Paradoja: terroristas libres, antiterroristas presos
21/10/2013
- Opinión
El diario estadunidense The Washington Post publicó hace unos días un artículo de Stephen Kimber que en su titular formula una pregunta que más de alguno se hace: “Los Cinco Cubanos estaban combatiendo el terrorismo.¿Por qué los encarcelamos?
La pregunta no ha recibido respuesta alguna desde el sector gubernamental y tampoco desde el radio de acción de los políticos estadunidenses, lo que no es de extrañar.
Las políticas que aplica el país del norte se basan en intereses no digamos permanentes, sino también circunstanciales, hoy conviene inclinarse por equis, mañana por todo lo contrario.
Las decisiones no obedecen, como pudiera pensarse, a los intereses superiores del país, lo estamos viendo con el actual problema financiero estadunidense, donde lo que se negociaba eran las ventajas políticas que los dos grandes partidos aspiraban a conseguir.
En lo que respecta a Cuba, si esa nación estuviera en las condiciones económico-sociales dramáticas que Washington acostumbra a pintar, la atención que le dedican sería una pérdida de tiempo, sin contar con que en esas supuestas condiciones Washington ya habría logrado imponerse.
El asunto de fondo es otro, Cuba ocupa un lugar geográfico de interés estratégico tanto en relación a América Latina como al África y en estos años en que las dictaduras impuestas por Washington han sido barridas de esta parte del continente, se han logrado también otros avances.
Hay una relación diferente entre los países de la región, a lo que no han podido sustraerse los gobiernos de derecha. Más aún, hay una conexión importante con África en el marco de las relaciones Sur-Sur y también con lo que antes conociéramos como los temibles países comunistas.
Lejos de entender que el mundo ha cambiado, que Cuba tiene petróleo propio y un avance científico y tecnológico que no se puede desconocer, Washington aparece empeñado en ignorar la realidad actual.
Las provocaciones
El artículo de Stephen Kimber hace el recuento de los hechos más significativos de esta situación y empieza por preguntar cómo reaccionarían los estadunidenses si sus agentes en otro paìs hubieran detectado un complot terrorista en su contra y el país agresor los arrestara y encarcelara.
Kimber señala que esos agentes serían héroes estadunidenses y su gobierno buscaría llevarlos de regreso a su país , comparación con la que intenta que entiendan la situación real.
Recuerda luego todos los atentados terroristas cometidos en Cuba por elementos estadunidenses o cubanos residentes en el país del norte, como los que pretendían comprar un misil Stunger, un lanzagranadas y cohetes antitanques para atacar a la nación isleña.
Agrega que aunque esos hechos violaban las leyes de neutralidad estadunidenses, el sistema judicial miró hacia otro lado y pocas veces investigó las acusaciones contra los que planeaban esos actos o sancionaron a los que los cometían.
Y explica que de ahí deriva el que Cuba tuviera sus propios agentes en la Florida, los que lograron frustrar algunos atentados, como el plan para poner bombas en el Tropicana, el centro nocturno cubano más famoso, o el plan para enviar una lancha con explosivos a Dominicana en un intento de asesinar a Fidel Castro.
Los agentes cubanos evitaron que se hiciera explotar un avión con turistas europeos y latinoamericanos, no pudieron hacer lo mismo con un avión de Cubana de Aviación que explotó en vuelo en 1976 y en el que murieron los 73 pasajeros y la tripulación.
Cuba detectó también que había un complot contra Clinton y Fidel pidió a Gabriel García Márquez que le entregara la información para que tomara, como lo hizo, las medidas precautorias del caso.
Poco después, agentes del FBI fueron a Cuba, donde recibieron información acerca de los atentados realizados en territorio cubano por los grupos terroristas radicados en Miami, pero en Estados Unidos no se tomó medida alguna para evitarlos.
A eso obedeció el envío de los cubanos hoy presos, que según la vocera del departamento de Estado, a la que cita Kimber: “fueron condenados en cortes estadunidenses por cometer crímenes contra los Estados Unidos, incluyendo espionaje y traición”.
La funcionaria, no se ha enterada de que la situación era al revés y que los crímenes se estaban cometiendo contra Cuba, incluso dentro de su territorio y que los aviones que violaban el espacio aéreo cubano provenían de Estados Unidos.
Uno de esos aviones fue derribado cuando sobrevolaba Cuba y por ese episodio uno de los agentes cubanos hoy presos está condenado a dos cadenas perpetuas.
El espía estadunidense
Mientras los cubanos cumplían las condenas que han sido cuestionadas incluso dentro del país del norte, llegaba a Cuba un estadunidense de nombre Alan Gross, perteneciente a la USAID, sigla que corresponde a la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo, según su traducción al español, agencia que trabaja para la CIA.
Esta agencia es conocida por su accionar intervencionista en todos los países en que tiene presencia, como se ha demostrado en las naciones latinoamericanas con gobiernos progresistas.
Desde Estados Unidos se quiso presentar a Gross como un inocente vendedor de teléfonos móviles, argumento que se dejó de esgrimir cuando trascendió que se trataba de aparatos telefónicos que podían enviar señales a los aviones desde las cercanías de los sitios de interés estratégicos.
Luego se argumentó que Gross estaba en tratamiento para combatir el cáncer que lo afectaba o del que había sido operado, con lo que se apelaba a la comprensión del gobierno cubano para que procurara su libertad.
Pero en Enero de este año se conoció la existencia de un contrato en virtud del cual Gross había sido contratado por la empresa Development Alternatives Inc.(DAI) de Bethesda, Maryland, encargada de concretar un proyecto de infiltración tecnológica en Cuba.
La misión de Gross consistía en un plan destinado a establecer conexiones a Internet por satélite, trabajo que ya había realizado en Afganistán. Para su misión en Cuba, DAI le pagó 258 mil 274 dólares.
Gross alcanzó a instalar tres conexiones ilegales en Internet en los cuatro viajes que realizó y le prometieron 332 mil 334 dólares más para que continuara el contrato, pero la seguridad cubana le echó a perder el negocio.
Y esto se pretende equiparar con lo realizado por los cinco cubanos que buscaban evitar atentados contra su país.
- Frida Modak, periodista, fue Secretaria de Prensa del Presidente Salvador Allende.
https://www.alainet.org/fr/node/80276
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