Una era por delante
La segunda generación de las democracias populares
20/02/2013
- Opinión
El periodista uruguayo Aran Aharonian analiza las posibilidades de continuidad y nuevos liderazgos en la región, que sostengan la integración y los procesos soberanos, equitativos y populares.
- ¿Cómo imagina la continuidad de los procesos políticos en marcha en América Latina?
Una tarea pendiente en los procesos populares regionales es la formación de cuadros políticos, dirigentes. Recuerdo que días antes de las elecciones de 1998 en Venezuela, aquellas en las que accediera por primera vez al gobierno Hugo Chávez, Alí Rodríguez -hoy presidente de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) de manera rotativa con la colombiana María Emma Mejía- le dijo al líder bolivariano: ‘¡Oiga Comandante!, me gustaría mucho que me encomendara la tarea de empezar a formas cuadros del movimiento, del partido’, y la respuesta de Chávez fue ‘¡Vamos chico!, si tú de lo que sabes es de energía, vas a ser ministro de Energía’.
Estas formas de caudillismo, propias de la cultura popular latinoamericana, a veces carecen de planificación hacia el futuro. Por eso, lo que aún falta es la formación ideológica que pueda garantizar la continuidad de estos proyecto actuales de transformación más allá de sus líderes.
Este es el momento porque estamos en una etapa de transición, en la construcción misma de nuevas democracias, de nuevas sociedad; y este camino se va haciendo al andar. Hay cosas que hace diez años creíamos imposibles de realizar y hoy la vemos concretadas con mucha satisfacción: estamos llegando a un modelo de integración de la patria grande que fuera el sueño de generaciones anteriores.
Y hoy nos preguntamos, entonces, qué va a pasar en Ecuador, en Bolivia o en Argentina cuando se cumplan los mandatos límite de Correa, Morales y Fernández. Es una pregunta que nos deja bastante inquietos, pero sin embargo hay tiempo de formar nuevos dirigentes que puedan ir por el nuevo camino de la soberanía nacional, de la equidad y de la justicia social.
- Considerando la historia política regional, ¿se puede pensar un proyecto popular son liderazgos fuertes en América Latina?
La respuesta no puede ser una posibilidad de reelección permanente, aunque no estoy en contra de que esto pueda ser así. Sin embargo, no podemos depender de ello. Necesitamos un renovación generacional que continúe por la senda que estuvimos trazando, pero que además impulsen nuevas ideas que tienen que ver con la dinámica de las nuevas sociedades que se están formando.
Tenemos que asumir que culminó una etapa de resistencia que duró casi 500 años y ahora lo que debemos hacer es despojarnos del coloniaje cultural. No terminamos de vernos con nuestros ojos, no terminamos de conformar la identidad latinoamericana; y la formación y renovación de cuadros también tiene que ver con esto. Antes se creía que la derecha tenía mejores cuadros que la izquierda, pero en sus filas también hay una carencia. Tienen una tremenda falta de ideas.
- Se puede formar cuadros para la gestión de los procesos de transformación. Pero los liderazgos irrumpen en la historia casi de manera caprichosa. ¿Se puede formar líderes?
Yo no creo que los liderazgos sean como los hongos, que surgen de repente y sin historia. Todo liderazgo surge de un hito histórico, y para asumirlo hay que prepararse. Necesitamos personas que puedan gestionar lo que está en marcha, pero también que avancen sobre las ideas, generando nuevas teorías y enfoques. Y es en eso en lo que estamos en deuda. Hace años que no surgen desde las academias nuevos marcos conceptuales que acompañen este nuevo devenir de nuevas realidades.
Tenemos que retomar el pensamiento crítico que supimos tener en las décadas de 1950, 1960 y 1970; ese que fue aniquilado. Todo esto nos lleva a un pragmatismo muy peligroso, una especie de “como vaya viniendo, vamos viendo”.
Cuando se tienen las cosas claras pueden ir saliendo y en el proceso se les da formas para que puedan perdurar en el tiempo.
Una tarea pendiente en los procesos populares regionales es la formación de cuadros políticos, dirigentes. Recuerdo que días antes de las elecciones de 1998 en Venezuela, aquellas en las que accediera por primera vez al gobierno Hugo Chávez, Alí Rodríguez -hoy presidente de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) de manera rotativa con la colombiana María Emma Mejía- le dijo al líder bolivariano: ‘¡Oiga Comandante!, me gustaría mucho que me encomendara la tarea de empezar a formas cuadros del movimiento, del partido’, y la respuesta de Chávez fue ‘¡Vamos chico!, si tú de lo que sabes es de energía, vas a ser ministro de Energía’.
Estas formas de caudillismo, propias de la cultura popular latinoamericana, a veces carecen de planificación hacia el futuro. Por eso, lo que aún falta es la formación ideológica que pueda garantizar la continuidad de estos proyecto actuales de transformación más allá de sus líderes.
Este es el momento porque estamos en una etapa de transición, en la construcción misma de nuevas democracias, de nuevas sociedad; y este camino se va haciendo al andar. Hay cosas que hace diez años creíamos imposibles de realizar y hoy la vemos concretadas con mucha satisfacción: estamos llegando a un modelo de integración de la patria grande que fuera el sueño de generaciones anteriores.
Y hoy nos preguntamos, entonces, qué va a pasar en Ecuador, en Bolivia o en Argentina cuando se cumplan los mandatos límite de Correa, Morales y Fernández. Es una pregunta que nos deja bastante inquietos, pero sin embargo hay tiempo de formar nuevos dirigentes que puedan ir por el nuevo camino de la soberanía nacional, de la equidad y de la justicia social.
- Considerando la historia política regional, ¿se puede pensar un proyecto popular son liderazgos fuertes en América Latina?
La respuesta no puede ser una posibilidad de reelección permanente, aunque no estoy en contra de que esto pueda ser así. Sin embargo, no podemos depender de ello. Necesitamos un renovación generacional que continúe por la senda que estuvimos trazando, pero que además impulsen nuevas ideas que tienen que ver con la dinámica de las nuevas sociedades que se están formando.
Tenemos que asumir que culminó una etapa de resistencia que duró casi 500 años y ahora lo que debemos hacer es despojarnos del coloniaje cultural. No terminamos de vernos con nuestros ojos, no terminamos de conformar la identidad latinoamericana; y la formación y renovación de cuadros también tiene que ver con esto. Antes se creía que la derecha tenía mejores cuadros que la izquierda, pero en sus filas también hay una carencia. Tienen una tremenda falta de ideas.
- Se puede formar cuadros para la gestión de los procesos de transformación. Pero los liderazgos irrumpen en la historia casi de manera caprichosa. ¿Se puede formar líderes?
Yo no creo que los liderazgos sean como los hongos, que surgen de repente y sin historia. Todo liderazgo surge de un hito histórico, y para asumirlo hay que prepararse. Necesitamos personas que puedan gestionar lo que está en marcha, pero también que avancen sobre las ideas, generando nuevas teorías y enfoques. Y es en eso en lo que estamos en deuda. Hace años que no surgen desde las academias nuevos marcos conceptuales que acompañen este nuevo devenir de nuevas realidades.
Tenemos que retomar el pensamiento crítico que supimos tener en las décadas de 1950, 1960 y 1970; ese que fue aniquilado. Todo esto nos lleva a un pragmatismo muy peligroso, una especie de “como vaya viniendo, vamos viendo”.
Cuando se tienen las cosas claras pueden ir saliendo y en el proceso se les da formas para que puedan perdurar en el tiempo.
19/02/2013
APAS | Agencia Periodística de América del Sur | www.prensamercosur.com.ar
Facultad de Periodismo y Comunicación Social. Universidad Nacional de La Plata.
Facultad de Periodismo y Comunicación Social. Universidad Nacional de La Plata.
https://www.alainet.org/fr/node/73826?language=es
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