La energía nuclear a debate
17/04/2011
- Opinión
Tras el terremoto del pasado 11 de marzo en Japón, y el daño que este movimiento telúrico produjo a diversas centrales nucleares del país, en particular, en Fukushima, el debate sobre el empleo de la energía nuclear con fines civiles para generar electricidad, regresó por sus fueros. Esto ocurre en momentos en que los precios de los hidrocarburos son altos, situación que se suma a los dramáticos acontecimientos en el Medio Oriente, donde algunos de los más importantes productores de petróleo enfrentan protestas y revueltas en sus territorios, lo que plantea la posibilidad de interrupciones en el suministro de combustibles fósiles a terceros.
Ciertamente, los lamentables sucesos en Fukushima no constituyen el primer incidente nuclear en la historia de Japón, donde existen registros de corruptelas en la materia, incluyendo la falsificación de documentos en torno a la seguridad de las plantas nucleares, la cual salió a la luz –provocando un enorme escándalo en 2002- tras el accidente de la central nuclear de Tokaimura de 1999.
Tan desafortunados son los accidentes en las centrales nucleares, como también las consignas en contra de la energía nuclear con fines civiles. Pareciera que en el mundo subsiste una imagen negativa sobre la energía nuclear la que, al menos en parte, se explica por sus aplicaciones bélicas y las imágenes sobre los bombardeos contra Hiroshima y Nagasaki hacia el final de la segunda guerra mundial. En el imaginario colectivo se ha generado un mito alrededor del “hongo atómico”, explicable por las imágenes de explosiones nucleares efectuadas por diversos países. Sin embargo, como se verá a lo largo de la siguiente reflexión, las aplicaciones civiles de la energía nuclear son amplias y benéficas para el mundo, aunque al mismo tiempo, son muy desconocidas por las sociedades. De ahí la necesidad de impulsar el debate sobre la energía nuclear en momentos en que la noción de la seguridad energética cada vez gana más adeptos en el planeta.
La energía nuclear: ¿inagotable?
La energía no renovable se caracteriza porque la velocidad de su regeneración es extremadamente lenta en la escala humana, y el consumo intensivo, lo que sugiere su agotamiento. Como ejemplos de energía no renovable figuran los combustibles fósiles, especialmente el carbón y el petróleo, y la energía nuclear, dado que las minas de uranio son limitadas.
La energía renovable es una fuente de energía que se regenera rápidamente y que puede ser considerada como inagotable a escala humana. Las energías renovables son fenómenos naturales regulares o constantes provocados por los astros, principalmente el Sol, la Luna, y también la Tierra. Hoy día es frecuente que a las energías renovables se les considere como sinónimo de energías limpias, aunque su viabilidad comercial no puede competir con la de las fuentes de energía no renovable anteriormente referidas. Como ejemplos de energía renovable figuran la energía de los vegetales, la energía solar y lunar, la energía derivada del agua (hidráulica), la energía del viento (eólica) y la energía interna de la Tierra (geotérmica).
El aprovisionamiento de uranio procede de zonas geográficas muy diversas (Canadá, África, Australia, Asia), si bien políticamente más estables que ciertos exportadores de petróleo como los que se encuentra en Medio Oriente. Según el Ministerio de Economía de Francia, esta estabilidad constituye una garantía en cuanto a la seguridad en el abastecimiento –y ciertamente en el terreno de la seguridad energética. Los seis principales productores de uranio en el planeta son: Canadá (30 por ciento del total), Australia (21 por ciento), Níger (8 por ciento), Namibia (7. 5 por ciento), Uzbekistán (6 por ciento) y Rusia (6 por ciento). Empero, como se sugería líneas arriba, los yacimientos de uranio no son ilimitados: al ritmo actual, les reservas probadas de uranio serán suficientes sólo para unas cuantas décadas más.
Ventajas y desventajas de la energía nuclear
Según sus defensores, las principales ventajas de la energía nuclear incluyen, en primer lugar, que su producción no se ve afectada por la evolución de las relaciones internacionales, a diferencia de lo que ocurre, por ejemplo, con combustibles fósiles como el petróleo y el gas; su precio es más o menos estable; además de que no produce emisiones que contribuyan al efecto invernadero, por lo que evita las limitantes previstas en el Protocolo de Kioto y en otros compromisos internacionales en materia ambiental. El vapor y el agua caliente expulsados pos las centrales nucleares puede tener diversas aplicaciones industriales, agrícolas o domésticas (acuacultura en particular).
Otro aspecto a ponderar es que en la medida en que la investigación nuclear es fuertemente subsidiada por el Estado, la explotación de las centrales nucleares generalmente es rentable y lo es más dado que el precio del petróleo y el gas van en aumento. Por lo tanto, la utilización de la energía nuclear reduce la factura energética del país, creando y manteniendo empleos industriales y científicos.
Como es sabido, ciertos países carecen de recursos energéticos y los combustibles fósiles son los que, posiblemente se encuentran más desigualmente distribuidos en el planeta, con un puñado de proveedores y una enorme cantidad de compradores. En Francia, por ejemplo, hay poco petróleo o gas y el carbón ya no puede ser explotado de manera tan rentable. De ahí que poner fin al desarrollo de programas nucleares parece imposible a falta de un plan más realista, especialmente en el caso de que se produzca una crisis energética. Se considera que el simple uso del carbón no podría reemplazar a la energía nuclear en Francia y que aun cuando fuera posible, las emisiones de CO2 aumentarían demasiado, comprometiendo el cumplimiento de la reducción de contaminantes responsables del efecto de invernadero.
El empleo de tecnología nuclear posee normas muy estrictas de seguridad. El accidente de Chernobyl, el más grave en la historia de la era nuclear, fue producto de una combinación de desafortunadas circunstancias, pero parece poco probable hoy día que se pueda producir algo similar con las normas occidentales de seguridad que tienden a imponerse en todos los países. Otro ejemplo muy citado es el accidente de Three Mile Island, que no liberó una cantidad significativa de partículas radiactivas, a pesar de una reacción en cadena comparable a la de Chernobyl, ello debido a la existencia de un mecanismo de contención disponible en todas las plantas occidentales que no tenía el reactor nuclear de Chernobyl. Hay ciertamente una larga historia de accidentes nucleares de distintas magnitudes, pero los defensores de la energía nuclear señalan que en materia de combustibles fósiles, también se han producido desafortunados incidentes, como los de los buques petroleros Exxon Valdez, Erika y Prestige,o, de manera más reciente, el colapso de la plataforma petrolera Deepwater Horizonde la corporación British Petroleumen el Golfo de México en 2010 y que tuvo devastadores efectos contaminantes en la zona. El punto que se debate aquí es que ninguna de las fuentes de energía comercialmente disponibles en el momento actual, está exenta de accidentes, por lo que no se debería satanizar a la energía nuclear por esa posibilidad.
Las aplicaciones de la energía nuclear involucran, por lo general su uso como combustible: en la producción de electricidad en las centrales nucleares, ya referida; la propulsión naval (principalmente para las flotas militares, en los submarinos y los porta-aviones); y la propulsión espacial (ciertos motores espaciales como el Voyagerya han portado baterías nucleares para apoyar el desempeño de sus instrumentos electrónicos y ciertos satélites también cuentan con pequeños generadores nucleares). Adicionalmente existe la aplicación a través de isótopos radiactivos que se emplean en la industria y en la medicina.
Quienes se oponen al uso de la energía nuclear argumentan que ésta genera desechos muy contaminantes. Los desechos tienen una larga vida y son una herencia para las generaciones venideras. Al menos el 10 por ciento de los desechos radiactivos se mantienen radiológicamente activos por períodos prolongados con una duración de varios miles de años. En el caso del plutonio, la desaparición de su radiactividad demanda varios centenares de miles de años. La vida media del isótopo 239 del uranio es de 24 300 años (que es el tiempo necesario para que pierda la mitad de su radiactividad).
El empleo de la energía nuclear plantea la posibilidad de un accidente. No se puede excluir un accidente grave en las instalaciones nucleares. Esa posibilidad es considerada como « muy plausible » (sobre todo porque todo mundo reconoce que no existe un « riesgo cero »), porque aumenta a medida que las instalaciones envejecen –la vida útil de una central nuclear es de aproximadamente 30 años. Asimismo, en los últimos años se ha insistido en la posibilidad de que las centrales nucleares sean blanco de ataques terroristas.
El empleo de la energía nuclear crea una dependencia energética, toda vez que el 100 por ciento del uranio (combustible que emplean las centrales), es importado (sobre todo de Níger, Australia y Canadá). Según sus autoridades, Francia cuenta con depósitos de uranio (por ejemplo en Bessines en Gartempe) que constituyen reservas estratégicas, pero que no son explotables actualmente debido a sus costos operativos. Asimismo, el empleo de la energía nuclear no garantiza una independencia energética dado que actualmente sólo se le puede usar para generar electricidad, amén del agotamiento de las reservas de uranio existentes, en unas décadas más.
Aun sin accidentes de por medio, los defensores del medio ambiente señalan que la energía nuclear contamina. Se ha denunciado la contaminación de depósitos de agua potable y la dispersión de contaminantes provocada por las minas explotadas en Níger, de donde proviene la mayor parte del uranio que emplea Francia. Asimismo, para asegurar el enfriamiento de las instalaciones (como en las centrales térmicas) se deposita una gran cantidad de agua contaminada en los ríos. El calor y los elementos químicos que contiene, afectan el ecosistema de los ríos y de miles de especies marinas.
Se dice también que la energía nuclear es cara. Ciertos economistas refieren que la energía nuclear es desventajosa porque la producción de energía no recompensa los costos reales de la explotación del uranio, del ciclo de vida de las centrales nucleares (construcción, explotación y desmantelamiento) ni la gestión de los desechos nucleares (almacenamiento, retiro, embalaje). Los aspectos centrales de este argumento son que los costos de construcción no serán amortizables (cálculo efectuado en 1975 teniendo en cuenta su duración de vida y el valor de la energía producida en el momento de su construcción) y que el conjunto de las centrales emplazadas rara vez funciona al máximo de su potencial, porque cada una de ellas debe cumplir regularmente con los períodos de mantenimiento y de examen que garanticen su seguridad.
La energía nuclear en Japón
Detrás de Francia, Japón es el país con más plantas nucleares a nivel mundial, teniendo, en la actualidad, 54. De hecho, en los planes energéticos del país, la energía nuclear es tan prioritaria que hacia el 2030 se tiene –o tenía, antes del 11 de marzo- contemplada la edificación de una veintena de plantas nucleares en Japón. Su interés en la energía nuclear –a pesar de ser, a la fecha, el único país del orbe atacado con armas nucleares, y no obstante su alta sismicidad- obedece a necesidades reales de seguridad energética: Japón es un país con escasos recursos naturales y desea disminuir la dependencia estratégica respecto a las importaciones de energéticos, en particular de petróleo y gas. Así, Japón cuenta con el llamado programa de reproducción rápida de reactores [nucleares] el cual podría inclusive generar recelo entre sus vecinos, ante la posibilidad que el programa civil nipón derivara en un programa de armas nucleares.
A pesar de las dificultades reseñadas, Japón ha seguido adelante con su programa nuclear, aunque ha tenido diversos accidentes. En 1981, un total de cuatro fugas radiactivas se produjeron en la central nuclear de Tsuruga en el centro del país, exponiendo a emisiones radiactivas a 278 personas. En marzo de 1997, la central nuclear de Tokaimura fue parcialmente apagada luego de un incendio y una explosión que afectó a 37 personas. Dos años más tarde, en septiembre de 1999, se produjo un accidente también en Tokaimura –el más grave hasta ese momento-, debido a un error humano, que terminó con la muerte de dos técnicos. Más de 600 personas fueron expuestas a radiaciones y unas 320 fueron evacuadas. Los dos técnicos que fallecieron en el accidente, provocaron -involuntariamente- una reacción nuclear sin control, luego de haber utilizado una cantidad de uranio mucho más elevada que la prevista durante un proceso de fabricación. Este accidente, de nivel 4 según la escala internacional de eventos nucleares (INES) –que consta de 7 niveles- fue uno de los más graves en el mundo después de Chernobyl –que justamente se ubicó en el nivel 7.
También en 1999 se produjo otro incidente, esta vez en un reactor Shika-1, que se ubicó en el nivel 2 en la escala de INES, y la empresa Hokuriko Electric no lo dio a conocer a tiempo. Asimismo, en agosto de 2004, la central nuclear de Mihana experimentó la rotura de una canalización, como consecuencia de la corrosión, lo que terminó provocando que el vapor no radioactivo se escapara y matara por quemaduras a cinco empleados.
Una historia de corruptelas de las autoridadesjaponesas
Según el Centro de Información Nuclear de los Ciudadanos(CNIC), con sede en Japón, el 30 de marzo de 2007 todas las empresas encargadas de la generación de electricidad en el país -incluyendo las estaciones de energía nuclear, de combustibles fósiles e hidroeléctricas- entregaron a las autoridades, sendos informes. En dichos informes salieron a relucir 10 646 irregularidades, de las cuales 455 casos involucraban a las empresas de energía nuclear, y de ellas, 230 a la Tokyo Electric Power Company, (TEPCO) en tanto otras 123 correspondían a la corporación Chubu Electric.El 20 de abril del mismo año, la Agencia de Seguridad Nuclear Industrial (NISA), quien recibiera los informes de referencia, dio a conocer sanciones administrativas contra cuatro empresas y siete de sus reactores, incluyendo a TEPCO, aunque en ningún caso NISA pidió el cierre de las centrales nucleares, como tampoco le suspendió las licencias a las compañías. Esta conducta, fue, para propios y extraños, sospechosamente pasiva considerando que en 2002 la empresa TEPCO estuvo en el ojo de la tormenta al revelarse que la empresa había falsificado registros de inspecciones y “escondió” problemas que tenían sus plantas de energía nuclear. En aquella oportunidad, TEPCO tuvo que cerrar la totalidad de sus centrales nucleares (17) y cuatro directores de la corporación aceptaron su responsabilidad y dimitieron.
El escándalo de 2002, por lo tanto, puso en evidencia la corrupción en las inspecciones periódicas efectuadas por las autoridades gubernamentales, lo que reveló, hace nueve años, la fragilidad de la seguridad nuclear en Japón. En ese tiempo, el Ministro de Comercio, Economía e Industria se pronunció por llevar a cabo una investigación hasta sus últimas consecuencias, sin importar cuántas cabezas rodaran en el proceso. Sin embargo, a juzgar por lo sucedido en 2007 y, de manera más reciente, tras el terremoto del 11 de marzo, no sólo no han sido identificadas –o no se han querido encontrar- las raíces del problema, sino que queda de manifiesto que existen muchos intereses compartidos por el gobierno, las empresas de energía y los fabricantes de las plantas, con lo cual es muy difícil asentar responsabilidades.
Consecuencias de la crisis de Fukushima en el mundo
Tanto el gobierno de Francia como la organización no gubernamental Greenpeace,afirman que lo sucedido en Fukushima tras el devastador terremoto del pasado 11 de marzo, supera lo sucedido con el accidente de Three Mile Island –de nivel 5 según el INES- en Estados Unidos, y que incluso podría llegar a tener una gravedad equiparable a lo sucedido en Chernobyl –Francia, por lo menos, dice que los sucesos de Fukushima están en el nivel 6. Independientemente de si estas aseveraciones son ciertas o no, hay una gran desconfianza respecto a lo que dicen las autoridades de Japón sobre el particular.
Como se recordará, el terremoto del 11 de marzo paralizó las actividades de 11 centrales nucleares, entre ellas la de Fukushima, la cual, por cierto, es operada por TEPCO. El mismo día del terremoto, las autoridades niponas declararon "situación de emergencia nuclear" en la central y en otra planta vecina, la número 2 de Fukushima, que también vio alterado su suministro eléctrico. El gobierno, sin embargo, dijo que no existían fugas de radiactividad. Al día siguiente, se produjo una explosión en la central nuclear de Fukushima cuando un grupo de trabajadores trataban de enfriar el reactor número 1. Para el 13 de marzo, un tercer reactor muestra problemas en su enfriamiento. En las siguientes horas se declara el estado de emergencia en otras dos plantas nucleares, la de Onagawa y la de Tokai. Justo cuando la empresa TEPCO anunciaba que la emergencia en los dos reactores de Fukushima ya había sido superada dado que los sistemas de enfriamiento operaban nuevamente, se produjo una explosión en el reactor número 2, que reventó parte del contenedor primario del núcleo, liberando, presumiblemente, una cantidad no determinada de material radiactivo. El 15 de marzo se registró un incendio en el reactor número 4 de Fukushima. El 17 de marzo las autoridades niponas reportaron que el reactor número 3 estaba fuera de control y el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) anunció su preocupación en torno al reactor número 4. El 20 de marzo se anunció el cierre de la central nuclear de Fukushima debido a los daños que sufrió ante el terremoto del 11 de marzo. A partir de ese momento, la atención se dirigió al problema de la contaminación radiactiva en Japón, en particular del agua para consumo humano.
Estos hechos han vuelto a poner a discusión en el mundo la seguridad de las centrales nucleares para generar electricidad. En Europa, por ejemplo, diversas organizaciones defensoras del medio ambiente se han manifestado para pedir el cierre de las centrales nucleares en diversos países. En Alemania, el 14 de marzo la canciller Angela Merkel anunció que por los siguientes tres meses, las centrales nucleares más antiguas del país serán desconectadas. En Austria, donde existe una política oficial antinuclear desde 1997, es anticonstitucional crear centrales nucleares e inclusive se ha llegado al extremo de no transmitir aquellos episodios de la serie estadounidense Los Simpson en que se hacen referencias puntuales a accidentes nucleares.
En países como Bélgica, Suecia, Italia, Eslovenia, e Irlanda, por citar sólo algunos casos, se tiene contemplado no construir centrales nucleares y cerrar las que existen cuando termine su vida útil –o antes, si es posible. Eslovenia, por ejemplo, tiene una sola central nuclear en Krsko, misma que se tiene contemplado cerrar definitivamente en 2023. Italia, por su parte, tras el accidente de Chernobyl llevó a cabo un referéndum en el que la población votó a favor del cierre definitivo de sus cuatro centrales nucleares, cosa que efectivamente sucedió en 1990 –y desde entonces, Roma compra energía a Francia y Suiza.
Francia es un caso importante, dado que alrededor del 80 por ciento de la electricidad en ese país es generada por energía nuclear. Si bien se han producido algunos incidentes menores en sus plantas, en general se asume como seguras a sus centrales nucleares. Con todo, tras los sucesos de Fukushima, las autoridades galas han manifestado que someterán a revisión en materia de seguridad a todas las centrales nucleares del país, dejando también en claro que la energía nuclear seguirá siendo la base de la generación de electricidad para esa nación, dado que si bien cuenta con yacimientos de carbón, su empleo para producir energía tendría efectos contaminantes muy severos, amén de ser caro.
En todo caso, el debate acerca de la energía nuclear, no pude perder de vista que la necesidad de energía aumentará a nivel mundial, sobre todo porque las reservas de petróleo se irán agotando en los siguientes años. El crecimiento de la economía china y de otros países considerados como “emergentes” –como India- es responsable, en parte, del alza en el consumo de petróleo y gas a nivel mundial, y todo parece indicar que sus necesidades energéticas seguirán creciendo.
Sin embargo, al igual que el petróleo, las reservas internacionales de uranio son limitadas y su agotamiento se producirá en las siguientes décadas. Por ello, es necesario desarrollar comercialmente otras fuentes de energía –muchas de las cuales ya existen y tienen un enorme potencial- aunque lamentablemente hay muchos intereses creados para impedirlo y un sistema económico que parece reacio a evolucionar a tecnologías distintas de las que hoy por hoy dominan en los mercados energéticos internacionales.
María Cristina Rosas es profesora e investigadora en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México
Etcétera, 18 de abril, 2011
https://www.alainet.org/pt/node/149114
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