. Los miles de dólares que mandó Trump a través del FMI se ha empleado para crear un “veranito de San Juan” conteniendo la suba del dólar, el que finalmente volvió a escapar, no sabemos por cuanto tiempo.
A pesar de la vocinglería no han llegado las inversiones para la producción y ésta sigue en receso porque ya casi no existe el consumo interno. Las PYMES, paralizan su producción o cierran definitivamente. Hay corporaciones que siguen como en jauja, ganan cada día más, pero la mayoría de los argentinos tienen cada día menos.
Esa es la realidad objetiva y a ésa debe enfrentarse este grupo que representa lo más granado de los chicos bien.
Para ellos el panorama no deja de ser muy sombrío, por ello está apelando a acentuar su campaña del temor, gritan a todo pulmón “Viene el cuco, el hombre del saco, hay que salvarse”
Quizás por eso los voten en contra, para salvarse, pero de ellos.
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