Guerra y paz

19/05/2014
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Escribo desde San Salvador. Son las 5 am del domingo 15, a una hora de instalarse las mesas de la elección presidencial en la que soy observador. Solo hay dos candidatos: Mauricio Funes, periodista y candidato del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), el frente guerrillero que no pudo derrotar la alianza de EEUU y la oligarquía, y  Rodrigo Ávila, candidato del partido de gobierno, Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), apoyado por toda la derecha y su impresionante despliegue económico y mediático.

La elección parlamentaria y municipal de enero la ganó el FMLN. Todas las  encuestas dan clara ventaja de 8 a 10% a Funes y el FMLN sobre ARENA, el partido que fundara D’aubisson, impulsor y cabeza de los escuadrones de la muerte. En votación simulada hace poco, el FMLN tuvo 8.2% más de votos que ARENA. En encuestas Funes obtenía 42.3%, ARENA 33.4%, 8% indeciso y 10% no respondía. El FMLN cerró campaña con 250,000 manifestantes, ARENA con 60,000 en un estadio. Para dejar más claras las cosas, las encuestas consideraban más simpático a Funes (48%) que Ávila (35%), más honesto (44.6% frente a 28.5%), mas preocupado por la gente (46% vs. 33%). Solo en un punto superaba Ávila a Funes: 45.6% opina que su campaña fue sucia contra un 21.5% que lo pensaba de Funes.

Es una confrontación política directa entre los dos grandes actores del conflicto interno salvadoreño de la segunda mitad del Siglo XX, iniciado a partir del sistemático fraude y negativa de las dictaduras de la derecha a reconocer el triunfo electoral de fuerzas políticas moderadas y progresistas, desde 1930. El fraude del militarismo oligárquico de PCN contra la victoria de Napoleón Duarte en 1972, encabezando un bloque socialcristiano, socialdemócrata y comunista, abrió las puertas de la guerra civil casi un cuarto de siglo. Calladas las  armas, pero persistiendo los serios problemas sociales y políticos, se enfrentan otra vez el cambio vs. el continuismo.

Los medios, como en gran parte de A. Latina manejados por los grupos de poder económico, tienen candidato: Ávila. La campaña electoral terminó oficialmente el miércoles, pero entrevistas en diarios,  radio y TV martillean la figura  oficialista y, sobre todo, golpean el monigote de moda: Hugo Chávez, y su dinero que pretende llevar el país al comunismo. Pero, las cartas parecen echadas. La distancia que ha tomado de su candidato –en los últimos tres días– el propio presidente salvadoreño, Antonio Saca (que se jugó por él durante la campaña) parece evidenciarlo.

Cierto, las amenazas son muchas. La OEA ha aclarado públicamente que no ha validado el padrón electoral. Y aunque hubo una auditoría, no se ha depurado 100,000 personas muertas identificadas en el padrón. Un miembro del Tribunal Electoral ha ubicado 300,000 registrados ¡sin dirección! Y a los partidos no se ha permitido acceso al padrón pedido hace años. Además, El Salvador tiene, según censo, unos 5’800,000 habitantes, pero un padrón electoral de 4’337,000 votantes. ¿Se imaginan? Cerca de 3 millones de salvadoreños han migrado desde la guerra y por los problemas económicos y sociales que agobian al país. No hay voto en el extranjero, pero no han sido depurados del padrón.

Lo grave es que hay múltiples  denuncias de que ARENA está trayendo gente de los países vecinos y dotándolos de Documento Único de Identidad falso (usando nombres de emigrantes) para que voten. Un fraude de esta envergadura y con las advertencias hechas sobre el padrón, pondría al país en grave circunstancia. Lástima que ni la OEA ni el Tribunal Electoral hayan podido resolver este tema o siquiera el abusivo manejo de los medios que irrespetan las reglas de campaña cuando ya ha cerrado. Votarían 2’500,000 salvadoreños, casi un 75% de los votantes potenciales. Un fraude de 200 a 300,000 votos, con documentos fraguados, podría generar una explosiva situación.

Mientras millones se aprestan a decidir en esta ocasión, la primera en la que no es candidato del FMLN un ex combatiente de la guerra y en la que un amplio sector de intelectuales, capas y sectores empresariales medios los apoyan junto a un amplio contingente popular, nadie duda que se esta abriendo un cambio. De por medio, una guerra y muchas vidas, dada la prepotencia de los grupos de poder de aferrarse al gobierno por la fuerza y el fraude. Como si se retomara la historia trunca por la imposición de los poderosos y El Salvador se diera una nueva oportunidad de cambio en democracia.

Al publicarse esta nota, espero estemos celebrando una victoria de fuerzas renovadoras y democráticas, y no un giro que violente El Salvador.  Un nuevo proceso de cambio en A. Latina de fuerzas progresistas y de izquierda, que buscan afirmar su soberanía y encarar esta crisis mundial sin echarla sobre los hombros de los más pobres. Una victoria por la que hablaron en su momento los fusiles y ahora, felizmente, hablan los votos.

 

La República, 16 de Marzo de 2009

http://www.larepublica.pe/archive/all/larepublica/2009/03/16/19/pagina/1634

https://www.alainet.org/pt/node/132816
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