Cumbre Social Urbana en Santa Cruz
27/07/2008
- Opinión
En el populoso barrio conocido como Plan 3000 dio inicio la Cumbre Social Urbana, evento que reúne diferentes organizaciones de base, en un momento particularmente grave de la historia contemporánea de Bolivia. Faltan sólo dos semanas para el Referéndum Revocatorio, en el cual por primera vez el pueblo decidirá por la continuidad o no de Evo Morales como presidente de la nación, pero también tendrá la oportunidad de dar su veredicto sobre los prefectos departamentales, especie de gobernadores que en su mayoría representan a los grupos de poder tradicionales, y están buscando desesperadamente la manera de evitar la consulta, que puede dejar fuera del cargo a más de uno.
En esa coyuntura, el lugar de la Cumbre cobra un significado especial, ya que la ciudad de Santa Cruz es uno de los bastiones más fuertes de la derecha vernácula, que aquí cuenta incluso con grupos de choque compuestos por jóvenes que han cometido toda clase de desmanes, trasladándose además a otros departamentos para imponer el terror a la población, en el más genuino modus operandi de las bandas fascistas.
Desafíos para la Soberanía Alimentaria
Durante el primer día funcionaron dos mesas de trabajo. La primera estuvo dedicada al tema Soberanía Alimentaria. El departamento de Santa Cruz, de geografía llana y clima benigno, ha experimentado varias “fiebres agrícolas” en el último siglo y medio. La primera se relacionó con la extracción de la goma en los bosques amazónicos, y sirvió como puerta de entrada para los primeros capitales y migrantes europeos no hispanos, que explotaron y persiguieron con la complicidad de criollos a los pueblos originarios, en una reedición moderna de la mita colonial. La segunda se desarrolló en la década de los años setenta del siglo veinte en torno al algodón, y tuvo como base la irregular dotación de inmensas superficies de tierras por parte del dictador Hugo Bánzer a un reducido grupo de no más de un centenar de familias de la región, convertidas hoy en grandes terratenientes.
La tercera es más cercana, con el auge de la soya, que se vende principalmente a dos países de la Comunidad Andina de Naciones: Colombia y más recientemente Venezuela, e implica severas amenazas al equilibrio ecológico, tanto por la utilización de semillas transgénicas como por el uso de agroquímicos y los acelerados procesos de deforestación, que en años recientes han provocado inundaciones nunca vistas en el vecino departamento del Beni. Frente a estos ciclos produtivos, que han beneficiado a pocos, la población experimenta el alza continua de precios de los productos básicos, convertida en rehén de un modelo de monocultivo depredador de selvas y bosques.
Racismo y medios de comunicación
La segunda mesa de trabajo promovió diversas reflexiones en torno al tema del racismo, un fenómeno que se ha exacerbado en el último año hasta extremos inimaginables. Aún están frescas las imágenes de campesinos amarrados, semidesnudos y azotados, que fueron conducidos por calles céntricas de la ciudad de Sucre como castigo por haberse atrevido a apoyar públicamente al presidente. Detrás de esas expresiones se cocina la rabia de élites que no soportan la irrupción de los marginados en la vida pública nacional, ni aceptan la figura de un indígena en el sillón presidencial. En Santa Cruz se desató una verdadera campaña en contra de las personas que migran desde el occidente del país, y el calificativo de “colla” es a la vez insulto y amenaza, obligando a algunos a ocultar sus raíces étnicas para no padecer la muerte civil en un medio dominado por logias que hacen de la exclusión racial base fundamental de sus plataformas políticas.
La mayor parte de los medios de comunicación locales atizan y nutren el imaginario de una Santa Cruz blanca y ajena al resto del país a la vez que condenan y estigmatizan cualquier expresión cultural que no se someta a la “cultura camba” fabricada en forma constante por ellos mismos; ésta gira en torno a la cosificación de la mujer expresada en innumerables concursos para elegir reinas de belleza, banalización de la realidad, ramplonería, estereotipos y fuertes dosis de chauvinismo. Otra expresión del fenómeno es también la insistente ridiculización de Evo Morales, su forma de hablar, su vestimenta, su figura.
El mecanismo se apoya en dos engranajes: una pléyade de presentadoras de televisión de bajísimo nivel profesional, cuya única condición para aparecer en el medio televisivo es la portación de rostros y figuras de corte anglosajón combinadas con escasas neuronas. Según las normas mediáticas al uso, esas características les otorgan derecho para opinar acerca de cualquier tema. En forma paralela, existe una auténtica plaga de opinadores de toda laya. El requisito para ocupar espacios en los medios se reduce a su voluntad de denostar o contradecir cualquier medida asumida por el gobierno, así como a augurar toda clase de males en caso que siga adelante el proyecto popular.
En esa coyuntura, el lugar de la Cumbre cobra un significado especial, ya que la ciudad de Santa Cruz es uno de los bastiones más fuertes de la derecha vernácula, que aquí cuenta incluso con grupos de choque compuestos por jóvenes que han cometido toda clase de desmanes, trasladándose además a otros departamentos para imponer el terror a la población, en el más genuino modus operandi de las bandas fascistas.
Desafíos para la Soberanía Alimentaria
Durante el primer día funcionaron dos mesas de trabajo. La primera estuvo dedicada al tema Soberanía Alimentaria. El departamento de Santa Cruz, de geografía llana y clima benigno, ha experimentado varias “fiebres agrícolas” en el último siglo y medio. La primera se relacionó con la extracción de la goma en los bosques amazónicos, y sirvió como puerta de entrada para los primeros capitales y migrantes europeos no hispanos, que explotaron y persiguieron con la complicidad de criollos a los pueblos originarios, en una reedición moderna de la mita colonial. La segunda se desarrolló en la década de los años setenta del siglo veinte en torno al algodón, y tuvo como base la irregular dotación de inmensas superficies de tierras por parte del dictador Hugo Bánzer a un reducido grupo de no más de un centenar de familias de la región, convertidas hoy en grandes terratenientes.
La tercera es más cercana, con el auge de la soya, que se vende principalmente a dos países de la Comunidad Andina de Naciones: Colombia y más recientemente Venezuela, e implica severas amenazas al equilibrio ecológico, tanto por la utilización de semillas transgénicas como por el uso de agroquímicos y los acelerados procesos de deforestación, que en años recientes han provocado inundaciones nunca vistas en el vecino departamento del Beni. Frente a estos ciclos produtivos, que han beneficiado a pocos, la población experimenta el alza continua de precios de los productos básicos, convertida en rehén de un modelo de monocultivo depredador de selvas y bosques.
Racismo y medios de comunicación
La segunda mesa de trabajo promovió diversas reflexiones en torno al tema del racismo, un fenómeno que se ha exacerbado en el último año hasta extremos inimaginables. Aún están frescas las imágenes de campesinos amarrados, semidesnudos y azotados, que fueron conducidos por calles céntricas de la ciudad de Sucre como castigo por haberse atrevido a apoyar públicamente al presidente. Detrás de esas expresiones se cocina la rabia de élites que no soportan la irrupción de los marginados en la vida pública nacional, ni aceptan la figura de un indígena en el sillón presidencial. En Santa Cruz se desató una verdadera campaña en contra de las personas que migran desde el occidente del país, y el calificativo de “colla” es a la vez insulto y amenaza, obligando a algunos a ocultar sus raíces étnicas para no padecer la muerte civil en un medio dominado por logias que hacen de la exclusión racial base fundamental de sus plataformas políticas.
La mayor parte de los medios de comunicación locales atizan y nutren el imaginario de una Santa Cruz blanca y ajena al resto del país a la vez que condenan y estigmatizan cualquier expresión cultural que no se someta a la “cultura camba” fabricada en forma constante por ellos mismos; ésta gira en torno a la cosificación de la mujer expresada en innumerables concursos para elegir reinas de belleza, banalización de la realidad, ramplonería, estereotipos y fuertes dosis de chauvinismo. Otra expresión del fenómeno es también la insistente ridiculización de Evo Morales, su forma de hablar, su vestimenta, su figura.
El mecanismo se apoya en dos engranajes: una pléyade de presentadoras de televisión de bajísimo nivel profesional, cuya única condición para aparecer en el medio televisivo es la portación de rostros y figuras de corte anglosajón combinadas con escasas neuronas. Según las normas mediáticas al uso, esas características les otorgan derecho para opinar acerca de cualquier tema. En forma paralela, existe una auténtica plaga de opinadores de toda laya. El requisito para ocupar espacios en los medios se reduce a su voluntad de denostar o contradecir cualquier medida asumida por el gobierno, así como a augurar toda clase de males en caso que siga adelante el proyecto popular.
https://www.alainet.org/pt/node/128907?language=en
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