Nicaragua aún existe
- Opinión
“Nicaragua aún existe”: Así reza un viejo afiche en la casa de solidaridad ubicada en Barcelona, España, la cual se ha dedicado, por muchos años, a la ayuda al pueblo de Nicaragua, desvastado por los desastres naturales, y a promover el desarrollo para la reinserción de las fuerzas sociales en conflicto en los lugares donde aún persisten el recuerdo y las heridas de la guerra de los años ‘80.
Atrás quedó una década de estar en las principales noticias del mundo, el auge de los movimientos de solidaridad en los Estados Unidos, Europa, Asia, África y América Latina, atrás quedó ese derroche de movilización social, de rebeldía y el reclamo al gobierno de los Estados Unidos por el apoyo a la contrarrevolución.
El inventario de esa década
Durante los años noventa, Nicaragua, al igual que otros países latinoamericanos, adoptó cambios importantes en el manejo de su política económica. Éstos estuvieron acompañados de reformas estructurales que tenían como objetivo corregir desequilibrios macroeconómicos, enfrentar el elevado endeudamiento y promover el crecimiento económico.
La rapidez con que se aplicaron varias de estas políticas y los ritmos con que se realizaron, alteraron la estructura económica del país, y con ellos también se modificaron las relaciones sociales y de producción.
El neoliberalismo con las recetas del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional entró con toda su furia. La “modernización” de toda la sociedad conllevó al país a la extrema pobreza. La oligarquía, los dueños de bancos, el gobierno libero-conservador y sus medios de comunicación, después de 15 años, tienen resultados catastróficos: la extrema pobreza, que genera una emigración de casi un millón de nicaragüenses a Costa Rica y otros países vecinos; la incontenible fuga de jóvenes del campo a la ciudad y el aumento de la corrupción en las instituciones del poder, son una muestra de la secuela de abandono y de frustración.
En el sector agropecuario, la productividad se ha estancando o retrocedido, en algunas zonas del país, a consecuencia de los sistemas productivos intensivos, el uso de los productos químicos, la sobre explotación de los recursos naturales y el avance de la frontera agrícola: Además en el campo se avizora una fuerte caída de la cosecha cafetalera por falta de mano de obra.
La población nicaragüense, estimada en 5,5 millones de habitantes para el año 2004, tiene un crecimiento promedio anual de 2.7% siendo todavía una de las tasas más altas de la región. Esta población presenta un perfil eminentemente joven (el 53.9% tiene menos de 20 años), lo que explica que la población económicamente activa (PEA), sea solo el 35% del total de la población.
El mercado laboral nicaragüense se ha caracterizado en los últimos años por la precarización e informalización, la oferta existente es la Maquila (régimen de zona franca, un paraíso fiscal para el capital internacional), una especie de barraca que explota de forma irracional a las y los trabajadores.
La Encuesta de Trabajo Infantil del 2000 (ENTIA2000) reflejó que en Nicaragua más de 314,000 niños, niñas y adolescentes de 5 a 17 años son trabajadores (17% de la población en ese rango de edad).
Comportamiento de las fuerzas políticas
En el reacomodo de las fuerzas políticas, en los últimos años se han producido una serie de acuerdos “libero-sandinistas”, incluido acuerdos tripartitos entre los sandinistas, liberales y conservadores, alrededor de la ley marco de gobernabilidad, ratificación del Tratado de Libre Comercio, aprobación del presupuesto general de la República y un manejo discrecional de parte del gobierno de las cuentas nacionales en beneficio de la deuda interna y externa, etc.
Han quedado pendientes temas muy candentes como poner fin al conflicto de la propiedad urbana y rural; este es un recurso que se niega negociar el gobierno para continuar promoviendo la reversión de la Reforma Agraria Sandinista y la posibilidad de aprobar una ley de seguridad social para ampliar la escasa cobertura del 16% de asegurados: existe un 84% de trabajadores que no están cubiertos por los beneficios de la Protección Social.
La principal fuerza de oposición, el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), junto al movimiento social pasan por un período de reflujo. El reacomodo de la clase política trae consigo un debilitamiento a la hora de negociaciones para mantener la estabilidad que tanto exigen las agencias multilaterales y los acuerdos con el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional; en medio de la aguda crisis se sopesa también que el pueblo está apenas recuperándose de las heridas de la guerra.
Acciones contundentes del movimiento social, que en cualquier país del mundo pueden llevar a la caída del gobierno, en Nicaragua no se llega a ese extremo en vista de que sería poner el gobierno en manos del FSLN, y ese es un riesgo que el gobierno de los Estados Unidos no va a permitir, por lo menos en esta etapa.
Situación electoral
El año 2006 es electoral; el Consejo Supremo Electoral dio a conocer que están facultados por la ley 17 partidos políticos. Aunque aún no se ha oficializado la contienda, ya se pueden hacer algunas valoraciones que podrán cambiar en la medida que se rompan los fuegos electorales.
Las principales fuerzas políticas son el FSLN, el Partido Liberal Constitucionalista (PLC) y el Partido Conservador. Este último es un híbrido de la oligarquía, el sector del gobierno de Enrique Bolaños y la embajada de Estados Unidos, que buscan desplazar al PLC en su respaldo popular.
El reacomodo de las fuerzas políticas, independiente del manejo que hacen las encuestas, se resume en lo siguiente: la figura del expresidente Daniel Ortega Saavedra sigue estando entre las posibilidades de ser presidenciable por el FSLN. Sin embargo, cada vez que hay elecciones vuelve el temor del gobierno de los Estados Unidos por el retorno del Frente Sandinista y que altere la correlación de fuerzas en la geopolítica centroamericana. El Sandinismo es una realidad indiscutible, razón por la que la embajada norteamericana busca una variante que sea atractiva y que aísle a Daniel Ortega. Se trata de cultivar una identidad al estilo del Presidente Lagos en Chile, un Ignacio Lula Da Silva en Brasil o un López Obrador en México, con posiciones desde la izquierda hacia el centro y que mientras más trasciende hacia la derecha mejor.
Esa puede ser la labor del líder político ex miembro del partido sandinista Herty Lewites, ex alcalde de Managua, ubicado ahora en la acera de enfrente contando con el apoyo de un grupo de intelectuales ex militantes del partido sandinista. Muchos de ellos ocuparon altos cargos y privilegios en el partido y gobierno durante los años ‘80. Se observa que Lewites cuenta además con cierto respaldo de sectores oligárquicos influyentes en los principales medios de comunicación (radio y televisión).
El otro grupo es integrado por el Partido Liberal Constitucionalista (PLC), del doctor Arnoldo Alemán, muy criticado por diversos sectores fundamentalmente ubicados en las metrópolis, pero con un respaldo fuerte en el campesinado ubicado en la zona norte de Nicaragua. Alemán no goza del respaldo de la embajada norteamericana que más bien ve en su protagonismo la posibilidad real de que se divida el voto antisandinista y con ello surja un gobierno sandinista.
La embajada confía en la tendencia que lidera Eduardo Montealegre, un descendiente del grupo banquero Montealegre, que surgió en los años 50. Se metió a la política aproximando sus intereses al partido liberal nacionalista de la familia Somoza y se alió con los grupos privados antisomocistas a última hora cuando ya Somoza había perdido el apoyo del gobierno del Presidente Carter, y el movimiento popular cercaba las principales ciudades en 1979.
Montealegre representa una mutación de intereses de los grupos económicos oligárquicos, remozados con la llegada del ingeniero Enrique Bolaños, pero le urge ubicarse en un partido con marca electoral. Frente al desacuerdo de los principales líderes del PLC, con Bolaños y la embajada norteamericana, éste busca ubicarse en la línea de la contienda en una apuesta por desplazar el liderazgo de Alemán y compañía, a fin de obligarlo a una negociación de mayor altura con los grupos más retrógrados del gobierno de Estados Unidos.
Conclusiones
Nicaragua aún existe, la utopía que nos embriagó durante una década, sigue vigente, todo es cuestión de administrar los tiempos. En medio de una coyuntura nacional e internacional el nuevo paradigma es el de desencadenar en el ámbito mesoamericano la ampliación de la Alternativa Bolivariana; por lo menos en este país ya se empezaron a hacer algunas acciones de impacto social. La historia dirá al final si ahora la Nicaragüita no parará de andar jamás.
Fausto Tórrez es dirigente de la Asociación de Trabajadores del Campo de Nicaragua -ATC/CLOC y de la Vía Campesina.
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