III Ronda de negociaciones entre la Unión Europea y la CAN
El retorno de los piratas
21/04/2008
- Opinión
La tercera ronda de negociaciones para un acuerdo de asociación económica entre la Unión Europea y la Comunidad Andina de Naciones (CAN), que se lleva a cabo entre el 21 y el 25 de abril en Quito, se inició discutiendo las asimetrías que existen entre las dos regiones.
Los TLCs tienen mala fama en América Latina. La palabra misma ha quedado marcada en el imaginario social como sinónimo de falta de transparencia, cesión de la soberanía, precariedad laboral, depredación del medio ambiente, ruina de los pequeños campesinos, enriquecimiento sin límites de las transnacionales, imposición de Estados Unidos.
Quizá esta última sea la razón por la que, en las negociaciones que se llevan a cabo desde hace un año entre la Unión Europea con los países de América Central y de la región andina, se haya sustituido la denominación de Tratados de Libre Comercio por la de Acuerdos de Asociación(AdA).
Los AdA ciertamente no han concitado la atención suficiente de las organizaciones sociales ni han provocado las masivas y prolongadas movilizaciones que en su momento se llevaron a cabo para rechazar el fracasado ALCA en todo el continente o los TLCs en Ecuador, Colombia, Perú, Costa Rica y otros países centroamericanos.
Sin embargo, vistos el contenido, los fines y los actores de los AdA, es momento de reaccionar. Hay algunas diferencias entre los TLCs y los AdA, pero ambos mantienen la esencia mercantilista.
Como para diferenciarse de los TLCs, los AdA vienen acompañados de términos como “diálogo político”, “cooperación para el desarrollo”, “participación de la sociedad civil”. En estas negociaciones se verá si no son mas que palabras, porque los objetivos de la Unión Europea están claramente definidos en el documento denominado “Una Europa global: competir en el mundo”, elaborado en 2006 por la Comisión Europea (1)
En el documento señalado se definen claramente los objetivos de la Unión Europea:
- “Acceso a los recursos: la industria europea debería poder tener acceso a los recursos cruciales, como la energía, las materias primas, los metales y la chatarra, y dicho acceso sólo debería restringirse por motivos medioambientales o de seguridad.
- “Nuevas áreas de crecimiento: derechos de propiedad intelectual (DPI), servicios, inversiones, contratación pública y competencia.
- “La contratación pública de terceros países debería estar abierta a los proveedores europeos. La Comisión iniciará una acción dirigida a reducir las prácticas restrictivas discriminatorias.
- “La UE y sus socios deberían hacer más esfuerzos en lo concerniente al respeto de los derechos de propiedad intelectual (DPI), esfuerzos que adoptarán diferentes formas: disposiciones específicas en los acuerdos bilaterales, refuerzo de la cooperación aduanera, diálogos, presencia y recursos consolidados sobre el terreno, y sensibilización de las empresas europeas”.
Las transnacionales
Los más interesados en la concreción de los AdA son las transnacionales europeas que, en las últimas décadas de neoliberalismo, se han beneficiado de los procesos de desregulación, privatización y flexibilización laboral. Las empresas europeas han alcanzado una relevancia cada vez mayor en la región. Tres de cada cinco transnacionales son europeas. En la rama del petróleo, Repsol YPF y Shell ocupan los primeros lugares por el volumen de ventas. En las ramas de las finanzas, lideran los bancos españoles BBVA y Santander; en las telecomunicaciones: Telefónica y Telecom de Italia, y en minería BHP Billinton, Angloamericana y Xstrata, para citar unos pocos casos.
Varias de estas empresas, que pretende conservar su status quo y ampliar sus beneficios con los acuerdos de asociación, han sido señaladas por organismos de la sociedad civil de estar involucradas en daños al medio ambiente, violación a los derechos laborales, etc.
Agrupadas en la Unión de las Confederaciones Industriales y de Empleadores de Europa (UNICE), las corporaciones tienen una gran influencia en la Comisión Europea y en muchos gobiernos europeos que defienden los intereses de las transnacionales antes que de sus ciudadanos. Esto quiere decir que el verdadero interlocutor en estas negociaciones comerciales es la Europa del capital y no la Europa del bienestar social, la integración o de los ciudadanos. El interlocutor es la Europa que exige libre tránsito para las mercancías y los capitales y cierra las fronteras para los inmigrantes, es la Europa subordinada a Estados Unidos que colabora en las ocupaciones militares a Irak y Afganistán y presta sus aeropuertos para trasladar secretamente a prisioneros con rumbo a Guantánamo, es la Europa de los ataques racistas y de los campos de internamiento de los inmigrantes....
En términos de transparencia pública, los Ada se desarrollan en el mayor secretismo superando incluso a los TLCs. La misión negociadora de la Unión Europea que la semana pasada se reunió con su par centroamericana, en San Salvador, insistió de manera especial sobre el “principio de confidencialidad”, en tanto que la Ministra de Economía de El Salvador ha dicho “...no vamos a negociar en los medios de comunicación”. (2)
En estas condiciones, ¿se puede hablar de diálogo, cooperación para el desarrollo, participación de la sociedad civil? Lo que se está viendo, hasta ahora, es que el verdadero interés es el comercio y los negocios y que la cooperación o el desarrollo son secundarios. Y esto se confirma con el anuncio de la UE de que no tiene recursos frescos y que los asignados no pueden reorientarse, de tal manera que solo a partir del 2013 podrían hacerse efectivos... y eso si se firman los tratados inmediatamente.
Si la Unión Europea estuviera interesada en el desarrollo de América Latina y en superar los tremendos problemas de inequidad, debería comenzar cumpliendo la promesa de destinar el 0,7% de su ingreso nacional bruto (INB) para ayuda al desarrollo. De los países europeos, únicamente cinco (Noruega, Suecia, Luxemburgo, Dinamarca y Holanda) han cumplido esta meta mínima. (3)
Pronunciamientos de condena de la Unión Europea a Colombia por la incursión militar que este último país llevó a cabo el pasado primero de marzo en territorio ecuatoriano, como ya lo han hecho el grupo de Rio y la OEA, así como un apoyo explícito al proceso de cambio democrático y pacífico de Bolivia, amenazado ahora por grupos latifundistas que pretenden la secesión del país, sería buenos indicios para hablar realmente de diálogo político, sobre todo porque marcaría distancia con la política militarista, intervencionista y expoliadora de Estados Unidos.
Las negociaciones
¿Cuál debe ser el punto de partida de las negociaciones? Mientras Bolivia plantea que deber ser lo ya establecido en la Organización Mundial de Comercio, la Unión Europea pretende ir más allá de lo acordado en la OMC tratando de obtener una OMC plus. Pone énfasis en sus dos sectores fuertes: los servicios y las inversiones. Sus objetivos son lograr la apertura de los mercados, lograr trato nacional para sus empresas y alcanzar garantías para sus inversionistas, incluida la repatriación de capitales.
. “En la reunión de la OMC en Cancún en 2003, los países en desarrollo rechazaron de la agenda de la OMC tres temas de Singapur (compras gubernamentales, inversiones, competencia) por ser políticas contrarias al desarrollo. No es aceptable que la UE, a través de la AdA, vuelva a colocar en la agenda de sus negociaciones comerciales estos temas”, señalan organizaciones en una carta enviada a Joao Aguiar Machado, jefe negociador de la Unión Europea.
Así mismo, la UE no ha aceptado partir del Sistema General de Preferencias Arancelarias del que ya gozan los países andinos. Según la Red Peruana por una Globalización con Equidad, la oferta arancelaria presentada por la tercera ronda ha incluido en las canastas de desgravación a 3, 5 y 7 años, productos andinos que hoy tienen libre acceso al mercado europeo. En este sentido, “la Unión Europea está replicando la estrategia que usaron los Estados Unidos en el TLC, con el ATPDEA. La UE incluye en las canastas a productos centrales de las exportaciones andinas, que son hoy beneficiarias del SGP+. Por medio de ello busca presionar sobre la negociación y probablemente generar mejores condiciones para temas de interés europeo como son servicios, compras públicas, propiedad intelectual entre otros”, señala la Red.
Distintas visiones
En la región Andina existen diversas perspectivas respecto a las negociaciones con la Unión Europea dada el cambio de la correlación de fuerzas en la misma. Como es conocido, Venezuela se encuentra fuera de la CAN. Perú y Colombia, favorables al “libre comercio”, están incondicionalmente alineados con Estados Unidos y han acordado un TLC con este último -aunque el TLC con Colombia está empantanado en el Senado estadounidense-. Ecuador y Bolivia, por su lado, cuestionan frontalmente el neoliberalismo, y han rehusado subirse al tren de Washington al tiempo que desarrollan, no sin dificultades, procesos constituyentes que ponen en primer plano la defensa de la soberanía y la capacidad del Estado de establecer políticas que favorezcan el desarrollo del mercado interno. En estas circunstancias, un acuerdo comercial con la Unión Europea que contradiga los principios antes señalados estaría reñido con los procesos en marcha.
Estas diferencias de fondo en los países del área andina se reflejan en los ritmos y los tiempos que se quiere imprimir a las negociaciones. Mientras Colombia y Perú quieren un acuerdo fast track (por la vía rápida), Ecuador y Bolivia prefieren tomarse su tiempo para ir debatiendo los temas de fondo.
Bolivia participa, junto con Cuba, Venezuela y Nicaragua, en el proyecto de la Alternativa Bolivariana de las Américas (ALBA) que se aleja de las lógicas de mercado y plantea otro tipo de integración basado en la complementariedad, cooperación, reciprocidad y respeto a la soberanía de los países. La complementariedad frente a la competencia, la convivencia con la naturaleza en contraposición a la explotación irracional de los recursos naturales, la defensa de la propiedad social frente a la privatización extrema, el fomento de la diversidad cultural frente a la monocultura y la uniformización del mercado. (4) Estos aspectos guardan una notable distancia con lo que se discute con la Unión Europea.
Bolivia, en las negociaciones con la Unión Europea, plantea un sistema de desgravación basado en metas concretas. Partiendo de que se reconoce las asimetrías entre ambos bloques y el trato especial y diferenciado, Bolivia considera que éste no sea automático sino que esté sujeto a logros objetivos concretos, equivalente a un tercio de sus exportaciones a la Unión Europea.
Ecuador, en esta tercera ronda, está prestando mayor atención a las negociaciones con la Unión Europea. El gobierno de Rafael Correa no quiere la reedición de un TLC al estilo del que se negociaba con Estados Unidos. Pero el problema es que hay un equipo negociador que es “exactamente el mismo que negoció con Estados Unidos y que fuera rechazado por el movimiento indígena en el 2006”, según hizo conocer la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE), cinco días antes de iniciarse las negociaciones. La organización indígena, así mismo, pidió al Presidente Rafael Correa revisar los nombres del Equipo negociador y que el actual rinda cuentas ante la Asamblea Nacional Constituyente de los textos consensuados en las mesas de negociación hasta la fecha. (5)
El Presidente Correa ha adoptado algunas medidas para reorientar la posición ecuatoriana. Esta se puso de manifiesto, cuando la ministra de relaciones exteriores del Ecuador, María Isabel Salvador, planteó, al inaugurar al III ronda UE-CAN, que el Acuerdo de Asociación “debe contemplar disposiciones eficaces para salvaguardar políticas industriales y en general, políticas de desarrollo, de los países andinos, tanto de los que están ejecutando actualmente, como aquellas que se requieran ejecutar en el futuro”. Esto significaría que el Ecuador no desea quedarse como país exportador de productos agrícolas o de materias primas, como es la pretensión europea, sino que busca dejar espacios para proteger y desarrollar su incipiente industria.
Los TLCs tienen mala fama en América Latina. La palabra misma ha quedado marcada en el imaginario social como sinónimo de falta de transparencia, cesión de la soberanía, precariedad laboral, depredación del medio ambiente, ruina de los pequeños campesinos, enriquecimiento sin límites de las transnacionales, imposición de Estados Unidos.
Quizá esta última sea la razón por la que, en las negociaciones que se llevan a cabo desde hace un año entre la Unión Europea con los países de América Central y de la región andina, se haya sustituido la denominación de Tratados de Libre Comercio por la de Acuerdos de Asociación(AdA).
Los AdA ciertamente no han concitado la atención suficiente de las organizaciones sociales ni han provocado las masivas y prolongadas movilizaciones que en su momento se llevaron a cabo para rechazar el fracasado ALCA en todo el continente o los TLCs en Ecuador, Colombia, Perú, Costa Rica y otros países centroamericanos.
Sin embargo, vistos el contenido, los fines y los actores de los AdA, es momento de reaccionar. Hay algunas diferencias entre los TLCs y los AdA, pero ambos mantienen la esencia mercantilista.
Como para diferenciarse de los TLCs, los AdA vienen acompañados de términos como “diálogo político”, “cooperación para el desarrollo”, “participación de la sociedad civil”. En estas negociaciones se verá si no son mas que palabras, porque los objetivos de la Unión Europea están claramente definidos en el documento denominado “Una Europa global: competir en el mundo”, elaborado en 2006 por la Comisión Europea (1)
En el documento señalado se definen claramente los objetivos de la Unión Europea:
- “Acceso a los recursos: la industria europea debería poder tener acceso a los recursos cruciales, como la energía, las materias primas, los metales y la chatarra, y dicho acceso sólo debería restringirse por motivos medioambientales o de seguridad.
- “Nuevas áreas de crecimiento: derechos de propiedad intelectual (DPI), servicios, inversiones, contratación pública y competencia.
- “La contratación pública de terceros países debería estar abierta a los proveedores europeos. La Comisión iniciará una acción dirigida a reducir las prácticas restrictivas discriminatorias.
- “La UE y sus socios deberían hacer más esfuerzos en lo concerniente al respeto de los derechos de propiedad intelectual (DPI), esfuerzos que adoptarán diferentes formas: disposiciones específicas en los acuerdos bilaterales, refuerzo de la cooperación aduanera, diálogos, presencia y recursos consolidados sobre el terreno, y sensibilización de las empresas europeas”.
Las transnacionales
Los más interesados en la concreción de los AdA son las transnacionales europeas que, en las últimas décadas de neoliberalismo, se han beneficiado de los procesos de desregulación, privatización y flexibilización laboral. Las empresas europeas han alcanzado una relevancia cada vez mayor en la región. Tres de cada cinco transnacionales son europeas. En la rama del petróleo, Repsol YPF y Shell ocupan los primeros lugares por el volumen de ventas. En las ramas de las finanzas, lideran los bancos españoles BBVA y Santander; en las telecomunicaciones: Telefónica y Telecom de Italia, y en minería BHP Billinton, Angloamericana y Xstrata, para citar unos pocos casos.
Varias de estas empresas, que pretende conservar su status quo y ampliar sus beneficios con los acuerdos de asociación, han sido señaladas por organismos de la sociedad civil de estar involucradas en daños al medio ambiente, violación a los derechos laborales, etc.
Agrupadas en la Unión de las Confederaciones Industriales y de Empleadores de Europa (UNICE), las corporaciones tienen una gran influencia en la Comisión Europea y en muchos gobiernos europeos que defienden los intereses de las transnacionales antes que de sus ciudadanos. Esto quiere decir que el verdadero interlocutor en estas negociaciones comerciales es la Europa del capital y no la Europa del bienestar social, la integración o de los ciudadanos. El interlocutor es la Europa que exige libre tránsito para las mercancías y los capitales y cierra las fronteras para los inmigrantes, es la Europa subordinada a Estados Unidos que colabora en las ocupaciones militares a Irak y Afganistán y presta sus aeropuertos para trasladar secretamente a prisioneros con rumbo a Guantánamo, es la Europa de los ataques racistas y de los campos de internamiento de los inmigrantes....
En términos de transparencia pública, los Ada se desarrollan en el mayor secretismo superando incluso a los TLCs. La misión negociadora de la Unión Europea que la semana pasada se reunió con su par centroamericana, en San Salvador, insistió de manera especial sobre el “principio de confidencialidad”, en tanto que la Ministra de Economía de El Salvador ha dicho “...no vamos a negociar en los medios de comunicación”. (2)
En estas condiciones, ¿se puede hablar de diálogo, cooperación para el desarrollo, participación de la sociedad civil? Lo que se está viendo, hasta ahora, es que el verdadero interés es el comercio y los negocios y que la cooperación o el desarrollo son secundarios. Y esto se confirma con el anuncio de la UE de que no tiene recursos frescos y que los asignados no pueden reorientarse, de tal manera que solo a partir del 2013 podrían hacerse efectivos... y eso si se firman los tratados inmediatamente.
Si la Unión Europea estuviera interesada en el desarrollo de América Latina y en superar los tremendos problemas de inequidad, debería comenzar cumpliendo la promesa de destinar el 0,7% de su ingreso nacional bruto (INB) para ayuda al desarrollo. De los países europeos, únicamente cinco (Noruega, Suecia, Luxemburgo, Dinamarca y Holanda) han cumplido esta meta mínima. (3)
Pronunciamientos de condena de la Unión Europea a Colombia por la incursión militar que este último país llevó a cabo el pasado primero de marzo en territorio ecuatoriano, como ya lo han hecho el grupo de Rio y la OEA, así como un apoyo explícito al proceso de cambio democrático y pacífico de Bolivia, amenazado ahora por grupos latifundistas que pretenden la secesión del país, sería buenos indicios para hablar realmente de diálogo político, sobre todo porque marcaría distancia con la política militarista, intervencionista y expoliadora de Estados Unidos.
Las negociaciones
¿Cuál debe ser el punto de partida de las negociaciones? Mientras Bolivia plantea que deber ser lo ya establecido en la Organización Mundial de Comercio, la Unión Europea pretende ir más allá de lo acordado en la OMC tratando de obtener una OMC plus. Pone énfasis en sus dos sectores fuertes: los servicios y las inversiones. Sus objetivos son lograr la apertura de los mercados, lograr trato nacional para sus empresas y alcanzar garantías para sus inversionistas, incluida la repatriación de capitales.
. “En la reunión de la OMC en Cancún en 2003, los países en desarrollo rechazaron de la agenda de la OMC tres temas de Singapur (compras gubernamentales, inversiones, competencia) por ser políticas contrarias al desarrollo. No es aceptable que la UE, a través de la AdA, vuelva a colocar en la agenda de sus negociaciones comerciales estos temas”, señalan organizaciones en una carta enviada a Joao Aguiar Machado, jefe negociador de la Unión Europea.
Así mismo, la UE no ha aceptado partir del Sistema General de Preferencias Arancelarias del que ya gozan los países andinos. Según la Red Peruana por una Globalización con Equidad, la oferta arancelaria presentada por la tercera ronda ha incluido en las canastas de desgravación a 3, 5 y 7 años, productos andinos que hoy tienen libre acceso al mercado europeo. En este sentido, “la Unión Europea está replicando la estrategia que usaron los Estados Unidos en el TLC, con el ATPDEA. La UE incluye en las canastas a productos centrales de las exportaciones andinas, que son hoy beneficiarias del SGP+. Por medio de ello busca presionar sobre la negociación y probablemente generar mejores condiciones para temas de interés europeo como son servicios, compras públicas, propiedad intelectual entre otros”, señala la Red.
Distintas visiones
En la región Andina existen diversas perspectivas respecto a las negociaciones con la Unión Europea dada el cambio de la correlación de fuerzas en la misma. Como es conocido, Venezuela se encuentra fuera de la CAN. Perú y Colombia, favorables al “libre comercio”, están incondicionalmente alineados con Estados Unidos y han acordado un TLC con este último -aunque el TLC con Colombia está empantanado en el Senado estadounidense-. Ecuador y Bolivia, por su lado, cuestionan frontalmente el neoliberalismo, y han rehusado subirse al tren de Washington al tiempo que desarrollan, no sin dificultades, procesos constituyentes que ponen en primer plano la defensa de la soberanía y la capacidad del Estado de establecer políticas que favorezcan el desarrollo del mercado interno. En estas circunstancias, un acuerdo comercial con la Unión Europea que contradiga los principios antes señalados estaría reñido con los procesos en marcha.
Estas diferencias de fondo en los países del área andina se reflejan en los ritmos y los tiempos que se quiere imprimir a las negociaciones. Mientras Colombia y Perú quieren un acuerdo fast track (por la vía rápida), Ecuador y Bolivia prefieren tomarse su tiempo para ir debatiendo los temas de fondo.
Bolivia participa, junto con Cuba, Venezuela y Nicaragua, en el proyecto de la Alternativa Bolivariana de las Américas (ALBA) que se aleja de las lógicas de mercado y plantea otro tipo de integración basado en la complementariedad, cooperación, reciprocidad y respeto a la soberanía de los países. La complementariedad frente a la competencia, la convivencia con la naturaleza en contraposición a la explotación irracional de los recursos naturales, la defensa de la propiedad social frente a la privatización extrema, el fomento de la diversidad cultural frente a la monocultura y la uniformización del mercado. (4) Estos aspectos guardan una notable distancia con lo que se discute con la Unión Europea.
Bolivia, en las negociaciones con la Unión Europea, plantea un sistema de desgravación basado en metas concretas. Partiendo de que se reconoce las asimetrías entre ambos bloques y el trato especial y diferenciado, Bolivia considera que éste no sea automático sino que esté sujeto a logros objetivos concretos, equivalente a un tercio de sus exportaciones a la Unión Europea.
Ecuador, en esta tercera ronda, está prestando mayor atención a las negociaciones con la Unión Europea. El gobierno de Rafael Correa no quiere la reedición de un TLC al estilo del que se negociaba con Estados Unidos. Pero el problema es que hay un equipo negociador que es “exactamente el mismo que negoció con Estados Unidos y que fuera rechazado por el movimiento indígena en el 2006”, según hizo conocer la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE), cinco días antes de iniciarse las negociaciones. La organización indígena, así mismo, pidió al Presidente Rafael Correa revisar los nombres del Equipo negociador y que el actual rinda cuentas ante la Asamblea Nacional Constituyente de los textos consensuados en las mesas de negociación hasta la fecha. (5)
El Presidente Correa ha adoptado algunas medidas para reorientar la posición ecuatoriana. Esta se puso de manifiesto, cuando la ministra de relaciones exteriores del Ecuador, María Isabel Salvador, planteó, al inaugurar al III ronda UE-CAN, que el Acuerdo de Asociación “debe contemplar disposiciones eficaces para salvaguardar políticas industriales y en general, políticas de desarrollo, de los países andinos, tanto de los que están ejecutando actualmente, como aquellas que se requieran ejecutar en el futuro”. Esto significaría que el Ecuador no desea quedarse como país exportador de productos agrícolas o de materias primas, como es la pretensión europea, sino que busca dejar espacios para proteger y desarrollar su incipiente industria.
Notas
(1) http://europa.eu/scadplus/leg/es/lvb/r11022.htm
Consultado 19-04-2008
http://alainet.org/active/23575&lang=es
Eric Toussaint, Damien Millet, http://alainet.org/active/23546&lang=es
2008-04-16
http://movimientos.org/enlacei/show_text.php3?key=12214
https://www.alainet.org/pt/node/127122
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