Cuando la muerte se acerca
- Opinión
A lo largo de nuestro continente, en estos días se han venido levantando diferentes voces, expresando su preocupación por el impacto que ya tiene la pandemia del Covid 19 sobre las poblaciones indígenas, y esta preocupación tiene fundadas razones.
Los pueblos originarios a lo largo de la historia han sufrido con particular fuerza los embates de las epidemias. La conquista de México-Tenochtitlan y del Imperio Incaico no pueden ser entendidas sin los estragos que causaron la viruela y el sarampión sobre la población indígena; sin lugar a dudas, el llamado cocoliztli causó más muertes entre los mexicas, que la espada y la pólvora juntas. Las nuevas enfermedades causaron una catástrofe demográfica en Abya Yala.
Para los pueblos originarios del continente, pobres entre los pobres, los amenaza el virus del SARS-CoV-2 y también los amenaza el hambre. En los Estados Unidos de Norteamérica, Jonathan Nez presidente de la Nación Navajo, que habita un amplio territorio en Arizona denunció el rápido incremento de indígenas contagiados y la muerte en una semana de 24 de ellos. Por su parte, en Colombia, los wayuu han levantado la voz denunciando la falta de médicos y medicamentos, pero también la amenaza de la hambruna, como dice Adolfo Jusayú, padre de cuatro niños, “la poca comida que teníamos guardada, se nos terminó”.
En Ecuador la organización indígena CONAIE y líderes de colectivos de mujeres indígenas como la kichwa Patricia Gualinga, levantaron la voz sobre la vulnerabilidad de los pueblos indígenas ante la pandemia, “si no hay mascarillas menos hay hospitales”, por ello han lanzado la Campaña Wasipi Sakiri (Quédate en Casa).
En México, ante el insuficiente y casi inexistente sistema de salud pública, muchas comunidades indígenas han optado por encerrarse e impedir la entrada de visitantes a sus territorios. Otras, realizaron ceremonias y ritos para pedir que no llegue el mal a sus gentes. Por su parte algunas organizaciones como la Unión de Comunidades Indígenas de la Zona Norte del Istmo desde el 3 de abril pasado envió dos cartas públicas al presidente de la república, alertando sobre el abandono en que se encuentran clínicas, hospitales y unidades médicas rurales y solicitando la instalación de hospitales de campaña en zonas indígenas e información en sus propias lenguas.
Por su parte el 14 de abril pasado, 55 organizaciones indias, sindicatos de los sectores educativo y de salud, colectivos de Mujeres y de Derechos Humanos hicieron entrega en Palacio Nacional de un escrito dirigido al Presidente de la República solicitándole atención urgente para comunidades indígenas ante esta pandemia. La respuesta ha sido nula.
Mientras esto escribo, allá por Ocosingo, Chiapas, pende de un árbol el cuerpo sin vida del indígena zoque Samuel Hernández, quién se suicidó al saberse contagiado del virus; los médicos ni el personal del ministerio público han querido bajar el cuerpo, tienen miedo. Cuando la muerte se acerca.
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