Queremos soberanía alimentaria, no biocombustibles
03/01/2007
- Opinión
Las organizaciones abajo firmantes manifestamos al Parlamento Europeo, la Comisión Europea, los gobiernos y ciudadanos de la Unión Europea, nuestra profunda preocupación por las políticas que se están adoptando para favorecer el uso e importación de biocombustibles como una alternativa a los combustibles fósiles cuyo uso desmedido es uno de los principales responsables del calentamiento global.
El incremento creciente de automóviles individuales, cuyo consumo de petróleo es una de las principales causas del calentamiento global, hace que el uso de combustible fósil aumente día a día. En ese contexto, el uso de biocombustibles parece ser una alternativa positiva. Sin embargo, todo indica que ello generará graves impactos, especialmente en los pueblos del Sur.
En efecto, es muy poco probable que Europa logre ser autosuficiente en la producción de biocombustibles a partir de la producción nacional de cultivos energéticos, por lo que es muy posible que lo haga a costa de las tierras de las que depende la soberanía alimentaria de nuestros países.
Mientras los europeos mantendrán su estilo de vida en base a la cultura del automóvil, los países del Sur, tendremos cada vez menos tierras para sembrar alimentos, y por lo mismo perderemos nuestra soberanía alimentaria y tendremos que basar nuestra alimentación en comida importada, posiblemente de Europa.
En otros casos, los cultivos energéticos crecerán en América Latina, como así también en países de Asia y Africa, a costa de nuestros ecosistemas naturales. La soya se proyecta como una de las principales fuentes para la producción de biodiesel, pero es un hecho que los monocultivos de soya son la principal causa de destrucción del bosque nativo en Argentina, del bosque húmedo tropical amazónico en Brasil y Bolivia, y de la Mata Atlántica en Brasil y Paraguay.
Los territorios indígenas también han sido afectados. Los indígenas Enawene Nawe en Matto Grosso han declarado que "la soya les está matando". Al momento sobreviven apenas 429 Enawene Nawe. Su territorio ha sido reducido a la mitad y están rodeados por plantaciones de soya. Su salud está deteriorada y los niños sufren de desnutrición.
Para servir al negocio de la soya, los gobiernos del Sur están construyendo represas, hidrovías, puertos y carreteras, con los consiguientes graves impactos sobre el ambiente. Al mismo tiempo, la expansión de la soya está afectando la salud de las poblaciones aledañas, donde los niveles de cáncer y otras enfermedades ligadas a los agrotóxicos empleados en esos monocultivos aumentan cada vez más.
Las plantaciones de caña de azúcar y la producción de etanol en Brasil son el negocio de un oligopolio que utiliza trabajo esclavo y las plantaciones de palma aceitera se expanden a expensas de las selvas y territorios de poblaciones indígenas y otras comunidades tradicionales de Colombia, Ecuador y otros países, crecientemente orientados a la producción de biodiesel.
La situación se agrava si tomamos en cuenta que la soya sembrada en el Cono Sur es transgénica, y que empresas privadas en Brasil planean lanzar al mercado variedades transgénicas de caña de azúcar para el año 2010. El rechazo a los cultivos transgénicos es generalizado en América Latina, y la expansión de cultivos para producir y exportar biocombustibles a Europa exacerbará estos conflictos.
La solución al problema del cambio climático generado por los países del Norte no puede pasar por la creación de nuevos problemas en nuestra región. Hacemos entonces un llamado a los gobiernos y pueblos de los países de la Unión Europea para que busquen soluciones que no agraven la ya dramática situación social y ambiental que viven los pueblos de América Latina, Asia y Africa.
Es tiempo de soberanía alimentaria
La tierra debe ser para alimentar a la gente, no a los automóviles
Red por una América Latina Libre de Transgénicos, Red Latinoamericana contra los Monocultivos de Árboles, Red Oilwatch América del Sur, Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales
El incremento creciente de automóviles individuales, cuyo consumo de petróleo es una de las principales causas del calentamiento global, hace que el uso de combustible fósil aumente día a día. En ese contexto, el uso de biocombustibles parece ser una alternativa positiva. Sin embargo, todo indica que ello generará graves impactos, especialmente en los pueblos del Sur.
En efecto, es muy poco probable que Europa logre ser autosuficiente en la producción de biocombustibles a partir de la producción nacional de cultivos energéticos, por lo que es muy posible que lo haga a costa de las tierras de las que depende la soberanía alimentaria de nuestros países.
Mientras los europeos mantendrán su estilo de vida en base a la cultura del automóvil, los países del Sur, tendremos cada vez menos tierras para sembrar alimentos, y por lo mismo perderemos nuestra soberanía alimentaria y tendremos que basar nuestra alimentación en comida importada, posiblemente de Europa.
En otros casos, los cultivos energéticos crecerán en América Latina, como así también en países de Asia y Africa, a costa de nuestros ecosistemas naturales. La soya se proyecta como una de las principales fuentes para la producción de biodiesel, pero es un hecho que los monocultivos de soya son la principal causa de destrucción del bosque nativo en Argentina, del bosque húmedo tropical amazónico en Brasil y Bolivia, y de la Mata Atlántica en Brasil y Paraguay.
Los territorios indígenas también han sido afectados. Los indígenas Enawene Nawe en Matto Grosso han declarado que "la soya les está matando". Al momento sobreviven apenas 429 Enawene Nawe. Su territorio ha sido reducido a la mitad y están rodeados por plantaciones de soya. Su salud está deteriorada y los niños sufren de desnutrición.
Para servir al negocio de la soya, los gobiernos del Sur están construyendo represas, hidrovías, puertos y carreteras, con los consiguientes graves impactos sobre el ambiente. Al mismo tiempo, la expansión de la soya está afectando la salud de las poblaciones aledañas, donde los niveles de cáncer y otras enfermedades ligadas a los agrotóxicos empleados en esos monocultivos aumentan cada vez más.
Las plantaciones de caña de azúcar y la producción de etanol en Brasil son el negocio de un oligopolio que utiliza trabajo esclavo y las plantaciones de palma aceitera se expanden a expensas de las selvas y territorios de poblaciones indígenas y otras comunidades tradicionales de Colombia, Ecuador y otros países, crecientemente orientados a la producción de biodiesel.
La situación se agrava si tomamos en cuenta que la soya sembrada en el Cono Sur es transgénica, y que empresas privadas en Brasil planean lanzar al mercado variedades transgénicas de caña de azúcar para el año 2010. El rechazo a los cultivos transgénicos es generalizado en América Latina, y la expansión de cultivos para producir y exportar biocombustibles a Europa exacerbará estos conflictos.
La solución al problema del cambio climático generado por los países del Norte no puede pasar por la creación de nuevos problemas en nuestra región. Hacemos entonces un llamado a los gobiernos y pueblos de los países de la Unión Europea para que busquen soluciones que no agraven la ya dramática situación social y ambiental que viven los pueblos de América Latina, Asia y Africa.
Es tiempo de soberanía alimentaria
La tierra debe ser para alimentar a la gente, no a los automóviles
Red por una América Latina Libre de Transgénicos, Red Latinoamericana contra los Monocultivos de Árboles, Red Oilwatch América del Sur, Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales
https://www.alainet.org/pt/node/119397?language=en
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Soberanía Alimentaria
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