BRIC, cómo se construye una imagen
14/07/2011
- Opinión
Todo mundo habla de ellos, casi tanto como de las estrellas de rock. Su fama ha trascendido las fronteras y son un referente permanente en los círculos diplomáticos y financieros internacionales. Se trata de los BRIC, acrónimo que se crea a partir de las iniciales de cinco países: Brasil, Rusia, India, la República Popular China (RP China) y, el recién incorporado, Sudáfrica.
Los BRIC, al menos como concepto, son un producto de la mercadotecnia, con una presencia mediática considerable. Los países que conforman esta singular agrupación se proponen lograr visibilidad y notoriedad en los círculos de consultoría, financieros y empresariales internacionales, con el objetivo de atraer inversiones y facilitar los flujos de capital a sus economías. Normalmente, cuando se integra una agrupación de países, ocurre en torno a una agenda. Por ejemplo, en 1986, en el marco de la Ronda de Uruguay de negociaciones comerciales multilaterales del entonces Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT), fue creado el Grupo Cairns, integrado por Argentina, Australia, Bolivia, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Filipinas, Guatemala, Indonesia, Malasia, Nueva Zelanda, Pakistán, Paraguay, Perú, Sudáfrica, Tailandia y Uruguay, con el propósito de liberalizar el comercio internacional de productos agroalimentarios.
Otro caso de una agrupación integrada alrededor de una agenda específica o de nicho es el Grupo de los Seis (G-6), cuya creación fue anunciada ante la Comisión de Desarme de la Organización de las Naciones Unidas en febrero de 1984. Así, el 22 de mayo de ese año, el Presidente de Argentina, Raúl Alfonsín; la Primera Ministra de India, Indira Gandhi; el Presidente de México, Miguel de la Madrid; el Presidente de Tanzania, Julius Nyerere; el Primer Ministro de Suecia, Olof Palme; y el Primer Ministro de Grecia, Andreas Papandreu, firmaron una declaración conjunta en la que alertaban sobre los riesgos implícitos de la carrera armamentista.
En el caso de los BRIC, su creación es atípica y antecede a una motivación o finalidad específica. En este sentido, la palabra “BRIC” es un acrónimo en busca de una razón de ser pero que, mientras encuentra esa justificación, se ha convertido en una “marca” (brand) de sus cinco socios, y que prácticamente es comercializada en el entorno internacional como cualquier producto.
Los orígenes
En el año 2001, Jim O’Neill, economista en jefe de Goldman Sachs, dio a conocer un análisis denominado “Creando mejores BRIC económicos globales”.1 Según O’Neill, Brasil, Rusia, India y la RP China –ojo, Sudáfrica no fue incluida inicialmente–, serán actores internacionales dominantes en el año 2050. O’Neill señala que la idea de acuñar este concepto le vino cuando ocurrieron los atentados terroristas contra Estados Unidos del 11 de septiembre, los que hicieron patente la fragilidad y vulnerabilidad de esa nación. Ese suceso demostró que el mundo requería del activismo de otros países para superar los desafíos que se presentaran, dado que Washington no lo podía hacer.
En esa misma línea, en el año 2003, Goldman Sachs publicó el estudio denominado “Soñando con los BRIC: el camino al 2050”, en el que reafirma que para ese momento los cuatro países serán una importante fuerza motriz de la economía mundial. Para acallar las críticas ante estas proyecciones a tan largo plazo, el estudio enfatiza que sus cálculos parten del supuesto de que esas naciones mantendrán un exitoso desenvolvimiento económico como el mostrado hasta ahora, pero que los augurios podrían no cumplirse si los BRIC no desarrollan políticas que apoyen el crecimiento.
En el documento citado, el corporativo señala que en menos de 40 años las economías de los cuatro BRIC podrían superar a las del llamado Grupo de los Seis –otro G-6, distinto de aquel que solía promover el desarme nuclear–.2 Hacia 2050, según Goldman Sachs, las diez principales economías del planeta no serán las que se conocen hoy, sino otras, como las de los BRIC, lo que hará que las empresas modifiquen sus estrategias de expansión.3
En el mismo documento se explica cómo es que los países se vuelven ricos –o bien, cómo se desarrollan–, señalando, a propósito de los BRIC –que, por cierto, son países en desarrollo– que a medida que los países pobres progresan tienen el potencial de contar con altas tasas de crecimiento y entonces tienden a ponerse al día respecto a los más industrializados.4 Esto es porque los países en desarrollo tienen menos capital (por trabajador) que las economías desarrolladas. Por lo tanto, las ganancias del capital son más altas, es decir, se extrae mayor plusvalía de la fuerza de trabajo. La segunda razón es que los países en desarrollo podrían emplear tecnologías disponibles en naciones más industrializadas para modernizarse.5 Asimismo, Goldman Sachs refiere que hay cuatro factores clave para que un país pueda crecer: estabilidad macroeconómica, instituciones eficientes, apertura al comercio y las inversiones, y educación.6
Sin embargo, en el análisis de Goldman Sachs, Sudáfrica no es visto con tanto optimismo a comparación del “cuarteto original”.7 Otro dato a ponderar es que ni México ni Corea del Sur fueron considerados en el documento de Goldman Sachs de 2003, presumiblemente por ser “más desarrollados” que los BRIC.8 Empero, en 2005, el corporativo presentó una propuesta denominada los próximos 11 (Next 11 o N-11), categoría que incluye a otra camada de países en desarrollo –Bangladesh, Corea del Sur, Egipto, Filipinas, Indonesia, Irán, México, Nigeria, Pakistán, Turquía y Vietnam–, los cuales, según este nuevo estudio, podrían ser importantes en los años por venir, aunque no tendrían un desempeño equiparable al de los BRIC, salvo México y Corea del Sur.9
Los BRIC: la otra historia
La verdadera historia sobre el origen de los BRIC y de las predicciones de Goldman Sachs se encuentra en el activismo de bancos y entidades financieras, que, presionados por sus clientes, estaban necesitados de contar con otros productos de inversión. Así, se crearon nuevos fondos conforme a dos premisas: oportunidades de negocios, y sobre todo, realizar inversiones en países y empresas que no cotizaban –o lo hacían muy poco– en las bolsas de valores más tradicionales del planeta, como en las de Londres, Nueva York, Tokio, etcétera.
De esta manera, corporativos como Goldman Sachs y otros más, establecieron fondos para invertir en Brasil, Rusia, la RP China e India, impulsando así la imagen y el posicionamiento de esos países en la economía internacional. Esto responde a la pregunta de ¿por qué sólo se contempla a esos cuatro países en el estudio de Goldman Sachs?
Uno de los conceptos que antecede al acrónimo BRIC es el de economía, país, mercado o potencia “emergente”. En sí, el concepto de mercado emergente fue creado en 1981 por Antoine van Agtmael, economista del Banco Mundial, quien lo acuñó para sustituir la denominación “países menos desarrollados” –esto es, los que no eran industrializados–, considerada por muchas naciones como insultante. Así, los ‘mercados emergentes’ constituyen una categoría más “políticamente correcta” para referirse a países que están “desarrollándose”.10
Pascal Rigaud señala que no hay una definición oficial que permita caracterizar a los países emergentes en particular a la luz de la proliferación de numerosos sustantivos a los que se les agrega el adjetivo “emergente”; por ejemplo, “mercados emergentes”, “economías emergentes”, “zonas emergentes”, “espacios emergentes”, etcétera. Todo depende dónde se pone el acento: puede ser en el desarrollo de la producción, o bien en la naturaleza de las políticas económicas o de los “modelos” adoptados, o en las trayectorias de desarrollo o en los procesos de “transición” involucrados.11 Así, Rigaud explica que el concepto de economía emergente se refiere a países que se caracterizan por tener, al mismo tiempo, un fuerte crecimiento de su producción y una expansión de sus mercados financieros.
Para George Magnus, la noción de país emergente se emplea para “referirse a aquellos países que muestran el mayor potencial económico y que son del interés de los inversionistas de hoy”.12
México, los BRIC y la guerra de los acrónimos
A lo largo del siglo XXI han proliferado propuestas de grupos de países, por las razones más diversas, generando los acrónimos y/o las denominaciones más variadas e incluso chuscas, como se observa en el cuadro 1. Como se puede apreciar, México aparece en cuatro de las siete agrupaciones, lo cual es un hecho positivo, aunque el país tendría qué definir a qué agrupación debería impulsar, esto en función de sus intereses y necesidades. De entrada, un aspecto a destacar, sea cual fuere la decisión de México, es que el trabajo coordinado con otros países se vería obstaculizado por la preeminencia de Estados Unidos en sus relaciones económicas internacionales. Asimismo, en cada una de las cuatro agrupaciones en que es mencionada México, los países que lo acompañan no son relevantes para su política comercial ni exterior –muy posiblemente con la excepción de la RP China, con quien mantiene un déficit comercial impresionante y que, por cierto, crece año con año–.
Ahora bien, considerando las opciones de México desde la perspectiva de “marca-país”, es evidente que recibir una atención como la que se le prodiga por parte de las empresas y fondos de inversión más los medios de comunicación a los BRIC, le vendría bien. Gracias al halo de bonanza y rentabilidad que Goldman Sachs creó en torno a los BRIC se ha logrado diluir, al menos en parte, la mala imagen que cada uno de esos países tenía ante la comunidad internacional. Así, aspectos como la situación de los derechos humanos en la RP China; la corrupción en Rusia; la tasa de homicidios per cápita en Brasil; y la discriminación de la mujer en India, pasaron a un segundo plano a los ojos de los inversionistas. Si a esto se suma, como se explicaba líneas arriba, que los cuatro BRIC originales –aunque algunos más que otros– cuentan con políticas de imagen y diplomacia pública para mejorar la percepción que sobre ellos tiene el mundo, los beneficios son evidentes. Como explica Evan Potter, en el momento actual, los países del mundo luchan por ganar notoriedad en las relaciones internacionales, dado que corren el riesgo de ser vistos como irrelevantes, con enormes consecuencias políticas y económicas para sus sociedades. En este sentido, las naciones del mundo están obligadas a desarrollar estrategias para sobresalir, llamar la atención, y proyectar una buena imagen y liderazgo, dado que ello les permite atraer inversiones, cerrar tratos, recibir turistas, elevar sus ingresos, etcétera.13 Pero para lograr esos objetivos es necesario que el país o países en cuestión cuente(n) su propia historia, de otra manera se expone(n) a que su imagen sea definida por las percepciones de terceros.14 Siguiendo con este razonamiento, en el caso de que México optara por participar o, inclusive, impulsara activamente alguna de las agrupaciones presentadas en el cuadro de referencia, ¿cuál de ellas sería la más conveniente para sus intereses, aspiraciones e/o imagen como país?
Comenzando con el N-11, no parece que sea la agrupación en la que México puede destacar, o a la que quiere liderar. Parte del problema estriba en el carácter peyorativo del concepto. Los próximos 11 vienen después de los BRIC, algo que para México, considerando su rivalidad histórica con Brasil, es ciertamente inadmisible. Ahora bien, asumiendo que pese a ello México decidiera hacer de su participación en el N-11 una prioridad, subsiste el problema de que, conforme a la caracterización que Goldman Sachs hace de la agrupación, se trata de países que prometen –naciones del futuro–, que no son una realidad actual, lo que proyectaría la imagen de que dichas naciones no son tan atractivas. Respecto al acrónimo EAGLE, acuñado por BBVA, y que se refiere a economías emergentes que encabezan el crecimiento (emerging and growth-leading economies), tiene la característica de criticar a los BRIC, por considerar que, aunque dicho concepto fue innovador en su momento, cuando fue acuñado a principios del presente siglo, ha quedado parcialmente desfasado en virtud de las diferencias en el crecimiento de estos cuatro países y a que otras economías aspiran a ocupar un lugar al menos tan relevante como el de ellos en la economía internacional. En este sentido, el concepto BRIC no permite adaptarse a esta nueva realidad, porque los criterios para “entrar en el club” no son objetivos ni cuantificables.15
Así las cosas, según BBVA, el EAGLE es una agrupación flexible, en el entendido de que la inclusión de los países en el “nido” dependerá de las proyecciones de crecimiento y evolución de las economías involucradas. La institución afirma igualmente que este enfoque es más deseable, dado que si concentra su atención en un grupo demasiado estrecho, entonces se corre el riesgo de limitar la identificación de oportunidades atractivas para los clientes de BBVA.
Para México, el atractivo de ser incluido en el grupo de BBVA es claro: no figuraría como un país que sigue a los BRIC, como en el caso del N-11, sino como una nación, con personalidad propia, que por sus singulares características y méritos forma parte de un selecto club, en el que, inclusive, puede buscar el liderazgo.
Puesto que el criterio fundamental para incluir a un país en el grupo EAGLE es la proyección de que cada uno de ellos contribuirá más al crecimiento global en los próximos diez años que los países desarrollados grandes, esto dota a las diez naciones ponderadas por BBVA de una buena imagen, que los inversionistas seguramente querrán hacer acto de presencia en sus mercados. Asimismo, este nuevo halo, cortesía de BBVA, podría ayudar a diluir, al menos en parte, la mala imagen de México en el exterior debido a la violencia, de manera análoga a lo que el “halo” del concepto BRIC ha hecho para mejorar la imagen de esos cuatro países, pese a los graves problemas que los aquejan.
El grupo MIST, desde la óptica mexicana, plantea una problemática similar a la del N-11, toda vez que en el informe respectivo, Goldman Sachs se refiere a México, Indonesia, Corea del Sur y Turquía, como los cuatro países más dinámicos del N-11. Sin embargo, los MIST son presentados como una suerte de “nueva generación de BRIC”, de manera que este último los condiciona en cierta forma.16
Por último, la noción de los Seis Grandes promovida por Accenture parte de reflexiones similares a las de Goldman Sachs y BBVA en torno al dinamismo de ciertas economías emergentes respecto a los países más desarrollados, lo que da pie, en su opinión, a un mundo multipolar.17 Así, para 2030 Accenture calcula que los países con el mayor producto interno bruto de conformidad con el poder adquisitivo en el mundo serán cuatro países en desarrollo –RP China, India, Brasil y México–, cinco naciones desarrolladas –Estados Unidos, Japón, Alemania, Reino Unido y Francia–, y un país en transición: Rusia. La lista de 2030 la encabezan los chinos, y en la décima posición se ubica México, en tanto que Brasil ocupa el nada despreciable quinto lugar.18 No es necesario insistir en que para las autoridades mexicanas sería impensable apostarle a una agrupación derivada de análisis que muestran a Brasil con un mejor desempeño económico que el de México.
Obsesión por el futuro
Tradicionalmente, la estrategia de desarrollo de los países recae en ellos mismos, mirando al futuro, en aras de anticiparse a los desafíos que enfrentarán. Así, toda estrategia apuntará a señalar los objetivos que se pretende concretar en un tiempo determinado, maximizando los recursos de que dispone e insistiendo siempre en las tareas preventivas a realizar, evitando así que los problemas que surjan desborden a las autoridades. La estrategia, acompañada de la planeación, también posibilita una mejor asignación de los recursos materiales y humanos en la consecución de los objetivos nacionales. Todo esto, sin embargo, cambia dramáticamente.
Como se ha visto, hoy son las grandes corporaciones, instituciones financieras, crediticias y consultorías, quienes caracterizan y califican a los países. Son éstas las que, en función de las presiones que enfrentan para dar opciones de inversión a sus clientes, se han dado a la tarea de identificar a las naciones más atractivas mediante pronósticos que rayan en la futurología. Nace así una obsesión por el futuro que pretende minimizar los problemas y los desafíos que enfrentan dichos países. Por lo tanto, a los ojos de Goldman Sachs, por ejemplo, poco importa que en Brasil existan escuadrones que asesinan a niños de la calle, porque, según los cálculos de esa institución, en 2050 el país sudamericano será un mercado muy importante en el mundo. Otro tanto se puede decir de la corrupción rampante en Rusia, que tampoco es un tema irrelevante para Goldman Sachs, por las mismas razones por las que no importan los niños que viven en las calles brasileñas.
Hoy los países se convierten en productos, necesitados de envolturas y etiquetas que los hagan ver atractivos a los ojos de las empresas y los inversionistas, disfrazando así sus miserias, autoritarismos, desigualdades, discriminaciones e inseguridades. Esa es justamente la idea que subyace al concepto de marca-país: Brasil deja de ser un Estado para convertirse en Brazil Inc., y, entonces, debe mostrarse no como es sino como será en 2050, por ejemplo. No queda claro, sin embargo, cómo es que losb b beneficios de pertenecer al exclusivo club de los BRIC se traducirán en Brasil en mejores condiciones de vida para su población. Y es que en ninguno de los documentos de Goldman Sachs, Accenture, BBVA, HSBC y/o Standard Chartered se pondera con seriedad un problema común a prácticamente todos los países considerados en las distintas agrupaciones referidas: la pobreza y/o la pésima distribución de la riqueza.
Curiosamente, el banco Standard Chartered, responsable del risible concepto del Club del 7%, en el prólogo del documento en que introduce a la citada agrupación, advierte sobre los riesgos de la futurología. 19 Sin embargo, por diversas razones, muchos compran la idea de viabilidad de una agrupación con países tan diversos y con problemas tan severos en materia de desarrollo. Ahí está el caso de William Pesek, columnista de The Financial Express, quien afirma que Goldman Sachs con todo y sus BRIC está en desventaja frente al ‘sexy’ (sic) Club del 7%.20
El declive de las potencias, el auge de los demás
Como lo explica muy bien Pascal Rigaud: “… país en desarrollo, país del tercer mundo, país de ingresos medios, país en vías de desarrollo, país del Sur… las denominaciones son numerosas para designar al grupo de países que tienen como común denominador que no son lo suficientemente desarrollados o industrializados. Estas caracterizaciones no son neutrales, a menudo son el resultado de compromisos políticos en los organismos internacionales o de luchas políticas en los círculos académicos. Se imponen a todos al ser adoptados por los actores aludidos y dotan así de sentido a las transformaciones económicas y sociales. Designar significa organizar, y también legitimar”.21
Siguiendo con el razonamiento de Rigaud y en el entendido de que no hay conceptos ni denominaciones ’neutrales’, cabe preguntar cuál es el interés de los consorcios financieros, bancarios y empresariales en crear etiquetas de grupos de países como BRIC, CIVETS, N-11, EAGLE, MIST, etcétera.
Un hecho que resulta evidente desde el 11 de septiembre de 2001, y de manera más clara en el contexto de la reciente crisis financiera internacional, es el agotamiento de las capacidades de liderazgo de Estados para dirigir al mundo por los senderos de la prosperidad y la seguridad. Ante los ataques terroristas quedó de manifiesto, que pese a su enorme poder militar e influencia en el mundo, Estados Unidos es vulnerable y puede ser victimado en su propio territorio. Ante la crisis financiera internacional, Washington, al igual que sus aliados europeos, no han sido capaces de generar soluciones para reactivar sus economías –ni la global– de manera sustentable –los niveles de desempleo imperantes en varios de los socios de la Europa comunitaria son exorbitantes, llegando, en el caso de España, a más de 20% de la población económicamente activa–.
Con este marco en mente, parece como si las grandes empresas e instituciones consultoras, financieras y crediticias internacionales, buscan efectivamente nuevos destinos menos deprimidos que los que ofrecen las naciones más desarrolladas. Hasta aquí el énfasis que Goldman Sachs y otros han puesto en los BRIC, los N-11, los CIVETS y otras agrupaciones más, tiene sentido.
Sin embargo, hay otros elementos de análisis que no se deben pasar por alto. Cada vez con mayor frecuencia se insiste en que los BRIC tienen una responsabilidad creciente en la gobernabilidad global, lo que supone que sobre ellos recaen determinadas responsabilidades, que no necesariamente son compatibles con las carencias y desigualdades que enfrentan internamente.
Sin ir más lejos, tanto el influyente semanario conservador The Economist como otras influyentes publicaciones y organismos e instituciones internacionales, señalan reiteradamente que la RP China e India son los motores de la economía mundial, y que Estados Unidos ya perdió hace tiempo ese estatus. Así, todo apunta a que prácticamente se les asigna la responsabilidad de salir de la crisis actual a Beijing y Nueva Delhi, cuando, a manera de comparación, fueron los países desarrollados los que tomaron la batuta tras el crack de 1929. Además entonces como ahora, Estados Unidos fue el país donde se originó la fractura.
Adicionalmente hay un discurso que pretende inculpar a algunos de los BRIC respecto al estancamiento que vive desde hace casi ya diez años la Ronda de Doha de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Al respecto, en marzo pasado el Presidente estadounidense Barack Obama dijo que, a menos que India y la RP China abran sus mercados al comercio internacional, la Ronda de Doha continuará estancada, cuando es por todos conocido que el aletargamiento de la citada ronda obedece especialmente a la negativa de Estados Unidos y la Unión Europea a reducir sus cuantiosos subsidios al sector agrícola. Ahí está también la acusación de que las enormes reservas internacionales de India, la RP China y Brasil son un factor que abona a favor de la recesión y que contribuye a sobrevaluar las monedas de esas naciones, en perjuicio de la economía global y del dólar en particular. En pocas palabras, ahora resulta que son los BRIC, o algunos de ellos, los principales responsables de dar solución a los problemas del mundo.
Con todo, parece ser que los cuatro BRIC –y tal vez también Sudáfrica– tienen importantes aspiraciones en materia de liderazgo regional e, inclusive, global. Como se observa en el cuadro 2, en una situación bastante inédita en la historia de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), los cuatro BRIC más Sudáfrica, coinciden en la actualidad en el Consejo de Seguridad, que es el órgano más importante de la institución. No es tampoco ningún secreto que Brasil, India y Sudáfrica aspiran a tener un asiento como miembros permanentes en el citado foro. Por lo tanto, la lógica señala que si los BRIC más Sudáfrica desean ser “mandamases”, entonces deben asumir los costos de ese liderazgo. Claro que al lado de los costos es necesario identificar los beneficios, y es en este último rubro donde no queda muyclaro qué es lo que obtienen Brasil, Rusia y sobre todo India y la RP China, a cambio de asumir e l precio que Estados Unidos y otros países desarrollados les endosan.
Fareed Zakaria, en un lúcido y altamente recomendable análisis denominado El mundo postamericano, sostiene que más importante que analizar el declive de Estados Unidos en las condiciones actuales, es revisar el ascenso de los demás, de países que como RP China, Rusia y Brasil, por citar sólo algunos casos, que tienen cada vez más influencia en los asuntos globales. Así, Zakaria señala que “la crisis de 2008 es distinta [respecto a las que le preceden] porque no se originó en algún territorio del mundo en desarrollo; emergió del corazón mismo del capitalismo global, Estados Unidos, y maldijo su ruta a través de las arterias de las finanzas internacionales. A pesar de las opiniones de algunos expertos, no es una señal del fin del capitalismo. Pero podría muy bien significar el fin de un cierto tipo de dominio de parte de Estados Unidos (…)
“El ascenso del resto es, en el fondo, un fenómeno económico, pero la transición que estamos atestiguando no es sólo un asunto de dólares y centavos. Tiene consecuencias políticas, militares y culturales. A medida que los países se tornan más fuertes y ricos, y en tanto Estados Unidos luche para volver a ganar el apoyo del mundo, muy posiblemente veremos más desafíos e iniciativas de parte de las naciones en ascenso (…) India estuvo dispuesta a desafiar frontalmente a Estados Unidos en las negociaciones comerciales de Doha, Rusia atacó y ocupó partes de Georgia, y China albergó los juegos olímpicos más espectaculares y costosos en la historia (40 mil millones de dólares). Hace diez años ninguno de estos tres [países] habrían sido lo suficientemente poderosos o resueltos para actuar como lo hicieron. Inclusive, si sus tasas de crecimiento declinan, lo que seguramente ocurrirá, estas naciones no renunciarán silenciosamente a los nuevos roles que desempeñan en el sistema global”.22
Lo que también es cierto es que todavía no existe, como tal, una agenda de los BRIC –más Sudáfrica– elaborada por ellos mismos. Esto es porque las economías de los BRIC, a pesar de que podrían complementarse dada la especialización que priva en cada una de ellas, no poseen una interdependencia mutua significativa y en muchos ámbitos son rivales estratégicos –los mejores ejemplos son, justamente, la RP China e India, y, por otro lado, Rusia y la RP China. Los grandes socios comerciales de los BRIC son Estados Unidos y Europa. Los BRIC no son una agrupación institucionalizada, si bien existen convergencias, aunque también aspiraciones particulares. A grandes rasgos se puede afirmar que es mucho más lo que separa a los BRIC que lo que los une.
Con todo, desde 2009 los líderes de los países que integran el grupo BRIC han llevado a cabo reuniones anuales en Rusia, Brasil y la RP China, respectivamente, y para 2012 India será el anfitrión –en tanto que en 2013 es muy factible que el encuentro tenga lugar en Sudáfrica, flamante nuevo miembro de la agrupación. En estas reuniones, los líderes de los BRIC debaten los principales problemas mundiales y asumen posturas comunes, aunque sin compromisos vinculantes y en todos los casos no van más allá de la denuncia. Es verdad que estas reuniones han servido más para auspiciar reuniones bilaterales, justamente porque a falta de agendas de interés común los participantes buscan desahogar los temas que les importan y con quien más les interesa tener acuerdos.
Es también cierto que en las escasas, aunque reiteradas coincidencias entre los BRIC, figura la proclama de un orden internacional multipolar, no unilateral como el que propone Estados Unidos. Asimismo, pugnan por un sistema internacional más justo en el comercio de productos agrícolas. Los BRIC más Sudáfrica insisten en que la reforma de la arquitectura económico-financiera mundial debe basarse en el fortalecimiento de la gestión de riesgos y las prácticas de supervisión financiera para evitar conmociones bursátiles. Piden que se instaure un sistema de divisas más diverso, basado no sólo en el dólar, como tampoco en el euro, pugnando asimismo por una democratización en los procesos de toma de decisiones de los organismos financieros y crediticios internacionales. Sin embargo, pese a la importancia de cada uno de esos temas, los BRIC se limitan a enumerarlos, sin establecer compromisos concretos.
En suma, los BRIC se han hecho de una imagen en el mundo gracias a la valoración que sobre ellos han hecho consorcios como Goldman Sachs. El grupo BRIC no fue creado por voluntad de sus miembros, si bien éstos han decidido aprovechar el prometedor futuro que se les augura para atraer inversiones y turismo, aunque internamente padecen importantes problemas que no parece que se resolverán tan fácilmente. Y si bien cada uno de los BRIC tiene aspiraciones de liderazgo, hoy por hoy se presentan solamente como una agrupación de wanna bes, más dispuesta a mantener el status quo que a pagar el precio que supone ser líder en las relaciones internacionales del siglo XXI.
Notas
1 Goldman Sachs (30th November 2001), “Building Better Global Economic BRICs”, New York, Goldmam Sachs, Global Economics Paper No. 66.
2 El Grupo de los Seis o G-6 incluye a Alemania, Canadá, Francia, Italia, Japón y el Reino Unido. Son presumiblemente las seis economías capitalistas más desarrolladas y con capacidad de injerencia en la gobernabilidad económica global, detrás de Estados Unidos.
3 Goldman Sachs (1st October 2003), “Dreaming with BRICs: The Path to 2050”, New York, Goldman Sachs, Global Economics Paper: No. 99.
4 Goldman Sachs, Op. cit., p. 6.
5 Ibid.
6 Goldman Sachs, Op. cit., p. 13.
7 Goldman Sachs, Op. cit., p. 11.
8 Goldman Sachs (1st December 2005), “How Solid Are the BRICs?”, New York, Goldman Sachs, Global Economics Paper, No. 134, p. 4.
9 La principal crítica que se hace por parte de las autoridades mexicanas a este documento es la siguiente: si entre los N-11, México y Corea del Sur tienen un mejor desempeño y perfil, ¿no habría sido mejor incluirlos, desde un principio, en el concepto BRIC?
10 The Economist (September 18th, 2008), “Ins and Outs. Acronyms BRIC out all over”, disponible en http://www.economist. com/node/12080703?story_id=12080703
11 Pascal Rigaud (2010), Les BRIC. Brésil, Russie, Inde, Chine, puissances émergentes, Paris, Bréal, p. 15.
12 George Magnus (2011), Uprising, West Sussex, John Wiley & Sons Ltd., p. 5.
13 Evan H. Potter (2009), Branding Canada, Montreal & Kingston, McGill.Queen’s University Press, pp. 9-10.
14 Evan H. Potter,Op. cit., p. x.
15 BBVA (febrero 14, 2011), BBVA EAGLEs, Madrid, BBVA Research,disponible en http://www.bbvaresearch.com/KETD/ketd/esp/nav/eagles.jsp
16 Goldman Sachs (31 January 2011), “It Is Time to Re-define Emerging Markets”, New York, Goldman Sachs Asset Management, p. 3.
17 Tim Cooper, Mark Foster y Mark Purdy (February 2010), Creating a winning geographic strategy, Dublin, Accenture.
18 Mark Purdy, Matthew C. Robbinson, y Paul F. Nunes (June 2009), Adapting to the multi-polar world. The new globalization playbook, Dublin, Accenture.
19 Standard Chartered (25 May 2010), Prospectus, London, Standard Chartered.
20 William Pesek (February 21, 2011), “Goldman’s picks can’t beat ‘7% Club’ on sexiness”, en The Financial Express, disponible en http://www.financialexpress.com/news/goldmans-picks-cantbeat-
7-club-on-sexiness/752565/3
21 Pascal Rigaud, Op. cit., p. 11.
22 Fareed Zakaria (2009), The post-American World, New York, W: W. Norton & Company, pp. 20, 23.
María Cristina Rosas es profesora e investigadora en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México
etcétera, 15 de julio, 2011
https://www.alainet.org/pt/node/151248
Del mismo autor
- Epidemias, pandemias y cultura popular 13/10/2020
- España y el coronavirus 02/10/2020
- Perú y el coronavirus 03/09/2020
- México, Argentina y el coronavirus 31/08/2020
- Suecia y el coronavirus 05/08/2020
- La sucesión en el BID: El juego “rudo” de EEUU 21/07/2020
- Rusia y el coronavirus 15/07/2020
- Los museos y el coronavirus 01/07/2020
- El café en el mundo del siglo XXI: Los retos para México 26/06/2020
- Estados Unidos y el coronavirus 16/06/2020