El desabastecimiento

22/06/2014
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Antes que nada contestaré una pregunta. El costo de la ducha que importé fue de 184 dólares, que con la suma de gastos por transporte, seguros, almacenamiento, etc. totalizó un costo aproximado de $ 400, unos 1 .720 Bs. para la fecha.
 
En aquel momento vi el mismo modelo de ducha pero con otra marca a un precio de Bs. 16.000. Que es otro de los trucos utilizados por algunos importadores para no proporcionar información de costos.
 
En efecto, ciertos fabricantes extranjeros ofrecen, depende de la cantidad, colocar en los productos la marca exclusiva que el cliente quiera, de tal forma que para cualquier investigación no existen precios de referencia en ninguna parte, e incluso, el importador puede diseñar su sitio en internet y colocar los modelos y precios que quiera.
 
Eso es válido también para aquellas empresas fabricantes que quieran especular importando materias primas, maquinarias, repuestos, etc.
 
Con mecanismos de especulación como esos es que se habrán hecho y se continúan construyendo  inmensas fortunas.
 
Causas del desabastecimiento
 
En mi opinión el brutal desabastecimiento de bienes de consumo obedece a las siguientes causas:
 
La guerra económica
 
1.Planificada y ejecutada hace ya bastante tiempo. Recuerde el lector como ya en la campaña electoral de 2012 Capriles amenazaba que ante el desabastecimiento que venía y producto de la planificada huelga de importadores, los venezolanos íbamos a tener el mismo mal olor de los europeos ante una previsible falta de desodorantes.
 
Sólo que, ante el fallecimiento de Chávez, y ante la perspectiva de ganar las elecciones presidenciales, demoraron la ejecución del plan y lo retomaron en agosto de 2013, después de la toma de posesión de Maduro.
 
Para disimular esa huelga y no se notara antes de tiempo, solicitaron a través de empresas de maletín miles de millones de dólares a Cadivi... Son esos 20.000 millones de dólares que desaparecieron y que denunció Giordani en octubre de 2013.
 
Por supuesto que empezó el desabastecimiento, del cual no nos hemos repuesto.
 
Esa práctica es absolutamente criminal en un país que depende mayoritariamente de productos importados, ya que a quien lesiona es al ciudadano común.
 
Si se examinaran las empresas que dejaron de solicitar divisas para importar y se descubren las de maletín se conocerá claramente el nudo de la conspiración económica.
 
Lo absurdo es que el equipo económico sacó una providencia en que no se otorgarán dólares para importar sino a las empresas importadoras que tengan más de dos años de actividad. Es decir, a la mayoría de las firmas que participaron en el paro importador.
 
Cuando lo lógico es que el gobierno aliente la formación de una nueva camada de importadores patriotas. Para ello hay decenas de miles de profesionales de la administración, de la economía y del comercio exterior, que tienen la juventud y la preparación requerida. Quizás no tengan capital, pero para eso está el Estado, para financiar sus actividades iniciales en vez de regalarle las divises a ese atajo de delincuentes.
 
Un país con una gran demanda bienes importados
 
2. La no completa conciencia de la dimensión de la demanda de un país que ya ronda los treinta millones de habitantes con una alta dependencia de bienes importados.
 
Eso lo afirmo porque en mayo el Presidente Maduro explicó como un gran logro que desde el mes de octubre de 2013 se había alcanzado la meta de importar 5.000 millones de dólares en alimentos y otros bienes.
 
Estamos hablando que un período de 240 días se importó un promedio de 70 céntimos de dólar diarios de bienes básicos por habitante, lo cual es a todas luces insuficiente ante la alta dependencia del exterior y máxime en la gravísima situación actual de acaparamiento.
 
El acaparamiento familiar
 
3. Porque ese es el otro aspecto del problema. Existe un acaparamiento brutal, pero no de los comerciantes, sino de las familias, que ante la inseguridad se conseguir en el futuro los alimentos y bienes básicos, hacen compras nerviosas cuando tienen la oportunidad.
 
Eso ocasiona, por ejemplo, que si una familia logra adquirir un bien para, digamos cuatro meses, en realidad les está quitando el consumo mensual de esos bienes a otras tres familias. Y no hablemos de las centenares de miles de familias envenenadas por el odio que seguramente acapararán más de cuatro meses.
 
Y en contra de esa conducta no hay campañitas de “concientización” que valga. Los argumentos esgrimidos por esas familias son muy poderosos: No pueden dejar que sus hijos pasen necesidades o si se produce una guerra civil no quieren estar desabastecidas.
 
Y tienen razón.
 
La única manera de acabar con esa conducta histérica es alcanzar una sobreoferta tal, que por más que se acapare siempre se encuentre el producto. Al final se normalizará su consumo, como sucedió con el arroz.
 
Claro que ello puede significar el desembolsar muchas divisas, pero hay que hacerlo, no hay otra. Y si se hace con diez o quince productos básicos disminuiría sensiblemente la actual sensación de desabastecimiento.
 
Capitalismo de partido
 
4.  Hay otro aspecto que ha quedado al descubierto: la escasez de productos fabricados total o mayoritariamente por empresas del Estado, como el cemento, los lubricantes automotores, el azúcar, el café, los aceites comestibles, etc. que obviamente no son consecuencia de la guerra económica sino de la incompetencia de quienes dirigen esas empresas.
 
Esta situación no es nueva, sólo que la crisis ha permitido que emergiera.
 
Con esto no estoy dándole la razón a los imbéciles que afirman que las empresas en manos del Estado son ineficientes en contraste con la eficiencia de las privadas, repitiendo el argumento que en el pasado sirvió para “privatizar” empresas del Estado que realmente pasaron a manos de capital extranjero, como sucedió con Viasa, la Cantv, etc.
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Al contrario, por mi propia experiencia sé que eso no es así. No veo diferencias en el rendimiento que pueden tener empresas en manos del Estado y las de capital privado. Ambas pueden funcionar muy bien o muy mal.
 
Hubo y hay empresas del Estado con óptimos resultados, como fue Viasa o lo es la CANTV y Movilnet, por decir algunas.
 
Igualmente en el sector privado. Polar, por mencionar una, es un ejemplo de eficiencia. En tanto que VTV, el grupo del Banco La Guaira, Aeropostal, etc. son ejemplos de empresas de capital privada que fracasaron. Algunas de ellas las adquirió el Estado alcahueta para que sus propietarios no “perdieran su inversión”. El ejemplo más contundente a nivel mundial lo tenemos en el sistema financiero norteamericano y la espantosa crisis que vivió hacia 2010.
 
En realidad que una empresa funcione bien o mal depende de los niveles de supervisión y contraloría que se ejerza sobre sus directivos, cosa que actualmente es prácticamente nula en las empresas del Estado.
 
Aquí no existe eso que llaman “capitalismo de Estado”. Aquí lo que hay es un capitalismo de partido, utilizando el mismo esquema implantado por AD y Copei, en donde los directivos de las empresas públicas andan “realengos” y no dependen de si hacen las cosas bien o mal para conservar su puesto, sino de la voluntad de su “padrino”, sea un ministro o un dirigente de partido.
 
Chávez, consciente de ese peligro planteó como solución lo que él llamó la “Contraloría Social”. Lamentablemente esa idea no ha cuajado.
 
Este asunto debería ventilarse en el próximo congreso del PSUV, para tratar de alcanzar la máxima de Chávez: Eficiencia o nada. De ello depende la continuidad del proceso.
https://www.alainet.org/fr/node/86571?language=es
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