Sobre el etanol
11/04/2007
- Opinión
La Federación Sindical Mundial en las Américas estuvo informada de cómo se sumó, al conjunto de manifestaciones de rechazo que acompañaron persistentemente al presidente estadounidense durante su incursión reciente en países de América Latina, la que protagonizaron campesinos y trabajadores del campo en Brasil en protesta contra la pretensión de extender cultivos productores de combustible lo que haría mas aguda el hambre en el mundo.
Significaría ello, como alertara el Presidente de la Republica de Cuba, Fidel Castro: “Condenar a muerte prematura por hambre y sed a mas de 3 000 millones de personas en el mundo”.
Esta aseveración, sustentada en profundos análisis, fue también respaldada, entre otros muchos, por los participantes en la III Cumbre Continental de Pueblos y Nacionalidades Indígenas.
La cruzada en defensa de sustituir la gasolina con etanol que ha emprendido el mandatario norteamericano, no es precisamente para sumarse a la defensa del entorno consumiendo menos combustible, no. Lo es para asegurar que los más de 550 millones de automóviles que hay en el mundo continúen incrementándose y no se detengan aunque ello implique llenar sus hambrientos depósitos con más hambre de los seres humanos.
El argumento de que los biocombustibles no contribuyen a las emisiones de CO2 es un error según el “Movimiento Mundial por los Bosques” pues el volumen que se quema en un año para obtenerlos, contiene una cantidad de materia orgánica equivalente a cuatro siglos de vida de plantas y animales.
La extensión del uso de los biocombustibles, además de continuar deteriorando su ecología y ser muy peligrosa para la agricultura de los países pobres amenazados de retornar al monocultivo y a la degradación de sus tierras, afectaría dramáticamente la ya deprimida alimentación de su población que sufriría las consecuencias de fuertes y sostenidos incrementos de los precios para acceder a los – ya de por si encarecidos - elementos básicos que aseguren su supervivencia.
Un ejemplo conmovedor de ello lo es que a fines del pasado año el precio de la harina para elaborar tortillas en México, fundamento milenario de su alimentación, se duplicó.
Estudios de economistas de instituciones que no pueden ser acusadas de defensoras de los desposeídos como lo es el Banco Mundial, aseguran que el consumo de calorías entre los pobres del mundo disminuye aproximadamente un 0,5% cada vez que los precios promedios de los alimentos básicos más importantes se incrementan en un uno por ciento.
Extender a otros países el trato aparentemente intrascendente firmado con Brasil para explorar el uso de Etanol, no solo significaría la adopción de convenios que tendrían como contraparte al gobierno norteamericano el que por supuesto se aseguraría de obtener los mejores dividendos, sino que implicaría el incremento de las compras de tierra por empresas norteamericanas como se pretende ya ansiosamente por Bill Gates en el Goiàs y en el Matto Grosso brasileros.
Significaría, además, la entrega de dadivas llamadas “incentivos” para que el campesinado se “convenciese de las ventajas que le proporcionaría“ sembrar aquello que – para producir etanol - le impusiesen las transnacionales sin importar las consecuencias que de ello se derivase.
Por otra parte, según cálculos provenientes de los propios Estados Unidos, el periódico “New York Times”, la producción de etanol a partir del maíz, reemplazaría solo una pequeña fracción del petróleo que es utilizado en ése país. Para todos los países ricos significaría solo el 15%. Si la producción de Etanol se lleva a cabo a partir de incorporar tierras cultivables que hoy forman parte del programa de protección del medio ambiente, sería mayor la perdida en conservación que la ganancia en independencia energética.
Pero no solo tendría la producción extendida de biocombustibles las consecuencias antes expuestas ya de por si muy preocupantes. Implicaría, en Nuestra América, contribuir al rescate del espacio que la élite norteamericana le impuso a Bush intentar recobrar durante su reciente periplo por la región. El programa que éste vende, le brindaría un nuevo pretexto para intervenir en los países de la región precisamente cuando América Latina avanza en la búsqueda de su unidad para la autodeterminación económica.
Los elementos antes expuestos y otros que continúan surgiendo para alertar de los peligros que esta promoción a marcha forzada que Bush hace del Etanol, han provocado, como en muchas otras organizaciones sindicales, nuestra reflexión en la Federación Sindical para las Américas.
Animados de contribuir a prevenir de las consecuencias de esta política que no está por cierto animada de la preocupación imperial por nuestros trabajadores y pueblos, brindamos a ustedes los anteriores razonamientos intentando aportar al análisis de estos temas de vital importancia aspirando a recibir sus valoraciones.
Secretaria America
Federación Sindical Mundial
Ciudad de la Habana, Cuba.
Significaría ello, como alertara el Presidente de la Republica de Cuba, Fidel Castro: “Condenar a muerte prematura por hambre y sed a mas de 3 000 millones de personas en el mundo”.
Esta aseveración, sustentada en profundos análisis, fue también respaldada, entre otros muchos, por los participantes en la III Cumbre Continental de Pueblos y Nacionalidades Indígenas.
La cruzada en defensa de sustituir la gasolina con etanol que ha emprendido el mandatario norteamericano, no es precisamente para sumarse a la defensa del entorno consumiendo menos combustible, no. Lo es para asegurar que los más de 550 millones de automóviles que hay en el mundo continúen incrementándose y no se detengan aunque ello implique llenar sus hambrientos depósitos con más hambre de los seres humanos.
El argumento de que los biocombustibles no contribuyen a las emisiones de CO2 es un error según el “Movimiento Mundial por los Bosques” pues el volumen que se quema en un año para obtenerlos, contiene una cantidad de materia orgánica equivalente a cuatro siglos de vida de plantas y animales.
La extensión del uso de los biocombustibles, además de continuar deteriorando su ecología y ser muy peligrosa para la agricultura de los países pobres amenazados de retornar al monocultivo y a la degradación de sus tierras, afectaría dramáticamente la ya deprimida alimentación de su población que sufriría las consecuencias de fuertes y sostenidos incrementos de los precios para acceder a los – ya de por si encarecidos - elementos básicos que aseguren su supervivencia.
Un ejemplo conmovedor de ello lo es que a fines del pasado año el precio de la harina para elaborar tortillas en México, fundamento milenario de su alimentación, se duplicó.
Estudios de economistas de instituciones que no pueden ser acusadas de defensoras de los desposeídos como lo es el Banco Mundial, aseguran que el consumo de calorías entre los pobres del mundo disminuye aproximadamente un 0,5% cada vez que los precios promedios de los alimentos básicos más importantes se incrementan en un uno por ciento.
Extender a otros países el trato aparentemente intrascendente firmado con Brasil para explorar el uso de Etanol, no solo significaría la adopción de convenios que tendrían como contraparte al gobierno norteamericano el que por supuesto se aseguraría de obtener los mejores dividendos, sino que implicaría el incremento de las compras de tierra por empresas norteamericanas como se pretende ya ansiosamente por Bill Gates en el Goiàs y en el Matto Grosso brasileros.
Significaría, además, la entrega de dadivas llamadas “incentivos” para que el campesinado se “convenciese de las ventajas que le proporcionaría“ sembrar aquello que – para producir etanol - le impusiesen las transnacionales sin importar las consecuencias que de ello se derivase.
Por otra parte, según cálculos provenientes de los propios Estados Unidos, el periódico “New York Times”, la producción de etanol a partir del maíz, reemplazaría solo una pequeña fracción del petróleo que es utilizado en ése país. Para todos los países ricos significaría solo el 15%. Si la producción de Etanol se lleva a cabo a partir de incorporar tierras cultivables que hoy forman parte del programa de protección del medio ambiente, sería mayor la perdida en conservación que la ganancia en independencia energética.
Pero no solo tendría la producción extendida de biocombustibles las consecuencias antes expuestas ya de por si muy preocupantes. Implicaría, en Nuestra América, contribuir al rescate del espacio que la élite norteamericana le impuso a Bush intentar recobrar durante su reciente periplo por la región. El programa que éste vende, le brindaría un nuevo pretexto para intervenir en los países de la región precisamente cuando América Latina avanza en la búsqueda de su unidad para la autodeterminación económica.
Los elementos antes expuestos y otros que continúan surgiendo para alertar de los peligros que esta promoción a marcha forzada que Bush hace del Etanol, han provocado, como en muchas otras organizaciones sindicales, nuestra reflexión en la Federación Sindical para las Américas.
Animados de contribuir a prevenir de las consecuencias de esta política que no está por cierto animada de la preocupación imperial por nuestros trabajadores y pueblos, brindamos a ustedes los anteriores razonamientos intentando aportar al análisis de estos temas de vital importancia aspirando a recibir sus valoraciones.
Secretaria America
Federación Sindical Mundial
Ciudad de la Habana, Cuba.
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