Dinamitazo social
20/12/2010
- Opinión
La carta de Susana Villarán dinamitó la Alianza Fuerza Social. “Filtrada” a la prensa por un oscuro personaje vinculado a su entorno, Julio Schiappa Pietra, logró su objetivo. De nada sirvieron las declaraciones de casi todos los dirigentes reconocidos de FS, desde Vladimiro Huaroc y Jesús Coronel, hasta Zegarra, su teniente alcalde, y el propio Guerra García, que ensayó una patética carta pública para reafirmar el acierto de la decisión de suscribir la Alianza. Tampoco pesaron los comunicados del MNI.
El personaje que empató con los electores en las municipales de Lima pesó más, aunque su decisión no explique cómo hará gobernable Lima al mantener candidato propio y enfrentar a sus aliados. El colectivo de dirección de la “centroizquierda moderna” se esfumó ante el caudillo, pero no corrieron cabezas de la dirección política responsable del desaguisado. Nadie se mueve de sus cargos. La fiesta sigue por dentro, mientras el candidato de un bloque pasa, sin molestia, a serlo de un partido. ¿Y la modernidad, la transparencia, los nuevos métodos? Los fonavistas y el MNI quedan solos para mantener viva una inscripción que les será esquiva.
Un drama –¿o una comedia?– de errores ha impedido que un bloque de fuerzas por el cambio, poniendo por delante las propuestas de transformación que el país necesita, enfrente las elecciones del 2011. El principal de los errores fue no poner por delante construir una opción de gobierno y poder. Ello implicaba una unidad amplia, sin vetos. Por eso, hubimos quienes, desde hace dos años, planteamos una unidad que no ponga por delante la candidatura sino el programa de cambios, y permitir que los aspirantes a liderarlo pudieran competir para ser nominados, respetando los resultados de un proceso democrático. Pero ello no se abrió paso y los vetos comenzaron. Varios se sentían elegidos y pocos dispuestos a confrontar con la gente. Ollanta Humala era el mejor posicionado, pero –como lo demostró la lucha amazónica o las elecciones de Lima– otras opciones podían abrirse paso. Primó la cultura de la exclusión y el mesianismo.
Las elecciones municipales y regionales 2010 mostraron que, con liderazgos adecuados, las alianzas de fuerzas progresistas y de izquierdas podían ganar. Pero también, que en la mayoría de sitios no se construyó una unidad estratégica, capaz de vencer los apetitos de corto plazo y de cargos, para darle curso a opciones reales de gobierno. Este proceso se ha repetido ahora. Las izquierdas no encontraron el espacio para actuar como un bloque con una sola voz y un solo nombre. La oportunidad del MNI como espacio inscrito unitario no se abrió y primaron los celos y las desconfianzas, el viejo hegemonismo. No se impulsó la más amplia unidad con un perfil distinto.
FS expuso –taxativamente– su veto al PNP, pero atrajo al MNI, desconfiado de la relación con el PNP. Su objetivo, dice en su carta Guerra García, era “aislar a Ollanta Humala” (ojo, no a los candidatos del continuismo neoliberal, a los corruptos, a los que gobernaron para los ricos y las transnacionales). Nunca expusieron un programa de gobierno. Y cuando lo hicieron verbalmente se pronunciaron contra una nueva Constitución, contra el impuesto a las sobreganancias mineras, contra la recuperación del control sobre el manejo de nuestros recursos naturales, contra la reserva del gas de Camisea para el consumo nacional… Es decir, contra el cambio.
Marco Arana, después de un desempeño electoral que lo alejó mucho del triunfalismo que lo había envuelto, tampoco vio los retos que se presentaban al país y las oportunidades abiertas para una amplia unidad.
Este escenario deja a la confluencia del PNP, las izquierdas y los movimientos regionales que conforman Gana Perú como la única opción que propugna un efectivo cambio, que no solo ofrece redistribuir la riqueza, sino que señala las fuentes de esa renta que debe recuperarse para darle futuro al país: la minería e industrias extractivas, que generan enormes ganancias dejándonos migajas, y el capital financiero y bancario que esquilma a productores y consumidores. Y su tarea será definir el parte aguas en este proceso.
La República, 20 de diciembre de 2010
https://www.alainet.org/pt/node/146354
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