Los signos de la descomposición
15/07/1998
- Opinión
El régimen mexicano está en plena descomposición, pero busca legitimarse al aceptar que la
oposición ocupe más parcelas no de poder sino de administración.
El gobierno de Ernesto Zedillo lanza una campaña de autopropaganda cada vez que hay elecciones
locales y pierde el PRI, pretendiendo que ya hay democracia en México, sin darse cuenta que los
mexicanos viven todos los días el desastre institucional.
Los grupos paramilitares
Uno de los aspectos más preocupantes de la descomposición del régimen está sin duda en la
decisión de Los Pinos de crear grupos paramilitares para enfrentar el descontento social. Un
gobierno que organiza, capacita y protege a paramilitares está situándose al margen de la ley y
tornando inexistentes las garantías individuales; haciendo imposible la existencia de un estado de
derecho. Una sociedad que tolera la existencia de estos grupos acepta a su vez la posibilidad de
que el gobierno viole a su arbitrio los derechos fundamentales.
La responsabilidad penal, administrativa y política por la creación de estos grupos recae en Ernesto
Zedillo por autorizarlos, en Jorge Madrazo (titular de la Procuraduría General de la República) por
no proceder en su contra, en las autoridades locales por hacerlos operativos y, desde luego, en la
Secretaría de la Defensa por capacitarlos, protegerlos y apoyarse en ellos. Cuando el general
Enrique Cervantes (titular de la Defensa Nacional) indicó a los legisladores que no tenía indicios de
la existencia de los más de once grupos paramilitares que operan en Chiapas, y de los que la prensa
ha informado con amplitud, mentía o mostraba su incompetencia (6 de julio), pues da a entender
que no lee siquiera la prensa.
Los sueños de la tecnocracia neoliberal no conducen más que al totalitarismo. El Financiero (9 de
julio) reporta, por ejemplo, que en la región de Las Cañadas por 850 pesos mensuales el gobierno
recluta a decenas de jóvenes indígenas para recibir adiestramiento militar e integrarlos al MIRA
(uno de esos grupos paramilitares que según la Sedena no existen), con la intención de constituir
con esos "mercenarios", como los califica el diario, un verdadero "ejército indígena antiEZLN".
Esos contingentes de jóvenes que llevan una camiseta "de Pemex" y siembran el terror en amplias
zonas, son la piedra angular del proyecto político de Ernesto Zedillo para el México rural.
Los grupos paramilitares de este sexenio no se asemejan en nada a las llamadas "guardias blancas"
de otrora, creadas por los hacendados y los caciques (con la tolerancia de las autoridades) para
oponerse a las reivindicaciones agrarias de los pueblos. Los nuevos paramilitares o "guardias
verdes" están siendo creados en Chiapas por las autoridades (con la tolerancia de caciques y
hacendados) y se han asumido como el brazo armado del PRI, aún y cuando el gobierno pretenda
ahora camuflarlos integrándolos al nuevo partido paraestatal local que está constituyendo con la
pretensión de coptar a sectores del movimiento zapatista.
Advertencia a la sociedad civil
El gobierno de Ernesto Zedillo, lejos de lo que pretende la propaganda oficial en tiempo de
elecciones, está mucho más alejado de la razón y del derecho que ningún otro gobierno mexicano:
más que el de Carlos Salinas, lo que ya es mucho decir. La rapiña en el ejercicio del poder y la
vinculación de funcionarios con el narco evidencian la crisis moral del régimen, pero en lo
inmediato el aspecto más grave es el de la violación de los derechos humanos, que va en una
peligrosa escalada: aparejada a un hostigamiento a entidades privadas y a la Iglesia católica.
La decisión ilegal e irracional de mantener en la prisión de Cerro Hueco junto con decenas de
campesinos indígenas a Sergio Valdéz (profesor de la UAM) y a Luis Fernando Menéndez
(defensor de los derechos humanos), constituye en ese sentido una advertencia a la sociedad civil.
?O de qué otra manera podrían entenderse las agresiones del régimen a los historiadores Angélica
Inda y Andrés Aubry del Archivo Histórico Diocesano de San Cristóbal?
?Puede creer Ernesto Zedillo que su gobierno tiene la menor credibilidad a nivel internacional, aún
y cuando el PRI siga perdiendo algunas elecciones a nivel local?
El creciente desprestigio del régimen actual y de Ernesto Zedillo en particular por sus crímenes en
Chiapas y en el México rural, plantean sin embargo otra cuestión. La política gubernamental frente
a los pueblos indios, que ha suscitado tanta oposición al interior del propio gobierno, está siendo
planeada y dirigida desde la Secretaría de Gobernación por Adolfo Orive, el mentor y gurú de
Carlos Salinas, fracasado organizador de masas en Chiapas en los años setenta, quien ha
transformado sus frustraciones personales en políticas de Estado. Fue en su oficina a todas luces
donde se planeó la matanza de El Bosque del 10 de junio y en dónde se redactó el discurso de
Simojovel del 1o. de julio, que con tanto encono leyó Zedillo.
La guerra de baja intensidad del gobierno contra los pueblos indios y ahora contra organizaciones y
personas de la sociedad civil es cada vez más abierta, y es legítimo interrogarse si los mexicanos
deben seguir sufriendo las consecuencias no sólo de los errores e ineptitudes sino también de las
querellas de la burocracia salinista.
-277
https://www.alainet.org/pt/node/104229