EL TPP, un acuerdo que podría cambiar su vida a peor
15/11/2013
- Opinión
Probablemente usted nunca haya oído hablar del Acuerdo de Asociación Trans-Pacífico (TPP, por sus siglas en inglés). Y aunque este tratado de “libre comercio” siga negociándose a sus espaldas, le aseguro que, si se aprobase, una porción importante de su vida se vería afectada y, desde luego, las esperanzas de un Perú mejor sufrirían una gran envestida.
El TPP es el acuerdo comercial más amplio que jamás haya conocido la historia del Perú, y uno de los más grandes de la humanidad. Son 12 los países que vienen negociándolo a puertas cerradas desde hace tres años. Perú, Estados Unidos, Chile y México son algunos de ellos.
Hasta el momento, ciertas secciones de los 29 capítulos del tratado han sido filtradas. Cada una de ellas más aterradora que la otra. Una novedad de esta semana fue la publicación de Wikileaks de uno de los capítulos más importantes del documento, el de “propiedad intelectual”. En él se muestra cómo este acuerdo beneficiará a las grandes farmacéuticas dándoles la posibilidad de ampliar sus patentes, perjudicando así a millones de personas, cercenándoles la capacidad de acceder a medicamentos genéricos, los que son sustancialmente más económicos.
Para que se haga usted una idea, en Estados Unidos –donde las farmacéuticas tienen más poder que en ninguna otra parte del mundo– la población gasta alrededor de 300 billones de dólares al año en medicinas. Sin el monopolio de las patentes, esta suma sería diez veces menor: 30 billones.
El escenario que se dibuja para el Perú, en caso de suscribir el documento, sería absolutamente devastador. Un país en vías de desarrollo como el nuestro estaría firmando la sentencia de muerte de miles de peruanos, incapaces de costear los altos precios de medicamentos de enfermedades tan letales como el cáncer. En consecuencia, el TPP es un ataque frontal contra cualquier política pública que intente ampliar los servicios de salud.
Pero este no es el único “hachazo” que plantea el tratado. Con su aprobación, los derechos corporativos crecerían aún más, en detrimento del poder estatal y de sus medidas de regulación al sector privado. Las empresas privadas tendrían el firme apoyo para demandar directamente a los Estados –saltándose los sistemas judiciales nacionales–, acudiendo directamente a tribunales internacionales, tales como el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones del Banco Mundial. Se incrementarían situaciones tan esperpénticas (amparadas por nuestro TLC con EEUU), como la demanda que hizo Doe Run al Estado peruano (por US$800 millones) sobre el argumento de que nuestro gobierno ejercía un trato injusto al exigirle el cumplimiento de las normativas medio
ambientales en La Oroya (una de las zonas más contaminadas del mundo).
La segunda novedad de la semana es que cerca de 170 diputados estadounidenses han enviado una carta al Representante de Comercio de EEUU expresando su disconformidad con que el TPP sea aprobado por un procedimiento que se conoce como “vía rápida” (a través del cual se han aprobado acuerdos comerciales en los últimos 20 años en este país).
La “vía rápida” brinda la única posibilidad al Congreso norteamericano de aprobar o rechazar un acuerdo comercial en su totalidad. De concretarse el rechazo de los 170 diputados a la “vía rápida”, el Congreso de EEUU podría llevar a cabo numerosas enmiendas al tratado. Esto significaría que países como el nuestro habrían hecho una serie de concesiones a cambio de nada. En otras palabras, que de nada valdría que hayamos renunciado a ciertas cuestiones (por ejemplo, a subsidios en el sector cultural) con el fin de obtener “algo a cambio”. Así, habría serias dudas de que ese “algo a cambio” apareciera en el texto final del TPP, dejándonos incluso en una posición de mayor desventaja.
Son 620 millones las personas que serían afectadas por el TPP. No obstante, solo son partícipes de las negociaciones altos funcionarios del gobierno de los 12 países implicados, junto a 600 asesores de diversas corporaciones. Incluso nuestros congresistas no han tenido la posibilidad de acceder al texto, a pesar de los reclamos de algunos de ellos. Me pregunto, ¿cómo es posible que un tratado que constituye una gran amenaza contra la vida de millones se negocie con tanto recelo?, ¿dónde está la democracia en la que supuestamente vivimos?, ¿o es que acaso esta es una mera ilusión? Si así fuese, nunca es tarde para recuperarla. Una manera de empezar sería exigiendo a la canciller Rivas y al presidente Humala un debate público acerca del TPP.
Fuente: http://diario16.pe/
https://www.alainet.org/fr/node/80850
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